lunes, 9 de noviembre de 2020

La salvación es por fe en Cristo

 


La salvación es por fe en Cristo - Parte 1 “Por eso os dije que moriréis en vuestros pecados; porque si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis.” Juan 8:24

Si pudiéramos por nosotros mismos dejar el pecado, Cristo no hubiera venido, pero no hacemos lo que deberíamos hacer, lo bueno, sino que hacemos por naturaleza lo malo. Cuando la ley nos dice “No hagas”, el pecado que mora en nosotros, aprovecha la oportunidad y nos lleva con más fuerza a cometer el mal, y por lo tanto, como Dios es un juez justo, la ley nos condena (Leer Romanos 7:7-12).

Entonces, podemos ver lo terrible que es el pecado, pues usó lo que era bueno a fin de lograr mi condena de muerte. Se vale de los buenos mandatos de Dios para lograr sus propios fines malvados. (Romanos 7:13).

Por esta razón vino Cristo, para liberarnos del pecado y su condenación, para que, por la fe, nosotros fuéramos hechos justicia de Dios en Él (2 Corintios 5:21), porque Él tomó en su cuerpo el pecado; el inocente murió por los verdaderos culpables, para liberarlos del pecado.

Si no creemos que Jesús murió y resucitó por nosotros, si no creemos que somos hechos inocentes por lo que Él hizo en la cruz, y si no aceptamos su regalo de justicia y amor, entonces, tristemente, moriremos en nuestros pecados.

Pero tenemos esta oportunidad maravillosa, de aceptar su gracia, su regalo inmerecido de salvación, creyendo en el hijo de Dios, ¿puedes aceptarlo hoy mismo, mediante la fe y ser salvo? Claro que sí, ora a Dios y pide su don de salvación, por la gracia de Cristo y considérate muerto al pecado y vivo para Dios en Cristo Jesús, para vivir una nueva vida, guiada por su Palabra y su Espíritu, que ahora mora en tu corazón (Romanos 6:1-16). 

Oración.

«Señor Jesucristo, gracias porque moriste en la cruz por mis pecados, te ruego perdones mis transgresiones. Hoy te entrego mi vida y te recibo como mi Señor y mi salvador, dame un nuevo corazón que te obedezca y te honre. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito. 

domingo, 8 de noviembre de 2020

Libre de condenación. Parte 2

 

Libre de condenación. Parte 2


“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.” 1 Juan 2:15-17

Es recibiendo el amor del Padre, que podemos dejar el pecado y la condenación que este conlleva. Cuando recibimos el amor del Padre, por medio de Jesucristo, somos liberados de toda condenación. Ese amor nos impulsa, ya que, si creemos que Cristo murió por cada uno de nosotros, también creemos que hemos muerto a nuestra vida antigua (2 Corintios 5:14-15).

Como dice una canción popular, “amor con amor se paga”. El amor de Dios es verdadero, no es cualquier amor, fue mostrado en la cruz, nos dio vida eterna y ahora habita por medio de su Espíritu en nuestro corazón para darnos la capacidad de cumplir la ley del amor. Entonces, si amamos con el amor que Él nos amó, amamos a los demás y no les hacemos daño por medio del pecado.

Miremos cuánto amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos, y si nos damos cuenta del amor del Padre y lo recibimos, lo ponemos en acción cada día, y dejaremos definitivamente los deseos de la carne, los deseos de los ojos y la vanagloria de la vida que nos lleva al pecado. Oración.

«Padre, quiero agradarte y hacer tu voluntad, pues de la misma manera que me amaste, ahora anhelo servirte y por amor a Cristo apartarme de toda maldad, no seguir los malos deseos del mundo y crucificar cada día los impulsos de la carne. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito. 

sábado, 7 de noviembre de 2020

 


BENDITO EL QUE CONFÍA EN DIOS

“En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir delante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud. Y después que los hubo despedido, se fue al monte a orar”, Marcos 6:45-46

“Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada. Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto”, Jeremías 17:5-8

Durante los tres últimos años de Jesús en la tierra, el ritmo de su vida fue en aumento, predicaba, enseñaba y sanaba y estaba rodeado de mucha gente buscando su ayuda. Había tanto trabajo que se mantenía ocupado todo el día, sin embargo esto nunca le impidió hacer lo más importante, orar.

Necesitaba ese encuentro con su Padre celestial para descansar y renovar sus fuerzas. Para recargarse espiritualmente. A veces las oportunidades, el trabajo, el estudio y cualquier logro que deseamos alcanzar nos hacen vivir vidas agitadas, estresadas y no tenemos tiempo para Dios. El Señor quiere que evitemos el colapso y apartemos tiempo para estar en su presencia, descansar, orar y escuchar su guía.

