lunes, 24 de marzo de 2025

Cristo en mí

 


Cristo en mí

“Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.”, Juan 17:23

“En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí, y yo en vosotros.”, Juan 14:20

Qué profundo cuando el Señor declara “vosotros en mí, y yo en vosotros”, y antecede esta declaración con “en aquel día”, ¿a qué día se refiere? Al día en que se cumpliera la petición de Cristo al Padre de “Otro consolador”, para que estuviera con nosotros para siempre: “el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.” (Juan 14:17). Luego de su muerte y resurrección, cada uno de nosotros que cree en esta buena noticia, en su obra de amor por nosotros, recibe al Espíritu Santo y es sellado con él. Cristo mismo por medio de su Espíritu viviendo en nuestro interior. Por esto dijo a sus discípulos “mora con vosotros” y “estará en vosotros”.

Este es el cumplimiento de “No os dejaré huérfanos; vendré a vosotros.” (Juan 14:18), una promesa y un ruego de Cristo, que cambia nuestra vida para siempre. Somos insertados por medio de la fe, en la vid verdadera que simboliza a Cristo, para estar unidos a él, como él está en el Padre, esta comunión se extiende a nosotros; por esto somos llamados hijos de Dios tal como Cristo. Se cumple lo que dijo Jesús “Yo en ellos, y tú en mí”. Y como somos todos unidos a él, hay una perfecta unidad.

Cristo se dio así mismo, y en un momento dado experimentó el no estar en esa comunión con el Padre, cuando fueron colocados nuestros pecados en él, y gritó “Dios mío, Dios mío ¿por qué me has desamparado?” para que nosotros no experimentemos la separación eterna del Padre; cuando resucita, su victoria confirmó lo que nos fue dado: “dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.” (Hechos 17:31).

Hermanos nuestra fe no es vana, es real, Cristo resucitó y por fe, al creer firmemente en esta esperanza verdadera, somos puestos en unión con Cristo resucitado a través de su Espíritu Santo, para vivir en la gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios, y la comunión del Espíritu Santo. (2 Corintios 13:14)    Oración.

«Padre amado, ahora puedo entrar al trono de gracia para recibir tu oportuno socorro, tu Santo Espíritu en mí confirma que soy tuyo gracias a la obra de Jesús y que estoy llamado a expresar esta comunión a través del amor a mis hermanos de la iglesia, para que el mundo sepa que tú enviaste a Cristo a morar en mí. Amén  

domingo, 23 de marzo de 2025

Andar en el Espíritu refleja su gloria

 


Andar en el Espíritu refleja su gloria

“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu.”, Gálatas 5:25

“de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.”, Efesios 4:16

Andar en el Espíritu, para explicarlo de manera ilustrativa, es como cuando un padre toma de la mano a su niña pequeña, y si van andando por un camino pedregoso la toma mas fuerte, pendiente de cada paso para que, si tropieza, no dejarla caer. Si hay algún peligro inminente ese padre cuidadoso la carga en sus brazos y la levanta.

Andar en el Espíritu, se trata de confianza, pero también de intimidad profunda, siguiendo los pasos del Maestro. Se trata de caminar con Él y en cada paso, cada pensamiento, cada cosa que hacemos andando como Cristo anduvo cuando estuvo en la tierra, porque él ahora está en nosotros y esto nos motiva a reflejar los atributos de Dios, es decir, su gloria.

Pero este andar no es de vez en cuando, es diario y constante; caminar permaneciendo en él: “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” (1 Juan 2:6).

Cada paso que damos con él, nos lleva a ganar experiencia espiritual y por lo tanto madurez. Siguiendo nuestra ilustración del padre con su hija, mientras salen a caminar él le habla, le cuenta historias, le muestra cosas que la sorprendan y cada vez más se van conociendo; la hija va aprendiendo de su padre, tomando seguridad, de esto se trata la intimidad. (Hebreos 5:14)

Cuánto más nosotros, que Cristo vive en nuestro corazón, podemos escucharlo por medio de su Palabra, tenemos su mente, tenemos su amor en nosotros y además él nos llena de su Espíritu para percibir las cosas celestiales. Insertados en su iglesia, aprendemos de él, también, a través de nuestros hermanos, pues él habla también por medio de siervos que son usados como instrumento para edificación de cada uno de nosotros, que somos miembros de su cuerpo. (1 Corintios 2:16, Efesios 4:16 )

Aprendemos tanto de él, que somos impregnados de su olor, de su fragancia, muchos la perciben para vida, pero los que lo rechazan no les parece un olor agradable. (2 Corintios 2:15-16). Paso a paso, con cada pensamiento, cada palabra y cada acto vamos expresando a Cristo, reflejando a aquel que es nuestra esperanza de gloria, en comunión con nuestros hermanos.   Oración.

