martes, 30 de diciembre de 2025

Tu Palabra es la verdad que hace libre

 Tu Palabra es la verdad que hace libre

Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que, estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; más él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?”. Lucas 24: 25-32

oy no queremos oír de parte del Señor lo que les dijo a sus discípulos en el camino de Emaús: “insensatos (sin entendimiento), tardos de corazón para creer”. Somos así, cuando ignoramos las Escrituras. Muchas veces decimos que queremos conocer a Cristo, pero no estudiamos su Palabra, no meditamos en ella y olvidamos que el tema de toda la Biblia es Jesucristo mismo.

La ignorancia de la Palabra de Dios es como un velo que cae sobre nuestros ojos, que nos impide reconocer a Jesús. Cristo es el hilo que atraviesa todas las Escrituras, el tema central que las enlaza. El Señor Jesús, hoy como en ese entonces, nos reprocha la debilidad en nuestra fe por el desconocimiento de su Palabra, sabemos que la fe crece cuando escuchamos, leemos y estudiamos su Palabra, Romanos 10:17. Si entendiéramos todas las riquezas que hay en ella, los consejos divinos que tenemos a nuestra disposición por medio del Espíritu Santo, no estaríamos sujetos a confusiones, engaños y malas interpretaciones, sino que se aumentaría nuestro amor y fervor por conocer su Palabra.

Era muy importante que sus discípulos entendieran que la muerte del Mesías no fue un fracaso del plan sino el perfecto cumplimiento del designio divino. Los padecimientos de Cristo eran el paso para su gloria, por eso no podemos dejar de mirar a la cruz, pero tampoco desconocer que desde el Antiguo Testamento se muestran todas las cosas acerca de Él y que la gracia del evangelio recorre todo el Antiguo Testamento. Cristo después de su resurrección fue el mejor expositor de las Escrituras, mostrándoles a sus discípulos, como éstas se cumplieron en Él.

Hoy, como los discípulos de Emaús, necesitamos un encuentro renovador con nuestro Señor y Salvador. Para eso necesitamos la llenura del Espíritu Santo y su guía para comprender su Palabra. Permitiendo que el “Nazareno” camine a nuestro lado, porque en medio de las tormentas de esta vida, cuando estamos abrumados y tristes, su Palabra es la que puede traer consuelo, fortaleza y paz en medio de las dificultades. Su Palabra es agua viva en los momentos de sequedad. El “caminante” (Jesucristo), se interesa por nosotros y por todo lo que hay en nuestro corazón, Él nos ve, nos conoce y nos ama y nos habla “palabras de vida”, nos habla verdades profundas de una manera clara y sencilla, sabe que conoceremos su verdad y esta nos hará libres, Juan 8:32. Permitamos que nuestro corazón arda de una manera extraña, como nunca antes lo hemos experimentado, mientras escuchamos su Palabra y la estudiamos en nuestro caminar con Él. Y quizás como Jeremías entendamos que su Palabra es la única que puede quebrantar nuestro corazón y transformar nuestras vidas, Jeremías 23:29.

Que el Señor nos ayude para que nuestro corazón siga ardiendo como una antorcha que da luz y calor en este mundo de oscuridad y frialdad. Qué hoy nazca en nosotros el deseo de profundizar más en el conocimiento de Jesucristo.  Oración.

«Señor Jesús, gracias porque con solo ver mi rostro, ya sabes lo que me pasa, tú lees mi corazón. Gracias por traer tu Palabra a mi vida, por quitar el velo de mis ojos para que pueda reconocerte en ella, dame hambre y sed de tu Verdad. Que entienda que es el sustento diario que necesito, que deseo conversar contigo, sobre mi vida, mi familia, mi iglesia, mi nación y que cuando estoy triste puedo escuchar tu voz que me consuela y me ayuda, a través de cada palabra y cada promesa tuya, amén. 


 

lunes, 29 de diciembre de 2025

Pagó injustamente por mí

 

Pagó injustamente por mí

“¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis. Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios. Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy. Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca”. Lucas 22:67-71
“Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido” Daniel 7:13-14

El “hijo de hombre” nombrado en la profecía de Daniel corresponde a Cristo, Cabeza de la humanidad restaurada; la simiente de la mujer, que aplastaría al Anticristo. Que vino a ser hombre, se encarnó para ser el Salvador de la humanidad y que es el restaurador de la herencia perdida en el Edén, y a Quien se le daría el dominio, gloria y reino eterno sobre todas las naciones en su Segunda Venida. Así como ascendió para sentarse a la diestra del Padre, vendrá de nuevo como dice Apocalipsis 1:7 “He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén”.
Jesús se refirió a sí mismo en el Sanedrín como “Hijo del Hombre”, diciendo: “Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios”, declarando abiertamente que era el “Hijo de Dios”. Aunque para los ancianos, sacerdotes y escribas decir esto era una blasfemia digna de muerte. Jesús cumplió la profecía de Daniel al ser hecho a semejanza de la carne pecadora y ser encontrado como hombre, pero siendo el Hijo de Dios y sin pecado. El Padre dará a su Hijo encarnado, nuestro Mediador y Juez, la herencia de las naciones, como se lo prometió en Salmos 2: 6-8 “Pero yo he puesto mi rey sobre Sion, mi santo monte. Yo publicaré el decreto; Jehová me ha dicho: Mi hijo eres tú; Yo te engendré hoy. Pídeme, y te daré por herencia las naciones y como posesión tuya los confines de la tierra”.
La expresión favorita de Jesús para designarse a sí mismo, era Hijo del Hombre. De ahí que el sueño de Daniel tiene en parte un carácter mesiánico, al anunciar que la venida del Mesías inaugurará una nueva etapa del reinado de Dios sobre la historia. Cristo cumplió esta misión trayendo el reino de Dios a la experiencia humana.
Sabemos que el juicio de Jesús fue injusto, en primer lugar, porque el tribunal se sentaba en semicírculo, para que cada uno pudiera ver a todos los demás. El reo se colocaba enfrente del tribunal, vestido con ropas de duelo. Detrás de él se sentaban filas de estudiantes y discípulos de los rabinos, que podían hablar en defensa del acusado, pero no en contra. Todas las acusaciones tenían que probarse por la evidencia de dos testigos, examinados independientemente. Estaba permitido que un miembro del tribunal hablara primero en contra del acusado y luego cambiara de parecer y hablara a su favor, pero no viceversa. Cuando se llegaba el momento de dar el veredicto, todos los miembros del tribunal tenían que emitir su juicio individualmente, empezando por los más jóvenes hasta acabar por el más anciano. Para la absolución era suficiente con la mayoría de un voto, pero para la condenación se necesitaban por lo menos dos votos. La sentencia de muerte no se podía ejecutar el mismo día que se pronunciaba; tenía que pasar una noche, para que el tribunal durmiera, y considerara si debía aplicar la piedad. Todo el procedimiento estaba diseñado para que prevaleciera la gracia; y, hasta en el breve relato de Lucas, está claro que el Sanedrín no cumplió sus reglas en el caso del juicio de Jesús.
Jesús no manifestó en este momento que Él era Dios, simplemente respondió con un sí a la pregunta del sumo sacerdote, diciendo: «Vosotros decís que lo soy». Pero Jesús se identificó con Dios al usar un título familiar que se halla en el Antiguo Testamento: «Yo soy», Éxodo 3:14. El sumo sacerdote reconoció la declaración de Jesús y lo acusó de blasfemo. Los líderes judíos tenían la evidencia que necesitaban. Jesús enfrentó un juicio injusto en nuestro lugar, de manera que no tuviéramos que sufrir uno de esta naturaleza y recibir el justo castigo por nuestros pecados.
Jesús entendió que esto tendría que ser así para cumplir el propósito de Dios, pero lo sostuvo el saber que después de su condena y crucifixión se sentaría a la diestra de su Padre victorioso al derrotar la muerte, el pecado y el reino de las tinieblas. Hoy demos gloria y honra a su Nombre. Oración

«Gracias mi amado Jesús, por pagar el precio de todos mis pecados en la cruz, fuiste injustamente condenado, siendo inocente ocupaste mi lugar, y me libraste para siempre de la muerte y la condenación eterna, pagaste un precio muy alto por mí. Ahora no puedo callar lo que hiciste, porque trajiste libertad y restauración, ahora puedo gozar de la vida eterna gracias a tu inmenso amor, amén.


domingo, 28 de diciembre de 2025

¿Aun así no entendemos?

