viernes, 20 de diciembre de 2019

Presencia de Dios en tu vida


Presencia de Dios en tu vida
“¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra. Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día; lo mismo te son las tinieblas que la luz”, Salmo 139:7-12
Este salmo nos da prueba de la Omnipresencia de Dios, o sea, Él está en todo lugar y en todo tiempo, un atributo, sólo de Dios. Muchas veces hemos buscado la noche, hemos cerrado las cortinas, nos hemos ocultado en cuatro paredes para pecar deliberadamente, pero a los ojos de Dios todo está descubierto. La Biblia dice: “Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos”. (Proverbios 15:3)
Debemos tener completa convicción que cuando recibimos a Jesucristo en nuestro corazón, como Señor y único Salvador, el Espíritu Santo viene a nuestra vida y nos sumerge en Él y permanece con nosotros todos los días de nuestra vida, revelándonos las verdades del Reino de los cielos y ayudándonos en nuestras debilidades.
Dios es ineludible, ¿a dónde huiremos de su presencia?, pues no hay lugar para esconderse de Dios, aunque pretendamos ocultarnos entre sombras, como lo hizo Adán y Eva que se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto, así como también ocurre que ignoramos la omnipresencia del Santo Espíritu y somos indiferentes a sus manifestaciones.
Recordemos, cuán gran privilegio tenemos los creyentes, Dios siempre está a nuestro lado, cuida nuestra salida y nuestra entrada, nos estrecha y nos guía con su mano derecha y la noche resplandecerá alrededor de nosotros. Dios está allí aunque no lo percibamos.
Hermano, vive tu vida en santidad, camina en la presencia del Señor y tu vida será transformada, para la gloria de Dios. Oración.
Amado Dios, perdóname porque quizá muchas veces me oculté tras las sombras, ignorando que tu mirada estaba puesta en mí. Hoy y siempre quiero vivir y caminar en tu presencia, bajo tu dulce y tierna contemplación, haciendo tu santa, buena, agradable y perfecta voluntad. Gracias Señor, amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 19 de diciembre de 2019

Espíritu Santo eres Maestro e Intercesor


Espíritu Santo eres Maestro e Intercesor
“Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”, Romanos 8:26-27
Jesús les comunicó a sus discípulos que era necesario que él se fuera pero no los iba a dejar huérfanos, enviaría al Espíritu Santo, quien los guiaría a toda verdad, los instruiría en todo y les recordaría todo lo que les había dicho. Jesús era su maestro, pero al regresar al Padre prometió mandar un nuevo maestro, el Espíritu Santo.
Del mismo modo que nos enseña las verdades sobre Jesús y el Padre, el Espíritu Santo nos enseña a orar y aún más, ora con nosotros cuando no sabemos hacerlo. EI Espíritu conoce nuestra debilidad e intercede por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras humanas. Cuán significativo es que esa intercesión sea de acuerdo con la perfecta voluntad de Dios.
Ahora, es Dios quien escudriña el espíritu de todas las personas, así como también Él conoce las intenciones de nuestro corazón, sean buenas o malas, porque nuestros pensamientos no están ocultos a Él. La Biblia dice: “Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras”. (Jeremías 17:10). Dios nos da la oportunidad de escoger el camino, si el de la vida o de la muerte, si aceptamos a Jesucristo en nuestro corazón o lo rechazamos o si aceptamos ser hijos de Dios o hijos del padre de la mentira.
Pablo da testimonio y dice: «Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. […] El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios. Y si hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo». (Romanos 8:14-17a)
Por lo tanto, el Espíritu Santo trabaja activamente en nuestra vida, para guiarnos, enseñarnos e interceder por nosotros siempre. El Espíritu Santo nos muestra nuestra identidad de hijos de Dios y confirma en nuestros corazones que Dios es verdaderamente nuestro Padre. Oración.
Padre Bueno, que privilegio me has concedido sin merecerlo, al bautizarme con tu Santo Espíritu, pues Él me enseña la Verdad y me revela tus secretos, Él es mi Maestro, el Mediador en mis caídas, la fortaleza en mi debilidad y clama por mí con palabras celestiales. Gracias Señor. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 18 de diciembre de 2019

