Eres más de lo que soñé
“Y será como sueño de visión nocturna la multitud de todas
las naciones que pelean contra Ariel, y todos los que pelean contra ella y su
fortaleza, y los que la ponen en apretura. Y les sucederá como el que tiene
hambre y sueña, y le parece que come, pero cuando despierta, su estómago está
vacío; o como el que tiene sed y sueña, y le parece que bebe, pero cuando
despierta, se halla cansado y sediento; así será la multitud de todas las
naciones que pelearán contra el monte de Sion.” Isaías 29:7-8
Qué sensación tan desesperante la que sentimos cuando tenemos
sed y no encontramos agua con qué saciarla, ¿Lo has experimentado? Si en la
vida real esto es lo que se experimenta, imagínate lo que se siente durante un
sueño en el que crees que estás bebiendo agua, pero por más que la tomas, tu
organismo en la vida real sigue experimentado sed; del desespero que tenemos
quizás nos despertaremos y cuando nos damos cuenta de que la sed es real
saldremos corriendo por agua para saciarla. Pensaría que de la misma manera,
espiritualmente hablando, andábamos en el mundo antes de conocer al Señor:
sedientos y bebiendo del “agua” que nos ofrece el mundo, pero sin encontrar
saciedad, pues hoy conocemos que el único capaz de saciar todo nuestro ser:
espíritu, alma y cuerpo, es Cristo, como Él mismo lo manifestó en Juan 4:13-14a
“Respondió Jesús y le dijo: Cualquiera que bebiere de esta agua, volverá a
tener sed; mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás;”
Cuando llegamos a los pies de Cristo veníamos con una maleta
cargada de sueños, metas por cumplir, necesidades que no necesariamente eran
básicas pero que también anhelábamos suplir, y que se podrían llegar a comparar
con la necesidad que nos surge cuando estamos sedientos y queremos beber agua.
En aquél entonces pensábamos que cuando las obtuvieramos encontraríamos
plenitud, pues si no las alcanzábamos nos quedaría un sin sabor o una sed sin
satisfacer, pues eso era lo que el mundo decía, hasta que conocimos a Jesús,
porque cuando le conocimos, entendimos que aquellos sueños, metas o necesidades
que queríamos cumplir eran insignificantes comparados con Él y lo que significa
conocerle, pues si en esta vida sólo pudiéramos llegar a conocerle y no tener o
lograr nada más sería más que suficiente, pues entendimos que Jesús es más de
lo que algún día soñamos tener.
Hermanos, en Cristo ya lo tenemos todo como lo expresa
Colosenses 2:9-10, por lo tanto, no nos dejemos engañar por el mundo, la carne
y Satanás quienes nos dicen que nuestra sed todavía no ha sido saciada y que
debemos ir en pos de ellos para satisfacerla, pues si hacemos esto nos sucederá
como en aquellos sueños que expresa Isaías, tomaremos de esa “agua” y comeremos
de ese “pan” y no encontraremos saciedad, pues como se revela en las Escrituras
sólo el Señor es la fuente de agua viva y el pan de vida eterna que sacia
nuestro ser (Juan 4:14; Juan 6:35). Oración
inicial
«Padre, tu Hijo Jesús expresó que Su carne era verdadera
comida, y Su sangre era verdadera bebida, hoy entiendo lo que ésto significa y
te quiero pedir que siempre me des de este pan y de esta bebida pues sólo en
Jesucristo experimento plenitud. Amén.
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