 ¿Aun así no entendemos?

“Tomando Jesús a los doce, les dijo: He aquí subimos a Jerusalén, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del Hombre. Pues será entregado a los gentiles, y será escarnecido, y afrentado, y escupido. Y después que le hayan azotado, le matarán; más al tercer día resucitará. Pero ellos nada comprendieron de estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se les decía”. Lucas 18:31-34

“Entonces verán al Hijo del Hombre, que vendrá en una nube con poder y gran gloria. Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. También les dijo una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles. Cuando ya brotan, viéndolo, sabéis por vosotros mismos que el verano está ya cerca. Así también vosotros, cuando veáis que suceden estas cosas, sabed que está cerca el reino de Dios. De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Lucas 21:27-33

“¡He aquí, vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la profecía de este libro”. Apocalipsis 22:7

Nos ha pasado que a veces tenemos todo frente a nosotros y aun así no entendemos. Nos sucede al leer instrucciones, al recibir un consejo o al enfrentar una difícil situación. En este pasaje vemos a los discípulos escuchar claramente a Jesús hablar de su padecimiento, muerte y resurrección, sin embargo, no lograron comprender. Esto sucedió cuando Jesús iba camino a Jerusalén para ser crucificado y en ese recorrido se topó con el ciego Bartimeo y lo sanó. Este hombre vio con más claridad quién era Jesús, lo reconoció como Mesías y clamó con fe, proclamándolo como el Hijo de David. La diferencia no está en los ojos, sino en el corazón. Podemos preguntarnos: ¿Qué necesitamos ver con claridad con respecto a Jesús hoy?

Ante la profecía que Jesús les dice a sus discípulos por tercera vez sobre su muerte y resurrección, que los profetas habían escrito en el Antiguo Testamento y que estaba por cumplirse, a ellos les cuesta aceptarlo. Por eso, aunque Jesús les habló claro, ellos estaban cegados a la realidad de la cruz, por eso este acontecimiento los golpeó duramente al punto de huir y olvidar la promesa de la resurrección.

Para nosotros esa profecía ya está cumplida, por eso, al presentar el evangelio tenemos que orar para que los oídos y los ojos de los que escuchan el mensaje del evangelio, sean abiertos, pues aun teniendo las evidencias ante sus ojos, de vidas transformadas por la cruz y la resurrección de Cristo, muchos no quieren reconocer su obra redentora. Jesús nos muestra claramente el sufrimiento por el que pasó para poder redimir a la humanidad, en su mensaje incluye la cruz, antes de su gloria; sin embargo, muchos no aceptan que la salvación es un regalo de su gracia y que simplemente se recibe por fe.

Como los discípulos, para muchos la confrontación con la cruz causa un efecto contrario, pues todos anhelan un Mesías conquistador no un siervo sufriente y no entienden que Él ya hizo todo por la humanidad. Esta revelación de que Jesús es suficiente, que solo su sacrificio satisfizo la demanda divina de Dios no les parece, creen que es demasiado sencillo aceptar la salvación y que hay que hacer algo más para ganarla. Siguen engañados con sacrificios e intentos de agradar a Dios en sus propias fuerzas.

“No hay nadie más ciego que el que no quiere ver”. Además, Jesús nunca anunció la cruz sin nombrar también la resurrección. Sabía que le esperaban la vergüenza y el horror, pero estaba igualmente seguro de que obtendría la victoria y entraría en la gloria que también le aguardaba. Sabía lo que le vendría de la maldad de los hombres, pero también sabía lo que le vendría del poder de Dios. La seguridad de la victoria final le ayudó a afrontar la aparente derrota de la cruz. Sabía que sin la cruz no podría haber una corona.

Así como ellos no entendieron, hoy muchos están ciegos a las profecías del fin, no comprenden que Jesús está vivo y victorioso y que regresará de nuevo por los suyos. A pesar de que Jesús y los apóstoles hablaron con claridad, todavía no lo asimilan y viven sus vidas sin expectativa, sin consagrarse y prepararse para su cumplimiento.

No podemos caer en ese error y leer la Biblia parcialmente, y cerrar nuestro entendimiento porque podemos estar reacios a aprender lo que en este tiempo el Señor está hablando. Lucas 21:27-32 es la profecía de su Segunda Venida que Jesús mismo manifestó. Esto debe ser una fuente de expectación y esperanza para los redimidos para que comprendamos que el tiempo está cerca por todo lo que Él ya dijo y está sucediendo en el mundo. Jesús nos dijo claramente que volvería, Apocalipsis 22:7.  Oración.

«Amado Jesús, déjame ver con claridad tu Palabra, para entender las profecías del fin, saber que debo estar expectante y preparado para tu regreso. No permitas que la incredulidad nuble mi entendimiento, sino que viva velando y con gozo esperando tu glorioso retorno a esta tierra. Ayúdame a abrir los ojos y oídos espirituales a lo que el Espíritu Santo quiere hablarme en estos tiempos, amén.


viernes, 26 de diciembre de 2025

Emanuel

 

Emanuel

“Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”. Lucas 2:11

“Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la virgen concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel”. Isaías 7:14

“Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”. Mateo 1:22-23

El mejor y más generoso regalo de amor de Dios para nosotros ha sido su Hijo Unigénito, nuestro Salvador. Como dice: 1 Juan 4:14 “Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo”.

Juan 1:14 dice: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”. Ese Verbo que estaba desde el principio, que mantiene unido el universo y por medio del cual toda la creación llegó a existir, se hizo carne y habitó entre nosotros. Esta verdad es el cumplimiento de la profecía de Isaías 7:14, que se registra en el evangelio de Mateo 1:22-23 “Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros”.

Dios en toda su majestad y esplendor, se hizo hombre. Todo su corazón, mente, voluntad, naturaleza y poder, se manifestaron en forma humana. Él se acercó para que pudiéramos conocerlo. Podemos decir con certeza que el cielo vino a la tierra. Jesús nos amó tanto que dejó la eternidad para venir a abrir un camino, con su sacrificio en la cruz para que volviéramos a nuestro Padre celestial. Por eso, su nombre Jesús, significa “Dios es salvación”. Mateo 1:21 dice: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados”.

Jesús está más cerca de lo que podamos imaginar, no solo vino a hacer su morada entre nosotros, sino que quiso venir a vivir en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo, para manifestar su vida a través de la nuestra, Gálatas 2:20. Por medio de su nacimiento, vida, obra, muerte y resurrección nos hizo participantes de su Reino eterno. Se acercó para rescatarnos del dominio de las tinieblas y la muerte, para darnos perdón de nuestros pecados por medio de la redención por su sangre y trasladarnos a su Reino. Ahora tenemos una esperanza eterna, Colosenses 1.13-14.

Jesús es la razón por la que celebramos la temporada navideña y la razón por la que vino fue por nosotros, nos dio el regalo más precioso y gratuito, la vida eterna en él.

Entonces amados hermanos, la navidad se trata de cómo el Hijo de Dios se acercó a nosotros e hizo su morada entre nosotros para salvarnos. Por eso, este es el tiempo perfecto para detenernos y abrir nuestro corazón a Él, para acercar a nuestra familia y amigos al corazón de Dios, porque la salvación está al alcance de todo aquel que cree en Jesús y le recibe como su Señor y Salvador.

Hoy tengamos un momento de reflexión, oración y gratitud con Jesús y llevemos a los que no le conocen, a tener ese encuentro con Emanuel, Dios con nosotros.   Oración.

