viernes, 16 de agosto de 2019


 ” porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.”, 2 Corintios 1:20
Dios no duda, no dice “tal vez” o “probablemente lo haré”. Dios hace lo que dice, cumple lo que promete. (Números 23:19-20).
En Cristo nos dio preciosas y valiosísimas promesas, porque su consejo no falla, es inmutable, porque su juramento fue mediante la preciosa sangre de su hijo (Hebreos 6:12-20), para que tengamos certeza y una confianza que espera con paciencia, que no desmaya. Esta confianza nos da plena seguridad; es como el ancla de un barco, que lo mantiene firme y quieto en el mismo lugar.
Y estas promesas se cumplen en nosotros; somos la evidencia del cumplimiento de su Palabra cuando las creemos y esperamos en ellas fielmente, cuando las recordamos y hacemos de ellas nuestro más grande tesoro. Él nos promete: “No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.” (Isaías 41:10), “Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Jehová, y su salvación de mí vendrá, dijo Jehová.” (Isaías 54:17 ), “Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús.”(Filipenses 4:19), “Y el que da semilla al que siembra, y pan al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará los frutos de vuestra justicia, para que estéis enriquecidos en todo para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción de gracias a Dios. Porque la ministración de este servicio no solamente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en muchas acciones de gracias a Dios;” (2 Corintios 9:10-12).
Estas y muchas otras promesas, producen en nosotros confianza y total seguridad para que sin dudar encomendemos al Señor nuestro camino, confiemos en Él y Él hará, (Salmos 37:3-5).    Oración.
"Señor gracias por tus promesas que en Cristo me has dado, para que las use en todo tiempo como tesoro espiritual, ayúdame a recordarlas en toda circunstancia. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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jueves, 15 de agosto de 2019

TUYOS SOMOS


TUYOS SOMOS
 "Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias", Apocalipsis 3:12-13
Los cristianos fieles serán pilares en el Templo de Dios. Es Jesús quien hace del creyente una columna y no los hombres. Las columnas en las iglesias son aquellos que son usados por el Espíritu Santo para sostener y equilibrar a la congregación. En la iglesia primitiva del siglo I, los pilares fueron Pedro, Santiago y Juan (Gálatas 2:9)
Los creyentes vencedores serán columnas vivientes en el templo celestial. “Nunca más saldrán de allí”, dando la seguridad de la comunión eterna con Dios. Sólo los redimidos por la sangre de Cristo son invitados a entrar al cielo. Esta promesa de estabilidad es la que se encuentra en la serena paz que Jesucristo provee.
En la antigua Asia Menor, cuando un sacerdote moría y se había caracterizado por su fidelidad a Dios, se le honraba en el templo erigiendo un pilar y escribiendo su nombre y el de su padre en él. Este honor que confiere Cristo será permanente para todos los que le sirven con fidelidad. “Y escribiré sobre él el nombre de mi Dios”. Los fieles llevarán la marca inconfundible de pertenecer a Dios.
Esta marca nos fue dada por el Espíritu Santo en el momento de nuestra conversión, cuando fuimos sellados para el día de la redención eterna. El sello del Espíritu indica que somos hijos de Dios, pertenecemos a Él y nos mantendrá eternamente bajo el cuidado protector de Dios, a salvo de Satanás, el pecado y el juicio.
En el Antiguo Testamento Dios le dijo a Moisés que cuando Aarón y los sacerdotes bendijeran al pueblo pondría su nombre sobre ellos. Números 6:27 “Y pondrán mi nombre sobre los hijos de Israel, y yo los bendeciré”. Esta es la misma idea para la iglesia de hoy, nosotros tenemos la señal de pertenecer a Dios, para que el mundo entienda que somos su pueblo.
También el nombre de la nueva Jerusalén, alude al derecho fundamental que se le otorga al cristiano como ciudadano de la ciudad celestial. Cristo escribirá en su fiel servidor su propio nombre nuevo. Apocalipsis 19:12 “Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo”. En el tiempo por venir, cuando Cristo haya conquistado todo el Universo, los servidores fieles llevarán la señal que muestre su pertenencia a Él, y participarán de su victoria.  Oración.
"Señor Jesucristo, gracias por tus promesas, porque un día me escogiste y me apartaste para ti, me diste el sello de tu Espíritu. Tuyo soy y quiero servirte fielmente. Hazme ese soporte y equilibrio para otras personas dentro de la iglesia. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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miércoles, 14 de agosto de 2019

