jueves, 26 de febrero de 2015

Hebreos 13:15

Hebreos 13:15

Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre.



¡Cuán daño tan grade podemos causar con tan pocas palabras!  Si puedo considerarlo como una virtud personal, tengo facilidad para hablar y llevar discusiones sin importar lo difíciles que pudieran ser.  Sin embargo, puedo caer en el “lado oscuro” y terminar aplastando a alguien simplemente por querer “ganar” la conversación.  La biblia nos advierte constantemente de lo peligrosa que es la lengua.  Personalmente he tenido que “tragarme” muchas de mis palabras y es probable que hayas pasado por situaciones similares.  El versículo de hoy nos enseña el gran potencial que tienen nuestros labios.  Nos recuerda que podemos hablar palabras de alabanza y gloria a nuestro Salvador.  Así que, aprovechemos este tiempo para meditar todo aquello que sale de nuestra boca.  ¿Estas utilizando tus labios para edificar o para destruir?  Recientemente descubrí que estaba cayendo en un círculo vicioso y mi boca estaba hablando pura destrucción.  Atravesé, a mi parecer, varias circunstancias injustas y quería desahogarme de alguna manera.  Sin embargo, conforme pasó el tiempo, entendí que lo estaba haciendo incorrectamente.  Gracias a Dios por el versículo de hoy que me recuerdan lo importante que es utilizar mis labios para lo que fueron creados: dar gloria a Dios.  Me gustaría poder hablar solamente de lo bonito e increíble que es hablar con puras palabras de alabanza y reconocimiento a Dios pero definitivamente estaría hablando de una realidad muy distinta a la mía.  Dentro de mí siguen saliendo palabras que no deberían salir.  Sigo teniendo actitudes que no debería tener.  Por ello, la meditación y enseñanza de hoy no están buscando que seamos perfectos sino que continuamente estemos buscando esa perfección.  ¿Entiendes la diferencia?  Ofrezcamos continuamente sacrificio de alabanza a Dios.  No un domingo.  No una temporada.  Continuamente.  Dios está queriendo abrir tu entendimiento para que ahora pongas atención a tus palabras.  Quiere que veas lo que haces con tus labios y cuánto los estamos desperdiciando.  Hoy te animo a que tomemos una actitud distinta y pongamos gran esfuerzo a cuidar lo que sale de nuestros labios.  Te animo a que busquemos estar continuamente alabando a Cristo con el fruto de nuestros labios.  Apaga la televisión o la música que estás escuchando y proclama lo grande y maravilloso que es Dios.  ¡Dale gracias por los milagros que hace diario en tu vida!  Utiliza este gran regalo que son tus labios para dar gloria a Aquél que la merece.  Estoy convencido que, si constantemente buscamos utilizar nuestros labios para Su honra y alabanza, nuestra vida entera se verá transformada.  Ponlo a prueba por un día y date cuenta personalmente en el resultado.

Oración

Padre: quiero, aunque sea por un día, utilizar mis labios para darte gloria continuamente.  Perdona todas aquellas palabras que han salido de mí y que están muy alejadas de darte alabanza.  Quiero aprender a hablar para edificar y no para destruir.  Me encomiendo a Ti y te pido que reines en mi vida.  Te lo pido en el nombre de Cristo Jesús.  Amén.

miércoles, 25 de febrero de 2015

Salmos 3:7-8

Salmos 3:7-8

Levántate, Jehová; sálvame, Dios mío; porque tú heriste a todos mis enemigos en la mejilla; los dientes de los perversos quebrantaste.  La salvación es de Jehová; sobre tu pueblo sea tu bendición.



