Fuerza y agilidad
“Jehová el Señor es mi fortaleza, El cual hace mis pies como
de ciervas, Y en mis alturas me hace andar” Habacuc 3:19
“Quien hace mis pies como de ciervas, Y me hace estar firme
sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, Para entesar con
mis brazos el arco de bronce” Salmos 18:33-34
“Dios es el que me ciñe de fuerza, Y quien despeja mi camino”
2 Samuel 22:33
Es increíblemente común en nuestra vida vernos abrumados ante
situaciones complejas, muchas veces sumergirnos en los afanes de la vida, el
trabajo, las obligaciones, la economía, los retos entre otras. Pero, ¿cuál debe
ser nuestro entendimiento cuando tenemos estos inconvenientes?
La Palabra de Dios hoy, nos habla acerca de ciervas o gacelas
que pueden subirse a una montaña rocosa, escalar y pasar sobre terrenos
resbaladizos realmente difíciles de recorrer, pero lo hacen con agilidad,
seguridad y total confianza, como si no fuera nada complejo o como si
estuvieran en la pradera.
Tenemos desafíos diarios que ponen a prueba nuestras
capacidades y sentimos que no podemos, que no damos más, pero allí es donde
nuestra suficiencia no debe depender de nosotros mismos, sino de Dios, tal como
se expone en 2 Corintios 3:5 diciendo “no que seamos competentes por nosotros
mismos para pensar algo como de nosotros mismos, sino que nuestra competencia
proviene de Dios”.
Hermanos, descansar, esperar y confiar ante toda situación en
nuestro Dios y su promesa para nosotros, creyendo que de Él viene nuestra
fortaleza y es Él quien nos da la competencia, es quien hará que finalmente en
todo salgamos victoriosos. Hemos de confiar que Él va delante de nosotros,
abriendo y preparando el camino, y que así mismo obra en nosotros
concediéndonos la sabiduría, la agilidad y la destreza que necesitamos en cada
día de nuestra vida, para que aun en las montañas más altas, rocosas y
peligrosas seamos como esas ciervas o gacelas. Oración.
«Padre, gracias porque siempre eres fiel. Cuando pasamos por
días difíciles y restantes, Tú nos das nuevas fuerzas, Tú eres nuestra
fortaleza; gracias por hacer nuestros pies como de ciervas y darnos la
sabiduría y destreza para andar aún en las montañas más altas y rocosas, amén.
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