La misericordia, otra característica de Cristo
“Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la ira, y
grande en misericordia” Salmos 103:8
“Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es
misericordioso.” Lucas 6:36
En las sagradas escrituras encontramos muchos pasajes que nos
hablan de la misericordia de Dios, uno de ellos es el Salmo 103:8 donde el
salmista resalta este atributo maravilloso de Dios, gracias al cual nosotros
como pecadores no recibimos lo que merecen nuestros actos, en cambio podemos
ver y experimentar el perdón de Dios al arrepentirnos.
Cuando estudiamos la vida de Jesús, podemos ver en Él, el
mismo carácter de su Padre Dios, por lo cual nos pide en Lucas 6:36 que seamos
misericordiosos así como nuestro Padre Dios es misericordioso, invitándonos de esta
manera a no pagar mal por mal, a no mirar la paja en el ojo del hermano, sino
más bien en amor: a perdonar, a bendecir y no maldecir.
Cuando Jesús nos pide algo, Él mismo nos da ejemplo y nos
enseña cómo hacerlo, así, en el caso de la misericordia, podemos ver una
demostración hermosa en el relato que encontramos en Juan 8:1-11, en esta
historia los escribas y fariseos traen a Jesús, a una mujer sorprendida en
adulterio, y le dicen que la ley de Moisés ordena apedrearla; pero en un acto
de amor y justicia único, el Señor, después de que todos se han ido, pues sus
conciencias los acusaban de pecado, muestra su misericordia con dicha mujer al
decirle “¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo:
Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques
más.” De esta manera la misericordia triunfó sobre el juicio como lo dice
Santiago 2:13 “Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere
misericordia; y la misericordia triunfa sobre el juicio”, pero es necesario
aclarar que Jesús no pasó por encima de la ley, sino que él mismo llevaría el
pago del pecado de aquella mujer en la cruz, tal y como dice Efesios 2:4-5
“Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun
estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por
gracia sois salvos)”
Si vemos bien, aquella mujer estaba sentenciada a muerte, la
ley era clara, sus obras hablaban por sí solas, pero en un acto de amor Jesús
le mostró misericordia y le ofreció perdón, y una nueva oportunidad de vida al
decirle “Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Hermanos, eso mismo es lo
que debemos aprender: misericordia que obra por amor. Oración.
«Señor Jesús, enséñame a ser misericordioso como tú, que en
mi trato con mis semejantes pueda dar de tu amor y tu perdón. Amen.
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