viernes, 5 de septiembre de 2025

Perfeccionados,

 


Perfeccionados, afirmados, fortalecidos y establecidos en Cristo

“Más el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos. Amén.” 1 Pedro 5:10-11

Hay situaciones en nuestra vida que causan dolor, tristeza, llanto y otros sentimientos poco alentadores o agradables, sin duda todo ser humano en algún momento atraviesa la muerte de un ser querido, de pronto la noticia de una enfermedad o diagnóstico grave, también pasamos por crisis o momentos alteraciones en la salud diferentes circunstancias difíciles que como dice el versículo de hoy, padecemos por un poco de tiempo.

El Dios de toda gracia, que para los que tenemos nuestra fe puesta en Jesucristo como nuestro único Señor y Salvador, es nuestro Padre Celestial, nos dice que después de este corto tiempo, él mismo nos perfeccionará, afirmará, fortalecerá y establecerá; su Palabra dice: “Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.” Isaías 43:2.

Hermanos, las tribulaciones que permite el Señor en nuestra vida tienen propósito, un propósito eterno, ese de acercarnos más a Él y de que le conozcamos íntimamente, aquel que nos lleva a experimentar su presencia y su fidelidad todos los días de nuestra vida, como cuando dice “Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo;” Salmos 23:4.

Entonces, indudablemente, estas situaciones y momentos de dificultad no son para nuestro mal, no son un castigo o algo que el Señor mandó para destruirnos, por el contrario, son el escenario perfecto a través del cual Él hace que nuestra mirada, confianza y dependencia esté puesta solo en Él, pues finalmente la única manera para que la vida de Cristo en nosotros crezca, se perfeccione, afirme, fortalezca y establezca, es cuando a su vez la de nosotros mengua (Juan 3:30). Menguan entonces la desesperanza, la angustia, el dolor, la incertidumbre y la frustración, y aumentan el gozo, la paz, la paciencia, la fe, la esperanza y el amor.  Oración.

«Padre, y aunque pasemos por valle de sombra de muerte, tenemos la certeza de que siempre con nosotros estás. Gracias por tan grande gracia, amor y fidelidad que en Cristo Jesús nos has manifestado, manifiestas y manifestarás, por ello y mucho más, a ti sea la gloria y la alabanza por los siglos de los siglos, amén.

jueves, 4 de septiembre de 2025

La bendición de la intimidad

 


La bendición de la intimidad

“Y Jehová dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste. Prepárate, pues, para mañana, y sube de mañana al monte de Sinaí, y preséntate ante mí sobre la cumbre del monte.” Éxodo 34:1-2

“Y Moisés alisó dos tablas de piedra como las primeras; y se levantó de mañana y subió al monte Sinaí, como le mandó Jehová, y llevó en su mano las dos tablas de piedra. Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová! fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y cuarta generación. Entonces Moisés, apresurándose, bajó la cabeza hacia el suelo y adoró.” Éxodo 34:4-8

Vemos en las citas bíblicas del día un pequeño relato de lo que fue uno de los encuentros que Moisés tuvo con el Señor, en este podemos ver que Dios le hace el llamado a presentarse delante de Él muy de mañana, y le da también unas instrucciones para lo que sería el propósito de ese encuentro; por su parte, vemos a Moisés atendiendo al llamado del Señor y haciendo tal como le había escuchado. Finalmente, lo que vemos en este maravilloso encuentro, es mucho más de lo que Moisés o cualquiera de nosotros podría pensar o esperar, pues le fue dada a este hombre la gracia del conocimiento y la revelación de Dios de manera personal, íntima y directa, el Señor mismo revelándose ante Moisés.

Ahora bien, la Palabra de Dios en 1 Corintios 2:9 dice “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, Ni han subido en corazón de hombre, Son las que Dios ha preparado para los que le aman.” Hermanos, el conocimiento y la revelación de Dios no viene por grandes capacidades mentales o sabiduría humana, sino que ha agradado al Señor revelarlas por su Espíritu, a aquellos que se hacen como niños, a personas dependientes totalmente de su Padre Celestial, que le busquen con gran anhelo y gozo, y que por su puesto crean y confíen en lo que de Él escuchan y reciben (1 Corintios 2:10, Mateo 18:1-5). Así que, si tú en tu vida anhelas ver y conocer de primera mano la gloria de Dios, busca un tiempo y lugar donde con Él a solas puedas estar y por su Espíritu recibe la bendición de la intimidad. Salmos 25:14 dice “La comunión íntima de Jehová es con los que le temen, Y a ellos hará conocer su pacto.   Oración.

