sábado, 3 de octubre de 2015

Salmos.46.v4-10

Salmos.46.v4-10 Muchas grandes ciudades tienen ríos que fluyen a través de ellas, sosteniendo así la vida de la gente al hacer posible la agricultura y facilitando el comercio con otras ciudades. Jerusalén no tenía río, pero tenía a Dios que, como un río, sostenía la vida del pueblo. Mientras Dios vivió entre su pueblo, la ciudad fue invencible. Pero cuando el pueblo lo abandonó, Dios lo dejó y Jerusalén cayó ante el ejército babilónico.

46.10 La guerra y la destrucción son inevitables, pero también lo es la victoria final de Dios. En ese momento, todos permanecerán en silencio ante el Dios Todopoderoso. Cuán oportuno es para nosotros estar quietos honrando y reverenciando su poder y majestad. Dedique cada día el tiempo necesario para permanecer quieto y exaltar a Dios.

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