«Gracias amado Jesús, por ser un Dios personal que le das sentido a todas las cosas, gracias por amarme y estar profundamente involucrado conmigo, soy tu creación y viniste a esta tierra haciéndote hombre para rescatarme, viniste a habitar entre nosotros, para que pudiera conocerte y recibirte en mi corazón; y encontrar el propósito y el significado de mi existencia, gracias por abrir ese camino vivo para llegar nuevamente a mi Padre celestial, amén.


jueves, 25 de diciembre de 2025

El Reino entre nosotros

 

El Reino entre nosotros

“Preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió Y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí, o helo allí; porque he aquí el reino de Dios está entre vosotros. Y dijo a sus discípulos: Tiempo vendrá cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del Hombre, y no lo veréis. Y os dirán: Helo aquí, o helo allí. No vayáis, ni los sigáis. Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día”. Lucas 17:20-24

“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Colosenses 3:1-4

El Reino de Dios se hizo presente entre nosotros cuando Jesús vino por primera vez a la tierra y es una realidad espiritual interna, porque Él vino a morar en nosotros por medio del Espíritu Santo. Podemos decir sin vacilar que el reino de Dios está en nosotros. Este Reino es asequible a cada persona que recibe a Jesús como su Señor y Salvador, pero también como Rey, porque nos sometemos a su soberanía, a su gobierno sobre nuestra vida.

Esto es fundamental en nuestro caminar cristiano, ya que no podemos actuar independientemente de Dios, sino bajo su gracia y su poder. Recordemos que la gracia nos llegó únicamente a través de la redención plena de Cristo en la cruz, por medio de su sangre, por la cual fuimos perdonados de todos nuestros pecados, siendo también reconciliados con nuestro Padre celestial. Efesios 2:12-13 ratifica: “En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo”.

Esta salvación que hemos recibido por medio de Cristo restaura nuestra relación con Dios y nos abre las puertas al imperio de su Reino que “está entre nosotros” y no solo eso, Jesús ha enviado al Espíritu Santo para que su unción también esté en nosotros como dice 1 Juan 2: 20 “Pero vosotros tenéis la unción del Santo, y conocéis todas las cosas” y anhela que disfrutemos de su plenitud que es para todos, dice Juan 1:16 “Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia”.

Los ungidos por el Señor Jesús permanecen con Él. La nueva naturaleza espiritual es la de Cristo. Esta unción hace que seamos enseñados por Él, 1 Juan 2:27 dice: “Pero la unción que vosotros recibisteis de él permanece en vosotros, y no tenéis necesidad de que nadie os enseñe; así como la unción misma os enseña todas las cosas, y es verdadera, y no es mentira, según ella os ha enseñado, permaneced en él”. Podemos llegar entonces a decir con toda confianza: “El Reino de Dios está en mí y entre nosotros”, porque Él habita en medio de su iglesia”, Mateo 18:20.

En contraste con los reinos de este mundo que son externos, materiales y de dominio político, el Reino de Dios es interno y espiritual. La consumación del Reino aguarda el regreso del Señor. Los creyentes estamos ansiando la llegada del día de la victoria. Como nos dice Lucas 17:24 “Porque como el relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo del cielo hasta el otro, así también será el Hijo del Hombre en su día”.

El Señor nos hace entonces un llamado a vivir por fe, porque su venida será tan sorpresiva como visible, como ese relámpago que al fulgurar resplandece desde un extremo a otro. Vivir por fe, es vivir en constante expectación, preparándonos cada día para su regreso, contrario a todos aquellos que están absortos en los asuntos de este mundo, confiando solo en lo terrenal y material como si esto fuera a ser permanente.    Oración.

«Señor Jesús, quiero estar enfocado solo en las cosas de arriba, en la eternidad. Tu Palabra dice: “porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria”. Gracias porque mientras vivo en esta tierra, soy un habitante del cielo, me sacaste de las tinieblas a tu Reino Admirable, me has dado tu plenitud, tu unción y puedo decir con certeza que tu Reino está en mí, por medio de tu Presencia en mi vida, amén.


miércoles, 24 de diciembre de 2025

El amor y la preocupación de Dios por los pecadores

 

El amor y la preocupación de Dios por los pecadores

“Se acercaban a Jesús todos los publicanos y pecadores para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este a los pecadores recibe, y con ellos come. Entonces él les refirió esta parábola, diciendo: ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”. Lucas 15:1-7

Dios se preocupa por los perdidos y se goza cuando un pecador se arrepiente y vuelven al redil. Pero a veces la oveja perdida se queda inerme y rehúsa moverse, por eso el pastor deja las otras para ir a buscarla.

A este capítulo se le llama “el evangelio dentro del evangelio”, porque los fariseos se escandalizaron de que Jesús se asociara con hombres y mujeres que los judíos practicantes consideraban pecadores, los llamaban “la gente de la tierra” y había una barrera infranqueable entre estas dos clases de personas. Criticaban a Jesús por tener contacto con ellos, porque para los fariseos cualquier trato con esta gente los contaminaba. Y se atrevían a decir: “Hay alegría en el Cielo cuando se pierde un pecador”, deseando su destrucción y no su salvación. Contrario a lo que Jesús declaraba: “Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento”.

Jesús cuenta entonces esta parábola de la oveja perdida y de la alegría del pastor cuando la encuentra. Mostrando con esto el gran amor por la humanidad pues Él no hace acepción de personas, la salvación es para todos y se interesa por el más indefenso y débil. Y ese es el amor que demostró por cada uno de nosotros en la cruz y dio su vida por nuestro rescate. Aun antes de haberlo conocido nos buscó en este mundo perdido hasta que nos halló, ese es nuestro Buen Pastor.

Es la escena del cielo que Jesús nos pinta: Dios se alegra cuando encuentra a un pecador que estaba perdido y regresa a casa. El hecho es que Dios es más amable que los hombres, los seres humanos podemos perder la esperanza por aquel que está extraviado y sin rumbo, pero Dios no. Deja las noventa y nueve y presta toda su atención y todo su cuidado por el que necesita ser rescatado, perdonado y restaurado. Este pasaje también señala todo lo que el Señor pone en movimiento en el mundo espiritual cuando oramos por los perdidos, para recuperarlos para sí, cumpliéndose el mayor deseo de su corazón según Lucas 19:10: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido”.

Que este tiempo de navidad sea un motivo para hablarles del Salvador del mundo a todos aquellos que nos rodean y aun no lo conocen.    Oración.

«Gracias mi Jesús, mi buen Pastor, por buscarme y encontrarme en este mundo perdido y dar tu vida por mi rescate en una cruz. El precio que pagaste fue tu sangre preciosa, que me libró, me perdonó y me salvó. Me sacaste del lodo cenagoso y pusiste mis pies sobre la Roca firme que eres tú, para que no resbale. Te pido por todos aquellos que aún andan errantes como ovejas perdidas y úsame como instrumento, como tus pies y tus manos para rescatarlos con tu mensaje de salvación, amén.


martes, 23 de diciembre de 2025

 

El precio del discipulado

“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo. Buena es la sal; más si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga”. Lucas 14:25-35

Sabemos que la visión del corazón del Padre es la Gran Comisión: ganar, edificar y enviar, esto es hacer discípulos en todas las naciones. Es el mayor reto que se nos ha hecho como seres humanos, de la persona más extraordinaria que haya vivido, Jesucristo. Ninguna causa a la que nos entreguemos se puede comparar con este llamado de Dios que cambia vidas, inclusive cambia al mundo.

Hoy vivimos en un mundo de cambios rápidos y radicales; los corazones de los hombres están llenos de frustración y angustia, pero también deseosos de ser amados, por eso el discipulado es una tarea ardua, que implica un cuidado pastoral como el de Jesús, amando, cuidando y compartiendo, para enseñar un estilo de vida que solo Él vivió.

Como vemos en este pasaje las multitudes eran atraídas por los milagros de Jesús y esperaban el establecimiento de un reino terrenal, que les resolviera todas sus necesidades. Hoy el mundo es igual, el pecado, la violencia, la corrupción moral y religiosa, está llevando al caos todo el sistema global, y se busca por todos los medios humanos la paz, la reconciliación y el progreso social y económico. Pero jamás el ser humano podrá resolverlo porque el problema es espiritual, la ausencia de Dios en la vida de las personas ha generado todo lo que vivimos. Por eso, el llamado como cristianos es urgente, hay que ir a hacer discípulos a todas las naciones llevando el evangelio de Jesús que es lo único que puede dar esperanza.