Que nunca nos pase lo del Pueblo de Israel que buscaron el valor y la fortaleza en alianzas con Egipto y no confiaron en la ayuda de Dios quién siempre había cuidado de ellos. No aprendieron a descansar en su amor y su poder. Isaías 30:15 “Porque así dijo Jehová el Señor, el Santo de Israel: En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Y no quisisteis”. Fueron necios en buscar el socorro en otros, en lugar de acudir a Dios.

Los seres humanos siempre tendemos a apoyarnos en nuestro propio entendimiento, acarreando sobre nuestra vida problemas por no depositar nuestra fe en el Dios Verdadero. La Biblia dice Maldito el hombre que confía en el hombre, y deja de depender humildemente del que le hizo y le conoce, desconfiando de su bondad y de su voluntad, será como un pasto en el desierto, inútil y sin valor.

Los que confían en su propia justicia y poder piensan que pueden arreglárselas sin Cristo. En cambio, los que confían son benditos, florecerán como árboles verdes que nunca marchitan y siempre darán fruto en santidad y buenas obras.

Apartemos tiempo para descansar y orar.  Oración.

"Amado Padre Celestial, en medio de los agites de la vida, del trabajo y la fatiga, ayúdame a acudir a tu presencia para hacer un alto, aflojar mi paso, descansar y alimentar mi espíritu, necesito entregarte mis cargas y renovar mis fuerzas siguiendo el ejemplo de Cristo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

viernes, 6 de noviembre de 2020

Siendo ejemplo en palabra y conducta. 2

 


Siendo ejemplo en palabra y conducta. Segunda parte

“Recuérdales esto, exhortándoles delante del Señor a que no contiendan sobre palabras, lo cual para nada aprovecha, sino que es para perdición de los oyentes. Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad. Mas evita profanas y vanas palabrerías, porque conducirán más y más a la impiedad.” 2 Timoteo 2:14-16

“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” 1 Timoteo 4:12

El segundo aspecto para ser ejemplo en palabra y conducta, es manejar correctamente la palabra de verdad, la palabra de Dios. Por lo tanto, no debemos usar la palabra de Dios para contender o discutir; estamos llamados a usarla correctamente, a seguir la sana doctrina y persistir en ella como lo dice en 1 Timoteo 4:16 “Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyeren.”

Pero, ¿cómo manejar la doctrina bíblica? Necesitamos preparación, estudio diligente, pero sobre todo revelación a nuestra vida, para que podamos aplicar lo que escuchamos y lo que aprendemos, en nuestra vida y relaciones personales.

Como ejemplo, miramos en este versículo (1 Timoteo 4:12), como Dios es el que ordena su Palabra, Pablo la transmite y Timoteo la aprende. Del mismo modo debemos hacer nosotros.

Así que, asistir a los niveles Bíblicos en una iglesia local de sana doctrina es fundamental para crecer en el conocimiento de Cristo, y para que aprendiendo a manejar la palabra correctamente, seamos ejemplo, y con esto impactemos primero nuestra vida, y seamos de bendición para otros por nuestra obediencia a la palabra de Dios.  Oración.

«Padre, sé que el conocimiento y la obediencia a tu Palabra me llevarán a crecer y dar fruto, guíame a una iglesia de sana doctrina, donde pueda ser discipulado y ejemplo en el uso correcto de la doctrina bíblica, para que mi vida sea transformada y llena de tu amor. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito. 

jueves, 5 de noviembre de 2020

Siendo ejemplo en palabra y conducta

 


Siendo ejemplo en palabra y conducta - Primera parte

“Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza” 1 Timoteo 4:12

Tenemos dos significados cuando la escritura dice “ser ejemplo en palabra”. El primero, es ser ejemplo en lo que digo y en cómo lo digo, y el otro ser ejemplo del correcto uso de la doctrina de Dios, pues a Timoteo se le está aconsejando en el contexto del estudio, la lectura y la enseñanza de la Palabra de Dios.

De lo primero, para ser ejemplo en lo que decimos, la palabra de Dios nos exhorta a manejar con sabiduría nuestras palabras, y a no caer en conversaciones obscenas: “Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.” (Efesios 4:29). Cuando hablamos de palabras que edifican, quiere decir que también hay palabras que destruyen, así que debemos hacer como nos enseña la escritura: “no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición” (1 Pedro 3:9).

Por lo tanto, para ser ejemplo en palabra, estamos llamados a manejar nuestra forma de hablar, tener autocontrol, para que nuestras palabras sean de bendición: “La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos.” (Proverbios 18:21). Así mismo, pedir sabiduría para responder con amabilidad; pero si vemos que se presta para una discusión o contienda, mejor optar por el silencio, como dice Proverbios 17:28 “Aun el necio, cuando calla, es contado por sabio; el que cierra sus labios es entendido.”  Oración.

