lunes, 28 de octubre de 2024

La obediencia trae bendición

 

La obediencia trae bendición

“Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te re


staurará, y serás limpio. Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio? Él entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio”. 2 Reyes 5:10-14

Aquí vemos la transformación en el carácter de un hombre leproso, pero orgulloso de corazón. Pensó que el profeta iba a hacerle un escenario para sanarlo, pero se encontró con uno que ni siquiera salió a recibirlo, sino que le envió un mensajero diciéndole que fuera al río Jordán y se lavara siete veces. Su orgullo salió a flote, pues se sentía una persona importante para que lo tratasen con tanta indiferencia, pensaba que merecía un trato especial, quizás un toque sobrenatural por parte del profeta.

Con Dios las cosas funcionan diferente a lo que pensamos, porque sus métodos siempre apuntan a tratar nuestro carácter y transformar nuestro corazón y son diferentes para cada uno, por eso las reacciones también son diferentes. A veces pasa que nos enojamos con Dios porque no obra conforme queremos. Ya la respuesta de Dios estaba declarada sobre Naamán a través del profeta, simplemente tenía que obedecer. Para ello necesitaba primero quitar la prepotencia, esa corona de altivez y ser humilde. Debemos entender que cuando Dios ya ha dado la orden y ha desatado el milagro sobre nuestra vida, debemos quitar cosas que estorban la bendición que Dios quiere darnos.

Este general activó el poder de Dios cuando decidió humillarse y dejarse transformar. Tenía que zambullirse siete veces para arrojar esa vieja naturaleza pecaminosa. Recordemos que el Señor dice que al altivo lo mira de lejos (Salmos 138:6). Si buscaba una cercanía con el Dios de Israel debía quitar el orgullo de su corazón. Hubo una transformación y restauración no solo física sino espiritual.

Cuando de nuestro corazón salga todo lo que no agrada a Dios y obedecemos, nos dará la respuesta que necesitamos. Dios va a restaurarnos cuando saquemos todos los impedimentos que estorban su bendición. Ya la Palabra fue dada sobre nosotros, promesas de sanidad, de provisión, de paz, de perdón, de restauración; Él ya tiene lo que necesitamos, simplemente obedezcamos para activar su poder en nuestras vidas, su anhelo es que seamos bendecidos.

El resultado de la obediencia es el poder de Dios trayendo milagros, sanidades y prodigios sobre nosotros.     Oración.

«Señor perdóname si mi carácter y desobediencia, han estorbado la bendición que quieres darme, quizás he esperado que obres a mi manera, te pido perdón por eso. Transforma mi corazón, quita mi orgullo y mi enojo, no quiero alejarme de tu gracia y dejar de creer, de orar o de buscarte. Tengo el Jordán de la sangre del Cordero que me limpia de toda contaminación y me restaura. Hoy como Naamán quiero entrar en el río de tu presencia y experimentar tu poder, amén.

domingo, 27 de octubre de 2024

Compartir la esperanza de la sanidad divina

 


Compartir la esperanza de la sanidad divina

“Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso. Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán. Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo sanaría de su lepra”. 2 Reyes 5:1-3

Vemos aquí, que la posición de la sierva era servir a la esposa de su amo solamente, pero no le dio temor presentar al Dios de Israel y declarar abiertamente que el profeta que estaba en Samaria podía sanar a su esposo de la lepra. Su señora se dispuso a escucharla, quizás estaba sufriendo mucho con la enfermedad de su marido. Esta muchacha hizo lo que humanamente podía hacer movida por su compasión, pero entendía que Dios podía hacer lo sobrenatural.

Vemos la importancia de compartir la esperanza de la sanidad divina con otros. La puerta para la sanidad de Naamán fue abierta por una muchacha judía que le recomendó buscar al profeta Eliseo. Hacemos bien cuando testificamos a otros tanto del poder salvador como del poder sanador de Jesús. No tengamos temor de confesar nuestra fe en Él, porque Dios sabe qué hacer con cada persona. A Naamán se le dijo que se lavara siete veces en el río Jordán y esto no le gustó. Su soberbia y orgullo oculto salieron a la luz, pero cuando se dispuso a obedecer y ser sumiso a la orden de Eliseo, se abrió el camino de la sanidad.

