miércoles, 29 de julio de 2009

Jonas 3


Jonas 3 -

CAPÍTULO 3
Versículos 1-4. Jonás, enviado nuevamente a Nínive, predica allí. 5-10. Nínive se salva por el arrepentimiento de sus habitantes.

Vv. 1-4.Dios vuelve a emplear a Jonás a su Servicio. Que nos use indica que está en paz con nosotros.
Jonás fue desobediente. No trató de eludir la orden ni rehusó obedecerla. Véase aquí la naturaleza del arrepentimiento; es nuestro cambio de idea y conducta y el regreso a nuestra obra y deber. También, el beneficio de la aflicción; lleva de regreso a su lugar a los que habían desertado. Véase el poder de la gracia divina, porque la aflicción, por sí misma, más bien alejaría de Dios a los hombres antes que acercarlos. Los siervos de Dios deben ir donde Él los mande, ir cuando los llame, y hacer lo que les ordene; debemos hacer lo que manda la palabra de Dios.
Jonás cumplió su diligencia fiel y directamente. No es seguro que Jonás haya dicho más para mostrar la ira de Dios contra ellos o si sólo repitió esas palabras una y otra vez, pero este era el propósito de su mensaje. Cuarenta días es mucho tiempo para que el justo Dios demore juicios, pero es poco tiempo para que un pueblo impío se arrepienta y se reforme. ¿No debiera despertarnos para alistarnos para la muerte la consideración de que no podemos estar tan seguros de vivir cuarenta días, como entonces lo estuvo Nínive de durar cuarenta días? Debiera alarmarnos si tuviéramos la seguridad de no vivir un mes, pero somos negligentes aunque no estamos seguros de vivir ni siquiera un día.

Vv. 5-10.Hubo un prodigio de la gracia divina en el arrepentimiento y reforma de Nínive, que condena a los hombres de la generación del evangelio, Mateo xii, 41. Un grado muy pequeño de luz puede convencer a los hombres de que humillarse ante Dios, y confesar sus pecados con oración y abandonándolos, son medios para escapar de la ira y obtener misericordia. La gente siguió el ejemplo del rey. Se volvió acto nacional y fue necesario que así fuera, cuando era para impedir la destrucción nacional.
Aun los gritos y gemidos de las bestias brutas por falta de comida, recuerdan a sus dueños que deben clamar a Dios. En oración debemos clamar con fuerza, con pensamiento fijo, fe firme y afectos devotos. Nos interesa orar para revolver todo lo que está dentro de nosotros. No basta con ayunar por el pecado; debemos ayunar del pecado, y para el éxito de nuestras oraciones, no debemos albergar más iniquidad en nuestros corazones, Salmo lxvi, 18. La obra de un día de ayuno no se termina con el día.
Los ninivitas esperaban que Dios se volviera de su furor; y que así evitarían su destrucción. Ellos no podían tener tanta confianza de hallar misericordia por arrepentirse como nosotros, que tenemos la muerte y los méritos de Cristo, en los que podemos confiar para recibir perdón al arrepentirnos. Ellos no se atrevieron a presumir, pero no se desesperaron. La esperanza de misericordia es el gran aliento para arrepentirse y reformarse. Arrojémonos osadamente al estrado de la gracia gratuita, y Dios nos mirará con compasión.
Dios ve al que se convierte de sus malos caminos y al que no. Así salvó a Nínive. No leemos de sacrificios ofrecidos a Dios para expiar el pecado, pero no despreciará al corazón contrito y humillado, como el que tuvieron los ninivitas.

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