miércoles, 11 de diciembre de 2024

Viendo la gloria del Señor

 


Viendo la gloria del Señor

“Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.” Hechos 7:54-60

“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.” 2 Corintios 3:18

Mirar o poner nuestra mirada en el Señor Jesucristo es la manera en que nos describen los pasajes bíblicos de hoy que, podemos ser transformados en la misma imagen de nuestro Señor.

Poner la mirada en las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios, se trata básicamente de no centrarnos, envolvernos o distraernos con las cosas que son terrenales y pasajeras. Por cierto, la Escritura nos exhorta a que andemos en este mundo como extranjeros y peregrinos, es decir, a que no obedezcamos y mejor nos abstengamos de los deseos carnales que batallan contra el alma, manteniendo así una conducta buena y santa entre los hombres (1 Pedro 2:11-12).

Sin embargo, tal y como nos lo revela 2 Corintios 3:18, esto solo puede ser posible en nuestra vida por medio del Espíritu del Señor, pues es Él quien hace morir en nosotros lo terrenal, así como también es Él quien da testimonio a nuestro espíritu de lo que ahora somos, es decir, hijos de Dios y libres de toda esclavitud y condenación (Romanos 8:12-16, Romanos 8:1-2). Es por esto, que cuando vemos el ejemplo del discípulo Esteban, la Escritura revela que él estaba lleno del Espíritu Santo.

La llenura del Espíritu Santo quien impartía en Esteban gracia y poder, lo llevó a estar en la situación más difícil de su vida, con su mirada puesta en el cielo, viendo la gloria de Dios y al Señor sentado a la diestra de Dios, hecho que no solo resultó en que las personas cuando lo observaban vieran su rostro como el de un ángel (Hechos 6:15), sino que más impactante aún, por sus palabras y sus actos, en ese momento y hasta nuestros días, a quien vemos a través de Esteban, es a nuestro Señor. “Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.”

Y tú, ¿en dónde o en quién tienes tu mirada puesta hoy?

Recuerda que mirar la gloria del Señor, es el camino a nuestra transformación como por el Espíritu del Señor.   Oración.

«Padre, que tu misericordia renovada cada mañana para mí, tu gran amor y tu sobreabundante gracia en Jesucristo, cada día me transformen a la misma imagen de mi Señor y Salvador, por medio de tu Espíritu, oh Dios, amén.

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