Es tan fácil querer vengarse.  Seamos honestos.  Cuando alguien nos lastima, es natural sentir deseos de hacer algo al respecto.  Ya sea a ti o a los tuyos.  Nunca resulta sencillo controlar el enojo o la ira.  Sin embargo no quiere decir que sea imposible actuar de otra manera.  No quiere decir que no tengamos opción y por lo tanto tenemos justificación para reaccionar mal.  El pasaje de hoy debes memorizarlo y guardarlo en tu corazón para tenerlo siempre listo.  La lucha le pertenece a Jehová.  No a ti.  No a mí.  A Dios.  La salvación es de Él.  Y también es Él quién destroza a nuestros enemigos que son sus enemigos.  Él es quien merece la gloria y, como dice el versículo 7, que sea quien se levante y sea exaltado.
En cualquier evento deportivo, el ganador siempre se le pone en el podio más arriba que cualquier otro competidor simbolizando que es más grande, o mejor, que los demás.  Cuando leo, levántate Jehová, pienso en cómo puedo poner a Dios en ese podio por encima de todo.  De mis sentimientos.  De mi vida.  De mi ego.  De mi orgullo.  De mi mismo.  Él tiene que estar siempre en el primer lugar del podio y no yo.  Él tiene que levantarse mientras yo permanezco sentado esperando en Él.  ¡Pero nos encanta pararnos!  ¡Nos encanta querer tomar acción!  Sin importar lo equivocados que podamos estar, pensamos que esperar y dejar que Dios se encargue no tiene sentido.  Dejemos esta forma de actuar en el pasado.  Dejemos de cometer tantos errores por estar quitando constantemente al Señor del podio.  Controla tus palabras.  Controla tus pensamientos.  Entrégalos a Jehová y deja que Él sea quien aplaste a tus enemigos.  Mientras tanto, busca darle toda la gloria a Él.  Busca servirle.  Busca agradarle.  Busca compartirle.

Oración

Padre: definitivamente tu palabra me lleva en dirección opuesta a mis deseos y voluntad.  Yo entiendo que tu camino es mejor que el mío y quiero seguirlo.  Te entrego mis rencores, enojos y deseos de venganza.  Confío en que Tú te encargarás de todo y mientras tanto yo buscaré servirte.  En el nombre de Jesús.  Amén

martes, 24 de febrero de 2015

Hechos 16:9-10

Hechos 16:9-10


Durante la noche Pablo tuvo una visión en la que un hombre de Macedonia, puesto de pie, le rogaba: pasa a Macedonia y ayúdanos.  Después de que Pablo tuvo la visión en seguida nos preparamos para partir hacia Macedonia, convencidos de que Dios nos había llamado a anunciar el evangelio a los macedonios.



Pablo tuvo una visión muy clara que le mandaba ir a Macedonia y por ello, en cuanto la tuvo, se prepararon para ir.  Pero para nosotros no siempre es así de sencillo.  La pregunta de todos los días es: ¿cómo puedo saber si lo que estoy planeando está dentro de la voluntad de Dios?   ¿Te lo has preguntado?  Bien.  Déjame desanimarte un poco primero.  No hay una fórmula que se repita siempre para poder llegar a la conclusión de que el plan A o el plan B son la voluntad del Señor.  Honestamente, pienso que incluso Dios permite esa incertidumbre y falta de claridad para probar nuestros corazones y sacar lo que realmente hay en ellos.  Ahora déjame animarte.  Primero debes estar convencido que Dios te ama.  No hay nada que puedas hacer para que te ame menos o más.  El te ama y punto.  Después, debes recordar que tu principal objetivo debe ser el servirlo a Él.  No crecer profesionalmente.  No tener dinero.  No vivir en tal o cual lugar.  No conseguir una pareja.  En general, nada relacionado con la vida material debe ser tu prioridad.  Esto te ayuda a desprenderte de aquello que no tiene valor y aprender a perseguir lo que sí.  Cuando completas estos pasos, te das cuenta que puedes estar en paz independientemente de que tu situación sigue igual de incierta.  Aquí es cuando das gloria a Dios por ser tan bueno y llenarte de su paz y su amor.  Te gozas y puedes sonreír.  La gente a tu alrededor no siempre lo va a entender, pero tú puedes proyectar tranquilidad y gozo sin importar que no sabes lo que vendrá.
Después de un tiempo, días, meses o años el Señor comenzará a mostrarte sutilmente por dónde caminar.  Te darás cuenta que tu plan A te da más dinero pero te quita tiempo con tu familia.  Comienzas a darte cuenta que el plan B, aunque parecía poco atractivo, podría ayudarte a moldear tu carácter y podrías ser utilizado para llevar más fruto.  Créeme, poco a poco se irán resolviendo tus inquietudes e incluso verás puertas que se abren que ni siquiera te habías percatado que estaban ahí.  Este periodo es extraordinario.  Estás muy pegado a Dios.  Oras constantemente y no quieres separarte de Él.  Finalmente has tomado una decisión convencido que era la correcta.  Das gracias a Dios y así como Pablo, te preparas inmediatamente para servir.
La palabra de Dios está llena de promesas relacionadas al amor y cuidado especial que nuestro Señor tiene de ti y de mí.  Lee estas promesas.  Memorízalas.  Ponlas por práctica.  Pablo y los discípulos estaban en excelente sintonía con Dios y podían escuchar y ver claramente sus planes.  Tú y yo debes hacer lo mismo y para ello debemos prepararnos leyendo su palabra y obedeciéndola.