Ser discípulos del Señor requiere un costo que no todos los creyentes están dispuestos a pagar, porque el verdadero discipulado implica: entrega, renuncia y sacrificio. Se trata de subordinar todos nuestros deseos a la lealtad a Cristo. Lo que debe llevarnos a morir al egocentrismo y estar preparados para resistir el sufrimiento y el martirio si es necesario.

Aquí el Señor hace un paralelo con la edificación de un edificio que es muy costoso o librar una guerra que es peligrosa, lo que ilustra el costo y el peligro que los discípulos de Cristo debemos enfrentar, porque el discipulado significa total renunciación a nuestros intereses por amor de Jesús. Se refiere a una cuestión de total consagración y máxima realización del propósito de Cristo para nosotros en este tiempo, que no es nada fácil.

Aunque la contienda por la salvación de nuestra parte sea terriblemente desigual, nuestra voluntad personal debe estar sometida a la voluntad de Dios, ejerciendo esa fe que “vence al mundo”, como dice 1 Juan 5:4 “Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. Recordemos que estamos vigorizados por el poder del Espíritu Santo como lo expresa Hebreos 11:34 “apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros”.

El discipulado entonces significa la disposición de una persona para colocar las demandas de Jesús por encima de las de ella o de su familia. Los discípulos deben estar dispuestos a negarse a sí mismos por completo, tomando su propia cruz lo que significa estar listo para lo que se venga. Es necesario calcular el costo de decir “no al yo” antes de comenzar un camino que no se pueda seguir hasta el final. Debemos considerar el costo de ser un discípulo de Cristo, al grado de saber a qué nos comprometemos y que más tarde no sintamos la tentación de volvernos atrás. Que podamos ser la buena sal de la tierra, para sazonar a quienes nos rodean con el sabor de Cristo.  Oración.

«Jesús, ayúdame por favor a cumplir con tu llamado, a llevar tu mensaje de amor y perdón y hacer discípulos en todas las naciones. Señor quiero ser luz y sal para este mundo que está en tinieblas, cegado por el pecado y el engaño de este siglo. Lléname con tu poder para compartir el evangelio de amor y de esperanza a todo el que se cruce en mi camino, dispón los corazones de las personas y llena ese vacío espiritual, en el Nombre de Jesús, amén.


lunes, 22 de diciembre de 2025

Confesemos a Cristo sin temor

 

Confesemos a Cristo sin temor

“Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; más el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. A todo aquel que dijere alguna palabra contra el Hijo del Hombre, le será perdonado; pero al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. Cuando os trajeren a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis por cómo o qué habréis de responder, o qué habréis de decir; porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que debáis decir”. Lucas 12:8-12

Esta enseñanza de Jesús nos habla de las consecuencias que vendrían sobre la gente que lo rechaza a Él y al evangelio; y de llegar a negarlo cuando lo hemos conocido. El Señor nos hace un llamado a permanecer firmes, porque vienen tiempos donde nuestra fe será probada antes de su Segunda Venida. Hay muchas maneras de negar a Cristo: cuando siendo cristianos nos comportamos como la gente del mundo y callamos en cuanto a nuestra relación con Dios, cuando no defendemos lo bueno y nos acomodamos a las ideologías de este mundo y nos diluimos en la sociedad, cuando aceptamos los valores no cristianos en nuestra sociedad y terminamos haciendo lo que todos hacen. No podemos esconder nuestra fe por causa del temor.

Pero Jesús nos alienta diciendo: “Os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del Hombre le confesará delante de los ángeles de Dios”. Confesamos a Cristo cuando llevamos vidas morales que honran su nombre, cuando buscamos oportunidades para testificar de su amor, cuando ayudamos a otros, cuando salimos en defensa de la justicia, cuando amamos a otros y les servimos sin condiciones, cuando somos leales a Él en todo momento y ocasión, cuando le permitimos a Él vivir su vida a través de nosotros siendo portadores de su gracia y verdad.

Jesús nos dice que negarlo a Él puede ser excusable y perdonable, pero negar la obra del Espíritu Santo es imperdonable, se le considera una blasfemia. Esta blasfemia es un rechazo persistente, continuo y deliberado a su obra y a la gracia de Dios, que endurece el corazón y no lleva al arrepentimiento; es no querer recibir perdón y salvación y se demuestra con una oposición consciente y endurecida hacia la verdad revelada por Dios por medio de su Espíritu.

Amados hermanos, así como en el principio que la tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, el Espíritu Santo se movía sobre la faz de las aguas, pidámosle en esta navidad al Espíritu Santo que se mueva sobre las tinieblas de este mundo trayendo revelación al corazón de los hombres para que les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo y puedan ser salvos, 2 Corintios 4:4.     Oración.

«Señor Jesús, quiero confesar tu Nombre siempre delante de los hombres, manifestando, que en ningún otro hay salvación; porque no hay otro Nombre bajo el cielo, Dado a los hombres, en que podamos ser salvos, Hechos 4:12. Que mis acciones, pensamientos y palabras manifiesten mi fe y mi confianza en ti, porque eres mi Señor y mi Salvador, gracias por tu Santo Espíritu quién pondrá palabras en mi boca para confesarte siempre, amén.


domingo, 21 de diciembre de 2025

Autoridad para el ministerio del reino

 

Autoridad para el ministerio del reino

Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios, y para sanar enfermedades. Y los envió a predicar el reino de Dios, y a sanar a los enfermos. Y les dijo: No toméis nada para el camino, ni bordón, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni llevéis dos túnicas. Y en cualquier casa donde entréis, quedad allí, y de allí salid. Y dondequiera que no os recibieren, salid de aquella ciudad, y sacudid el polvo de vuestros pies en testimonio contra ellos. Y saliendo, pasaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio y sanando por todas partes”. Lucas 9:1-6

En este pasaje vemos cómo Jesús da autoridad a sus discípulos para utilizar el poder que les ha transferido. Es el poder de Jesús el Rey, quien extiende la bondad del reino de Dios sobre las obras de las tinieblas y las dolencias humanas. Él empezó demostrándoles cómo hacerlo, para que después cada uno de sus discípulos siguieran ejerciéndolo como Él lo dispuso. Pero el Señor ordenaría el mismo tipo de ministerio a la iglesia, al propagar el mensaje del evangelio como nos dice Hechos 8:4-8 “Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio. Entonces Felipe, descendiendo a la ciudad de Samaria, les predicaba a Cristo. Y la gente, unánime, escuchaba atentamente las cosas que decía Felipe, oyendo y viendo las señales que hacía. Porque de muchos que tenían espíritus inmundos, salían éstos dando grandes voces; y muchos paralíticos y cojos eran sanados; así que había gran gozo en aquella ciudad”.

También ahora, podemos esperar victoria sobre los poderes de las tinieblas y sus operaciones, porque hemos sido investidos de poder por medio del Espíritu Santo, como dice Lucas 10:19 “He aquí os doy potestad de hollar serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”.

Nosotros somos los representantes del reino de los cielos hasta que Jesús regrese. Se nos ha prometido la complacencia del Padre de darnos el reino, esto es, de suministrarnos su paz y su poder como dice Lucas 12:32: “No temáis, manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino”.

Debemos aplicar esa autoridad con la oración, la predicación y la enseñanza, haciendo discípulos como el Señor nos enseñó. Él nos ha dado la autoridad para sanar y liberar, en la medida en que estemos dispuestos a ejercer el privilegio de ser los mensajeros y los participantes del reino de Dios en esta tierra. El Espíritu Santo se deleita al confirmar la presencia del reino glorificando el poder del Rey, realizando la obra de Cristo a través de su iglesia.   Oración.

