lunes, 21 de abril de 2025

Bendición y privilegio de la resurrección

 


Bendición y privilegio de la resurrección

“Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas. He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros; pero quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto.” Lucas 24:45-49

La Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, sin duda es un acontecimiento de gran victoria y gozo para la comunidad creyente, pues significa que el sacrificio realizado por el Señor sí fue agradable y aceptado delante de Dios, lo que nos permite entre otras cosas, tomar de manera personal con toda seguridad y confianza la palabra declarada en Salmos 32:1-2 que dice “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien Jehová no culpa de iniquidad, Y en cuyo espíritu no hay engaño.” Bienaventurados somos hoy y todos los días de nuestra vida, los que creemos en Jesús como nuestro Señor y Salvador.

Ahora bien, junto con esta nueva libertad del pecado, la culpa, la condena y todo lo que nos mantenía atemorizados y esclavizados, ha llegado un nuevo propósito y sentido a nuestra vida, pues es el Señor por medio de su Palabra hablándonos hoy las palabras mencionadas después de su resurrección, que básicamente nos confirman que nuestro entendimiento ha sido abierto y hemos sido investidos de poder por medio del Espíritu Santo (Juan 14:26, 16:12-15, Hechos 1:8), lo que nos concede el enorme privilegio y bendición de compartir las buenas noticias de salvación a todo aquel que hoy todavía esté en oscuridad, derrota y condenación.

Hermanos, somos testigos del gran poder transformador que tiene el sublime amor de Dios manifestado en la obra de salvación, y somos conscientes de que es todo lo que necesitan nuestros semejantes para que sus vidas sean cambiadas, prosperadas y bendecidas; de manera que, vivamos cada día en el amor, poder y dirección del Espíritu Santo para que continuamente su fruto en nosotros podamos ver reflejado y compartiendo el mensaje de amor y salvación, el corazón de otros sea llenado.  Oración.

«Padre Celestial, en este día te queremos alabar por hacernos partícipes del gran gozo y privilegio que nos proporciona la resurrección de nuestro Señor y Salvador; gracias por levantarlo de la tumba y exaltarlo hasta lo más alto; hoy te pedimos que avives el fuego de tu Espíritu Santo en nosotros para que cada día por tu amor, poder y dirección seamos transformados y usados para bendecir la vida de otros, por la gracia de Jesucristo, amén.

domingo, 20 de abril de 2025

Hablar con Dios para salvación

 


Hablar con Dios para salvación

“Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo. Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: «De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Lucas 23:39-43

Es sorprendente el derroche de gracia y amor que podemos ver en Jesús hacia este ladrón, es asombroso que aun cuando este pagaba la condena impuesta por las autoridades terrenales en sus últimos momentos de vida, haya recibido la salvación.

Como seres humanos, nos cuesta mucho comprender esto, porque según nuestra sabiduría y justicia, cada persona debería recibir el trato y las consecuencias que sus obras merecen, como por ejemplo este ladrón crucificado junto a Jesús, que precisamente reprendiendo al otro dijo: “Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.” Sin embargo, vemos, por la respuesta de Jesús, que no es lo mismo en el reino de los cielos. El ladrón hablándole a Jesús le dice “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.” A lo que el Señor le responde: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.” Y en estas breves palabras y este sencillo ejemplo, podemos entender cómo funciona en el reino de los cielos. La palabra de Dios en Gálatas 3:11 dice: ”Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;”

Hermanos, en el reino y la sabiduría de Dios, tiene derecho y es merecedor de recibir salvación, todo aquel que profese su fe en Jesús como Señor y Salvador; realmente ningún ser humano es lo suficientemente bueno o correcto moralmente como para no tener necesidad de la obra de Jesús en la cruz que lo salva y lo justifica, pero tampoco ninguna persona es lo escalofriantemente mala como para no ser digna o merecedora de recibir perdón de pecados y vida eterna. De modo que, nuestro llamado es para que, conociendo la gracia de nuestro Salvador, invitemos a todo el que esté a nuestro alrededor, para que, hablando con Dios, reciba su salvación.   Oración.

