domingo, 27 de octubre de 2019

VASOS VACÍOS O VASOS LLENOS


VASOS VACÍOS O VASOS LLENOS
” y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”, Colosenses 2:10
Sin Cristo somos como un vaso vacío, que sin líquido no está cumpliendo el propósito para el cual fue fabricado. Por esto, el hombre sin Cristo en el corazón, no está cumpliendo el propósito para lo cual fue creado.
Entonces, el hombre sin Dios intenta cubrir ese vacío con cosas temporales, pero nunca podrá llenarlo y sólo logra que cada día se abra más ese espacio, esa incertidumbre.
Cuando recibimos a Cristo, Él ilumina nuestro corazón con su luz para que podamos entender la gloria de Dios, su grandeza y su poder. Esta buena noticia (La Palabra de Dios) que nos llenó, es un gran tesoro que contenemos nosotros como si fuéramos vasos frágiles de barro, porque este gran poder no viene de nosotros sino de Dios (2 Corintios 4:6-7), y si hemos sido llenos, es para que así mismo, por nuestro anuncio y por compartir su Palabra, otros dejen de ser vasos vacíos y sean llenos del conocimiento de aquel que nos sacó de las tinieblas a la luz verdadera.
Por esta razón, somos llenos y completos en Cristo, porque ahora tenemos un propósito que implica una responsabilidad, ya que se nos ha confiado un inmenso tesoro, el más grande que puede existir en la tierra: el evangelio y la Palabra de Dios. Recordemos que “…a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará; y al que mucho se le haya confiado, más se le pedirá. “(Lucas 12:48b) Oración.
"Gracias Señor porque me llenaste del amor de Cristo, y es por tanto mi responsabilidad anunciar a otros el tesoro que has confiado en mí, para que sean llenos de tu gracia y del conocimiento de la Palabra de verdad. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 26 de octubre de 2019

NO NOS CANSEMOS DE ORAR


NO NOS CANSEMOS DE ORAR
“También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?”, Lucas 18:1-8
¿Qué es lo que nos aflige, qué es lo que nos preocupa, qué hay en nuestra vida que nos mantiene despiertos en la noche, cuál es esa gran duda?
La oración es la respuesta para enfrentar toda intriga, toda duda, todo problema.
Dios nos ama para mostrarnos qué debemos hacer si estamos dispuestos a preguntárselo, a escucharlo, a confiar en Él y a esperar en su tiempo.
Por mucho que nos preocupemos, no podemos hacer que algo suceda, como el Señor Jesús lo dijo para nuestra reflexión: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” (Mateo 6:27), pero lo que sí puede suceder si nos angustiamos, es que nos podemos enfermar, y también llenar de angustia a otras personas.
Lo que sea que logremos en nuestra vida lo lograremos de rodillas ante Dios, no en nuestras fuerzas, porque Dios no se deleita o no se agrada en la fuerza del caballo o en la agilidad del hombre, sino que se complace en que lo tengamos en cuenta en nuestro camino, y que esperemos confiadamente en su misericordia. (Salmos 147:10-11). No es nuestro afán, ni nuestra angustia la que cambiará el rumbo de las cosas, sino nuestra fe en Cristo, por medio de la oración insistente, continua, sin desfallecer.
Así que no nos cansemos de clamar a Dios, pues en su momento recibiremos la mejor respuesta, la alternativa para nuestra bendición; confiemos en que pronto nos hará justicia si clamamos de noche y de día. Oración.
"Señor, he puesto mi confianza en ti, sé que me escuchas y están atentos tus oídos a mis súplicas, sé que me mostrarás el camino que debo seguir y me darás conforme a tu voluntad lo mejor para mi vida. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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viernes, 25 de octubre de 2019

¡CONVENCEDLOS!


¡CONVENCEDLOS!

 “Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados.”, Santiago 5:19-20
“conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A algunos que dudan, convencedlos.”, Judas 21-22
El conocimiento de Dios puede derrumbar toda mentira que quiera mantenernos esclavos y en derrota, con los argumentos de su Palabra podemos corregir nuestro camino y también enseñar a los demás a obedecer a Cristo (2 Corintios 10:5). Fácilmente nos podemos desviar de la verdad cuando nos dejamos convencer por argumentos sutiles de miedo y mentira que nos vende el mundo de hoy.
Así mismo, si en nuestra relación íntima con Dios vemos que un hermano se ha desviado, podemos restaurarlo con espíritu de mansedumbre, considerando que nosotros también podemos ser tentados y caer (Gálatas 6:1), podemos pasar por la misma situación de dificultad y duda, pero la Palabra de verdad nos hace regresar al camino, por tanto todos necesitamos de todos. Si no estamos dispuestos a restaurar ni a dejarnos corregir, mediante la escritura, es evidencia de ahí orgullo en nuestro corazón, que en oración debemos entregar a Jesús.
Permanecer en el amor de Dios implica tener sumo cuidado y atención por nuestros hermanos, ayudándonos a crecer; implica convencer al que está equivocado y se ha desviado del camino por medio de los argumentos del amor, teniendo en cuenta que nosotros podríamos también necesitar la misma ayuda en algún momento y así evitar un gran sufrimiento. Oración.
"Señor, guíame y lléname de amor por los demás para sacarlos de esa duda en la que alguna vez estuve sin ti, y dame el conocimiento para enseñarles el camino de Cristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 24 de octubre de 2019