UN AVIVAMIENTO PERSONAL


UN AVIVAMIENTO PERSONAL
“Pero tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo; seré ungido con aceite fresco. Y mirarán mis ojos sobre mis enemigos; oirán mis oídos de los que se levantaron contra mí, de los malignos. El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa de Jehová, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán; estarán vigorosos y verdes, para anunciar que Jehová mi fortaleza es recta, y que en él no hay injusticia”, Salmo 92:10-15
Busquemos la gracia del evangelio, para que, ungidos diariamente por el Espíritu Santo, podamos contemplar la gloria de Dios a nuestro alrededor. Del Espíritu Santo podemos recibir la gracia, la Palabra y el fruto que puede mantenernos vivos y fructíferos, llenos de su unción. Nunca disminuirá nuestra fuerza cuando estemos asidos a Cristo y alimentándonos diariamente de Él.
Nuestro mayor deseo debería ser conectarnos con Dios y llegar a conocer más profundamente al Espíritu Santo. Es Dios quien trae avivamiento, un despertar nuevo a nuestra vida cuando tenemos un corazón dispuesto y arrepentido y un espíritu con hambre y sed de Él. El avivamiento debe traer cambios radicales en nosotros, el poder morir a todo lo terrenal y el tener un aumento en nuestro deseo por Cristo y su Palabra.
Nos dará más valentía para compartir el evangelio, llevar una vida más santa y una genuina alabanza y adoración en nuestra vida. Avivarse es despertar un anhelo por las cosas de Dios. Es cambiar nuestro foco de atención por las cosas del mundo o por nosotros mismos y colocarlo en hacer lo que Dios quiere. Las prioridades cambian y le damos más importancia a profundizar en el estudio de la Palabra de Dios. El avivamiento trae una nueva unción y un aire fresco a los fundamentos de nuestra fe. La oración se transforma en una pasión y la adoración se vuelve una necesidad.
¿Tenemos el anhelo ardiente de que Dios se mueva en nuestra vida y que nuestros deseos por buscar a Dios sean renovados? Pidamos a Dios que vuelva a incendiar nuestro corazón, que tengamos hambre espiritual que nos lleve a plantarnos en su presencia y a vivir en comunión. El vigor, la longevidad, la utilidad, la fragancia y hermosura de los árboles que describe el salmo representan la vida, el carácter y el destino de los creyentes que permanecen en Dios.   Oración.
"Señor Jesús, aviva mi corazón, enciende la llama de tu Espíritu, dame nuevas fuerzas como las del búfalo y renuévame interiormente para experimentar una unción fresca que me haga amar estar en tu presencia, conocer más tu Palabra y hablar de ti con más valentía. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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martes, 13 de agosto de 2019

