El Señor es nuestro sustento
“Porque hermanos, no queremos que ignoréis acerca de nuestra
tribulación que nos sobrevino en Asia; pues fuimos abrumados sobremanera más
allá de nuestras fuerzas, de tal modo que aun perdimos la esperanza de
conservar la vida. Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para
que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los
muertos;” 2 Corintios 1:8-9
Por la rutina de la vida y el paso de los días, nos
acostumbramos a ciertos privilegios o comodidades que a diario tenemos, como
por ejemplo, la vista, el oído, el alimento, todos nuestros miembros físicos y
lo que con ellos hacemos, como caminar y obtener las cosas por nosotros mismos,
también el hecho de acostarnos y poder dormir y abrir los ojos a un nuevo dia,
entre otras cosas, que a diario disfrutamos.
Entonces, por la repetición día a día de todo ello, podemos
llegar a pensar que somos nosotros mismos quienes nos sostenemos o que
simplemente las cosas se dan naturalmente, pero hay un hecho muy grave en esto
y es el de ignorar la presencia de Dios y la obra que continuamente mantiene
para sostener el universo como para sustentar a los moradores de la tierra. Por
ello, en este nuevo día es Él quien nos quiere recordar que:
“¿No sabéis? ¿No habéis oído? ¿Nunca os lo han dicho desde el
principio? ¿No habéis sido enseñados desde que la tierra se fundó? Él está
sentado sobre el círculo de la tierra, cuyos moradores son como langostas; él
extiende los cielos como una cortina, los despliega como una tienda para morar.
Él convierte en nada a los poderosos, y a los que gobiernan la tierra hace como
cosa vana.” Isaías 40:21-23
Y en Isaías 40:27-31 dice “¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas
tú, Israel: Mi camino está escondido de Jehová, y de mi Dios pasó mi juicio?
¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los
confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su
entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica
las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los
jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas;
levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no
se fatigarán.”
De manera que, oyendo la Palabra de Dios que permanece para
siempre, no endurezcamos nuestro corazón y seamos de aquellos que por la fe, al
igual que el apóstol Pablo en su segunda carta a los Corintios, manifestemos
diariamente nuestra confianza, dependencia y sumisión al Dios Eterno y Creador. Oración.
«Padre Celestial, gracias por este nuevo día que me concedes
de vida, salud, alimento y revelación; gracias por la Palabra que envías hoy
para darme vida, fe, fortaleza, sustento y esperanza, por Jesucristo, tu amado
Hijo, mi Señor y Salvador, amén.