«Padre que tu reino venga aquí y ahora, que la oración y la predicación del evangelio me ayude a desempeñar mi función como representante del reino de los cielos en esta tierra. Que traigas sanidad y libertad de las tinieblas a aquellas personas que lo necesitan por la autoridad que has delegado sobre mi vida. Sé que solo tu poder por medio de tu Santo Espíritu puede cambiar las cosas y traer el gobierno del cielo a esta tierra, en el Nombre de Jesús, amén.


sábado, 20 de diciembre de 2025

El servicio como respuesta al amor

 

El servicio como respuesta al amor

“Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes”. Lucas 8:1-3

María Magdalena, Juana, Susana y otras mujeres que no se nombran aquí, formaban parte del equipo humano que servía y ayudaba a Jesús durante su ministerio. Eran mujeres agradecidas por lo que el Señor había hecho en sus vidas. La mayor motivación para servir a Cristo debe ser el amor y la gratitud hacia Él.

Estas mujeres habían sido testigos de la crucifixión del Señor, lo acompañaron hasta el final como dice Mateo 27:55-56 “Estaban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cuales habían seguido a Jesús desde Galilea, sirviéndole, entre las cuales estaban María Magdalena, María la madre de Jacobo y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo”; estuvieron presentes en la sepultura de Jesús, vieron donde lo pusieron y compraron especias aromáticas para ungirle, Marcos 16:1.

Fueron también las primeras en escuchar el anuncio angelical sobre la resurrección de Jesús, Marcos 16:6-8 nos relata: “Mas él les dijo: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado; ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde le pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo. Y ellas se fueron huyendo del sepulcro, porque les había tomado temblor y espanto; ni decían nada a nadie, porque tenían miedo”.

Estas mujeres fueron fieles discípulas de Jesús, y se les puede considerar un ejemplo para nosotros, de que nada puede impedir que rindamos un servicio fructífero a Jesús con todo nuestro amor, si hemos sido salvados, sanados y liberados.

Estas mujeres le acompañaban en sus giras, como sus sostenedoras, sirviéndole con sus bienes, Cristo vivía del amor de su pueblo rescatado. Él había sembrado lo más importante, lo espiritual y cosechaba lo material como dice 1 Corintios 9:11 “Si nosotros sembramos entre vosotros lo espiritual, ¿es gran cosa si segáremos de vosotros lo material?, además el apóstol Pablo agrega en 1 Corintios 9:14 “Así también ordenó el Señor a los que anuncian el evangelio, que vivan del evangelio”.

El Señor Jesús dignificó la vida de esas mujeres, les dio el valor que merecían, pues en esa época la mujer no se consideraba importante. Recordemos que no es siempre el que más se ve, el que hace lo más importante. No hay don que no se pueda usar en el servicio de Cristo. Muchos de sus servidores más valiosos están en el trasfondo, invisibles pero esenciales a la causa.

Amados, Jesús lo dio todo por nosotros, su propia vida para darnos perdón, salvación y vida eterna, la manera más grande de servirle es en respuesta a ese amor incondicional, por eso debe recibir todo de nosotros, nuestra vida, nuestro tiempo, nuestros talentos y también nuestros recursos. Gocémonos por todas sus bendiciones y correspondamos en amor; el cual es perfecto sólo cuando está dando para el bien de otros.    Oración.

«Amado Jesús, gracias por dar tu vida por mí, por haberme sacado de la servidumbre del pecado a la luz maravillosa de tu reino. Ahora quiero corresponder a ese amor con compañerismo y servicio y recuérdame a todas aquellas personas que están detrás del escenario en el ministerio de la iglesia, porque a menudo son los que sustentan el trabajo de los que presiden, con un trabajo menos visible pero igualmente importante. Enséñame a dar sin esperar recibir, simplemente por amor por todo lo que me has dado, amén. 


viernes, 19 de diciembre de 2025

La fe que maravilla a Jesús

 

La fe que maravilla a Jesús

“Y el siervo de un centurión, a quien éste quería mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Cuando el centurión oyó hablar de Jesús, le envió unos ancianos de los judíos, rogándole que viniese y sanase a su siervo. Y ellos vinieron a Jesús y le rogaron con solicitud, diciéndole: Es digno de que le concedas esto; porque ama a nuestra nación, y nos edificó una sinagoga. Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos de la casa, el centurión envió a él unos amigos, diciéndole: Señor, no te molestes, pues no soy digno de que entres bajo mi techo; por lo que ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. Porque también yo soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes; y digo a éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y a mi siervo: Haz esto, y lo hace. Al oír esto, Jesús se maravilló de él, y volviéndose, dijo a la gente que le seguía: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe”. Lucas 7:2-9

En este pasaje se cuenta la milagrosa curación a distancia del siervo de un centurión, en la ciudad de Capernaúm. Se resalta especialmente la gran fe de este gentil y la autoridad de Jesús sobre la enfermedad, aunque no estaba presente, mostrando su Omnipresencia.

Para tener una fe que maraville a Jesús, debemos acercarnos a Él con humildad, con respeto, reconociendo su autoridad y su poder. La fe del centurión fue tan profunda que solo bastaba que Jesús dijera la Palabra para que su siervo recibiera sanidad. Cuan poderoso es confesar la Palabra de Dios, creyéndola para ver el obrar sobrenatural de Dios.

Su fe se destacó porque siendo un gentil demostró una fe más grande que la de muchos judíos que conocían a Jesús. La fe es la confianza en la Palabra de Dios, no importa quienes seamos. Este centurión se consideró indigno de que el Señor entrara a su casa, mostró un profundo respeto por la ley y la cultura judía. Fue una fe que actúa, no era una fe pasiva, puesto que envió a unos ancianos judíos a buscar a Jesús y hacerle la petición de sanidad. Entendió que el poder y la autoridad de Jesús, del cual había oído, eran tan grandes que no necesitaba que Él estuviera físicamente para sanar. Precisamente su fe se basó en la autoridad que Jesús tenía sobre todas las cosas, por eso al dar una orden, se cumpliría lo que dijera; comparándose con él, cuando daba órdenes a sus soldados bajo su autoridad para que obedecieran.

Jesús se maravilló de su fe y destacó que no había visto una fe así en Israel. Por eso ante una fe de esa magnitud, Jesús la proclamó públicamente. Y su siervo fue sanado instantáneamente.

¿Qué podemos aprender de esto? el Señor anhela que tengamos una fe genuina, sin importar quienes somos y de dónde venimos, una fe humilde que se traduzca en acción y una fe que confíe en la autoridad del Nombre de Jesús, sobre todas las circunstancias, que obra sanidad, milagros y prodigios. Una fe así influye en la vida de las personas que nos rodean llevando a otros a creer en Jesús.   Oración.

«Señor Jesús, quiero acercarme a ti, con una fe verdadera, reconociendo tu soberanía y tu poder sobre todas las cosas, que pueda decir como el centurión: “no es necesario que entres en mi casa porque una sola Palabra tuya bastará para que obres en mi vida y en la vida de los que me rodean”. Señor enséñame a reconocer la autoridad de tu Nombre que es sobre todo nombre y ver obrar milagros señales y prodigios cada vez que lo confieso, amén.


jueves, 18 de diciembre de 2025

Un corazón de amor y misericordia

 

Un corazón de amor y misericordia

“Aconteció también en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía seca la mano derecha. Y le acechaban los escribas y los fariseos, para ver si en el día de reposo lo sanaría, a fin de hallar de qué acusarle. Mas él conocía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él, levantándose, se puso en pie. Entonces Jesús les dijo: Os preguntaré una cosa: ¿Es lícito en día de reposo hacer bien, o hacer mal? ¿salvar la vida, o quitarla? Y mirándolos a todos alrededor, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fue restaurada”. Lucas 6:6-10

Este es uno de los acontecimientos, donde se muestra la oposición a Jesús, al querer usar el día de reposo para servir y honrar a Dios. El Hijo del Hombre, con un corazón de amor y misericordia, es el “Señor del Sábado”, por eso lo usaba para los propósitos divinos. En contraste con los fariseos que habían olvidado los derechos de la misericordia porque estaban inmersos en sus leyes y reglas. Es significativo que estaban observando a Jesús y a sus discípulos para poder acusarlos. A veces, por ser legalistas nos olvidamos de la esencia de la Palabra de Dios, que es el amor y la misericordia para con nuestros semejantes.