«Señor, coloca en mi boca palabras llenas de gracia y verdad, que cuando hable, edifique por medio de tu Palabra y bendiga la vida de otros, siendo ejemplo como tú Señor Jesús, lo fuiste, en cada palabra que salió de tu boca. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Porque no hay diferencia

 

Porque no hay diferencia


“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,” Romanos 3:21-24

Todos estábamos en pecado, destituidos de la gloria de Dios, (Romanos 3:10-18) y la ley de Dios nos muestra esa condición, revela nuestro pecado y nos condena, pero la justicia de Dios se ha revelado en Cristo, para ofrecer salvación para todos los que creen en Él, y es clave la declaración de la palabra: “Porque no hay diferencia”, ya que esta verdad deja sin argumentos toda teoría de que la justicia de Dios, fue dada a unos pocos por su elección soberana; si bien es cierto que Dios es soberano, su soberanía actúa de la mano de su gran amor, permitiendo que por medio del evangelio, su justicia sea revelada por fe y para fe (Romanos 1:17), para que por medio de la fe en Cristo, fuésemos justificados gratuitamente por su gracia.

Todo se trata de Cristo, si quitamos a Jesús de la ecuación, todo se vuelve confuso, ya que el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía (Apocalipsis 19:10).

Claro que Dios pudo tener vasos para honra y vasos para deshonra, para mostrar su gloria y poder, su innegable majestad y soberanía (Romanos 9:22-29), y aun así, en el amor de Cristo, quiso por medio de la fe, ser hallado por quienes lo buscan, no por las obras que demanda la ley (Romanos 9:30-33), como contundentemente concluye la palabra de Dios: “¿Por qué? Porque iban tras ella no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo” (Romanos 9:32).

El entendimiento de la salvación por medio de la fe en Cristo, de su justicia revelada por fe y para fe, nos lleva a ser transformados en nuestra conducta, siendo poseedores de tan alto regalo y nos debe llevar a compartir el mensaje de salvación a toda criatura, porque Dios no quiere que nadie se pierda, sino que es paciente por amor; queriendo que todos cambien su manera de pensar. (2 Pedro 3:9).  Oración.

«Padre, quiero llevar tu mensaje de salvación y amor a todos los hombres, tu revelación de justicia en Cristo, por medio de la fe, para que mi familia, mis amigos y todos los que me rodean, conozcan por medio del evangelio, la salvación y el gran amor que Dios nos manifestó en Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

martes, 3 de noviembre de 2020

UN NUEVO PACTO

 


UN NUEVO PACTO, UN NUEVO MANDAMIENTO “Y El Señor Dios dijo a Moisés: Alísate dos tablas de piedra como las primeras, y escribiré sobre esas tablas las palabras que estaban en las tablas primeras que quebraste”, Éxodo 34:1

“Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Señor: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.”, Jeremías 31:33

El pueblo de Israel no pudo cumplir el pacto dado por Dios a Moisés, una y otra vez pecaron contra Él, incumpliendo el pacto, y esto trajo graves consecuencias.

Sin embargo, Dios a través de los diferentes pactos tenía propósitos más grandes. Con ellos nos enseña principios muy importantes, que anhela que conozcamos para entender su gran amor y misericordia.

El Señor promete luego a Israel que ya no escribiría sus leyes en tablas de piedra, sino en cada corazón y que iba a ser un nuevo pacto que no dependería de ellos o no sería condicionado por lo que hicieran, sino que sólo dependería de Dios, ante la incapacidad del hombre de cumplir sus leyes.

Por medio de Cristo, Dios hizo un pacto eterno con todos lo que creen en su hijo: escribió sus leyes en el corazón.

Un pacto que entendemos por medio de su Espíritu y podemos cumplirlo con la fuerza que Él nos da. Esto ocurre en la cruz, cuando cada uno de nosotros por fe en Jesús, acepta su salvación; este pacto es realizado espiritualmente en nuestra vida. Es consumado, determinado y hecho realidad en cada uno de nosotros.

Dios coloca en nosotros su Espíritu, escribe sus mandamientos en nuestro corazón, para poder agradarle y recibir la libertad de la esclavitud del pecado.

Ahora que creemos en Cristo, por amor a Él y no por obligación, podemos cumplir los mandamientos. Resumidos en la práctica, en un nuevo mandamiento: “Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros” (Juan 13:34). Hermano, que el nuevo pacto nos lleve a cumplir con el nuevo mandamiento.  Oración.

"Señor, me has dado un nuevo corazón para cumplir tu Palabra, para obedecerte por el amor que colocaste en mí. Que ese nuevo pacto me de la fuerza para cumplir con el nuevo mandamiento del amor. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.