«Padre, gracias porque no es el tiempo donde te adoraban en montes y templos, es esta la hora donde los que te queremos adorar, es necesario que lo hagamos en espíritu y verdad; gracias porque es tu Espíritu que mora en mí el que me guía, me enseña y me ayuda a estar en tu presencia, contemplarte, escucharte y adorarte, por Jesucristo mi Señor y Salvador, amén.

miércoles, 3 de septiembre de 2025

El propósito de nuestro diario caminar

 


El propósito de nuestro diario caminar

“Y dijo Moisés a Jehová: Mira, tú me dices a mí: Saca este pueblo; y tú no me has declarado a quién enviarás conmigo. Sin embargo, tú dices: Yo te he conocido por tu nombre, y has hallado también gracia en mis ojos. Ahora, pues, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres ahora tu camino, para que te conozca, y halle gracia en tus ojos; y mira que esta gente es pueblo tuyo. Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.” Éxodo 33:12-14

Hay un deseo bien particular e importante que Dios tiene para con nosotros y es, que le conozcamos; es este un deseo tan profundo y una intención tan grande que el Señor con cada eventualidad de nuestra vida lo que busca es que le conozcamos, adicional que encontremos esa gracia en sus ojos para con nosotros y que veamos su gloria.

El Espíritu Santo a través del apóstol Pablo en Efesios 1:16-17 deja esto plasmado de la siguiente manera: “no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él,”

Entonces, cada vez que en nuestra vida no veamos el camino, no encontremos dirección o simplemente haya inseguridad en nuestro corazón de modo que no nos atrevemos a dar el paso, es precisamente la oportunidad que Dios está forjando para que al igual que Moisés le supliquemos en oración y con un corazón dispuesto y humilde que por favor nos muestre cuál es su camino con el fin de poderle conocer.

Hermanos, hay una gracia que por Jesucristo, nosotros hemos hallado delante de Dios, pero que no la podremos descubrir ni experimentar si en cada día y circunstancia de nuestra vida no le buscamos reconociendo nuestra necesidad y dependencia de Él. El Señor en respuesta a la petición de su siervo Moisés le dijo: “Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.” y por Jesucristo, la presencia de Dios por medio de su Santo Espíritu en nosotros los creyentes está y dice que estará para siempre; de modo que, atendamos a este llamado y este deseo tan precioso de Dios para nosotros y disfrutemos así de todo el conocimiento y la revelación que Él, por su Espíritu, nos quiere dar en nuestro diario caminar.   Oración.

«Padre Santo, bueno, fiel, misericordioso y bondadoso, en este nuevo día que me concedes de vida, te alabo y te bendigo por lo que eres y por permitirme estar delante de ti; Señor bueno, en este momento rindiendo mi corazón delante de ti con toda fe y humildad te pido que por esa gracia que me has concedido en Jesucristo, me muestres el camino que debo andar, la decisión que debo tomar y el paso que debo dar; bendice mi vida con la gracia de poderte conocer más y más en mi diario caminar, amén.

martes, 2 de septiembre de 2025

Amarnos a nosotros mismos

 


Amarnos a nosotros mismos

 “Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará. Pues ¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” Lucas 9:24-25

“El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará.” Juan 12:25

Contrario a lo que nuestra mente puede pensar y de hecho a lo que el mundo promueve, en el Reino de los Cielos, el amarnos a nosotros mismos no se trata de preservar, amar o cuidar nuestra vida natural; esta vida natural que es la vida del alma (pensamientos, emociones y voluntad), el Señor nos llama a perderla por su causa, pues según su Palabra en Lucas 9:24-25, todo el que quiera salvar esta vida finalmente la perderá, porque “¿qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?”

Hermano, cuando nosotros seguimos tras nuestros propios pensamientos, emociones y voluntad, vamos a terminar perdidos, flagelados y destruidos, puesto que naturalmente por el pecado que heredamos de Adán, nuestros pensamientos se encuentran entenebrecidos (Efesios 4:18), nuestras emociones desequilibradas (Santiago 3:14,16) y nuestra voluntad o nuestros deseos desordenados (Gálatas 5:16-17), de modo que, es por este motivo que el Señor nos llama a perder o aborrecer esta vida. Y entonces, ¿cómo amarnos a nosotros mismos?