«Padre Celestial, es sorprendente la gracia que hallamos en tus ojos por medio de Cristo; gracias porque hasta en el último momento de vida cualquier persona puede ir a ti y recibir salvación; gracias porque es suficiente la fe para que creyendo en el corazón y confesando con la boca seamos salvos. Recibe toda la gloria, honra y adoración, en el nombre de Jesús, amén.

sábado, 19 de abril de 2025

El velo fue rasgado

  

El velo fue rasgado

“Mas Jesús, dando una gran voz, expiró. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.” Marcos 15:37-38

“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura.” Hebreos 10:19-22

El templo existente hasta el tiempo de Jesús, era físico y constaba de dos partes principales, la primera: el lugar santo y la segunda, el lugar Santísimo, esta última estaba separada de la primera por un velo y a ella solo podía entrar el sumo sacerdote una vez al año. La gran barrera que impedía que cualquier ser humano se acercara a la segunda parte, es decir, a la misma presencia de Dios, era su pecado, por ello estaba dispuesto que el sumo sacerdote entrara con sangre para hacer expiación por sus pecados y también por los del pueblo (Éxodo 26:33, Hebreos 9:7).

Ahora, en este tiempo y después de la muerte de nuestro Señor Jesucristo, dice la Palabra de Dios, que por su sangre derramada, la cual fue presentada ante Dios para la redención de nuestros pecados, cada persona que profese su fe en Jesús tiene libre acceso al lugar Santísimo, lugar que ya no es físico y terrenal, “Porque no entró Cristo en el santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para presentarse ahora por nosotros ante Dios;” Hebreos 9:24.

En efecto, y como atestigua el evangelio de Marcos, cuando el Señor Jesús expiró, el velo del templo terrenal fue rasgado en dos, de arriba abajo, en señal de lo que había ocurrido en el cielo, y a lo que nos invita el Espíritu Santo en el libro de Hebreos es a que entremos hasta el lugar Santísimo por ese camino nuevo y vivo que Jesús nos abrió a través del velo, es decir, a través de su propio cuerpo. Hermanos, gloria a Dios por nuestro Señor Jesucristo, que por su perfecto sacrificio quitó de en medio el pecado que nos separaba de Él (Hebreos 9:26). De modo que, no permitamos que nada en este mundo nos quite la confianza y certidumbre que nos da la palabra de Dios para acercarnos libremente ante el trono de la gracia de Dios, pues esta tiene grande galardón (Hebreos 4:16,10:35-36).   Oración.

«Padre, gracias, gracias por tu Palabra que quita mi ceguera espiritual y derriba todo argumento que se levanta en contra de tu conocimiento; gracias porque conociéndola me haces libre de toda atadura y mentira; te alabo y te bendigo por tu precioso Hijo Jesús, por quien me has dado la libertad para acercarme ilimitada y confiadamente hasta tu presencia, ahí ante el trono de la gracia, amén.


viernes, 18 de abril de 2025

Discernir el cuerpo y la sangre de Cristo

 


Discernir el cuerpo y la sangre de Cristo

 “Y mientras comían, tomó Jesús el pan, y bendijo, y lo partió, y dio a sus discípulos, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo. Y tomando la copa, y habiendo dado gracias, les dio, diciendo: Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados.” Mateo 26:26-28

La institución de la cena del Señor, vemos que fue un acto realizado por Cristo mismo la noche en que fue entregado para ser crucificado; en esta, el Señor Jesús, repartiendo el pan a sus discípulos, dice “Tomad, comed; esto es mi cuerpo.” Así mismo, tomando la copa dijo “Bebed de ella todos; porque esto es mi sangre del nuevo pacto,” Entonces, cuando nosotros nos disponemos con nuestros hermanos a tomar la cena del Señor, estamos, como dice la Palabra, anunciando su muerte hasta que Él regrese (1 Corintios 11:26).

Sin embargo, es importante que también aprendamos acerca de lo especial de este momento, puesto que no es una comida que compartimos como cualquiera otra, sino que es ésta un momento de comunión como hermanos para discernir el cuerpo y la sangre de nuestro Señor Jesucristo, es decir, entender o diferenciar esta cena de las demás. Para esto es necesario entonces que recordemos que el Señor Jesús en su cuerpo llevó todos nuestros pecados, dolores, rebeliones y enfermedades (Isaías 53:4-5) así mismo que entendamos que su sangre derramada fue la del nuevo pacto que dice que: somos pueblo de Dios, que el Señor pone su Palabra en nuestra mente y corazón y que definitivamente Él nunca más se acordará de nuestros pecados y transgresiones (Hebreos 8:10-12).