«Padre, Cristo es mi esperanza de volver a casa, gracias porque me diste vida nueva en él, y tu Santo Espíritu lo colocaste en mi corazón para darme esperanza y poder caminar contigo. Anhelo mi Señor otro nivel de intimidad contigo para reflejar a Cristo en todo lo que hago, para gloria de tu nombre, amén

sábado, 22 de marzo de 2025

Cristo en nosotros

 


Cristo en nosotros

“el misterio que había estado oculto desde los siglos y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria,”, Colosenses 1:26-27

“Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén.”, Romanos 11:36

Una vez fuimos destituidos de su gloria por nuestro pecado, el Padre resuelve este conflicto a través de Jesús, enviándolo a él para volver a llevarnos a casa, a su gloria: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad”, (Juan 1:14). Por esto dice la escritura que Cristo es la esperanza de gloria, la única esperanza de volver hacia donde debemos estar y quién debemos ser; con el Padre y para el Padre.

Cuando recibimos a Cristo, fuimos hechos nueva creación y el Padre nos crea en él, nos inserta en Cristo (nos une) para expresarse a sí mismo, para su propia gloria.

La expresión de todos los atributos es la expresión de su propia gloria, y por esto el Padre nos une a Cristo y nos hace su morada, por medio de su Espíritu Santo, para que ahora reflejemos su gloria: “Porque el anhelo ardiente de la creación es el aguardar la manifestación de los hijos de Dios.” (Romanos 8:19); no es menor el privilegio que por gracia se nos dio, de manifestar en el presente, este misterio que estuvo escondido por siglos y es: Cristo en nosotros, la esperanza de gloria. (Colosenses 1:27)

Su iglesia, el pueblo santo de Dios, es la manera en que Dios manifestaría a toda la creación su amor, su inmensa bondad, todo el fruto del Espíritu Santo: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5:22-23), por esto, cada uno de nosotros fuimos colocados en su cuerpo, es decir, su iglesia. Todos miembros del cuerpo, pero todos unidos por el mismo Espíritu, como la rama del árbol, que necesita del tallo y de la raíz para sobrevivir. Nuestro Señor Jesús ilustra esta realidad espiritual con los pámpanos y la vid verdadera (Juan 15:5)

Por esta razón, debemos permanecer en Cristo y andar en amor, unos con otros, para que sea manifiesto al mundo que somos sus discípulos, sus hijos y tomar los atributos de su expresión, que son Cristo mismo viviendo a través de nosotros, para glorificar su nombre en todo lo que hacemos. Este es el sentido y el propósito de ser llamados hijos de Dios.   Oración.

«Padre, te glorifico porque Cristo está en mi y ahora puedo tomar todo tu amor y expresarlo a todos mis semejantes, crucificando cada día mi carne para que sea tu luz la que alumbre, para gloria de tu santo nombre, por el poder de tu Espíritu en mí, amén.

viernes, 21 de marzo de 2025

Instrumento en sus manos

 


Instrumento en sus manos

“El Señor le dijo: Ve, porque instrumento escogido me es éste, para llevar mi nombre en presencia de los gentiles, y de reyes, y de los hijos de Israel; porque yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi nombre.”, Hechos 9:15-16

“Porque no osaría hablar sino de lo que Cristo ha hecho por medio de mí para la obediencia de los gentiles, con la palabra y con las obras,”, Romanos 15:18

Un instrumento es algo que alguien toma para hacer o producir algo; si es una pala o azadón, el que lo empuña lo usa como quiere bien sea para quitar la hierba o algún otro oficio; si es un instrumento musical, el músico logra sacar melodías. Ambos pueden usar bien sus instrumentos para tal fin, o usarlos mal y no lograr el objetivo. ¿Cuál es el punto, con esta ilustración?

Primero, que Dios es el que nos usa como instrumentos, pero él es perfecto y el que perfecciona al instrumento que usa. Y segundo, que no somos nosotros los que hacemos la obra, sino Él, que nos usa y refleja su gloria, sus atributos, por medio de nosotros; entonces es para su gloria, ¡no es de nosotros la obra, es suya!

Nosotros creemos en el que obra: “Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia” (Romanos 4:4-5). el Señor por su misericordia nos da el privilegio de ser sus instrumentos, y que además nos llena de su gracia para poder ser usados: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; pero no yo, sino la gracia de Dios conmigo.”, (1 Corintios 15:10).

No es de nosotros, “no yo, sino la gracia de Dios conmigo.” Así que entender, aceptar y creer esto, nos llevará a ser usados por el Señor, para que nuestro orgullo se quede lejos: “Pero él da mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.”(Santiago 4:6).