Nosotros podríamos afrontar un llamado similar, ya que a veces la acción obediente constituye un paso para recibir sanidad. Por ejemplo, Jesús les dijo a los 10 leprosos que se mostraran al sacerdote y fueron sanados luego de haber obedecido (Lucas 17:12-14). En ocasiones, algunas personas por las que oramos para que reciban sanidad se rinden cuando no ven la sanidad inmediata y decaen en su fe, en lugar de buscar a Dios. A veces hay que dar un paso de obediencia que fortalezca la fe.

Qué ejemplo tan grande el de esta joven, no nos puede dar temor presentar a Jesús, ni hablar de Él, no nos puede dar miedo compartir a ese Dios de salvación, el Dios que nos da vida. Que hoy nuestra fe traiga sanidad a la vida y a la casa de alguien más.    Oración.

«Amado Dios, permite que mi vida, mi posición, mis recursos y mi tiempo sean usados por ti para servir a otros, por eso ayúdame a llevar las buenas noticias de salvación, ayúdame a creer lo que tú eres capaz de hacer. Quiero ser de bendición para otras personas, porque la oración eficaz del justo puede mucho. Mi oración puede llevar salvación, sanidad y restauración a otro hogar, en el nombre de Jesús, amén.

sábado, 26 de octubre de 2024

La oración, la persistencia y la fe

 

La oración, la persistencia y la fe


“Entonces Elías dijo a Acab: Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye. Acab subió a comer y a beber. Y Elías subió a la cumbre del Carmelo, y postrándose en tierra, puso su rostro entre las rodillas. Y dijo a su criado: Sube ahora, y mira hacia el mar. Y él subió, y miró, y dijo: No hay nada. Y él le volvió a decir: Vuelve siete veces. A la séptima vez dijo: «Yo veo una pequeña nube como la palma de la mano de un hombre, que sube del mar. Y él dijo: Vé, y dí a Acab: Unce tu carro y desciende, para que la lluvia no te ataje. Y aconteció, estando en esto, que los cielos se oscurecieron con nubes y viento, y hubo una gran lluvia. Y subiendo Acab, vino a Jezreel. Y la mano de Jehová estuvo sobre Elías, el cual ciñó sus lomos, y corrió delante de Acab hasta llegar a Jezreel”. 1 Reyes 18:41-46

Los tiempos de sequía espiritual, donde no vemos nada, prueban nuestra fe. Podemos desanimarnos, dejar de orar y de congregarnos; o por el contrario disponernos a orar y esperar la respuesta del Señor en su tiempo perfecto. Aprendamos tres cosas del profeta Elías:

1) El poder de la oración. Nos lleva a entender que pase lo que pase debemos seguir orando. Es decirle al Señor: “estoy en sequía, pero yo dependo de ti”. Él nos da esperanza, mira nuestra situación, nos instruye y fortalece en la espera. El salmista nos aconseja aguardar, esperar el tiempo de la respuesta, confiando plenamente en la bondad de Dios, como dice Salmos 27:13-14: “Hubiera yo desmayado, si no creyese que veré la bondad de Jehová en la tierra de los vivientes. Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón; sí, espera a Jehová”.

2)El poder de la persistencia. ¿Cuántas veces tenía que subir el criado de Elías a ver una señal de lluvia? Siete veces. Muchas veces en la vida cristiana hay que insistir, resistir y clamar. Ya Elías había recibido la Palabra de que iba a ver una gran lluvia después de tanta sequía. Sólo se arrodilló y dependió absolutamente de Dios. Independientemente de las circunstancias o de toda intervención del enemigo que quiere que dudemos de las promesas de Dios, no nos desanimemos porque el Señor siempre cumple su Palabra, Números 23:19 “Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?”.

3)El poder de la fe. La fe es cuando no vemos nada o vemos algo muy pequeño, pero estamos seguros de que Dios va a actuar y seguimos persistiendo en oración. Elías creyó y declaró a Acab: “Sube, come y bebe; porque una lluvia grande se oye”, llamando las cosas que no son como si fuesen. Perseveró en la oración, hasta que vio la respuesta. Romanos 4:17 dice: “(como está escrito: Te he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen”.