Este pasaje resalta el enfrentamiento entre el legalismo religioso y la misericordia de Jesús, quien cuestionaba a los fariseos diciéndoles si era lícito hacer el bien o el mal, o salvar o dañar una vida en el día de reposo.

Debemos entender que las necesidades de las personas son más importantes que las reglas ceremoniales, por eso al leer la Palabra de Dios debemos venir con una mente abierta y con un corazón necesitado, para comprender el sufrimiento de las personas. La tradición religiosa alejaba a los fariseos de poder ayudar a otros y se perdían la bendición de ser usados por Dios para su gloria.

Jesús estableció una manera nueva de dar. Fue un ejemplo delante de sus discípulos, dándose a sí mismo por las necesidades de otros. Jesucristo ha pagado ya nuestra deuda delante de Dios, y su cruz es obra suficiente y eterna a favor de la humanidad.

Hoy el Señor nos lleva a meditar en esto y a que entendamos que una manera de honrarle y servirle en el día del Señor, es teniendo misericordia de todos aquellos que están sufriendo, que no lo conocen y llevarlos a Cristo para que encuentren respuesta a su necesidad. No podemos ser egoístas cuando hemos recibido tanta misericordia de nuestro Señor.

Solamente dando nos colocamos en posición de esperar, recibir y cosechar. Jesús dijo que la cosecha será “medida buena, apretada, remecida y rebosante”, Lucas 6:38. El día del Señor es para hacer lo bueno, para ser misericordiosos, es para darnos a los demás como si lo estuviéramos haciendo con Dios, entonces tendremos recompensa en los cielos. Como dice Mat 25:34-36 “Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí”.

El propósito del día del Señor no solo es reunirnos a adorarlo y a reverenciarlo, sino hacer su voluntad, acercando a los perdidos a Jesús para que sean perdonados y restaurados por Él. Mateo 5:16 nos dice: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.

Este pasaje nos invita a reflexionar sobre si estamos siendo un obstáculo o un medio para que otros experimenten la vida y la salvación. También nos enseña a no vivir por un conjunto de reglas inflexibles, sino por la voluntad de Dios, que siempre busca la misericordia y la vida.  Oración.

«Señor, hoy quiero acercarme a ti con un corazón humilde, reconociendo mi necesidad de ti, has sido misericordioso conmigo y me rescataste de mi miseria, por eso enséñame a ser misericordioso con otros, acercar a los que están perdidos en este mundo a tu Presencia. Señor, que la iglesia no solo sea el lugar de adoración a ti, sino el lugar donde podamos hacer el bien, llevando a otros a ser salvos, a ser sanados, liberados y restaurados para la gloria tuya, amén.


miércoles, 17 de diciembre de 2025

Milagro de Jesús que muestra la visión del corazón del Padre

 

Milagro de Jesús que muestra la visión del corazón del Padre

Aconteció que, estando Jesús junto al lago de Genesaret, el gentío se agolpaba sobre él para oír la palabra de Dios. Y vio dos barcas que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellas, lavaban sus redes. Y entrando en una de aquellas barcas, la cual era de Simón, le rogó que la apartase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde la barca a la multitud. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía. Entonces hicieron señas a los compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles; y vinieron, y llenaron ambas barcas, de tal manera que se hundían. Viendo esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque por la pesca que habían hecho, el temor se había apoderado de él, y de todos los que estaban con él, y asimismo de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No temas; desde ahora serás pescador de hombres. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, le siguieron”. Lucas 5:1-11

Este pasaje nos muestra el llamamiento de los primeros discípulos de Jesús. El Señor vio dos barcas que estaban en la orilla y se acercó a los pescadores que estaban ocupados lavando las redes. A pesar de haber muchos en ese lugar, se interesó especialmente por Simón y le rogó que apartara un poco su barca para entrar en ella. Jesús es quien toma la iniciativa de acercarse a nosotros; eso indica que Jesús nos mira particularmente a cada uno y nos busca aun cuando estemos ocupados. No nos busca por nuestra preparación o habilidades humanas, pero sí nos busca aún cuando no hayamos logrado nada y nos sintamos frustrados a pesar de nuestro esfuerzo».

Él toca primero a la puerta de nuestra vida para luego entrar, Apocalipsis 3:20. Conquista en primer lugar nuestro corazón y luego nos desafía a grandes cosas. Como pasó aquí con Simón, primero le hizo correr la barca un poco, indicando esto que quería que apartase su vida para Él. Jesús tenía toda la autoridad para tomar la barca, pero aun así le pidió prestada la barca a Simón. El Señor independientemente del precio que pagó por nosotros en la cruz, quiere utilizarnos como instrumentos, pero nunca lo hará contra nuestra voluntad. Él ruega que apartemos nuestra vida de la orilla, que quizás representa la lógica, el razonamiento, la mediocridad, el conformismo, las cargas y demás, que nos impiden ser usados para su gloria, porque Él quiere a través de nuestra vida enseñarles a otros.

Lo más importante no es que apartemos solo nuestra barca (vida), sino que lo dejemos entrar en ella para sentarse en el trono y gobernarnos, esto implica entrega total. El Señor, como a Simón Pedro, nos desafía a bogar mar adentro, esto es profundizar en nuestra comunión y conocimiento de Él; y empezar a obedecer su llamado. “Echad las redes” es lanzarnos a hacer lo que parece ilógico, pero que trae grandes resultados.

El mar aquí representa al mundo, nuestro campo de acción, donde nos ha colocado para que tiremos la red del evangelio, y podamos ser “pescadores de hombres”. Nos pide ir contra la corriente de este mundo, contra el: “no se puede”, “no es posible”, “no se hacerlo”, etc., y aun contra el desánimo, el cansancio o cualquier circunstancia que quiere estorbar nuestro propósito de ganar almas para su reino. Jesús quiere que reconozcamos nuestra fragilidad y la necesidad de depender totalmente de su amor y su gracia para ganar este mundo para Él. La pesca milagrosa representa la cantidad de personas que podemos ganar.

Si hemos de ser usados por el Espíritu Santo, debemos entender que la marca de la obediencia consiste en navegar aún contra la lógica, con las redes del Señor: con su amor, su gracia, su Verdad y en su Nombre poderoso. Respondiendo como Simón: “Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; más en tu palabra echaré la red”.

Recordemos que Dios hace el milagro cuando decidimos bogar en la profundidad de su Presencia, cuando en su Nombre actuamos. ¿Estaremos dispuestos a dejarlo todo y seguirlo como lo hicieron los primeros discípulos?    Oración.

«Gracias mi Jesús, por tomar la iniciativa de acercarte a mí, por tocar la puerta de mi corazón para que te dejara entrar, por escogerme para ser un instrumento en tus manos, por llamarme a pescar almas para tu reino. Quiero obedecer tu Palabra para que obres a través de mi vida y llevar a cabo tu propósito cumpliendo así con la visión del corazón del Padre, que es la redención de este mundo, amén.


martes, 16 de diciembre de 2025

El Espíritu Santo está “sobre” y “en” nosotros

 

El Espíritu Santo está “sobre” y “en” nosotros

“Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y se difundió su fama por toda la tierra de alrededor. Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado por todos. Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él”. Lucas 4:14-20

Jesús regresó al pueblo de Nazaret, donde se había criado y como era su costumbre fue a la sinagoga el sábado y se levantó a leer el libro de Isaías. Donde dice: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. El versículo 20 nos dice también que “se sentó en el lugar del predicador”, y eso nos da la impresión de que había terminado; pero lo que quiere decir realmente es que se disponía a empezar, porque el predicador siempre se sentaba para hacer el sermón, y los rabinos daban las clases sentados. Al terminar todos los ojos estaban puestos sobre Él y exclamó: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros”, Lucas 4:21.

