La adoración nos lleva a una transformación
“Te exaltaré, mi Dios, mi Rey, y bendeciré tu nombre
eternamente y para siempre. Cada día te bendeciré, y alabaré tu nombre
eternamente y para siempre. Grande es Jehová, y digno de suprema alabanza; y su
grandeza es inescrutable. Generación a generación celebrará tus obras, y
anunciará tus poderosos hechos. En la hermosura de la gloria de tu
magnificencia, y en tus hechos maravillosos meditaré. Del poder de tus hechos
estupendos hablarán los hombres, y yo publicaré tu grandeza. Proclamarán la
memoria de tu inmensa bondad, y cantarán tu justicia.” Salmo 145:1-7
El rey David es conocido por ser un adorador, un hombre
conforme al corazón de Dios, muchos de los Salmos fueron escritos por él, por
inspiración del Espíritu Santo, y en ellos podemos ver cómo su cosmovisión fue
impactada por las revelaciones de Dios.
David tenía una manera correcta de ver la vida, es decir,
tenía una comprensión clara del pasado: de dónde venía, de cómo fueron creadas
las cosas y quién es el creador de todo, Salmos 104 y 139; también tenía claro
su propósito en esta vida: porque estaba aquí en la tierra, Salmos 8 y 138; y
por supuesto tenía la visión correcta del futuro: para dónde iba, Salmos 16 y
71.
Este tipo de pensamientos correctos y la forma cómo veía la
vida, le ayudaron a recibir lo que Dios había preparado para él, pues el
fundamento de esta manera de pensar era Cristo mismo, esto lo podemos apreciar
en el Salmo 144:1-2 que dice: “Bendito sea Jehová, mi roca, quien adiestra mis
manos para la batalla, y mis dedos para la guerra; misericordia mía y mi
castillo, fortaleza mía y mi libertador, escudo mío, en quien he confiado; El
que sujeta a mi pueblo debajo de mí.” Aquí podemos considerar que David contaba
siempre con Dios, lo veía en su pasado, en su presente y en su futuro.
De David podemos aprender que cultivar una vida de adoración
a Dios nos lleva a conocerlo mejor, lo cual renueva nuestra manera de pensar, y
nos conduce a experimentar esa transformación que como hijos de Dios tenemos al
haber recibido a Cristo, pues como dice la Palabra ahora somos nuevas
criaturas. Hermanos, que al igual que David, busquemos a Dios en adoración, y
al experimentar su gran amor transformador podamos decir “Te exaltaré, mi Dios,
mi Rey, y bendeciré tu nombre eternamente y para siempre” Salmo 145:1. Oración.
«Señor Jesús, gracias por tu Santo Espíritu, quien me motiva
a buscarte y me lleva a conocer y experimentar tu amor por medio de la
adoración, gracias porque esta comunión contigo renueva mi manera de pensar y
me transforma más y más a tu imagen. Amén
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