Escrito está
“Jesús,
lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al
desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en
aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre”. Lucas 4:1-2
“Jesús,
respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de
toda palabra de Dios”. Lucas 4:4
Ya hemos
visto algunos acontecimientos en la vida de Jesús, en el templo cuando tenía
doce años, había llegado a la convicción de que Dios era su Padre de una manera
única y exclusiva; después en su bautismo recibió su aprobación. Lucas 3:22
dice: “y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y
vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo
complacencia”. Jesús fue equipado con el Espíritu Santo para comenzar su
ministerio terrenal, llevado también al desierto por el Espíritu por cuarenta
días para orar por su misión redentora y fue allí donde Satanás lo tentó,
intentando interponerse en el propósito de Dios.
El pasaje de
la tentación nos presenta a Jesús enfrentando todas las tentaciones con las que
los seres humanos luchamos a diario: la carne, el mundo y Satanás, tentaciones
que nos asedian cada día, para que desistamos de nuestro propósito y no
obedezcamos la voluntad de Dios. Jesús nos da ejemplo al rechazar cada
tentación con lo que está escrito en la Palabra de Dios, mostrándonos que su
Palabra es nuestra espada, y la fe en ella es nuestro escudo para defendernos
de los dardos del enemigo. Le vemos rechazando el camino del placer, del poder
y la gloria, y aceptando el camino del sufrimiento y de la cruz, para el cual
fue enviado a este mundo.
Esta porción
del evangelio es uno de los relatos más sagrados, porque en algún momento,
Jesús tuvo que haberles contado a sus discípulos esta íntima experiencia de su
alma. El convertir las piedras en pan, o el tirarse desde el pináculo del
templo, eran tentaciones que sólo se le podían presentar a un Hombre que tenía
el poder de Dios y que tenía que decidir cómo usarlo.
Satanás
usará los momentos más difíciles de nuestra vida, cuando estemos solos y
frágiles, para asecharnos con sus falsas promesas. Así como en el caso de
Jesús, que se encontraba en el desierto y vulnerable a necesidades físicas,
hambre, sed, cansancio, etc. Por eso es tan importante conocer las promesas de
Dios y poder esgrimirlas cuando seamos atacados en nuestra carne, por el mundo
o por el diablo.
Jesús se
retiró conscientemente a este lugar solitario, y pasó cuarenta días
debatiéndose con el problema de cómo ganar a los hombres para Dios. Fue una
batalla larga que no terminó hasta la cruz, porque el relato termina
diciéndonos que el tentador dejó a Jesús por algún tiempo. Lo que nos enseña
que seremos tentados hasta el último día de nuestras vidas, por eso debemos
estar alertas y vestidos siempre con la armadura de Dios (Efesios 6:11) y poder
luchar contra todas esas fuerzas espirituales y deseos que quieren alejarnos de
Dios.
Hermanos mi
oración es que la Palabra habite en nosotros en abundancia, porque es nuestra
vida. Nuestro Redentor victorioso venció, no sólo por Él, sino también por
nosotros. Oración.
«Amado Jesús hazme una persona nueva, fortalecida por el poder del Espíritu Santo y por el conocimiento de tu Palabra, la espada que me has dado para batallar contra mi carne, el mundo y Satanás. Que pueda decir “escrito está”, cuando vengan a mí las tentaciones y salir victorioso. Sé que el duro camino del servicio y del sufrimiento conducen a la cruz, pero después de la cruz está la corona, que has preparado para los que te amamos, amén.
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