Pero todos se preguntaban: “¿no es este el hijo de José?”. La gente de la sinagoga se enfureció cuando le oyó decir eso, y se levantaron de sus asientos y le sacaron a empellones fuera del pueblo, y le llevaron a la cima de la colina en la que está situada su ciudad para despeñarlo. Pero Él anduvo en medio de todos, y se marchó.

Todos los dones y las gracias del Espíritu estaban sin medida sobre Él y en Él. Por Cristo pueden los pecadores ser librados de la culpa, por su Espíritu y su gracia, todos pueden ser liberados de las ataduras de la corrupción. Él vino por la palabra de su evangelio a traer luz a quienes estaban en tinieblas, y por el poder de su gracia, a dar vista a los que estaban ciegos. Su mensaje fue distinto al de Juan que era de juicio y arrepentimiento, las buenas nuevas eran de amor y liberación.

Ese llamado a compartir el evangelio es la visión del corazón del Padre y Jesús nos ha dado su autoridad en este mundo por su Palabra para hacerlo, pero también nos ha equipado con su Espíritu, para que podamos cumplir con la Gran Comisión. Como Jesús podemos ser rechazados al proclamar su mensaje, pero no debemos negarlo, sino honrarlo siendo obedientes a su mandato, Él es el Hijo de Dios, el Salvador de los hombres, es la única provisión de Dios para esta humanidad perdida en sus delitos y pecados.

Hermanos pidamos la llenura de su Espíritu, porque es solo en su poder que podemos proclamar a Jesús como el Salvador del mundo.    Oración.

«Querido Padre, te doy gracias por haberme alcanzado con tu salvación, a través de tu Hijo Amado que dio su vida por mí en la cruz, para perdonarme y darme vida eterna. Gracias por enviar tu Santo Espíritu a mi corazón y equiparme de igual manera que a Jesús, para cumplir con la misión de tu corazón, que es ganar muchas personas para el reino de los cielos. Ayúdame y dame fuerzas, porque sé que seré rechazado, perseguido y vituperado por causa del evangelio, amén.   


lunes, 15 de diciembre de 2025

Escrito está

 

Escrito está

“Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue llevado por el Espíritu al desierto por cuarenta días, y era tentado por el diablo. Y no comió nada en aquellos días, pasados los cuales, tuvo hambre”. Lucas 4:1-2

“Jesús, respondiéndole, dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra de Dios”. Lucas 4:4

Ya hemos visto algunos acontecimientos en la vida de Jesús, en el templo cuando tenía doce años, había llegado a la convicción de que Dios era su Padre de una manera única y exclusiva; después en su bautismo recibió su aprobación. Lucas 3:22 dice: “y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia”. Jesús fue equipado con el Espíritu Santo para comenzar su ministerio terrenal, llevado también al desierto por el Espíritu por cuarenta días para orar por su misión redentora y fue allí donde Satanás lo tentó, intentando interponerse en el propósito de Dios.

El pasaje de la tentación nos presenta a Jesús enfrentando todas las tentaciones con las que los seres humanos luchamos a diario: la carne, el mundo y Satanás, tentaciones que nos asedian cada día, para que desistamos de nuestro propósito y no obedezcamos la voluntad de Dios. Jesús nos da ejemplo al rechazar cada tentación con lo que está escrito en la Palabra de Dios, mostrándonos que su Palabra es nuestra espada, y la fe en ella es nuestro escudo para defendernos de los dardos del enemigo. Le vemos rechazando el camino del placer, del poder y la gloria, y aceptando el camino del sufrimiento y de la cruz, para el cual fue enviado a este mundo.

Esta porción del evangelio es uno de los relatos más sagrados, porque en algún momento, Jesús tuvo que haberles contado a sus discípulos esta íntima experiencia de su alma. El convertir las piedras en pan, o el tirarse desde el pináculo del templo, eran tentaciones que sólo se le podían presentar a un Hombre que tenía el poder de Dios y que tenía que decidir cómo usarlo.

Satanás usará los momentos más difíciles de nuestra vida, cuando estemos solos y frágiles, para asecharnos con sus falsas promesas. Así como en el caso de Jesús, que se encontraba en el desierto y vulnerable a necesidades físicas, hambre, sed, cansancio, etc. Por eso es tan importante conocer las promesas de Dios y poder esgrimirlas cuando seamos atacados en nuestra carne, por el mundo o por el diablo.

Jesús se retiró conscientemente a este lugar solitario, y pasó cuarenta días debatiéndose con el problema de cómo ganar a los hombres para Dios. Fue una batalla larga que no terminó hasta la cruz, porque el relato termina diciéndonos que el tentador dejó a Jesús por algún tiempo. Lo que nos enseña que seremos tentados hasta el último día de nuestras vidas, por eso debemos estar alertas y vestidos siempre con la armadura de Dios (Efesios 6:11) y poder luchar contra todas esas fuerzas espirituales y deseos que quieren alejarnos de Dios.

Hermanos mi oración es que la Palabra habite en nosotros en abundancia, porque es nuestra vida. Nuestro Redentor victorioso venció, no sólo por Él, sino también por nosotros.  Oración.

«Amado Jesús hazme una persona nueva, fortalecida por el poder del Espíritu Santo y por el conocimiento de tu Palabra, la espada que me has dado para batallar contra mi carne, el mundo y Satanás. Que pueda decir “escrito está”, cuando vengan a mí las tentaciones y salir victorioso. Sé que el duro camino del servicio y del sufrimiento conducen a la cruz, pero después de la cruz está la corona, que has preparado para los que te amamos, amén. 


domingo, 14 de diciembre de 2025

Preparad el camino del Señor

 

Preparad el camino del Señor

“Como el pueblo estaba en expectativa, preguntándose todos en sus corazones si acaso Juan sería el Cristo, respondió Juan, diciendo a todos: Yo a la verdad os bautizo en agua; pero viene uno más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de su calzado; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego. Su aventador está en su mano, y limpiará su era, y recogerá el trigo en su granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará. Con estas y otras muchas exhortaciones anunciaba las buenas nuevas al pueblo”. Lucas 3:15-18

“Como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice: Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados; y verá toda carne la salvación de Dios”. Lucas 3:4-6

Vemos aquí a Juan Bautista rindiendo un servicio humilde y preparando el camino para Aquel que habría de venir, el Mesías prometido. Reconociendo que venía uno más poderoso, que aun él se sentía indigno de desatar la correa de su calzado, considerándolo un honor demasiado elevado para él. Qué hermoso espíritu que distingue a un servidor de Cristo. Juan estaba seguro de su posición y que mayor era Jesús que venía después de él.

Juan solo podía limpiar a la gente con la señal del bautismo en agua, pero Jesús purificaría a su pueblo con fuego, refiriéndose a la obra del Espíritu Santo. Juan utiliza la metáfora de la limpieza de la era para describir la función de Jesús como juez. Cuando dice: “su aventador está en su mano”, se refiere a una herramienta agrícola para separar el grano, simbolizando la autoridad de Jesús para juzgar. Separando el trigo de la paja. El trigo representa a los justos quienes serán recogidos en el Reino de Dios y la paja a los malvados que no se arrepintieron e irán al juicio final, por eso la valiente predicación de Juan sobre el arrepentimiento como una necesidad urgente. El bautismo por fuego también simboliza la obra del Espíritu Santo que trae el juicio de Dios sobre quienes rechazan el arrepentimiento.

Juan hablaba como los antiguos profetas, al decir que el pueblo debía volverse de sus pecados a Dios para experimentar su misericordia y perdón. Este es un mensaje que sigue vigente, Juan preparaba a la gente para la venida del Mesías, pero ahora somos nosotros los encargados de llamar a este mundo al arrepentimiento, porque la Segunda Venida de Cristo está muy cerca y el anhelo de Dios es que todos sean salvos. El juicio y la separación definitiva de justos e impíos, vendrá con el establecimiento de su reino.

El ministerio de Juan estuvo marcado por la intrepidez, el atrevimiento de predicar lo que no era popular. Juan reprendió a los religiosos, apeló a ser generosos, denunció la deshonestidad y reclamó una justa administración de la autoridad. Más tarde, se enfrentó a la inmoralidad tolerada de los líderes políticos y por esto fue arrestado y decapitado.