Pidamos a Dios que hoy se detenga toda sequía en nuestras vidas, espiritual, emocional y física y que demos paso a un cambio de bendición y restauración donde sólo Él hará cosas nuevas.  Oración.

«Señor, quizás ahora no vea nada, pero persisto en orar y pedirte por la salvación de mi país, de mi ciudad, de mi familia, amigos y conocidos, quiero ver una mano pequeña que se extiende por tu infinita misericordia, trayendo salvación y vida eterna. Por eso te clamo para que se abran los cielos y que los tiempos secos se vayan, que llegue una lluvia fresca y una gran bendición para que todos lleguen al conocimiento de tu voluntad, en Cristo Jesús, amén.

viernes, 25 de octubre de 2024

La casa edificada sobre Cristo

 


La casa edificada sobre Cristo

“Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros. Y habló Josué a los sacerdotes, diciendo: Tomad el arca del pacto, y pasad delante del pueblo. Y ellos tomaron el arca del pacto y fueron delante del pueblo. Entonces Jehová dijo a Josué: Desde este día comenzaré a engrandecerte delante de los ojos de todo Israel, para que entiendan que como estuve con Moisés, así estaré contigo”. Josué 3:5-7

Josué le pidió a la gente que se separara de todo lo impuro y se consagrara por completo al Señor. Un milagro estaba próximo a ocurrir, el río Jordán se iba a abrir para que su pueblo llegara a la tierra prometida. Por medio del milagro que siguió a estas palabras, el pueblo llegó al convencimiento de que la mano de Dios estaba sobre su nuevo líder Josué.

A través de este pasaje se nos hace un llamado a un tiempo de santificación y consagración a Dios. Como dice Josué 3:5: “santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros”. Si le obedecemos veremos su respuesta. Por eso debemos humillarnos y despojarnos de todo lo que no le agrada. Necesitamos que su Santo Espíritu nos llene y nos redarguya de pecado, justicia y juicio y nos conduzca al arrepentimiento; a santificar y consagrar nuestras vidas.

Empecemos por decirle al Señor “Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, Oh Jehová, roca mía, y redentor mío”, Salmos 19:14. Esta es una confesión de fe, señala la importancia de que nuestras palabras y pensamientos sean consistentes con la Palabra y la voluntad de Dios. Que todo lo que hablemos y nuestro corazón murmure, sean un deleite para nuestro Señor. Nuestras palabras reflejan lo que nuestros corazones sienten y piensan. Deberían confirmar lo que creemos acerca de Dios, de su amor y su poder. Que el Señor nos haga esos hijos que apartamos tiempo para Él, que estamos en su presencia, que escuchamos su voz y la obedecemos.

Queremos estar firmes para poder pasar el Jordán, ese Jordán que son nuestras adversidades que no nos dejan disfrutar de la tierra prometida. Pidamos al Señor que nos ayude a pararnos firmes frente a las adversidades y aunque pasemos por el agua no nos anegaremos y por el fuego no nos quemaremos, porque Él está con nosotros. Que levante no solo a nuestra familia sino a toda la iglesia, sacerdotes que intercedan ante Él para que nuestras casas sean guiadas por su Espíritu Santo, santificando a nuestras familias y a nuestra iglesia.

Hagamos un pacto como lo hizo Josué diciendo: “pero yo y mi casa serviremos a Jehová”; Josué 24:15b.   Oración.

«Señor, hoy declaro que mi vida y la de mi familia caminan en pos de ti, por tu Palabra que es viva y eficaz, que me dice que somos tierra fértil y que harás maravillas en medio de nosotros. Cuando nos santifiquemos y nos consagremos a ti, podremos ver tu gloria y ser testigos de tu verdad, amén.

jueves, 24 de octubre de 2024

Adoremos a Dios

 


Adoremos a Dios

“Tú solo eres Jehová; tú hiciste los cielos, y los cielos de los cielos, con todo su ejército, la tierra y todo lo que está en ella, los mares y todo lo que hay en ellos; y tú vivificas todas estas cosas, y los ejércitos de los cielos te adoran”. Nehemías 9:6

En tiempos de Nehemías la restauración no solo se limitó a los muros físicos y la reconstrucción de la ciudad de Jerusalén, sino que se levantó un avivamiento cuando el pueblo restauró su condición espiritual y se acercó a Dios y a su Palabra, confesando sus iniquidades y clamando en voz alta a Jehová su Dios, adorándolo de corazón, Nehemías 9:4-5

Una profunda adoración a Dios comienza cuando confesamos nuestros pecados y reconocemos que hemos transgredido sus mandamientos. Si su Majestad suprema es reconocida por toda su creación, nosotros sus hijos, aún más debemos reverenciarlo reconociendo que Él gobierna, sobre todo.