Oración
Padre: te pido que traigas paz a mi corazón.  Te pido que pueda comprender tu amor y vivir confiado en el cuidado que tienes de mí.  Te lo pido en Cristo Jesús. Amén 

lunes, 23 de febrero de 2015

Hechos 16:26

Hechos 16:26


Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron.



Seguramente tenemos personas que buscan encontrar la explicación científica a este hecho para invalidar la razón sobrenatural.  Es muy común.  Lo vemos con la creación, el diluvio, la destrucción de Sodoma y Gomorra, la tumba y resurrección de Jesucristo, etc.  Siempre existirán aquellos que, en su soberbia, querrán negar al Señor y todas sus muestras de grandeza frente a nosotros.  Resulta imposible pensar en la coincidencia de que Silas y Pablo estuvieran orando y alabando al Señor y en ese instante viniera un terremoto y lograra abrir cada una de las puertas y además las cadenas.  No solo se abrieron unas cuantas puertas sino todas y para hacerlo más interesante, cada cadena se soltó.  ¿Puedes ver la mano de Dios?  La biblia no nos dice que fue Dios quien provocó el terremoto, simplemente nos dice que ocurrió.  Pero aquellos que confiamos en Él sabemos perfectamente que fue su voluntad.  ¿Lo puedes ver?
¿Qué necesitamos que pase para poder ver a nuestro Señor trabajando?  ¡Nos hemos vuelto tan insensibles!  Cada vez que puedes ver un arcoíris ¿recuerdas que es el pacto de Dios con nosotros después del diluvio?  Cuando ves un atardecer o cualquier detalle impresionante de la creación, ¿das gloria a Dios?  No dejemos que la insensibilidad se apodere de nosotros.  El día a día y sus tareas se ha vuelto nuestro peor enemigo.  Nos absorbe y nos envuelve para no poder ver más allá de lo que tenemos enfrente.
Por otro lado, quiero recalcar el momento en que ocurrió el terremoto.  El pasaje nos dice que mientras estaban orando y alabando ocurrió.  ¿Esto quiere decir que gracias a sus oraciones fueron liberados?  No.  Leíste bien.  No.  Fueron liberados por la omnipotencia de Dios.  Si lo piensas, ni siquiera sabemos si estaban orando por ser liberados.  Si bien, es probable que hayan pedido por su libertad, creo yo que se enfocaron en pedir por paz y por la oportunidad de compartir de Cristo a los demás presos.  Muchas personas toman estos pasajes para enseñar que nuestras oraciones pueden convertirse en instrucciones para Dios y que aquello que pidamos va a hacerse.  Mentira.  Por ello escribí que la razón por la que fueron liberados no fue por sus oraciones sino por la voluntad del Señor.  Es importante entender este punto.  Nosotros debemos orar constantemente porque la voluntad de Dios se haga en nuestras vidas y no la nuestra.  Debemos orar por ser servidores que llevan fruto en todo momento y no solo cuando nos encontramos “bien”.  Si después de estar orando y buscando el reino de Dios, Él decide que haya unos cuantos terremotos-milagros y las cosas se acomoden y te beneficien, esto, es puro amor y misericordia de Dios.

Oración
Dios Padre: te doy gracias por tu palabra y enseñanzas.  Te pido que sea sensible y pueda ver tu obra y tu mano en todo momento.  Ayúdame a vivir pidiendo porque se haga tu voluntad y no la mía y aprendiendo a servirte.  Ayúdame a entender que Tú estás por encima de todo y que tu amor hacia mí se encargará de ver por mis necesidades.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén

sábado, 21 de febrero de 2015

Hechos 19:8-10

Hechos 19:8-10


Pablo entró en la sinagoga y habló allí con toda valentía durante tres meses.  Discutía acerca del reino de Dios, tratando de convencerlos, pero algunos se negaron obstinadamente a creer y ante la congregación hablaban mal del Camino.  Así que Pablo se alejó de ellos y formó un grupo aparte con los discípulos y a diario debatía en la escuela de Tirano.  Esto continuó por espacio de dos años de modo que todos los judíos y los griegos que vivían en la provincia de Asia llegaron a escuchar la palabra del Señor.