Pues bien, la Palabra de Dios nos revela que cada persona que cree en el Hijo de Dios, Jesucristo, tiene vida eterna (1 Juan 5:10-11); esta vida que se nos ha concedido por gracia por medio de la fe, es una vida espiritual, es vida eterna, en el griego: vida “Zoé”, y es por supuesto una vida superior a la natural, es en otras palabras, la vida de Cristo en nosotros (Juan 14:16-17, 20). De modo que, la gran respuesta a esta importante pregunta es: nos amamos a nosotros mismos cuando vivimos, andamos o caminamos en esta nueva vida, “Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz.” Romanos 8:6.

Hermanos, renunciar a nuestros propios pensamientos, emociones y voluntad, y en lugar de ello, anhelar y tomar el pensar, el sentir y el hacer de Cristo revelado en su Palabra por medio de su Espíritu que en nosotros mora, es la manera más sabia y acertada de manifestarnos amor propio, pues sólo Él en su Soberanía y perfección puede darnos el gozo, la paz, plenitud y abundancia que tanto anhelamos y necesitamos (Juan 10:10).   Oración.

«Padre, gracias porque en tu infinito y auténtico amor, por medio de Jesucristo, me has concedido una nueva vida, la vida espiritual, la vida de Cristo a través de tu Espíritu; hoy entendiendo esta gran verdad y apreciando este gran tesoro, te pido que me concedas la gracia de cada día negarme a mí mismo para andar y disfrutar de esta nueva vida espiritual, amén.

lunes, 1 de septiembre de 2025

Tres cruces

 


Tres cruces

“Porque si fuimos plantados juntamente con él en la semejanza de su muerte, así también lo seremos en la de su resurrección;”, Romanos 6:5

“sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado”, Romanos 6:6

Dos cruces justas, pero una cruz injusta, el inocente estaba pagando por el culpable, podemos preguntarnos con qué cruz nos identificamos. Los que creímos, estamos en la cruz del medio, juntamente con él hemos sido crucificados. Pero la recompensa es inmensa, también hemos resucitado junto con el que murió.

En otra cruz, uno que antes de morir miró a Jesús y pidió misericordia al único que podía concederla, entonces recibió una promesa impactante “Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lucas 23:43)

Espiritualmente este hombre fue llevado a la cruz de en medio, a la de Cristo, para que al ser crucificado juntamente con él, pudiera gozar de la vida eterna y estar ese mismo día en el paraíso.

Todos los que creemos en Cristo, fuimos unidos a su muerte y a su resurrección, plantados en él, unidos a él.

Pero también diariamente tenemos que ir nuevamente a la cruz, porque hay un enemigo que no es externo, es interno, que sigue en nosotros, la vieja creación, el viejo Adán. Y hay una guerra para que la vieja creación mengüe y Cristo crezca.

No es con nuestro esfuerzo, es una victoria ya consumada que debe ser notificada al alma para que esta manifieste la nueva vida, que es Cristo mismo. Solo la cruz diaria, al crucificar nuestras pasiones, deseos, pensamientos y sometiendo mi voluntad a la voluntad del Espíritu, permite que la naturaleza que domine y crezca sea la nueva naturaleza.

El hombre natural, no conoce el amor, es un atributo de Cristo. Pero si Cristo crece en mí, crece el amor, crece la obediencia. Es transmitido al alma lo que ocurre en el espíritu en unión con el Espíritu, pero la clave está en la cruz. (Lucas 9:23, Lucas 14:26)

Oración.

«Padre, ésta fue la manera en que nos amaste, enviando a tu Hijo amado a la cruz, para que juntamente con él nosotros también fuéramos a la cruz, y así mismo en la semejanza de su resurrección fuésemos colocados. Cristo en ti Padre, nosotros en él, unidos en todo, para que en todo seas glorificado, en el poder de tu Santo Espíritu, amén.

domingo, 31 de agosto de 2025

El velo

 


El velo

“Y aun hasta el día de hoy, cuando se lee a Moisés, el velo está puesto sobre el corazón de ellos. Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará.”, 2 Corintios 3:15-16

“Pero cuando se conviertan al Señor, el velo se quitará. Porque el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor.”, 2 Corintios 3:16-18

Muchos leen las escrituras y hablan de Jesús, pero no les ha sido revelado realmente; es como hablar de alguien que está lejano, de un familiar o un amigo cercano, hablando de algunas experiencias que otros le cuentan, incluso de manera detallada. Pero no hay un conocimiento de la persona; cuando la biblia habla de conocimiento, se usa la misma palabra que es para un encuentro íntimo entre una pareja, por ejemplo en Mateo 1:25: “Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.”