PRECIOSA SANGRE DE CRISTO


PRECIOSA SANGRE DE CRISTO
“¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?”, hebreos 9:14
“elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer y ser rociados con la sangre de Jesucristo: Gracia y paz os sean multiplicadas”, 1 Pedro1:2
Para poder nosotros acceder a la presencia de Dios, se requirió pureza. El pecado humano tenía que ser expiado y su inmundicia lavada por Jesús, quien cumplió cabalmente con ese propósito al presentarse delante de Dios, no sólo como Sacerdote sino como el Cordero para el sacrificio. Si fuéramos más conscientes de lo que significó ese derramiento de sangre de Jesús, seriamos más cuidadosos con nuestra vida espiritual y haríamos todo lo posible por agradar a Dios.
El sacrificio de Cristo en perfecta obediencia hasta la muerte de cruz, nos dio acceso directo a Dios, quitó toda barrera que nos separara. Su sangre preciosa derramada limpió nuestra alma. En los sacrificios antiguos el cuerpo de una persona podía estar ritualmente limpio, pero su corazón lleno de suciedad. Esa persona se podía sentir temporalmente libre para estar en el tabernáculo y sin embargo, estar lejos de la presencia de Dios.
Su sangre liberó nuestra conciencia del pecado porque nos trajo perdón, su sangre nos presenta a un Dios que nos espera siempre con sus brazos abiertos y su corazón lleno de amor. Su sangre nos dio la redención eterna, fue el precio más alto para liberarnos de la condición de esclavos del pecado y de Satanás, su sangre nos permite dejar las obras de la muerte y poder ser servidores del Dios vivo, con una vida nueva, limpia y útil.
Su sangre nos coloca en una debida relación con nuestro Padre celestial, pues trajo su amor a nuestros corazones, la presencia del Cristo vivo con todo su poder para poder vencer el pecado en todo momento y en toda situación. Su sacrificio por nosotros fue voluntario, espontáneo, racional pues sabía lo que estaba haciendo, murió no como una víctima ignorante sino consiente de su entrega, producto del más grande amor. Ofreció su sacrificio por el Espíritu eterno que había de darnos para morar en nosotros, no fue una cuestión ritual y mecánica como los sacrificios pasados, sino que detrás de su muerte estaba la libre elección del amor por nosotros.
Por su sangre somos el pueblo escogido cuyo rey es Dios, nuestro hogar la eternidad y exiliados del mundo, porque, aunque estemos en este mundo ya no somos de él. Su sangre nos confirió el honor de ser usados para los propósitos divinos y ser instrumentos de salvación para los demás.  Oración.
"Señor Jesucristo, me elegiste para ser consagrado por tu Espíritu. Despierta dentro de mí tu bondad y amor por la humanidad perdida, capacítame para ser libre del pecado y ser lleno del fruto de tu Espíritu. Me elegiste para obediencia y para ser rociado con tu sangre preciosa, purificándome y apartándome para tu servicio. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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lunes, 12 de agosto de 2019