¿Cómo se encarga el Señor de cumplir con sus promesas?  No lo sé.  Lo que sí sé, es que tenemos ejemplos como este versículo donde se nos dice que en la provincia de Asia, tanto judíos como griegos escucharon la palabra de Dios.  Pareciera una tarea imposible para los discípulos.  No tenían grandes fortunas ni eran reyes que al proclamar un edicto, todas las ciudades se enterarían.  Eran personas comunes como tú y como yo las que se dedicaron a llevar el evangelio a cada rincón.  ¿Qué tenían a su favor?  La mano de Dios.  Pero esto no quiere decir que todo era bello y maravilloso.  Pablo tuvo sus malos días.  Vemos que mientras predicaba en las sinagogas había grupos que no solamente se obstinaban en rechazar el evangelio sino que hablaban mal del mensaje que les traía.
A veces escuchamos algunas promesas del Señor y nos llenamos de ánimo.  Sabemos que Él está por nosotros por lo tanto ¿Quién contra nosotros?  ¿Cierto?  También vemos que tiene cuidado de nosotros, nos ama, nos quiere llenar de bendiciones y que nos conoce desde antes que estuviéramos en el vientre de nuestra madre.  Todas estas promesas nos llenan de alegría y esperanza.  Pero todo lo bueno dura poco cuando no sabemos permanecer en Él.  Me explico mejor.  Todo lo maravilloso que escuchamos y aprendemos de nuestro Dios, lo ponemos en tela de juicio y dudamos cuando las cosas se ponen en nuestra contra.  Primero estábamos contentos y emocionados.  Salimos el domingo después de haber escuchado una predicación con todos los ánimos y listos para “combatir” contra el mundo y todo lo que nos acecha.  Llega el lunes y salen más problemas o simplemente nada mejora.  ¿Te ha pasado?  Pasan los días y todo sigue igual por lo que nuestra actitud que teníamos el domingo ha quedado en el olvido.  Dios sigue ahí.  ¿Lo entiendes?  Dios sigue ahí.  Sus promesas también.  Pero dentro de sus planes, debemos dejarnos transformar y Él decide cómo y cuando las cosas cambiarán.  Ahora, lo irónico de esto es que, mientras más problemas tenemos, más nos entregamos y más tiempo dedicamos a Él.  Más oramos, más le alabamos, más asistimos a escuchar de su palabra.  Es cuando mejor comunión tenemos con Él.  ¿Por qué cambiamos cuando todo se “resuelve”?
Pablo estuvo predicando toda su vida y así como tuvo buenos días también tuvo momentos como el que leemos hoy donde todo estaba en su contra y hasta tuvo que formar un grupo aparte.  La diferencia que veo en su ejemplo es que él permaneció confiado en que Dios seguía ahí y sus promesas también.  No nos olvidemos de esto.  No nos alejemos del Señor en los momentos que más lo necesitamos.  Días negros siempre habrá, lo que no tendremos siempre es la oportunidad de dejarlo transformar nuestro corazón.  Acércate a su palabra.  Permanece en Él.
Oración
Señor: definitivamente me cuesta trabajo permanecer en Ti cuando todo se vuelve en mi contra.  Se me facilita olvidarme de tu palabra y comienzo a buscar respiro en todos lados menos en Ti.  Yo te pido perdón por mis pecados y mi falta de entrega y compromiso.  Te pido Padre que me renueves y que aprenda a permanecer en Ti.  Gracias por siempre estar ahí.  Gracias en el nombre de Jesús.  Amén 

viernes, 20 de febrero de 2015

Hechos 19:35-41

Hechos 19:35-41


El secretario del consejo municipal logró calmar a la multitud y dijo: ciudadanos de Éfeso, ¿Acaso no sabe todo el mundo que la ciudad de Éfeso es guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua bajada del cielo?  Ya que estos hechos son innegables, es preciso que ustedes se calmen y no hagan nada precipitadamente.  Ustedes han traído a estos hombres, aunque ellos no han cometido ningún sacrilegio ni han blasfemado contra nuestra diosa.  Así que si Demetrio y sus compañeros de oficio tienen alguna queja contra alguien, para eso hay tribunales y gobernadores.  Vayan y presenten allí sus acusaciones unos contra otros.  Si tienen alguna demanda, que se resuelva en legítima asamblea.  Tal y como están las cosas, con los sucesos de hoy corremos el riesgo de que nos acusen de causar disturbios.  ¿Qué razón podríamos dar de este alboroto, si no hay ninguna?  Dicho esto, despidió la asamblea.