ZARZAS ARDIENTES


ZARZAS ARDIENTES
“Apacentando Moisés las ovejas de Jetro su suegro, sacerdote de Madián, llevó las ovejas a través del desierto, y llegó hasta Horeb, monte de Dios. Y se le apareció el Ángel de Jehová en una llama de fuego en medio de una zarza; y él miró, y vio que la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces Moisés dijo: Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema. Viendo Jehová que él iba a ver, lo llamó Dios de en medio de la zarza, y dijo: ¡Moisés, Moisés! Y él respondió: Heme aquí.”, Éxodo 3:1-4
Cuando Dios nos habla, algo cambia en nuestra vida, Él tiene formas muchas veces insospechadas por nosotros de llamar nuestra atención, para que lo escuchemos atentamente y reconsideremos nuestra vida, para que tomemos decisiones correctas, o cambiemos algo que no le agrada.
Nos puede hablar por medio de una zarza ardiente espiritual. ¿Cuáles son las zarzas ardientes en nuestra vida? Son las cosas que suceden, tal vez fuertes o conflictivas, que no se pueden ignorar y retan nuestra vida, pues nos quieren llevar a una nueva posición porque nos desafían a confiar plenamente en Dios y tienen un efecto perdurable. Esto pasó con Moisés, luego de que Dios le hablara, su vida nunca volvió a ser la misma.
La clave es la confianza en Dios, porque muchas veces aparentemente no nos dirá exactamente lo que debemos hacer en alguna situación, pero podemos estar seguros de que Él colocará las cosas de tal forma que será para nuestra bendición, como dice Proverbios 3:5-6: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas.”
Dios está dispuesto a hablarnos si estamos dispuestos a escucharlo, pero lo más importante, después de escucharlo, es obedecer
.
Dios nunca nos diría algo que no fuera lo mejor para nosotros, así que, aunque no conocemos toda la historia o el final de nuestra vida, podemos estar confiados de que Dios dispondrá y nos llevará paso a paso para completarla, hasta llegar al mejor fin que tiene planeado para nosotros (Jeremías 29:11). Él tiene la mejor historia para nosotros y el mejor final, que no es otra cosa que el principio de una nueva vida gloriosa en Cristo, para toda la eternidad y del cumplimiento de su voluntad y propósito para nuestra vida.
Aprendamos a escucharlo, reflexionando sobre cada circunstancia particular que nos sucede, llevándola día a día a sus manos. Por medio de su Palabra y en oración, confiemos y estemos dispuestos a obedecer, pues el Señor dispondrá todo para darnos la instrucción precisa y para que obtengamos el mejor fin para nuestra bendición. ¿Qué es lo que Dios quiere enseñarte o quiere decirte a través de la situación por la que estás pasando ahora? 1. Oración inicial
"Gracias Señor porque tienes planes maravillosos para mi vida, estoy dispuesto a escucharte y a obedecerte, guía mi vida a una nueva dimensión, a aquella que tú sabes que es mejor para mí. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 23 de octubre de 2019

APRENDER A ESPERAR EN DIOS


APRENDER A ESPERAR EN DIOS

“Oh SEÑOR, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré ante ti y esperaré.”, Salmos 5:3
Qué difícil es esperar, sobre todo en la sociedad actual donde podemos tener algo con un sólo click o con manipular nuestro teléfono. ¿Pero cuándo es el momento propicio para hacer algo o comprar algo? ¿No será que muchas cosas las hacemos sin esperar el tiempo de Dios? De seguro que esto traerá consecuencias. Habrá otras cosas que por mucho que las deseemos no las tendremos cuando queramos. Así que tendremos que aprender a esperar, y este principio es muy importante, hace parte del carácter que Dios quiere que formemos, pues por no saber esperar cometemos muchos pecados. Por ejemplo, no esperamos hasta el matrimonio para tener relaciones sexuales, lo que lleva a la fornicación y al desorden sexual, no esperamos el tiempo adecuado para un negocio, lo que lleva a la ruina, a perder la tranquilidad ante las deudas, queremos ya el último dispositivo inteligente, la última ropa de moda, queremos ya y pagamos después, lloramos al final.
Dios quiere guiarnos a su verdad y enseñarnos a esperar en su voluntad (Salmo 25:5) y darnos las cosas en el tiempo preciso, ya que en ese tiempo exacto es cuando será una bendición para nosotros (Salmo 145:15-16). Él sabe que antes de tiempo no estaremos preparados, y si recibimos lo que estamos pidiendo será para nuestro mal. ¿Acaso Dios quiere hacernos algún mal? Por supuesto que no, así que vale la pena esperar con paciencia que nuestro Dios venga a ayudarnos y a proveernos lo que pedimos; mientras tanto esperemos sin quejas, sin contiendas y con paciencia, fortalecidos en el poder de su Espíritu, (Lamentaciones 3:24-26). Hermano, piensa en este momento en aquello que le estás pidiendo a Dios y que necesitas, pídele que te dé la paciencia y la fortaleza para esperar el momento que Él disponga, mientras tanto sé diligente en prepararte para el día en que recibirás de Dios su bendición y una vez la recibas no te olvides de honrarlo y darle la gloria. Oración.
"Gracias mi Señor, estoy seguro que me darás lo que estoy pidiendo conforme a tu voluntad, en la forma y el tiempo que tu consideres apropiado, mientras tanto esperaré en ti con paciencia, fortalecido en ti y con gozo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 22 de octubre de 2019

