domingo, 28 de julio de 2019

LA SALVACIÓN NO ES TRANSFERIBLE


LA SALVACIÓN NO ES TRANSFERIBLE
“Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes y cinco insensatas. Las insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; más las prudentes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas. Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se oyó un clamor: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y arreglaron sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dadnos de vuestro aceite; porque nuestras lámparas se apagan. Más las prudentes respondieron diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden, y comprad para vosotras mismas. Pero mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban preparadas entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. Después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: ¡Señor, señor, ábrenos! Mas él, respondiendo, dijo: De cierto os digo, que no os conozco”, Mateo 25:1-12
Esta parábola de Jesús tiene dos sentidos: uno hacia el pueblo judío, que era el pueblo elegido de Dios. Toda su historia debería ser una preparación para la venida del Mesías. Lamentablemente, fue lo contrario, cuando Cristo vino estaban tan desprevenidos que no se dieron cuenta que Jesús era el Salvador y aún hoy lo siguen esperando. Es triste que muchos que no creen aún, siguen excluidos del reino de Dios.
El otro sentido es más amplio y universal. Nos advierte que hay cosas que no se pueden obtener en el último minuto. Cinco de las diez vírgenes no estaban listas, entonces le piden a las otras que les presten aceite pero no se puede. Algunas cosas no se pueden prestar: por ejemplo nuestra relación con Dios, pues esta es íntima y personal; el carácter cristiano tampoco se puede prestar porque ha sido fruto de la preparación constante en el día a día; las acciones, el amor y la obediencia a Jesús tampoco son transferibles, cada uno es responsable de su obediencia y de sus acciones; la fe no se puede prestar pues todos tenemos una medida de fe que se nos fue dada en el momento de la conversión y depende de nosotros mismos desarrollarla, nadie la puede acrecentar por nosotros; y es más, no podemos prestar nuestra propia vida cristiana porque cada uno somos responsables de lo que decidimos hacer con ella, nadie la puede vivir por nosotros.
Debemos aprender a ser sensatos como las vírgenes que estaban listas, entender que no podemos esperar para siempre ni demorarnos para hacer lo que es más importante en esta vida antes que sea demasiado tarde: esto es, la salvación por medio de Jesucristo; es algo que debemos adquirir por nosotros mismos cuando tomamos una decisión personal e intransferible de creer, recibir y aceptar a Cristo en nuestro corazón. Un día la puerta se cerrará y ya no habrá más oportunidad para aquellos que han aplazado su salvación.
Debemos cuidar nuestra vida espiritual hasta el regreso de Cristo, manteniendo la lámpara de su Espíritu encendida en nuestros corazones y animar a los que no se arrepienten porque el Señor viene pronto. Esto comprende el tiempo de la demora del esposo en la parábola. Cuando empezamos a cabecear es porque nuestra vida espiritual está entrando en deterioro. Que el Señor nos halle vigilantes, llenos de su amor y de su gracia.  Oración.
"Gracias Señor por tu Palabra, dame la sabiduría para entender que mi decisión por ti es lo más importante, te recibo en mi corazón como mi Dios, mi Señor y mi Salvador y te pido que ocupes el trono de mi vida. Las demás cosas son secundarias. Sólo tú das salvación y vida eterna. Mantén el fuego de tu Espíritu en mi corazón. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.
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