MI AUDIENCIA ES DIOS


  MI AUDIENCIA ES DIOS
"Señor, te alabo y te bendigo con todo mi corazón. Quiero gozarme en tu santa presencia, reconociendo tu bondad y misericordia, que todo lo que respire en mi te alabe, no busco agradar a otros sino a ti. Amén."
 “Cuando el arca de Jehová llegó a la ciudad de David, aconteció que Mical hija de Saúl miró desde una ventana, y vio al rey David que saltaba y danzaba delante de Jehová; y le menospreció en su corazón. Metieron, pues, el arca de Jehová, y la pusieron en su lugar en medio de una tienda que David le había levantado; y sacrificó David holocaustos y ofrendas de paz delante de Jehová. Y cuando David había acabado de ofrecer los holocaustos y ofrendas de paz, bendijo al pueblo en el nombre de Jehová de los ejércitos. Y repartió a todo el pueblo, y a toda la multitud de Israel, así a hombres como a mujeres, a cada uno un pan, y un pedazo de carne y una torta de pasas. Y se fue todo el pueblo, cada uno a su casa. Volvió luego David para bendecir su casa; y saliendo Mical a recibir a David, dijo: ¡Cuán honrado ha quedado hoy el rey de Israel, descubriéndose hoy delante de las criadas de sus siervos, como se descubre sin decoro un cualquiera! Entonces David respondió a Mical: Fue delante de Jehová, quien me eligió en preferencia a tu padre y a toda tu casa, para constituirme por príncipe sobre el pueblo de Jehová, sobre Israel. Por tanto, danzaré delante de Jehová. Y aun me haré más vil que esta vez, y seré bajo a tus ojos; pero seré honrado delante de las criadas de quienes has hablado. Y Mical hija de Saúl nunca tuvo hijos hasta el día de su muerte”, 2 Samuel 6:16-23
Cuando el rey David trajo nuevamente el arca del pacto a Jerusalén hubo mucha alegría en el pueblo. El arca significaba tener la presencia de Dios en medio de ellos, el rey se vistió ropas sacerdotales (un efod de lino) y ofreció sacrificios, alabanza y danzó con todas sus fuerzas delante de Dios, celebrando con gritos de júbilo y sonido de trompetas.
Ese júbilo y alegría es la que debemos sentir cuando alabamos y adoramos al Señor Jesucristo, su presencia debe traer gozo. Pero hay muchos como Mical, que no comparten este tipo de alegría que es diferente a la del mundo y pueden menospreciarnos como lo hizo ella con David. David no sólo era un líder militar y político sino que era un líder espiritual de su nación, todo el pueblo compartió y celebró con David ese día y él los bendijo. También les enseñó que el respeto por la santidad de Dios era esencial para el bienestar de la nación.
Cuando llegó a su casa para bendecirla, se encontró con el reproche de su esposa Mical, quien nunca entendió, así como su padre Saúl, la causa de esa celebración. Su corazón amargado le impidió ver la grandeza de Dios.
La tristeza y la soledad pueden quitar el gozo al celebrar las bendiciones de Dios. Eso no es ajeno a nosotros pues muchas personas se rehúsan a participar de la celebración gozosa del culto a Dios. No olvidemos que independientemente de las pruebas, debemos gozarnos y celebrar en la presencia del Señor, pues es nuestra fortaleza y nos llena de su paz en medio de las circunstancias difíciles.
A David no le importó lo que ella le dijo cuando lo llamó “ridículo”, pues su audiencia era para Dios, no para ella. Lo que le importaba era la aceptación de su Señor, no danzaba para los demás sólo para Él. De esa misma forma a muchos de los que nos rodean les parecen ridículas las cosas que hacemos para Dios, pero es nuestra adoración y nuestro servicio a Él, y agradarlo es la única razón por la cual debemos hacerlo.  Oración.  "Señor, te alabo y te bendigo con todo mi corazón. Quiero gozarme en tu santa presencia, reconociendo tu bondad y misericordia, que todo lo que respire en mi te alabe, no busco agradar a otros sino a ti. Amén."   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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domingo, 11 de agosto de 2019

GLORIOSA VICTORIA DE CRISTO


GLORIOSA VICTORIA DE CRISTO
“Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne, os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados, anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria, quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz”, Colosenses 2:13-15
Jesús en el Calvario fue el sacrificio perfecto, el Cordero sin mancha y sin pecado se entregó voluntariamente por la humanidad, su anhelo es que ninguno se pierda, por eso no se quedó clavado en el madero. Su sacrificio maravilloso, único, venció la muerte, venció al maligno cuando la resurrección puso su sello y se levantó entre los muertos. Trajo cautiva la cautividad y la expuso públicamente.
Gloriosa victoria de la cruz, gloriosa victoria de la resurrección y gloriosa victoria de su ascensión, cuando fue exaltado hasta lo sumo sentándose a la diestra de Dios Padre. Ese Cristo vivo y victorioso se manifiesta ahora por medio de su Santo Espíritu en cada creyente que lo ha recibido. El Cristo triunfante lleno de gloria y poder nos recuerda que ya no somos más nosotros, sino Él a través de nosotros pues hizo su obra completa y perfecta. Ya no vale el esfuerzo personal para ser agradables a sus ojos, sino la fe en Cristo que ya lo hizo todo a nuestro favor.
Transformó totalmente la manera de relacionarnos con el Padre, pues abrió el camino vivo a su presencia por su sangre preciosa derramada en la cruz. Nos reconcilió con el Padre, por eso no tuvo reparos en sufrir y morir por nuestros pecados. No sólo nos dejó su ejemplo de amor y entrega, sino que más allá de esto, nos habita por su Espíritu para manifestarse en y a través de nosotros. Qué privilegio para nosotros tener su naturaleza divina.
Ahora por medio de Él somos más que vencedores, somos los embajadores del Cristo triunfante, por lo tanto, vivamos vidas victoriosas permitiendo que cada día sea Jesús en nosotros, irradiando su luz y su verdad en todo lo que hagamos, siendo sus colaboradores en la conquista de este mundo, instrumentos de reconciliación que llevamos el mensaje de salvación.  Oración.
"Señor Jesucristo toda gloria, todo honor, toda honra son tuyos, porque fuiste el Cordero inmolado que triunfó sobre el pecado, la muerte y que derrotó al enemigo de mi alma. Gracias por ocupar mi lugar, darme salvación y vida eterna. Gracias porque ya no estoy en condenación y nadie puede acusarme. Toda la victoria fue tuya. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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sábado, 10 de agosto de 2019

