lunes, 1 de abril de 2024

Jesús es nuestro templo

 


Jesús es nuestro templo

“Y los judíos respondieron y le dijeron: ¿Qué señal nos muestras, ya que haces esto? Respondió Jesús y les dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho.” Juan 2:18-22

“El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas,” Hechos 17:24

El templo, que en el tiempo de Jesús y antes de Él, era principalmente conocido y destinado como un lugar sagrado para el encuentro con el Padre y su adoración, es el mismo del cual Jesús dice que lo destruyan y en tres días Él lo vuelve a levantar. Sin embargo, es claro que aquí el Señor no se está refiriendo a un tema literal, sino mejor a un simbolismo, pues dice que aquel templo sería su mismo cuerpo. Y es que, cuando Jesús murió y resucitó al tercer día, fue quitada completa y radicalmente la antigua y primera manera para acercarse a Dios y adorarlo (hebreos 10:8-9).

En su conversación con la mujer samaritana, ella le pregunta dónde es el lugar correcto para adorar a Dios, porque unos decían que, en el monte, y otros que en Jerusalén (lugar donde se encontraba el templo), pero la respuesta del Señor Jesús fue que se aproximaba la hora en que ni en uno ni otro lugar se debía adorar, sino que el lugar y la manera correcta era hacerlo en espíritu y en verdad, pues dice: “Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren.” Juan 4:24.

Ahora bien, para que nosotros lo podamos realizar de esta forma, es esencial que entendamos que Dios ya no habita en templos hechos por manos humanas, sino que, ha sido Jesucristo el punto señalado para que cualquiera que se quiera encontrar con Dios lo pueda hacer, “porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.” Efesios 2:18. Así que, queridos hermanos, el único templo donde ciertamente podemos encontrar a nuestro Padre, es Jesucristo mismo, porque en él habita corporalmente toda la plenitud de Dios, (Colosenses 2:9). Y es por su Espíritu que en nosotros vive, que donde quiera que nos encontremos le podemos adorar verdaderamente.  Oración.

«Padre Dios, qué bendecido y lleno de gracia soy, por el hecho de cerrar la puerta de mi habitación y ahí a solas en comunión con tu Espíritu y por medio de tu amado Hijo, poder encontrarnos Tú y yo; eres todo lo que necesito, Señor, amén.

domingo, 31 de marzo de 2024

Nosotros como templo


 Nosotros como templo

“Estaba cerca la pascua de los judíos; y subió Jesús a Jerusalén, y halló en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas allí sentados. Y haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos, y las ovejas y los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: Quitad de aquí esto, y no hagáis de la casa de mi Padre casa de mercado. Entonces se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo de tu casa me consume.” Juan 2:13-17
De acuerdo con la Palabra de Dios, en cada persona que cree en Jesucristo y lo recibe en su vida como Señor y Salvador, habita el Espíritu Santo, su cuerpo ahora es el templo del Espíritu de Dios (1 Corintios 6:19). Y esta es una afirmación muy valiosa que debe llevarnos a considerar sus implicaciones, puesto que no podemos al igual que en el tiempo de Jesús, disponer de este templo a cosas para las cuales no ha sido dispuesto, porque como dice Santiago 4:5, el Espíritu que Él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente.
Pues bien, básicamente el llamado de Dios para nosotros es que, siendo nuestro cuerpo su templo, no prestemos nuestros miembros para servir al pecado, porque como dice su Palabra en 1 Corintios 6:9-11 si antes practicábamos pecados como el adulterio, la idolatría, la fornicación, las borracheras, el robo, las maledicencias, avaricias, estafas, entre otros, ya ciertamente hemos sido lavados, santificados y justificados en el nombre del Señor Jesús y por su Espíritu que en nosotros habita.
Y entonces, la exhortación es para que nos mantengamos en esta identidad y posición que Dios por su gracia y la fe nos ha dado, siendo edificados juntamente con nuestros hermanos como casa espiritual y sacerdocio santo, para que como dice 1 Pedro 2:5 ofrezcamos sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Hermanos nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo, y ha sido santificado para que en la llenura y el poder del Espíritu vivamos en esa santidad donde cada uno de nuestros miembros sea presentado como instrumento para servir y glorificar al Padre. Oración.
«Bendito Dios, gracias por escoger mi cuerpo como tu morada, realmente no lo merezco, pero ha sido por tu gracia. Hoy mi deseo es adorarte y servirte con cada uno de mis miembros, pues sé que Tú todo me has limpiado y que por tu Espíritu ya no serviré más al pecado, por Jesucristo mi Señor, amén.