Esto nos debe enseñar que hay una manera correcta de servir a Dios y una manera incorrecta. Que no es en nuestra fuerza que le servimos, no en nuestra carne, sino andando en su Espíritu, permitiendo que su favor nos lleve e impulse por medio de la fe a hacer su voluntad, no la voluntad de la carne.

Esto evitará rencillas y divisiones en el interior de la iglesia, pues no vamos a pensar que somos algo, o que tenemos derecho a algo por encima de otro hermano: “Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.” (Romanos 9:16)   Oración.

«Padre, como dice el salmista, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria por tu misericordia y tu verdad, exaltamos tu nombre porque nos revelaste tu gloria y poder en Cristo Jesús, dándonos tu favor inmerecido y permitiéndonos ahora ser tus siervos, reflejando tus atributos por el Espíritu que colocaste en nosotros. Amén.

jueves, 20 de marzo de 2025

El camino a la exaltación

 


El camino a la exaltación

 “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”, Filipenses 2:5-8

Nuestro Señor Jesús, descendió a lo sumo; primero se despojó de su riqueza “Porque ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre, siendo rico, para que vosotros con su pobreza fueseis enriquecidos.” (2 Corintios 8:9). Se despojó de sus privilegios, pues siendo Dios y pudiendo ejercer su poder, se sometió en completa obediencia a su Padre: “Porque yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar.” (Juan 12:49).

Esto también lo podemos ver cuando fue traicionado y fueron a apresarlo; uno de sus discípulos trató de defenderlo con su espada y Jesús le dijo: “¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?” (Mateo 26:53). Entendemos, que si el Señor hubiera querido defenderse, en obediencia le pediría a su Padre, en oración, estas legiones de ángeles, pero no lo hizo para que se cumpliera la escritura, para hacer la voluntad de su Padre y tomar la posición de siervo. Todo esto demuestra que siendo Dios, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y la peor muerte de todas, la cruz.

Miremos hasta donde descendió Jesús, para luego ser exaltado hasta lo sumo. Pero, miremos hasta donde tenemos que descender nosotros, para hallar el camino de la exaltación para gloria de su nombre, no de nosotros.

La próxima vez que se nos ofenda o se nos humille, recordemos que se está humillando al viejo hombre, que debe seguir descendiendo hasta que la vida de Cristo resucitado se haga manifiesta en nosotros; así que no tenemos por qué contestar con ira, ni demos lugar a que el viejo hombre se defienda, pues éste está viciado y debe quedar en la cruz. Lo mejor es que manifestemos a Cristo, en la nueva naturaleza que hemos recibido, para que Él crezca y nosotros mermemos.

La vida de Cristo manifiesta en nosotros no permitirá que contestemos con ira, no se llenará de orgullo, ni de venganza, tampoco se sentirá frustrado o lleno de motivos; solo responderá con amor, mirará con compasión, resistirá con carácter y tendrá dominio propio, para no dejar que su humanidad pida a Dios algo que haga daño a quienes mejor debe salvar o dar ejemplo.

Esa nueva naturaleza en nosotros, esta nueva realidad de Cristo en nosotros, debe ser revelada por el Espíritu para que la entendamos, pero está en todos los que hemos recibido a Cristo, a disposición; no demoremos entonces en usar las riquezas de su gracia con las que hemos sido enriquecidos, tomando el camino a la exaltación que es el camino descendente: “Porque el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.” (Mateo 23:12).   Oración.

«Padre, unido a Cristo ya no vivo yo, por tu Espíritu revélame profundamente esta nueva vida que tengo en Él, para que mi viejo hombre sea crucificado, pueda entonces reflejar en mí los atributos de Cristo, su amor, su paciencia, todo el fruto de tu Espíritu, para gloria de tu nombre, en el precioso nombre de Jesús, amén.

miércoles, 19 de marzo de 2025

El fuego ardiente

 


El fuego ardiente

 “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude.”, Jeremías 20:7-9

“Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.”, Hebreos 4:12

La palabra de Dios es tan fuerte que el profeta no puede acallarla, aunque esto signifique para él mismo ingratitud, rechazo o burla de parte del pueblo a quien dirige el mensaje enviado por Dios.

Me sedujiste, es la declaración que expresa que el resplandor de su gloria por medio de la revelación de su Palabra es mucho más grande y fuerte que su misma humanidad, que su propio yo. Es decir, que la relevación de la Palabra le hizo entender lo que él en su propia lógica no entendía y ahora tenía que comunicarlo al pueblo, para que este se arrepintiera.

Ahora a nosotros se nos ha predicado el evangelio, y debemos estar más atentos que nunca, a escuchar y atender; porque lo que se dice cambia el rumbo de nuestra vida, y nos transforma profundamente, pero ha de ser revelado a nosotros por su Espíritu, porque en nuestra carne no entendemos, “Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura, y no las puede entender, porque se han de discernir espiritualmente.” (1 Corintios 2:14)”.

