martes, 28 de abril de 2015

Barreras ante la bendición

Barreras ante la bendición

Está bien tener reverencia, un temor santo, pero no tener terror de la presencia de Dios.
Hace un tiempo, un líder me dijo: "Ore por mí, Pastor. Hace mucho tiempo que no puedo sentir la presencia de Dios". Entonces, comencé a orar por las personas que no pueden sentir la presencia divina. ¿Puedes sentirla tú, lector? ¿Cuánto hace que no recibes su abrazo? ¿Será que Dios hace excepciones? Necesitamos aprender a romper las barreras que impiden la bendición de Dios. Veremos algunas y, mientras vas leyendo, quiebra las que haya en tu vida.
La incredulidad: La incredulidad bloquea la presencia de Dios. "[Jesús]... no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos" (Mateo 13:58). Sin fe, quedamos vacíos. Decimos: "Dios no habla", pero no es así. Dios sí habla. ¡Fue que  nuestra radio se quedó sin baterías! Esa barrera se rompe con fe. ¡Elige creer en Él! Decídete, y verás que Dios te ayudará.

El error: "Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Erráis, ignorando las Escrituras y el poder de Dios" (Mateo 22:29). Este error viene por ignorancia. Algunos errores comunes expresan lo siguiente: "No estoy llamado a llevar la presencia de Dios", pero Él mora dentro de ti y en cada creyente. "Soy una persona de la Palabra, no de experiencias místicas", pero la Biblia misma te lleva a la presencia de Dios, a un encuentro con Jesucristo.

El Espíritu Santo está allí donde estás en este momento, pero debes dejarlo actuar. No digas: "Sólo cuando sea perfecto experimentaré su presencia. Ahora tengo muchos pecados, así que no puedo". Si quieres salir de tu vida de pecado, uno de los primeros pasos es ir definitivamente en busca de su presencia.

No digas: "No se ve.¿Cómo se puede sentir?", pues si prendes un ventilador, sientes el viento aunque no lo veas. Así es la brisa del Espíritu Santo. Yo no estaría en este ministerio, me habría secado, caído por las luchas y las pruebas, pero el Espíritu Santo me mantiene firme y fuerte. También a ti. Di: "Yo quiero más de tu presencia, Señor. Aquí en mi región, no hay presencia. Acá no pasa nada". Error. Quiebra ese concepto de que en algunos lugares hay unción y en otros no.

Es verdad que hay lugares muy ungidos, pero aprendí que yo llevo en mi ser la presencia de Dios. Y tú también la llevas. Si dices: "He pecado. Fui perdonado, pero no tengo más su presencia en mi vida", es un error. El Señor no perdona como los humanos, que dicen: "Te perdono, pero ya no confío". En el reino de los cielos, no hay ciudadanos de segunda.  Si realmente renunciaste a tu pecado, sentirás la presencia de Dios.

"Es presuntuoso querer estar cerca de Dios. Es orgullo." Más orgullo es decir: "Me mantengo yo mismo". Debes llegar a un punto de humildad en que digas: "Señor, sin tu presencia, mi vida no vale nada. El propósito de mi vida eres tú, Señor. Quiero resultados concretos, crecimiento, no emocionalismo. Quiero crecer, mejorar en todo". La presencia de Dios no es algo místico, sino algo real. Cuando la tienes, te hace progresar.

El temor: "...el temor lleva en sí castigo" (1 Juan 4:18). El miedo acarrea condenación; no es bueno. El mismo miedo rechaza la presencia de Dios. Pero cuando te llenas del amor de Dios, y tu corazón ama a esta raza humana tan necesitada, comienzas a rechazar tu tristeza, tus miedos, aun tu depresión. Está bien tener reverencia, un temor santo, pero no tener terror de la presencia de Dios. Tal vez pienses: "He visto excesos y no quiero cometerlos". Ese miedo no es de Dios. Confía, y Él te guiará por camino de santidad. Tal vez tengas un bloqueo espiritual causado por el temor.

Te pido que en este momento le des permiso al Espíritu Santo para tocar tu vida. El Espíritu está ahora sobre ti. Empieza a recibir bendiciones. Di: "En el nombre de Jesús, con esta unción quiebro la barrera del temor y me declaro libre".

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