sábado, 30 de marzo de 2024

La invitación

 La invitación

“Entonces Jesús le dijo: Un hombre hizo una gran cena, y convidó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los convidados: Venid, que ya todo está preparado. Y todos a una comenzaron a excusarse. El primero dijo: He comprado una hacienda, y necesito ir a verla; te ruego que me excuses. Otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me excuses. Y otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el padre de familia, dijo a su siervo: Ve pronto por las plazas y las calles de la ciudad, y trae acá a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, se ha hecho como mandaste, y aún hay lugar. Dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa. Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron convidados, gustará mi cena.” Lucas 14:16-24
Jesús vino por Israel, pero este no reconoció las señales ni entendió los tiempos de su visitación (Lucas 19:44) y rechazaron al Mesías, al Cristo. Sin embargo, los que lo recibimos, los que creemos en su nombre somos nacidos de nuevo, hechos hijos de Dios y somos sellados por el Espíritu de Dios. (Juan 1:12-13, Efesios 1:13), pues los que eran invitados no quisieron venir a la cena de comunión con el Señor y Él entonces amplia y generosamente invitó a todos, para que se cumpliera lo dicho por el profeta: “Fui buscado por los que no preguntaban por mí; fui hallado por los que no me buscaban. Dije a gente que no invocaba mi nombre: Heme aquí, heme aquí.” (Isaías 65:1)
Los que no quisieron venir a la cena inicialmente se lamentarán y llorarán por aquel a quien traspasaron (Zacarías 12:10), Dios tratará nuevamente con ellos hasta que entren todos los invitados, luego cerrará la puerta (Romanos 11:25-26, Lucas 13:25), mientras tanto estamos llamados a invitar a otros a la cena de intimidad, adoración y amor más extraordinaria de todas, una cena que sacia el hambre y la sed del alma y del espíritu, y que llena de plenitud y sentido nuestra vida (Apocalipsis 3:20).
Qué triste sería ver que no invitamos a los que decimos son nuestros amigos, y que tal vez los hemos invitado a una cena en este mundo, pero no a la cena más trascendente e importante de todas, a la fiesta de las bodas del Cordero (Apocalipsis 19:7-10). Así que, como siervos del Señor coloquemos toda diligencia en hacer la invitación, pues en su casa aún hay lugar para que todo aquel que crea en Jesucristo, disfrute de la cena de salvación y comunión que Dios ha preparado. Oración.
«Bendito Dios, gracias por tan sobreabundante gracia y perfecto amor que hoy me ha hecho partícipe de tu cena de salvación y comunión. Te pido que obres en mí para ser ese siervo que a tiempo y destiempo invite a todo aquel que esté hambriento y sediento del pan de vida y del manantial de agua viva, por Jesucristo mi Señor, amén.

viernes, 29 de marzo de 2024

Cerca de ti

 


Cerca de ti

“Mas ¿qué dice? Cerca de ti está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos: que, si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación.” Romanos 10:8-10

Muchas veces pasa que las personas por falta de conocimiento verdadero, creen que no son lo suficientemente dignas o buenas como para acercarse a Dios, y piensan que eso es solo para la gente que sirve en la iglesia, hasta llegar al punto de que teniendo alguna necesidad importante en sus vidas, acuden al servidor de la iglesia para que sea él quien interceda por ellos. Pero, la verdad es que nadie es perfecto ni suficientemente bueno en sí mismo como para ir y estar en la presencia de Dios, pues dice su Palabra en Efesios 2:1-3 que todos los seres humanos originalmente estamos en la misma condición, muertos en delitos y pecados, desobedientes e hijos de ira, pero que Dios siendo rico en misericordia, nos amó y por gracia nos dio vida, salvación, santidad, justificación y toda riqueza espiritual por medio de su Hijo Jesucristo (Efesios 2:4-5). Siendo entonces Jesucristo, el único que hace la diferencia entre aquella persona que confiadamente se acerca a Dios y la que no lo hace.