Nehemías 9:3 dice: “Y puestos de pie en su lugar, leyeron el libro de la ley de Jehová su Dios la cuarta parte del día, y la cuarta parte confesaron sus pecados y adoraron a Jehová su Dios”. La restauración espiritual empieza cuando anhelamos la Palabra de Dios, ella es viva y eficaz, y llega a lo más profundo de nuestro ser y discierne nuestros corazones y nuestras mentes, para que reconozcamos cuanto le hemos fallado a Dios y nos volvamos a Él en arrepentimiento, entonces nuestro corazón es cambiado en un corazón adorador.

Esa confesión genuina debe llevarnos a apreciar quién es Dios, porque desde el principio de la creación Él se ha revelado a sí mismo como el único digno de toda exaltación y alabanza. Sólo Él es Dios. El Dios justo ha creado y preservado el mundo, y los ejércitos celestiales lo adoran.

Demostró que es justo al cumplir su Palabra, entonces podemos enumerar todas sus misericordias y favores; y conocer los pensamientos que tiene hacia nosotros, pensamientos de paz y no de mal, para darnos un futuro y una esperanza, Jeremías 29:11. Su bondad paterna nos ha favorecido, porque al darnos a su Hijo en propiciación por nuestros pecados nos ha dado nueva vida y un destino eterno.

Unámonos hoy a la adoración celestial y de toda su creación diciendo: “Y cantan el cántico de Moisés siervo de Dios, y el cántico del Cordero, diciendo: Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? pues sólo tú eres santo; por lo cual todas las naciones vendrán y te adorarán, porque tus juicios se han manifestado… diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”, Apocalipsis 15:3-4; Apocalipsis 14:7

El cántico de Moisés que fue un canto de redención cuando atravesaron el mar Rojo es ahora el cántico del Cordero, una celebración de la soberanía y el poder de Dios.  Oración.

«Amado Dios, ¡que seas alabado y glorificado siempre! Y todo lo creado se someta a tu soberanía. Hoy te pido que mi corazón se rinda a ti en adoración, reconociendo tu señorío sobre mí, solo tú tienes el control de todo, solo tú eres digno de exaltación y de alabanza, amén.

martes, 22 de octubre de 2024

Nadie es más grande que tú

 


Nadie es más grande que tú

“Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: Jehová Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que tú eres Dios en Israel, y que yo soy tu siervo, y que por mandato tuyo he hecho todas estas cosas. Respóndeme, Jehová, respóndeme, para que conozca este pueblo que tú, oh Jehová, eres el Dios, y que tú vuelves a ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego de Jehová, y consumió el holocausto, la leña, las piedras y el polvo, y aun lamió el agua que estaba en la zanja. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: ¡Jehová es el Dios, Jehová es el Dios!” 1 Reyes 18:36-39

ste es un gran ejemplo de fe. Elías hizo un altar para el holocausto y pidió al Señor que descendiera fuego del cielo y lo consumiera; con esto demostraría la grandeza de Dios a un pueblo que se había inclinado a dioses ajenos, para que recapacitaran y se volvieran al Dios verdadero. Hay personas que claudican entre dos pensamientos y no se deciden por Dios, quizás como el pueblo de Israel necesitan una demostración sobrenatural para creer. Sin embargo, en tiempos de Jesús aun ni las señales y milagros hicieron que las personas se convirtieran a Él.