LA BENDICIÓN DE SERVIR A LOS DEMÁS


LA BENDICIÓN DE SERVIR A LOS DEMÁS

“Porque vosotros, hermanos, a libertad fuisteis llamados; solamente que no uséis la libertad como ocasión para la carne, sino servíos por amor los unos a los otros.”, Gálatas 5:13
El Señor pide de nosotros que vivamos de tal manera que todo lo que hagamos le agrade, que le sirvamos de todo corazón y con toda nuestra alma, obedeciendo sus mandamientos, lo cual es también para nuestro propio bien (Deuteronomio 10:12-13).
Y esta manera de vivir la practicamos y fortalecemos cada día cuando servimos a las demás, cuando por amor dejamos a un lado pensar sólo en el beneficio individual, y mejor pensamos en ayudar al prójimo.
Y esto no es una tarea fácil, servir es un don de Dios, tal vez el mayor, que requiere que nos despojemos de nosotros mismos, y que expresemos un afecto, amabilidad y un amor verdadero, aun en los momentos en que flaquean nuestras fuerzas, o cuando no nos sentimos con ánimo de servir; puesto que servir no debe ser un sentimiento pasajero o emocional sino una disposición constante de nuestro corazón.
Pidamos a Dios que coloque en nosotros el deseo firme y la fuerza para servir a los demás, pues Dios es el que produce en nosotros tanto el querer como el hacer para cumplir su buena voluntad (Filipenses 2:13).
Si practicamos el servicio a los demás como lo dice la escritura, nuestra vida personal y espiritual crecerá de manera sobrenatural. “Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros.” (Juan 13:14)     Oración.
"Señor, ayúdame en mi debilidad, lléname de tu amor para servir a los demás como tú hiciste; coloca la disposición, la sabiduría y la fortaleza para practicar el don del servicio. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 21 de octubre de 2019

LA BENDICIÓN DE SERVIR A JESÚS


LA BENDICIÓN DE SERVIR A JESÚS

“y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos. Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.”, Marcos 10:44-45
El Señor Jesucristo se despojó y se hizo siervo, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de siervo y se hizo hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz, como morían los criminales, para salvarnos y para darnos vida eterna (Filipenses 2:5-8).
Por esta razón estamos llamados a tener esa misma actitud que tuvo Cristo, de servir a todos, despojándonos a nosotros mismos, de nuestro egoísmo, del “yo primero”, o de suponer erróneamente que, si ya estoy con Cristo, los demás no importan.
Es mejor tener la actitud que tuvo Pablo, y decir de corazón “¡ay de mí si no anunciare el evangelio!”, ay de nosotros si no enseñamos a otros el mensaje de la Palabra que da vida.
Debemos, por lo tanto, entender que anunciar a Cristo y enseñar su Palabra es un privilegio, es la mayor bendición que puede tener un ser humano, porque no se trata de cumplir objetivos temporales sino de alcanzar metas eternas.
Si Dios elevó a Cristo al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres (Filipenses 2:9), a nosotros también nos llenará de honra, Jesús mismo lo prometió cuando dijo: “Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará” (Juan 12:26). Nos premiará como un padre premia a sus hijos que le obedecen y nos recompensará no sólo en el tiempo presente sino en la eternidad, de acuerdo a sus promesas. Cuando colocamos a Cristo y a anunciar su Palabra como nuestra prioridad de vida, Él promete darnos mucho más que solo cosas materiales (Mateo 19:29), sino riquezas espirituales, de paz sobrenatural, amor y gracia sobreabundante, porque nuestro trabajo en el Señor no es en vano. Oración.
"Gracias Señor porque me has dado gracia, amor y paz abundante, y ahora es mi compromiso por amor dar de lo que me diste, enseñando a los demás tu Palabra. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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