Pero, como dice la Palabra de Dios hoy, cerca de nosotros está Él, y lo único que debemos tener es fe, fe para confesar con nuestra boca que Jesús es el Señor y fe para creer en nuestro corazón que Dios le levantó de los muertos, pues dice, así seremos salvos. Y entonces, una vez que Cristo habita por fe en nuestros corazones, somos hechos hijos de Dios y miembros de su familia, teniendo todo el derecho de acceder confiada, libre e ilimitadamente a la presencia de nuestro Padre (Juan 1:12, Efesios 2:19, 3:12). “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre,” 1 Timoteo 2:5. 

Oración.

«Padre Dios, gracias por el conocimiento que me das de tu verdad. Me has amado tanto que aun cuando estaba muerto en mis delitos y pecados, me diste vida por medio de Jesucristo, me salvaste y ahora me has adoptado como tu hijo. Gracias por ese favor inmerecido de poder acercarme a ti con la confianza de que alcanzaré misericordia y hallaré gracia para el oportuno socorro, amén.

jueves, 28 de marzo de 2024

Entrada triunfal

 

Entrada triunfal


“Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. Y a su paso tendían sus mantos por el camino. Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, ¡y gloria en las alturas!” Lucas 19:35-38

Existe un momento en nuestra vida donde le abrimos la puerta de nuestro corazón a Jesús y como dice Apocalipsis 3:20, Él entra a tener comunión con nosotros. Sin embargo, puede pasar que para muchos sea como para aquellos en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que mientras duró el momento y la emoción le adoraron y le exaltaron, pero horas, días o quizá meses después, con sus acciones lo están negando. Y definitivamente esta no es la voluntad del Señor, sino que Dios quiere reinar en nuestro corazón.

Pero para que esto sea posible y sea Jesús el Rey de nuestra vida, es necesario que primero sea destronado de nuestro corazón todo aquello que no va de acuerdo con la voluntad de Dios, tal como lo expresa Gálatas 2:20 cuando dice “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.”. Sin embargo, esto es un hecho que solo puede suceder cuando le cedemos el control y la autoridad de nuestra alma al Espíritu de Dios, que vino a morar en nosotros desde que recibimos a Jesús como nuestro Señor y salvador (Efesios 1:13).

Ciertamente, el Señor Jesús quiere tener una entrada triunfal en nuestra vida, una entrada donde Él tome el trono de nuestro corazón y pasemos de ser egocéntricos a ser Cristocéntricos. Y definitivamente es un triunfo donde los más beneficiados somos aquellos que lo permitimos, pues dice su Palabra que habitando Cristo por la fe en nuestros corazones, conoceremos su amor que excede a todo conocimiento y seremos llenos de toda la plenitud de Dios (Efesios 3:17,19).  Oración.

«Bendito Jesús, gracias por amarme tanto y entregar tu vida por mí en esa cruz; mi mayor anhelo también es renunciar a mi propia vida para que seas tú quien vivas y reines en mí, pues dice tu palabra que aquel que pierda su vida por causa de ti la salvará. Gracias por perdonar mis pecados y darme la vida eterna, amén.

miércoles, 27 de marzo de 2024

Gozo

 

Gozo


“Y el Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo.” Romanos 15:13

“Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe,” Gálatas 5:22

El gozo más allá de ser una expresión exterior de risas, chistes o alboroto, es una satisfacción o felicidad permanente en nuestra alma, es decir, estar gozosos con lo que pensamos, sentimos y hacemos, por lo que, podemos decir, es una virtud integral y que va principalmente en nuestro interior, pues podemos tener gozo, pero ser calmados.