Hemos reflexionado que la función del Espíritu santo es «quitar el velo» para que podamos ver la realidad de quiénes somos en Cristo y cuál es la obra completa que Él ha hecho en nosotros: “Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber.” (Juan 16:14)

Lo anterior significa, que la Biblia da testimonio de Cristo, pero sólo el Espíritu nos puede revelar este conocimiento, que no es un conocimiento intelectual sino una experiencia viva de la Palabra de Dios en nosotros: Cristo mismo en cada creyente. Una unión íntima. Una vida en nosotros, que lo cambia todo, lo redime todo y lo transforma todo.

Necesitamos por tanto crecer en el conocimiento de Cristo, en esta gracia que se nos ha dado por fe. Por lo tanto, todos nosotros, quienes hemos sido unidos a Cristo, a la vid verdadera, tomamos de su sustancia y nos ha sido quitado el velo, entonces podemos ver y reflejar la gloria del Señor. El Señor, por medio de su Espíritu, nos hace más y más parecidos a él a medida que somos transformados a su gloriosa imagen. (2 Corintios 3:18, 2 Pedro 3:18).

Así que no basta solo con saber que Jesús murió por nosotros; también debemos comprender y experimentar que nosotros morimos con Él. Debido a que morimos y resucitamos con Él, el poder del pecado sobre nosotros ya no tiene señorío. Y nuestra vida ha sido transformada plenamente y completamente.   Oración.

«Padre, que se caigan de mis ojos espirituales las escamas que no me dejan ver la gloriosa presencia de tu Hijo en mí, que pueda conocer y entender plenamente que yo morí y ahora mi vida está en Cristo, donde también he resucitado para vida nueva. Amén.

sábado, 30 de agosto de 2025

Anunciando la vida que nos habita

 


Anunciando la vida que nos habita

“Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación.”, 1 Corintios 1:21

“más ahora, conociendo a Dios, o más bien, siendo conocidos por Dios, ¿cómo es que os volvéis de nuevo a los débiles y pobres rudimentos, a los cuales os queréis volver a esclavizar?”, Gálatas 4:9

Todo el mundo habla de Jesús, pero solo pueden manifestar su vida los que lo conocen, que han sido primero amados y conocidos por Él. (Gálatas 4:9)

El evangelio se expresa en obras y en la Palabra, que es Cristo como la Palabra, expresándose a través de nosotros, no que seamos nosotros comunicando un mensaje intelectual o hablando de nosotros mismos, sino que es Cristo dándose a conocer a través de nosotros.

Por lo tanto, la iglesia no es una entidad que habla de Cristo, es el cuerpo de Cristo, manifestando su sentir, su pensamiento y su actuar. Los únicos que pueden expresar la vida de Cristo, somos los que formamos parte de Él.

El propósito del evangelio se cumple, cuando Cristo es formado en nosotros y Cristo en nosotros da testimonio de la verdad, que es él mismo. Cristo como la cabeza y nosotros el cuerpo, damos testimonio viviente de la plenitud de aquel que lo llena todo en todos. (Efesios 1:22-23)

Entonces la predicación del evangelio para salvación de los oyentes que creen, no es un evento o una reunión, sino una expresión constante donde todo el tiempo manifestamos a Cristo, sea en el trabajo o en nuestra familia “Pues si anuncio el evangelio, no tengo por qué gloriarme; porque me es impuesta necesidad; y ¡ay de mí si no anunciare el evangelio!” (1 Corintios 9:16). Es una necesidad que sale orgánicamente de nuestro interior, porque es Cristo mismo queriendo que todos sean salvos y que lleguen al conocimiento de la verdad, como dice 1 Timoteo 2:4 “el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad.”, y la verdad no es una filosofía, ni una religión, tampoco algo sino alguien. Cristo mismo.

Entonces, no anunciamos algo, sino a alguien que nos habita. Si el que escucha cree en él, en la persona misma que mora en nosotros y del cual damos testimonio con palabras y con hechos, entonces los demás creerán para salvación y serán sellados con el Espíritu Santo: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” (Efesios 1:13).

Abogados, ingenieros, médicos, deportistas, técnicos, amas de casa o la profesión que sea, tienen un pasaporte para ir a donde conviven y predicar el evangelio en esos lugares, manifestando a Cristo mismo en sus vidas. El Cristo resucitado expresado en todo lo que hacemos: “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios Padre por medio de él” (Colosenses 3:17)    Oración.

«Padre, que en todo lugar y en todo lo que hago, sea Cristo en mi revelándose a otros, amando, enseñando y trayendo su paz por medio de nuestros actos, y que cuando hablemos no seamos nosotros, sino Cristo hablando de la salvación que el Padre proveyó en él. Amén.