EL ESPÍRITU SANTO ES NUESTRA GUÍA


EL ESPÍRITU SANTO ES NUESTRA GUÍA
“Jehová el Señor me dio lengua de sabios, para saber hablar palabras al cansado; despertará mañana tras mañana, despertará mi oído para que oiga como los sabios. Jehová el Señor me abrió el oído, y yo no fui rebelde, ni me volví atrás”, Isaías 50:4-5
“Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber”, Juan 16:13
En Isaías se habla proféticamente sobre una de las labores del “Siervo de Jehová”, en otras palabras, del poderoso ministerio de la Palabra de Jesús que traería consuelo, descanso y sanidad a los afligidos. Como el Espíritu Santo estaba con Él podía hablar como nunca ningún hombre lo había hecho. Esa influencia divina lo despertaba cada día a orar, a predicar el evangelio y a cumplir la voluntad del Padre. Cristo habla en nombre de todos los creyentes y así como Él fue obediente nos inspira a no ser rebeldes, sino a proclamar su Palabra como Él lo hizo.
Nos dio su Espíritu para que recordemos todo lo que Él ha dicho y nos empodera para vivir sus verdades. Dios nos da su Palabra y su Espíritu, y a través de situaciones específicas en nuestra vida quiere darnos la oportunidad de probar su verdad cuando le obedecemos. Cada circunstancia de nuestra vida es una lección donde le permitimos a Dios hablar directamente a nuestro corazón.
Cuando vivimos en el Espíritu debemos establecer en nuestras mentes lo que Él desea y dejar que nos guíe a través de los laberintos de nuestra vida con el manual de instrucción que es la Palabra de Dios. Como un piloto lo hace con los instrumentos del avión y confiando en el controlador del tráfico aéreo, el Espíritu Santo nos puede dirigir si tenemos la Palabra de Dios en nuestro corazón y el deseo de hacer su voluntad en nuestras mentes.
Hagamos lo que la Palabra de Dios dice para protegernos de ser solamente oidores, pidamos a Dios meditar en ella de manera que abra nuestros ojos y oídos para poderla aplicar a nuestra vida. Hay algunas preguntas que debemos formularnos cada vez que leemos y meditamos la Biblia: ¿Hay algún pecado por confesar? ¿Hay alguna actitud que cambiar? ¿Hay alguna acción a seguir? ¿Hay algún mandamiento que obedecer? Y ¿hay alguna promesa que reclamar?
Escojamos pensar, hablar y caminar en la Verdad de Dios, Él nos llama a que la probemos y a que veamos lo que puede hacer a través de nuestra vida. Cuando elegimos obedecer la Palabra de Dios encontramos la verdad de Cristo en ella. Por eso atesorémosla en nuestro corazón y dejémonos guiar por su Espíritu.  Oración.
"Dios enséñame a guardar tu Palabra para tenerla presente en cada situación que viva. Gracias porque me has dado a tu Santo Espíritu como el mejor maestro para entenderla, para guiarme, ayudarme a aplicarla a mi vida y para hablar a otros con la verdad. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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