Hermanos, la cena del Señor cuando se discierne como realmente es, es decir, entendiendo la importancia y trascendencia que tiene de manera personal y también social, se convierte en un momento de gran intimidad con nuestro Señor y con nuestros hermanos, en el cual podemos ver el obrar poderoso de Dios en cualquier área de nuestra vida: espiritual, emocional y física; de modo que, la invitación es para que con mucha fe, humildad y entendimiento participemos de este gran momento, disponiéndonos para que el Señor obre en nosotros según su voluntad y amor.   Oración.

«Padre Celestial, gracias Señor por el privilegio que me concedes de sentarme contigo y con mis hermanos a tu mesa para participar de la Santa Cena; sé que por tu misericordia y amor obraras grandemente en nuestro espíritu, alma y cuerpo; gracias Señor por manifestar en nosotros tu gracia y bondad, por Jesucristo, amén.

jueves, 17 de abril de 2025

Vivamos el mensaje del Evangelio

 


Vivamos el mensaje del Evangelio

«La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma; el testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio al sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón; el precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre; los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que el oro, y más que mucho oro afinado; y dulces más que miel, y que la que destila del panal» Salmo 19:7-10.

«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era. Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, éste será bienaventurado en lo que hace.» Santiago 1:22-25.

Estos pasajes nos deben llevar a reflexionar si estamos viviendo el mensaje del evangelio o somos simples oidores, engañándonos a nosotros mismos, ya que debemos actuar de forma consecuente cuando escuchamos la palabra de Dios. No somos cristianos solo por oír, sino cuando lo que oímos se transforma en acciones.

Cuando nos exponemos a la verdad de la palabra, esta revela lo que somos y cómo deberíamos de ser; pero si solo escuchamos y no actuamos, de nada sirve. La palabra es como un espejo que nos muestra la corrupción de nuestra naturaleza y el estado de nuestro corazón, nos habla claramente de cada aspecto de nuestra vida, nos muestra nuestro pecado, nos lleva al arrepentimiento, convierte nuestra alma y nos hace sabios para obrar, porque lo que produce bendición no es el oír la palabra, sino el obedecerla.

El simple conocimiento no basta, porque quien piensa que conocer la Biblia convierte a alguien en piadoso, se engaña a sí mismo; es creyente quien la conoce para recibir la revelación de nuestro Salvador Jesucristo, creer en Él y obedecerle.

Los verdaderos creyentes se identifican por una vida renovada por la palabra. Para esto, tenemos que abrir nuestros oídos espirituales y permitirle al Espíritu Santo que nos dé sabiduría para aplicarla a nuestra vida. La salvación no viene de utilizar métodos humanos, sino de ser humildes y mansos, aceptando la palabra implantada que Dios ha hecho que se arraigue en nuestro corazón al recibir a Jesucristo.  Oración.

«Señor gracias por tu palabra, la cual es la verdad que transformó mi corazón y convirtió mi alma cuando creí, por medio de ella, en mi Salvador y Señor Jesucristo. Ayúdame a escucharla, aplicarla, vivirla con sabiduría, para poder obedecerla en cada aspecto de mi vida, solo así seré bienaventurado en todo lo que haga. En el nombre de Jesús, Amén.   

miércoles, 16 de abril de 2025

Poderte ver

 


Poderte ver

“Llegaron a la aldea adonde iban, y él hizo como que iba más lejos. Mas ellos le obligaron a quedarse, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró, pues, a quedarse con ellos. Y aconteció que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo bendijo, lo partió, y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron; mas él se desapareció de su vista. Y se decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo le habían reconocido al partir el pan.” Lucas 24:28-35

Hemos visto y escuchado a lo largo de nuestra vida acerca de Jesús, el Hijo y enviado de Dios, aquel que predijo e hizo muchas obras milagrosas, el que también no habiendo hecho ningún mal fue entregado por los principales sacerdotes y gobernadores de ese tiempo para ser crucificado, sabemos así mismo que murió, pero que al tercer día resucitó. Es a grandes rasgos lo que se nos cuenta y recuerda cada año durante la Semana Santa.