Este fue el designio de Dios, que por el mensaje del evangelio de la gracia de Dios en Cristo, fuésemos salvos creyendo en él y no con nuestro razonamiento natural: “Pues ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (1 Corintios 1:21), y esta locura de la predicación es a la que debemos estar atentos; esta palabra que es capaz de entrar hasta lo más profundo de nuestro ser, dividir lo espiritual de lo que está en nuestros pensamientos, emociones y voluntad; es capaz incluso de revelar la verdadera intención de nuestro corazón, y nos arde por dentro para hacer en nosotros aquello para lo cual fue enviada por Dios. No podemos callarla, pues su palabra es antorcha que alumbra en medio de la noche más oscura. (2 Pedro 1:19)

El Señor nos confronta cada día con las sagradas escrituras, porque quiere quebrantar nuestro duro corazón: “ ¿No es mi palabra como fuego, dice Jehová, y como martillo que quebranta la piedra?“ (Jeremías 23:29), así que estemos atentos, escuchemos verdaderamente, dejémonos seducir por su voz y que en nuestro corazón fluya el fuego ardiente de su palabra de verdad por su Espíritu Santo.  Oración.

«Padre, quiero estar atento a tu Palabra, porque es espíritu y es vida, porque por medio de Jesús me diste tu Espíritu para revelarme tus principios de vida, tu plan maravilloso en Cristo, que no podía entender ni comunicar en mi propia carne, sino andando diariamente en tu Espíritu, para reflejar la vida de Cristo en mí. Amén

martes, 18 de marzo de 2025

Una búsqueda de la verdad

 


Una búsqueda de la verdad

 “Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.”, Juan 14:6

“Dijo entonces Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”, Juan 8:31-32

En una búsqueda de la verdad, científicamente, se deduce que la verdad debe ser consistente, coherente y razonable. También que se debe poder experimentar y comprobar; sin embargo, la verdad no es una filosofía, no es una ideología, la verdad no es relativa, aunque se prueba en marcos contextuales; sino que la verdad es una persona viva, él es la verdad en sí mismo, es Jesucristo.

Tuve un encuentro personal con Jesús que me cambió la vida, me dio propósito, sentido a mi vida y paz. Se me mostró por su misericordia, que todo lo que yo creí no tenía correspondencia con la realidad, aunque parecía deslumbrante. Por ejemplo, entendí que el mundo no giraba en torno a mis deseos personales, que yo no era realmente libre de decidir mi propia vida, porque estaba esclavo de mis deseos pecaminosos, de un mal interior que me llevaba a hacer el mal que no quería hacer. El pecado me tenía esclavo, y en mi propia fuerza, conciencia o concentración mental no podía ser libre.

Puesto que mi vida era ilusoria, encontré en su Palabra toda la evidencia de un diseñador amoroso y libertador:

“Mi embrión vieron tus ojos,

Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas

Que fueron luego formadas,

Sin faltar una de ellas.” Salmos 139:16 (Salmos- 700 años aprox. AC)

¿Cuál es ese libro en el que estaban escritas todas las cosas que luego de mi fueron formadas?

Respuesta: El libro de la vida. Este libro, no solo contiene los nombres de los salvos, sino también la información genética, su creación, su desarrollo, su genética espiritual, todas sus obras, teniendo en cuenta que Dios es el creador y sustentador de la vida. (Apocalipsis 20:12)

En cuanto al ADN, la definición formal de la ciencia es que es el ácido desoxirribonucleico, el cual es un ácido nucleico que contiene las instrucciones genéticas fundamentales para el desarrollo, funcionamiento y reproducción de todos los seres vivos. No es coincidencia que esta definición moderna, sea muy parecida a la definición que tiene más de 2700 años de escrita en la Biblia.

Datos organizados y programados por el Diseñador, Arquitecto y Programador de nuestra alma, pero que no nos hizo robots, sino que nos dio capacidad de decidir, de buscar la verdad, de ver en su creación su magnificencia, su poder y evidencias tangibles de su sabiduría.

Donde hay datos e información ordenada, esto ilustra la improbabilidad de que la vida (o estructuras complejas como proteínas o ADN) se formen puramente por azar, porque tienen mecanismos informáticos sofisticados que solo pueden venir de una mente fuera del tiempo, de aquel que es el camino, la verdad y la vida: “Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.” (Colosenses 1:16). ¡Jesucristo!    Oración.

«Padre, mi búsqueda de la verdad me llevó a un camino infructuoso y sin esperanza, pero me encontraste, bajaste del cielo a la tierra, enviando a tu Hijo, en semejanza de carne, pero sin pecado, y condenaste mi pecado en su carne, para que ahora por medio de la fe yo fuese liberado. ¡Vivo ahora para tu gloria! En el nombre de Jesús. Amén.