No es fácil permanecer tranquilo cuando el agua nos llegó al cuello.  Resulta natural el querer hacer algo.  Nadamos para un lado.  Nadamos para el otro.  Tratamos de sujetarnos de lo que tengamos frente a nosotros, pero finalmente nos damos cuenta que no podemos más y la angustia, frustración y desesperación se apoderan de nuestros pensamientos.  ¿Cuántas veces has estado en este tipo de situaciones?
Hace ya varios años que decidí trabajar en otra empresa.  Estuve orando por esa decisión y traté de ser sumamente sensible a lo que Dios mostrara.  Todo se dio muy sutil y sin problemas.  ¡Gloria al Señor!  Pensé.  Unos meses después de haber realizado el cambio, por cuestiones externas a mí, la empresa comenzó a despedir gente y mi permanencia en la misma estaba totalmente pendiendo de hilos y alfileres.  ¿Señor, qué pasa?  Creí que me querías aquí.  Pensé.  Me calmé y pasaron unas semanas más hasta que un día despidieron a un compañero que estaba en una posición igual a la mía.  El agua había llegado a mi cuello.  ¿Qué hago?  No entiendo Señor.  Oré para tomar una decisión conforme a tu voluntad y ¿ahora me van a correr?  Recuerdo haber orado y pedido a Dios que pasara lo que pasara no permitiera que me apartara de Él.  Pedí por paz en mi corazón y por fortaleza para seguir adelante pues personalmente no entendía nada de lo que estaba pasando y peor aún, no veía ninguna luz a lo lejos sino un panorama sumamente sombrío.
El día de hoy vemos que Gayo y Aristarco no necesitaron la intervención de Pablo para calmar a las multitudes y salir sanos y salvos de esa situación.  Estoy seguro que para ellos el agua también había llegado hasta el cuello y estaban sin saber qué hacer.  Pablo, por otro lado, pudo haberse quedado con los deseos de haber ido e intercedido por ellos tratando de calmar el disturbio de la asamblea.  Por otro lado, sin que nadie se percatara ni supiera cómo, el Señor estaba trabajando y tenía todo bajo su control.  Esta vez no necesitó a Pablo y utilizó a un secretario municipal para calmar a todos.  Nadie lo vio venir.  Esa multitud que gritaba y se alborotaba sin escuchar nada ni a nadie, de repente se calló y permaneció tranquila. Nadie pensó en que este individuo podría calmar a todos.  Pero lo hizo.    Lo hizo porque el Señor así lo dispuso.  ¿Para qué?  Para enseñarnos que es Poderoso.  Para recordarnos que no debemos temer a pesar de que el agua haya llegado ya hasta nuestro cuello.  Para recordarnos que Él es Dios.  Para recordarnos que Él es soberano y no hay nada ni nadie que pueda hacerle frente.  ¿Lo entiendes?  No hay problema ni situación más grande que nuestro Dios.  El enemigo busca confundirte y muchas veces lo logra haciéndonos dudar de nuestro Señor.  No lo permitamos más.  Dejemos de luchar y de aferrarnos a lo que tengamos en frente.  Si el agua ha llegado al cuello, aprendamos a esperar pacientemente a que el Todopoderoso mande rescate.  Tal vez será un chaleco salvavidas, tal vez una lancha o tal vez otra persona.  Solamente Él sabe cómo serán las cosas mientras que a nosotros nos corresponde confiar.  La biblia nos dice que debemos aprender a permanecer en Él para dar fruto.  Precisamente en momentos como éste es cuando debemos estar pegados y abrazados de Él para no separarnos un instante.  Los frutos los disfrutamos después.
¿Qué pasó con mi trabajo?  Después de varios meses y luego años, el Señor se ha encargado de cuidarme y protegerme día a día.  Además, ha prosperado mi camino como lo promete en su palabra pues busqué permanecer en Él antes de permanecer en mi voluntad y mis planes.  Te animo a que hagas lo mismo.
Oración
Padre nuestro: Tú que estás en los cielos y eres santo y grande, quiero alabarte y agradecerte por ese amor tan único que derramas sobre mí y los que te siguen.  Yo te pido que perdones mis pecados y sobre todo mi falta de confianza en Ti cuando las cosas están difíciles.  Hoy quiero permanecer en ti sin importar que el agua haya llegado ya hasta mi cuello y no sepa qué hacer.  Confío que traerás lo necesario para sacarme de esto conforme a tu voluntad.  Quiero que mi vida de fruto y por ello me pongo a tus pies y a tu servicio.  En el nombre de Cristo Jesús.  Amén