Elías dijo: “Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado”. 1 Reyes 18:30. Preguntémonos en esta mañana: ¿hace cuanto has dejado de acercarte verdaderamente al Señor? ¿Hace cuanto está destruido tu altar de adoración? El altar significa la presencia de Dios en el centro de nuestra vida, pero muchas veces nuestra falta de comunión con Dios, la pereza, la desidia y los afanes de esta vida, nos impiden buscarlo. Hoy a través de Elías se nos hace un llamado a reconstruir el altar para la oración, la Palabra y la adoración a nuestro Dios. Y quizás vemos a nuestras familias divididas entre dos pensamientos, porque no ven en nosotros un claro testimonio de fe. Así como Elías, convoquemos a nuestra familia delante de Dios, motivémoslos a buscar su rostro, entonces si levantamos un altar de comunión con Dios en nuestro hogar, empezaran a ver la grandeza del Señor, porque encenderá el fuego del Espíritu en nuestra casa y nos recordará que Él es el hacedor de milagros, que puede transformar cualquier situación y obrará poderosamente si levantamos nuestra fe y oramos unidos.

Cuando sabemos Quién es el Dios en el que creemos, podemos pedir lo imposible, Él no nos dejará avergonzar, porque siempre va delante de nosotros, abrirá caminos y obrará en la vida de todos los que lo invocan de verdad.

La Biblia está llena de personas que creyeron lo que Dios es capaz de hacer y que recibieron grandes respuestas a sus oraciones. Mujeres y hombres de fe que clamaron a Él con todo el corazón. Por eso recordemos lo que dice Jeremías 33:3 “Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”.    Oración.

«Señor, tú eres Dios sobre todas las cosas, nadie es más grande que tú, por eso te pido que levantes mi vida y la de mi familia, que podamos reconstruir nuestra comunión contigo, aviva el fuego de tu Espíritu en nuestro corazón y aumenta nuestra fe. Obra poderosamente, contesta cada una de nuestras peticiones y haz que nuestra vida resplandezca para que otros crean que tú eres el Dios grande y verdadero, amén.

lunes, 21 de octubre de 2024

El reino eterno

 


El reino eterno

“Y en los días de estos reyes el Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá para siempre, de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación”. Daniel 2:44-45

Daniel interpretando el sueño del rey Nabucodonosor dijo que habría una sucesión de reinos: el babilónico, el medo-persa, el griego y el romano, pero el punto clave es que todos esos imperios del mundo llegarían a su fin, ninguno sería eterno.

Daniel habló entonces de un reino que nunca sería destruido, sino que duraría para siempre, este reino se basa en la roca cortada de un monte y no por manos humanas, una roca que rompió el hierro, la arcilla, el bronce, la plata y el oro en pedazos, Daniel 2:34-35.

Esa roca “golpeó la estatua” y se convirtió en una gran montaña que llenó toda la tierra. Ahora a través del lente de Jesús, vemos que esa roca es Cristo como dice 1 Pedro 2:4-8 “Acercándoos a él, piedra viva, desechada ciertamente por los hombres, más para Dios escogida y preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por lo cual también contiene la Escritura: He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; y el que creyere en él, no será avergonzado. Para vosotros, pues, los que creéis, él es precioso; pero para los que no creen, la piedra que los edificadores desecharon, ha venido a ser la cabeza del ángulo; y: Piedra de tropiezo, y roca que hace caer, porque tropiezan en la palabra, siendo desobedientes; a lo cual fueron también destinados”.

Isaías 28:16 nos dice “por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure”. Esa piedra es el Hijo de Dios, su origen divino, su reino eterno. Su reino ha tenido un crecimiento desmedido y llegará el día en que llenará toda la tierra. En la actualidad hay más de 2000 millones de personas que profesan el nombre de Jesús. Alegrémonos porque su reino no tendrá fin.

Jesús no buscó la afirmación humana vino a obedecer a su Padre y buscó complacerlo, estuvo dispuesto a morir por la salvación de la humanidad. Él es Santo y sublime, adorémosle hoy.    Oración.

«Padre amado gracias por tu inagotable amor mostrado al enviar a tu Hijo a morir por nuestros pecados y dar salvación a toda la humanidad. Tú eres Santo Jesús y reinas por la eternidad, gracias por llamarme de las tinieblas a tu luz admirable y trasladarme a tu reino eterno, ya no pertenezco a este mundo sino a ti, por eso quiero adorarte eternamente y para siempre, amén.