Ahora bien, es importante que conozcamos que el verdadero gozo no depende de las circunstancias, sino que viene como fruto de nuestra permanente comunión con Dios; la Palabra de Dios en Filipenses 4:4 nos exhorta a que siempre nos regocijemos en el Señor. Entonces, cuando nosotros permanecemos en intimidad con Dios, el resultado es que gracias a esos tiempos de alabanza, oración y meditación de su Palabra, nuestro corazón es lleno de todo gozo y paz por medio de la fe, pues creemos y confiamos que nuestra vida está en el total control soberano de Dios, y que por muy difícil o dolorosa que pueda estar nuestra situación, finalmente el Señor se glorificará y cumplirá su propósito en nuestra vida.

Conocemos por medio de Romanos 12:2 que la voluntad de Dios es buena, es AGRADABLE y es perfecta. Esto es una verdad absoluta, pero que la podemos vivir de esta forma cuando nos despojamos de nuestra propia sabiduría y confiamos en el obrar de nuestro Padre Celestial. Así que, la invitación es para que cada mañana en oración le entreguemos nuestra vida a Dios, y nos llenemos de su Espíritu Santo y así nuestra alma tenga paz y nuestro corazón rebose de todo gozo. Finalmente, recordemos 1 Tesalonicenses 5:16-18 que dice “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.   Oración.

«Bendito Dios, gracias por tu incondicional amor; me sigues transformando y perfeccionando hasta el día en que Cristo vuelva; gracias por llenarme de tu Espíritu y permitirme comprobar que todo lo que haces en mi vida es bueno, agradable y perfecto; y gracias porque cuanto más te conozco, más se llena mi vida del verdadero gozo, por Jesucristo, mi Señor, amén.

martes, 26 de marzo de 2024

El amor a los padres

 


El amor a los padres

“Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo. Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa; para que te vaya bien, y seas de larga vida sobre la tierra.” Efesios 6:1-3

“Oye a tu padre, a aquel que te engendró; Y cuando tu madre envejeciere, no la menosprecies.” Proverbios 23:22

La honra a nuestros padres es un mandamiento que no tiene condiciones ni motivos de exoneraciones. El Señor Jesús nos lo enseña adecuadamente cuando vemos en su vida que obedeció total e incondicionalmente a su Padre Celestial, y honró maravillosamente a su madre terrenal; sus palabras en Juan 6:38 fueron «Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió.” Y en Juan 19:26-27 encontramos que “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.”

Una manera de llevar esto a la práctica en nuestra vida, es identificar el tipo de relación que hoy tenemos con nuestros padres, pues existen dos opciones, la primera es estar bajo su autoridad, que aplica para los menores de edad o que aún viven o dependen de sus padres, y la segunda, no estar bajo su autoridad, que cobija a aquellos que como dice la Escritura, ya dejaron a padre y madre y ahora están conformando un nuevo hogar. Sin embargo, independientemente de la posición en la que estemos, y como decíamos al inicio, el mandamiento es que siempre los honremos. Entonces, la principal honra de aquellos que aún están bajo autoridad, es la obediencia; y la honra de aquellos que hoy están en un nuevo hogar, es la manifestación de atención, cuidado, oración, provisión, gratitud, paciencia, aprecio, respeto y todo tipo de amor.

El amor no hace mal a nadie, entonces cuando nos decidimos a amar, nos estamos sometiendo primera y supremamente a la autoridad de nuestro Padre Celestial, que finalmente es la que nos llevará a tener una correcta y amorosa relación con los demás a nuestro alrededor, tal como lo evidencia el ejemplo de Jesucristo nuestro Señor.  Oración.

«Bendito Dios, gracias por mis papás terrenales, gracias por amarlos, cuidarlos y guardarlos; gracias por el entendimiento y la humildad que me das para poder honrarlos en todo tiempo. Te pido que me permitas continuar aprendiendo de tu maravilloso amor, para que al practicarlo impacte positiva y poderosamente la vida de cada persona que has puesto a mi alrededor, por Jesucristo, mi Señor, amén.