La iglesia de Cristo debe ahora entender el alcance y el designio de llevar el evangelio hasta lo último de esta tierra, por eso debemos ser intrépidos y predicar a toda nación, para llevar a la gente al arrepentimiento y a encontrar el perdón de sus pecados en Jesús. Por eso debemos eliminar todo lo que nos estorbe en el camino de Cristo y de su gracia, para dar bienvenida a su salvación.

Amados, ¡viene el Rey¡ Isaías dice: “Preparad el camino del Señor; enderezad sus sendas. Todo valle se rellenará, y se bajará todo monte y collado; los caminos torcidos serán enderezados, y los caminos ásperos allanados; y verá toda carne la salvación de Dios”. Enderecemos nuestras sendas, nuestras vidas, para recibirlo.   Oración.

«Amado Señor, en tu Palabra dices: que la mies es mucha y los obreros pocos, y que ha llegado el tiempo de la siega. Me uno a tu clamor para que haya más obreros para la mies y podamos llegar hasta el último rincón de este mundo. Dame un corazón humilde como el de Juan, e intrepidez para proclamar tu evangelio. Pido para que los corazones se dispongan, abatiendo los pensamientos altivos llevándolos a tu obediencia, oro por todos aquellos que todavía no te conocen y necesitan tu salvación. Amén. 


sábado, 13 de diciembre de 2025

Conociendo la visión del corazón del Padre

 

Conociendo la visión del corazón del Padre

“Y aconteció que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores de la ley, oyéndolos y preguntándoles. Y todos los que le oían, se maravillaban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando le vieron, se sorprendieron; y le dijo su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Mas ellos no entendieron las palabras que les habló”. Lucas 2:46-50

María y José estaban buscando a Jesús, que con 12 años de edad, se había apartado del grupo que iba de regreso a Nazaret. Finalmente lo encontraron en el templo y lo vieron sentado en medio de los sabios de aquella época especialistas en la ley, escuchándolos y haciendo preguntas. Aparentemente, les estaba formulando preguntas que ellos no podían contestar. Y ellos estaban sorprendidos de sus respuestas. Sus padres estaban preocupados y por eso al hallarlo María le dice: “Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con angustia. La respuesta de Jesús reveló que estaba sorprendido de que ellos no se hubieran dado cuenta de que Él estaba ocupado en los asuntos de su Padre celestial. María y José no entendieron estas palabras de Jesús, que les estaba hablando de su identidad como Hijo único de Dios Padre.

En aquel momento María aún no era totalmente consciente de quién era Él, ni de lo que su obra implicaba, aunque seguramente reflexionaba profundamente sobre lo que estaba sucediendo. Al concluir este incidente, el evangelio dice “Descendió con ellos y volvió a Nazaret, y les estaba sujeto. Su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres”, Lucas 2:51-52. Vemos que Jesús se sujetó a sus padres y les obedeció, regresando con ellos a Nazaret. Y éste es realmente un detalle digno de destacar, teniendo en cuenta que se trataba nadie menos que del Hijo de Dios.

Para la temporada de la Pascua, era costumbre que en el sanedrín se reuniera un público en el atrio del templo para discutir cuestiones religiosas y teológicas. Por eso también tenemos que resaltar el hecho de que, durante tres días, un niño de doce años discutió la Palabra de Dios y asombró a sus oyentes con su inteligencia y sus respuestas.

Cuando tenemos una relación especial con Dios y su Palabra, Él nos da sabiduría e inteligencia espiritual, para que podamos conocer la visión del corazón del Padre y su propósito para este mundo. El anhelo de su corazón es establecer su reino aquí en la tierra y que todos los hombres vuelvan a Él. Por eso es necesario estar en sus negocios, como lo estuvo Jesús desde su corta edad, sabía quién era y para qué fue enviado. Así como Jesús crecía y maduraba para cumplir con todas las responsabilidades esperadas de un hijo mayor. Y luego, en algún momento, José desapareció de la escena y Jesús se convirtió en el “hombre de la familia”, trabajó su comercio, mantuvo a su familia, amó a su Dios, y demostró ser absolutamente fiel en mil pequeñas cosas antes de que formalmente entrara a su ministerio designado.

Qué bueno que tengamos en claro que, como hijos de Dios, nos es necesario estar en los negocios de nuestro Padre celestial. Y disponernos a crecer en el conocimiento de Dios, siendo guiados por el Espíritu Santo, para que podamos cumplir su propósito y con las responsabilidades que nos ha delegado.   Oración.

«Amado Jesús qué hermoso ejemplo de vida me das, que desde tu niñez ya sabías la visión del corazón de nuestro Padre celestial y su anhelo de establecer su reino en esta tierra. Hazme como tú, diligente en crecer y madurar en el conocimiento de tu Palabra para poder cumplir con las responsabilidades que me has dado y especialmente con el cumplimiento de la Gran Comisión que es tu mandato para alcanzar a este mundo para ti, amén.


viernes, 12 de diciembre de 2025

El Señor se revela a los corazones humildes

 

El Señor se revela a los corazones humildes

“Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. Lucas 2: 10-14

El día grandioso del nacimiento del Rey Mesías pasó casi desapercibido. Solo un grupo de pastores recibió la revelación de su nacimiento. Podemos preguntarnos ¿por qué escogió a un grupo de humildes pastores, para anunciar su gloriosa llegada a esta tierra? Primero porque el Señor busca corazones humildes que lo anhelen. Segundo, estos quizás eran los abastecedores de ovejas para los sacrificios en el templo, ofrecidos para el perdón de los pecados. Los ángeles invitaron a estos pastores a recibir al Cordero de Dios, Juan 1:36, que quitaría los pecados de todo el mundo para siempre.

El anuncio angelical del nacimiento del Mesías a los pastores, aterrorizó a estos hombres, pero después ese temor se transformó en gozo. Esas buenas nuevas eran para todo el pueblo y su mensaje decía: “que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor”, además, se les dio una señal: “Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre”. El Verbo fue hecho carne, en el linaje correcto y en el lugar correcto, “en la ciudad de David”.

Qué gran noticia para el mundo entero, y que contraste abrumador con la señal que se les dio a los pastores, que ese Rey esperado Soberano y Salvador lo encontrarían en un pesebre, en una humilde condición: “hallaréis un niño”; a quien los cielos de los cielos no pueden contener, envuelto en pañales; al “Salvador”, que es “Cristo el Señor”. 2 Corintios 8:9 nos dice: “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos”.

“¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!”. Con este himno otros ángeles se unieron para sellar y celebrar las buenas nuevas de salvación, para hacernos saber cómo este acontecimiento fue considerado en el cielo y en la tierra, mostrando la gloria de Dios y cómo el Salvador recién nacido habría de traer a esta tierra paz y su buena voluntad para con los hombres.

Hoy como los pastores, el Señor Jesús solo anhela que con sencillez de corazón y fe nos acerquemos a Él, con humildad y gozo, entendiendo que nuestro Salvador se ha manifestado a nosotros a través de los evangelios para que creamos en Él. Porque se hizo hombre para estar con nosotros y hacer su obra de redención por toda la humanidad. Permitamos entonces que el Espíritu Santo nos guíe a la preciosa presencia de nuestro amado Jesús y podamos adorarle y contemplarle; y que como los pastores podamos glorificar su Nombre por todo lo que hemos oído y visto, Lucas 2:20. Recordemos que Jesús llega a cualquiera que tenga corazón humilde y desee aceptarlo.    Oración.

«Amado Jesús, qué privilegio saber que viniste a esta tierra para darme salvación. Que dejaste el cielo para hacerte hombre y venir a morir en una cruz por mis pecados. Tu plan de salvación fue perfecto. Naciste humilde para enseñarme a vivir en humildad y para enriquecerme con tu Presencia. Quiero confesar siempre con mis labios que eres “el Salvador, Cristo el Señor”. Viniste a traer gloria, paz y buena voluntad para toda la humanidad, por eso me regocijo en ti y te alabo con todo mi corazón. Amén.