lunes, 25 de febrero de 2013

Noé, ejemplo de adoración


5 Noé, ejemplo de adoración
Lleno de fe y temor de Dios, Noé había construido el arca para salvar a su familia
mientras el juicio de Dios caía en forma de diluvio. Lo primero que hace este hombre de fe al
salir del arca es adorar a Dios (Génesis 8:18-22).
Aparentemente, Noé incluyó a su familia en este acto tan significativo para él y para
Dios, porque después Dios incluye a los hijos de Noé en la bendición (Génesis 9:1).
Nuestra forma de adorar es distinta ahora, pero Dios desea siempre adoración de un
corazón lleno de fe y temor a él. Toma unos momentos ahora mismo para darle lo que merece.
Si lo puedes hacer junto con tu familia, mejor todavía.
6 Adora al Dios Altísimo
El Padre celestial es supremo. No hay nada ni nadie tan grande como Dios.
Bueno es alabarte, oh Jehová.
Y cantar salmos a tu nombre, oh Altísimo;
Anunciar por la mañana tu misericordia,
Y tu fidelidad cada noche.
¡Cuán grandes son tus obras, oh Jehová!
Muy profundos son tus pensamientos.
Mas tú, Jehová, para siempre eres Altísimo.
(Salmo 92:1, 2, 5, 8)
Ríndele el honor que merece por ser Dios Altísimo.
7 Adoración inesperada
Abram, hombre de fe, obediente a Dios, fue a vivir en Canaán, no esperando ver a otro
temeroso de Dios en ese país pagano. Después de triunfar sobre varios reyes para rescatar a
su sobrino Lot, Melquisedec sale a su encuentro con estas palabras: Bendito sea Abram del
Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus
enemigos en tu mano (Génesis 14:19 y 20).
Abram era grande porque tenía un Dios grande. Aunque conocemos muy poco acerca
de Melquisedec, podemos seguir su ejemplo: Cuando honrramos a los siervos de Dios,
honrremos aún más al Dios Altísimo que tiene el control de todo.

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