Acalla mi alma
“Y entrando él en la
barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una
tempestad tan grande que las olas cubrían la barca;” Mateo 8:23-24a
“Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le
despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y
levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el
viento, y se hizo grande bonanza.” Marcos 4:38-39
David en el Salmo 62:1a que dice: “En Dios solamente está
acallada mi alma;”. Cuando buscamos en el Hebreo encontramos que la palabra que
se utiliza para “acallar” es: dumiyá (דּוּמִיָּה) que significa: silencio,
callar. Lo anterior me remitió al pasaje principal de hoy, en donde vemos a
Jesús callando, silenciando aquella tempestad que tanto temor le causaba a sus
discípulos. La palabra “callar”, utilizada en el evangelio de Marcos, y aunque
etimológicamente acallar y callar no vienen de la misma raíz, podríamos decir
que semánticamente ambas expresan lo mismo, la necesidad de silenciar y callar
algo. La pregunta es: ¿Qué es lo que Jesús debe acallar en tí y en mí? El Salmo
62:1a nos da la respuesta, lo que el Señor debe acallar es nuestra alma
(pensamientos, emociones y voluntad).
Si analizamos lo anterior, encontraremos que en diversas
ocasiones nuestros pensamientos y emociones nublan nuestro entendimiento,
sobretodo en situaciones difíciles, pues éstos se levantan como aquellas
tempestades y vientos recios que parecieran no tener control; y es que cuando
dejamos de poner nuestra mirada en Jesús para ponerla en nosotros mismos surgen
pensamientos y sentimientos, que como tormentas impetuosas, nos abruman, a tal
punto de llevarnos a pensar que de esa situación difícil nunca saldremos, o
incluso que moriremos, tal como le pasó a los discípulos del Señor en aquella
barca, pero, gracias a Dios por Jesucristo y por la revelación de Su Santo
Espíritu, pues Él es quien nos ilumina y nos recuerda que Cristo vive en
nosotros y que en todo momento podemos y debemos recurrir a Él, para que esos pensamientos
y emociones que nos perturban y que se levantan en contra del conocimiento de
Dios, por Jesucristo sean acallados (2 Corintios 10:5)
Hermanos, cuando recurrimos al Señor y le permitimos que
acalle nuestra alma experimentamos Su paz, paz que como dice Filipenses 4:7
sobrepasa todo entendimiento y es la que guarda nuestros corazones y
pensamientos en Cristo Jesús. Una vez nuestros pensamientos y sentimientos
estén acallados, podremos actuar con sabiduría, pues ya no responderemos ante
aquellas situaciones difíciles conforme a nuestro pensar o sentir, sino que al
volver nuestra mirada a Cristo, Él nos guiará para actuar conforme a Su
sabiduría (Isaías 41:10) Oración.
«Padre, acalla esos pensamientos que se levantan en mi mente
como una gran tormenta, ponle guarda a mi corazón y no permitas que
desfallezca. Espíritu Santo haz que mi mirada esté siempre puesta en Cristo
Jesús, pues sólo cuando le miro es que encuentro y experimento paz y fortaleza.
Amén.
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