La crucifixión y muerte de Jesús es un hecho que por su misma naturaleza a muchos les causa gran tristeza, y queriendo tener un poco de empatía, sentido pésame o respeto por lo sucedido, optan estos días por abstenerse de algunas prácticas, comportamientos o alimentos; sin embargo, estas cosas teniendo cierta apariencia de sabiduría, piedad o humildad lo que realmente dejan ver es el estado de ceguera espiritual o dureza de corazón en el que se encuentran estas personas, tal y como se los dijo el Señor a los discípulos que iban camino a Emaús (Lucas 24:13-27).

Querido lector u oyente, si realmente te conmociona la vida y obra del Señor, te invito para que, al igual que los discípulos de Emaús, dispongas tu corazón para estar un tiempo con el Señor, aprovecha estos días donde por diferentes medios se nos predica la Palabra de Dios que da testimonio acerca de Jesús, y confía en que Él abrirá tus ojos espirituales permitiéndote ver realmente el poder e impacto que tiene en tu vida su crucifixión, muerte y resurrección. No se te haga raro que tu corazón, como el de los discípulos, arda dentro de ti al conocerle personalmente y ser lleno de un inexplicable e inigualable gozo, amor, paz, y propósito.  Oración.

«Padre Celestial, en este día te doy muchísimas gracias por el privilegio y el regalo de conocerte personalmente a través de tu Palabra y tu Hijo Jesucristo. Te ruego que en este tiempo nos des la oportunidad de conocerte más profundamente; bendice con espíritu de sabiduría y de revelación a aquellos que aún no te conocen personalmente y sé tú glorificándote en nuestros corazones, por Jesucristo, tu amado Hijo, amén.

martes, 15 de abril de 2025

Para los contritos y humillados

 


Para los contritos y humillados

“Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume.” Lucas 7:36-38

“Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.” Mateo 5:3

A menudo pensamos que, las personas que sirven en un templo, que son siervos del Señor o que dedican su tiempo a estudiar la Palabra de Dios, son aquellos que por su oficio o dedicación disfrutan más de las bendiciones del Señor. Precisamente vemos en el relato bíblico de hoy cómo Jesús estaba en la casa de un fariseo, una persona apegada a la Ley de Moisés, pues este le había rogado que comiese con Él; sin embargo, mientras Él estaba sentado a la mesa, dice la Palabra que, vino una mujer que era pecadora y estando detrás de Jesús a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, a enjugarlos con sus cabellos, a besarlos y a ungirlos con un perfume. ¿Cuál de los dos crees que recibió más bendición?

Para sorpresa de todos los que estaban presentes y aun de muchos de nosotros hoy en día, el Señor a través de una ilustración explica cómo es que el reino de los cielos es de aquellos humildes, contritos y humillados. Muchas veces al igual que Simón el fariseo, pensamos que nuestra deuda con el Señor, es decir, nuestro pecado es poco, comparado con el de otros, y entonces eso nos lleva a poco amor hacia Jesús, en el caso de Simón, nos cuenta la Biblia que, no tuvo el más mínimo acto de cortesía o atención con el Señor cuando él entró en su casa; en cambio, esta mujer reconociendo que era pecadora y no merecedora de la gracia del Señor, al ver a Jesús, por fe se acercó y le amó; con todo lo que era y lo que tenía le sirvió y le adoró (Lucas 7:39-50).

Por supuesto, quien recibió y disfrutó de toda la gracia y el amor del Señor fue la humilde mujer, pues todos sus pecados fueron perdonados y en paz la despidió el Señor.

Conocer este hecho ocurrido, nos permite entender que la bendición de Dios no es para aquel que pueda parecer merecedor o digno de recibirla por sus actos, sino que, es para todos por igual y que la única manera de disfrutarla es acercándonos al Señor por medio de la fe y en una completa actitud de humildad y adoración.   Oración.

«Padre Celestial, haz de mí esa persona contrita y humillada que por fe se acerque cada día a tus pies, reconociendo mi gran necesidad de ti y agradeciendo tu gracia y amor que me conceden toda bendición, por Jesucristo, mi Señor y Salvador, amén.