Levántate y haz tu parte que Cristo hace el milagro


Levántate y haz tu parte que Cristo hace el milagro

“Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo”, Juan 5: 2-9
Jesús hablaba con autoridad, daba sus mandamientos a los hombres, y en la medida que éstos obedecían recibían los milagros.
Cuando Jesús le pregunta al hombre si quería curarse, pareciera que es una pregunta que no cabe. ¿Quién no quiere sanarse? El hombre había esperado treinta y ocho años y quizá ya había perdido la esperanza, hasta es posible que en lo más íntimo de su corazón se sintiera satisfecho de seguir siendo un inválido, porque, si se curaba, tendría que enfrentarse con el peso de la vida y sus responsabilidades. Pero la respuesta de este hombre fue inmediata. Quería curarse, aunque no veía cómo, puesto que no había nadie quien lo ayudara.
Hoy igualmente se presenta esta situación con nosotros, pues Jesús viene y nos dice: “¿Realmente quieres cambiar?” Si en lo más recóndito de nuestro corazón estamos contentos con ser como somos, no puede haber ningún cambio, porque el deseo de las cosas divinas debe inflamar nuestro corazón. Jesús, pues, le dijo al hombre que se levantara, pues es como si le hubiera dicho: “¡Hombre, doblega tu voluntad! Haz un esfuerzo supremo y tú y yo lo lograremos juntos”. El poder de Dios no prescinde del esfuerzo del hombre. Dios le dijo a Josué: “Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente” (Josué 1:9).
Ningún hombre puede vegetar, y esperar que suceda el milagro. El milagro sucede cuando nuestra voluntad y el poder de Dios cooperan para hacerlo posible. “Levántate” le dijo. Ciertamente, Jesús estaba ordenando al hombre que intentara lo imposible. El hombre podría haber dicho, que eso era exactamente lo que no podía hacer, que durante treinta y ocho años el lecho había sido su soporte. Pero una vez más, el hombre hizo el esfuerzo a la par de Cristo, y sucedió el milagro.
Hermano, aquí tenemos el camino para lograr lo que anhelamos. Hay tantas cosas en este mundo que nos vencen, nos derrotan y se apoderan de nosotros, pero el esfuerzo y la fe en Cristo harán manifiesto su poder y el milagro vendrá.  Oración.
Amado Señor, he vivido postrado y agobiado por la carga del pecado que por años se arraigó dentro de mí, pero hoy me he levantado y me he sumergido en las aguas de tu palabra que lava, purifica, santifica y restaura. Gracias señor porque soy nueva criatura en ti. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 17 de diciembre de 2019

Dios usa nuestras vidas


Dios usa nuestras vidas

«Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres»
Dios usó a Elías en el monte Carmelo para hacer descender fuego desde el cielo sobre los profetas de Baal. Y sin embargo se desplomó bajo las amenazas de Jezabel. Como fugitivo, huyendo de la reina, y deseando morirse. En el momento en que desvió su atención de Dios al enemigo, se vio desbordado. Entonces el Señor le volvió a hablar, aunque esta vez no lo hizo de forma espectacular, sino con “un silbo apacible y delicado”, llevándole a un lugar apartado para que descansara y pasara tiempo con Él. Cuando la nación volvió a ver a Elías después de este episodio, éste ya se había fortalecido espiritualmente.
Entonces, responde a la pregunta: “¿Has desviado tu atención, de Dios a “las cosas que tienes que hacer”? Si es así, necesitas tiempo a solas con Dios. Cuando Él te llame para que te apartes a descansar, hazlo inmediatamente
Hay dos peligros que le siguen a todo triunfo: Primero, pasar demasiado tiempo escuchando los elogios del mundo. Segundo, dar por hecho que tienes todo lo necesario para triunfar en tus propias fuerzas. Si haces una de esas dos cosas, te desconectas de Dios, la fuente de toda fortaleza. David exclamo: “El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?”. Sólo puedes ser audaz y valeroso si tu fe está cimentada en Dios.
Además, Dios envió a Eliseo para que asistiera a Elías; Él también puede enviar a la persona adecuada para ayudarte a ti. Él sabe lo que necesitas para volver a levantarte y seguir adelante. Oración.
Padre Amado, te ruego que mis pensamientos sean cautivados por ti, que mi atención se centre en tu Palabra para que mi fe se fortalezca, y mi confianza esté cimentada en tu ley. Quiero servirte con toda firmeza, integridad y santidad. Te amo Señor. Amen.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 16 de diciembre de 2019

Evaluando mi vida


Evaluando mi vida

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno”, Salmo 139:23-24
Hoy vivimos una vida extremadamente activa o tal vez muy acelerada, sin hacer un alto en el camino para evaluar nuestra vida, para reflexionar sobre lo íntimo de nuestro ser y esto nos lleva a cometer los mismos errores o pecados y seguimos cargando con las mismas culpas. Un maestro escribió: “El hombre tiene muchas pieles en sí mismo, que cubren las profundidades de su corazón. El hombre conoce tantas cosas y se desconoce a sí mismo”.
Qué bueno es volver los ojos hacia adentro y con el lente del Espíritu Santo, mirar nuestro propio corazón y nuestra propia alma, y con lápiz y papel hacer un diario espiritual que exprese cómo es nuestro andar con Dios, pues a nuestro parecer podemos creer que estamos obrando correctamente, pero solamente en su presencia conocemos si hay en nosotros camino de perversidad y sólo Jesucristo nos puede guiar en el camino eterno.
Ahora, no es fácil reconocer los propios errores y menos cuando creemos no tenerlos, David decía: “¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias; que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión. Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía, y redentor mío”. Salmo 19:12-14
Esta era la actitud de David delante de Dios, abría su corazón para ser examinado, pues sólo Dios sabe y muestra lo que hay en él, y nos ayuda a despojarnos de toda maldad.
Hermano, camina con Dios hacia tu interior y conócete a ti mismo, despójate de toda maldad y no dejes que nada, ni nadie, ocupe el lugar de Dios en tu vida. Oración.
Oh mi Dios y mi Rey, me presento delante de ti descubriendo mi corazón para que tú lo examines y mires si aún alberga perversidades, ayúdame a despojarme de toda maldad y coloca en mí un nuevo corazón y un espíritu renovado que camina hacia el reino de Dios. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 15 de diciembre de 2019

