Autoridad
para el ministerio del reino
Habiendo
reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los
demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y
a sanar a los enfermos. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón,
ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas. Y en cualquier casa
donde entréis, quedad allí, y de allí salid. Y dondequiera que no os
recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en
testimonio contra ellos. Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando
el evangelio y sanando por todas partes”. Lucas 9:1-6
En este
pasaje vemos cómo Jesús da autoridad a sus discípulos para utilizar el poder
que les ha transferido. Es el poder de Jesús el Rey, quien extiende la bondad
del reino de Dios sobre las obras de las tinieblas y las dolencias humanas. Él
empezó demostrándoles cómo hacerlo, para que después cada uno de sus discípulos
siguieran ejerciéndolo como Él lo dispuso. Pero el Señor ordenaría el mismo
tipo de ministerio a la iglesia, al propagar el mensaje del evangelio como nos
dice Hechos 8:4-8 “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes
anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria,
les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas
que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que
tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos
paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad”.
También
ahora, podemos esperar victoria sobre los poderes de las tinieblas y sus
operaciones, porque hemos sido investidos de poder por medio del Espíritu
Santo, como dice Lucas 10:19 “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y
escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”.
Nosotros
somos los representantes del reino de los cielos hasta que Jesús regrese. Se
nos ha prometido la complacencia del Padre de darnos el reino, esto es, de
suministrarnos su paz y su poder como dice Lucas 12:32: “No temáis, manada
pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”.
Debemos
aplicar esa autoridad con la oración, la predicación y la enseñanza, haciendo
discípulos como el Señor nos enseñó. Él nos ha dado la autoridad para sanar y
liberar, en la medida en que estemos dispuestos a ejercer el privilegio de ser
los mensajeros y los participantes del reino de Dios en esta tierra. El
Espíritu Santo se deleita al confirmar la presencia del reino glorificando el
poder del Rey, realizando la obra de Cristo a través de su iglesia. Oración.
«Padre que tu reino venga aquí y ahora, que la oración y la predicación del evangelio me ayude a desempeñar mi función como representante del reino de los cielos en esta tierra. Que traigas sanidad y libertad de las tinieblas a aquellas personas que lo necesitan por la autoridad que has delegado sobre mi vida. Sé que solo tu poder por medio de tu Santo Espíritu puede cambiar las cosas y traer el gobierno del cielo a esta tierra, en el Nombre de Jesús, amén.
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