jueves, 19 de febrero de 2015

Hechos 27:33-36

Hechos 27:33-36


Estaba a punto de amanecer cuando Pablo animó a todos a tomar alimento.  Hoy hace ya catorce días que ustedes están con la vida en un hilo, y siguen sin probar bocado.  Les ruego que coman algo, pues lo necesitan para sobrevivir.  Ninguno de ustedes perderá ni un solo cabello de la cabeza.  Dicho esto, tomó pan y dio gracias a Dios delante de todos.  Luego lo partió y comenzó a comer.  Todos se animaron y también comieron.  Éramos en total doscientas setenta y seis personas en el barco.


¿Por qué Pablo tiene que animarlos a tomar alimento?  ¿No tenían hambre?  A mi parecer, no querían comer porque no sabían cuánto tiempo permanecerían a la deriva.  Piénsalo por un momento.  Tienen una cantidad limitada de comida y una espera para ser rescatados que puede durar por días y meses.  ¿Qué hacen?  Aferrarse a lo último que les queda de esperanza.  Si bien, al parecer ya están cerca de tocar tierra, ¿quién les garantiza que podrán conseguir comida?  Conforme a su instinto, deciden almacenar lo más que puedan.  Tiene sentido.
¿Y qué relación tiene con nosotros? O ¿Qué podemos aprender de esto?
Dios te está diciendo el día de hoy, anímate y come.  Anímate y goza.  Anímate y agradece.  Anímate y vive.  No te aferres a tus problemas.  No te ahogues con tus pruebas.  No permitas que la incertidumbre te robe tu capacidad de vivir.  Dios te está diciendo: sé que llevas ya varios días con la vida en un hilo y sin probar bocado, pero come pues yo me encargaré de que sobrevivas y no pierdas ni un solo cabello de la cabeza.  ¿Lo puedes ver?  ¿Te das cuenta de cuánto nos aferramos a las cosas?  El domingo pasado dejé mi teléfono celular desatendido por diez minutos y con eso fue suficiente para que me lo robaran.  ¡Qué coraje me dio!  Lo busqué.  Lo localicé vía satélite.  Ví que estaba muy cerca de mi casa y fui al lugar donde aparecía que estaba.  Llegué y obviamente no encontré a nadie que tuviera mi teléfono.  Insistí y en mi cabeza no lo quise olvidar.  Por la tarde, mientras caminaba comencé a orar.  Tuve que pedir perdón.  ¡Es un teléfono!  Un teléfono pudo cambiar mi estado de ánimo por casi un día.  ¡Algo no está bien!  No podemos estar tan apegados a lo material.  Cuando Jesús fue tentado en el desierto después de no haber comido nada por 40 días, responde a Satanás diciendo que no solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Jehová.  ¿Esto quiere decir que no tenía hambre?  ¡Por supuesto que tenía hambre!  Lo que nos enseña es a poner prioridades en el orden correcto.  Primero está Jehová y luego nuestras necesidades carnales.  Tus problemas no se van a terminar ni todo será maravilloso así como Jesús seguía con hambre.  Lo que va a cambiar es que podrás vivir con gozo, paz y agradecido sin importar las circunstancias.  Podrás, como Pablo, animar a los demás a comer pues sabrás que Dios se encargará de proveer.  Podrás disfrutar de lo que Dios te da pues no estarás preocupado por lo que vendrá después.  Dios conoce tus necesidades.  Ora.  Abre tu corazón y dile cómo te sientes.  Él quiere bendecirte y llenarte de consuelo y amor pero necesitas comer de su palabra.  Necesitas mejorar tu comunión con Él.  Necesitas mejorar tu compromiso con Él.  Necesitas dejar de confiar y aferrarte en lo material y comenzar a desarrollar lo espiritual.
Oración
Padre Santo: te pido perdón por mis pecados y sobre todo por aferrarme tanto a las cosas en lugar de aferrarme a ti y a tu palabra.  Quiero fortalecer mi relación contigo y renovar mi compromiso de entrega.  Dame fe mi Señor para seguir caminando y poder comer y vivir confiado en Ti y no en las circunstancias.  Te lo pido en el nombre de Jesús.  Amén