sábado, 19 de octubre de 2013

El fundamento de una fe inquebrantable

El fundamento de una fe inquebrantable

HEBREOS 13.1–8

Cuando surgen las tormentas de la vida, ¿cuál es su respuesta? Algunas personas pierden el rumbo fácilmente. A otras se les disocia el pensamiento cuando la duda y el temor invaden sus mentes. Comienzan a preguntarse si el Señor realmente se preocupa por ellas. Pero la Biblia nos dice inequívocamente que sí se preocupa.

El pasaje de hoy nos proporciona el fundamento de nuestra seguridad en los tiempos difíciles. En el v. 8, se nos asegura que el Señor Jesús jamás cambia. Su ser, sus obras y sus palabras no cambian nunca. Para entender la importancia de esta constancia, imagine a un amigo que le parecía leal, pero de repente murmura de usted o le traiciona de alguna otra manera. Esa lealtad incierta y la violación de la confianza causan heridas dolorosas.

Todas las personas en algún momento nos defraudarán de una forma u otra. El Señor es el único que nos ama de manera perfecta y constante. Así que, anímese: Dios nunca cambia. No importa lo que estemos enfrentando hoy, nuestro Padre celestial sigue siendo Aquel cuya mano derramó bendiciones sobre nosotros en tiempos de felicidad. Y es Quien nos fortalece, guía y sostiene en los días difíciles. Cada pasaje de la Biblia revela otra faceta de su carácter sin tacha, y podemos saber que somos amados con la misma fidelidad que Cristo mostró al morir por nosotros en el Calvario.

Piense en los altibajos de la vida. Cuando las situaciones le producen felicidad, ¿cómo imagina usted a Dios? Cuando surgen las dificultades, ¿cambia su perspectiva? Afortunadamente, en el flujo y reflujo de las circunstancias, podemos aferrarnos al Señor Jesús como nuestra ancla.

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