Quiero levantar alas como las águilas


Quiero levantar alas como las águilas

“Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán”, Isaías 40:29-31
El Señor Jesús dijo: en el mundo tendréis aflicción, pues él no vino a prometernos una vida color de rosa. Porque su propósito fue más alto y sublime: darnos la salvación eterna, una herencia incorruptible, incontaminada e inmarcesible.
En nuestro diario vivir, todos afrontamos necesidades y aflicciones que nos agobian, nos cansan y fatigan, a veces hasta agotar todas nuestras fuerzas; y aquí el profeta recuerda cómo renovar nuestras fuerzas y dice: “los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas” o sea, los que dependen y esperan en Dios, manteniendo su fe en medio de la adversidad, tienen nuevas fuerzas a cambio de su debilidad.
Es fantástica la asimilación que la Biblia hace de levantar alas como las águilas, pues a los 40 años las águilas están envejecidas y tienen que renovar sus garras, su pico y su plumaje en un doloroso proceso, de lo contrario morirían; y cuando de nosotros se trata, cuando tenemos que someternos a un proceso de cambio, no es fácil, pues tenemos que empezar por renovar nuestra manera de pensar, despojarnos del viejo hombre que está viciado conforme a los deseos engañosos del mundo, dejar tanto orgullo y arrogancia, así como el águila sacó su pico con la peña para que crezca uno nuevo. Además, las águilas usan su fuerza solamente para iniciar el vuelo, baten sus alas y se esfuerzan hasta ganar cierta altura, y allí aprovechan la fuerza de los vientos y se dejan llevar por ellos. Qué extraordinaria semejanza con nosotros, sólo tenemos que tomar la decisión de aceptar a Jesucristo como único Salvador y su Santo Espíritu nos ayudará a remontarnos a las alturas. David dijo: “Dios es el que me ciñe de poder, y me hace estar firme sobre mis alturas” (Salmo 18:32-33b).
Hermano, dispongámonos a una total renovación, porque si no lo hacemos, caemos en una parálisis espiritual y emocional y será difícil levantar el vuelo. No hay duda de que seremos fuertes sólo en el poder de Dios. Oración.
Amado Dios, he tenido momentos donde las fuerzas se me agotan, momentos llenos de impotencia, pero tú extendiste tu mano a mí, y me diste nuevas fuerzas para levantar alas como las águilas. Hoy mi esperanza y mi confianza están puestas en ti, y te clamo como David decía: “Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí” Gracias Señor, Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 14 de diciembre de 2019

No seas sabio en tu propio concepto


No seas sabio en tu propio concepto
“Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal”, Proverbios 3:5-7
Muchos tienen su seguridad y confianza en sus propias fuerzas, en sus capacidades y habilidades, en su inteligencia, en su empleo, en el dinero que poseen. Seguramente les irá bien, pero caminan lejos de la voluntad de Dios, pues no hay mayor enemigo para el temor del Señor que la arrogancia de su propia sabiduría.
Temer a Dios significa obedecer su Palabra, pues Él sabe lo que es correcto y lo que es bueno para cada uno. Dios está profundamente interesado en el ser humano y por eso ha dictado mandamientos y estatutos para protegerlo.
Ahora, al hombre le corresponde tomar la decisión de confiar y obedecer a Dios o hacer según sus propios criterios confiando en sí mismo. Ambas opciones traen resultados. El obedecer a Dios resulta en bendición, pero desobedecer resulta en maldición.
Pablo le dijo a Timoteo: “Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15). En otras palabras, el consejo dice: “Confía en el Señor de todo tu corazón, y no en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él allanará tus sendas”
Confiar en el Señor con todo nuestro corazón, es lo que Él mismo nos solicita y sabemos que esto sólo puede lograrse a través de la fe en Jesucristo. Confiar es depender de Él, y también buscar ser guiados por su Palabra en cada circunstancia de nuestra vida.
Hermano, confiar en el Señor trae recompensa y bendición, pues nos diseñó para tener una dependencia absoluta de Él y todas las decisiones necesitan de la guía de Dios. Oración.
Amado Señor, he cometido errores y decisiones equivocadas, por apoyarme en mi propia sabiduría y la búsqueda de mi propio camino. Hoy decido confiar plenamente en ti, despojarme del orgullo de creer que no me equivoco. Me aferro a tus mandamientos, y los grabo en mi corazón, para poder hacer como tú quieres. Elijo tu sabiduría, pues tú conoces lo que es mejor para mí. Tu forma de actuar está por encima de la mía. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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