lunes, 14 de octubre de 2024

Un lugar tranquilo

 


Un lugar tranquilo

“Entonces los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. Él les dijo: Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer. Y se fueron solos en una barca a un lugar desierto”. Marcos 6:30-32

En un mundo como el de hoy, lleno de responsabilidades, de ir de un lado para el otro sin parar, es bueno que bajemos el ritmo para que el Señor nos renueve. La verdadera renovación viene de pasar tiempo en su presencia para que nos llene de su paz.

Veamos el pasaje de hoy. Los discípulos están en el punto más intenso de su experiencia al lado de su Maestro; habían viajado por largo tiempo, Él había predicado a multitudes y ministrado en sus vidas, trayendo liberación, sanidad física y restauración espiritual, en muchos lugares; y a medida que se corría la voz de que Jesús estaba ahí, el ministerio se intensificó y trabajaron mucho, pues las personas lo buscaban cada vez más.

Sin embargo, Jesús al observar a sus discípulos tan exhaustos, interviene y les hace una hermosa invitación: “Vengan conmigo ustedes solos a un lugar tranquilo y descansen un poco”. Esto es un bálsamo para nuestros oídos cuando hemos trabajado incansablemente en la obra de Dios y necesitamos un respiro para conectarnos con el dueño de la obra. Jesús sabe de nuestro trabajo y de lo fatigante que a veces puede llegar a ser, por eso, escucha su voz.

Llevar la carga espiritual de nuestra familia, orar constantemente por nuestros hijos, esposos (as), amigos, y cuidar pastoralmente a los que Dios ha colocado a nuestro cargo, implica estar recargados espiritualmente para hacer nuestra labor no en nuestras fuerzas, sino en el poder de Dios; necesitamos entonces tiempos de quietud en la presencia del Señor.

Jesús conoce nuestro nivel de cansancio espiritual, emocional y aun físico; y quiere invitarnos a renovar fuerzas, a alentarnos con su Palabra para que podamos continuar. Cuando nuestra tarea espiritual se vuelve una carga es porque la estamos haciendo en nuestra carne, y así no veremos resultados. Recordemos que la obra es de Dios y Él anhela que seamos guiados siempre por su Santo Espíritu. Es un llamado a hacer un alto y refugiarnos en su presencia amorosa, Él es nuestro lugar de descanso, es nuestro escondite en nuestras preocupaciones y del afán de la vida, Salmos 62:5-6. Hoy nos invita a buscarle primero y Él suplirá lo que nos falta. Hagamos del Señor nuestra prioridad y en nuestro agotamiento o fatiga espiritual el Señor nos dará descanso.   Oración.

«Gracias mi Dios por escogerme como tu habitación, por morada de Dios en el Espíritu; hoy le digo a mi alma: “reposa en el Dios de tu salvación”; porque Él es mi esperanza y mi roca fuerte. Quiero deleitarme en tu Presencia y renovar mis fuerzas; Espíritu Santo fortaléceme en mi interior, solo quiero estar contigo, hoy no vengo a pedir, vengo a descansar en ti. Amén.

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