viernes, 10 de octubre de 2025

Acalla mi alma

 


Acalla mi alma  

 “Y entrando él en la barca, sus discípulos le siguieron. Y he aquí que se levantó en el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca;” Mateo 8:23-24a

“Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.” Marcos 4:38-39

David en el Salmo 62:1a que dice: “En Dios solamente está acallada mi alma;”. Cuando buscamos en el Hebreo encontramos que la palabra que se utiliza para “acallar” es: dumiyá (דּוּמִיָּה) que significa: silencio, callar. Lo anterior me remitió al pasaje principal de hoy, en donde vemos a Jesús callando, silenciando aquella tempestad que tanto temor le causaba a sus discípulos. La palabra “callar”, utilizada en el evangelio de Marcos, y aunque etimológicamente acallar y callar no vienen de la misma raíz, podríamos decir que semánticamente ambas expresan lo mismo, la necesidad de silenciar y callar algo. La pregunta es: ¿Qué es lo que Jesús debe acallar en tí y en mí? El Salmo 62:1a nos da la respuesta, lo que el Señor debe acallar es nuestra alma (pensamientos, emociones y voluntad).

Si analizamos lo anterior, encontraremos que en diversas ocasiones nuestros pensamientos y emociones nublan nuestro entendimiento, sobretodo en situaciones difíciles, pues éstos se levantan como aquellas tempestades y vientos recios que parecieran no tener control; y es que cuando dejamos de poner nuestra mirada en Jesús para ponerla en nosotros mismos surgen pensamientos y sentimientos, que como tormentas impetuosas, nos abruman, a tal punto de llevarnos a pensar que de esa situación difícil nunca saldremos, o incluso que moriremos, tal como le pasó a los discípulos del Señor en aquella barca, pero, gracias a Dios por Jesucristo y por la revelación de Su Santo Espíritu, pues Él es quien nos ilumina y nos recuerda que Cristo vive en nosotros y que en todo momento podemos y debemos recurrir a Él, para que esos pensamientos y emociones que nos perturban y que se levantan en contra del conocimiento de Dios, por Jesucristo sean acallados (2 Corintios 10:5)

Hermanos, cuando recurrimos al Señor y le permitimos que acalle nuestra alma experimentamos Su paz, paz que como dice Filipenses 4:7 sobrepasa todo entendimiento y es la que guarda nuestros corazones y pensamientos en Cristo Jesús. Una vez nuestros pensamientos y sentimientos estén acallados, podremos actuar con sabiduría, pues ya no responderemos ante aquellas situaciones difíciles conforme a nuestro pensar o sentir, sino que al volver nuestra mirada a Cristo, Él nos guiará para actuar conforme a Su sabiduría (Isaías 41:10)     Oración.

«Padre, acalla esos pensamientos que se levantan en mi mente como una gran tormenta, ponle guarda a mi corazón y no permitas que desfallezca. Espíritu Santo haz que mi mirada esté siempre puesta en Cristo Jesús, pues sólo cuando le miro es que encuentro y experimento paz y fortaleza. Amén.

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