martes, 30 de enero de 2024

Soy culpable

 

Soy culpable


“¿Por qué, pues, tuviste en poco la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus ojos?” 2 samuel 12: 9a

Dios envió al profeta Natán a que reprendiera a David por haber cometido gravísimos pecados. Entre otras maldades, David había asesinado a Urias, un buen hombre y tomado a su mujer Betsabé dejándola embarazada. Como consecuencia de su pecado, el hijo nacido con Betsabe murió y Absalón, otro de sus hijos, organizó un golpe de estado contra su padre David tomando su trono, además de todo lo exilió y quiso matarlo. En este contexto, cuando David huía de Absalon, escribe el Salmo 3 llamado: Oración matutina de confianza en Dios del que surgen algunas preguntas:

– ¿Cómo puede ser que un hombre culpable se acerque a Dios a pedir su ayuda?: “¡Oh Jehová, ¡cuánto se han multiplicado mis adversarios! Muchos son los que se levantan contra mí. Muchos son los que dicen de mí: No hay para él salvación en Dios.” (vs 1 y 2)

– ¿Cómo puede ser que un hombre culpable haga la siguiente afirmación? “Mas tú, Jehová, eres escudo alrededor de mí; Mi gloria, y el que levanta mi cabeza” (vs 3)

– ¿Cómo puede ser que a un hombre culpable Dios escuche y responda?: “Con mi voz clamé a Jehová, y él me respondió desde su monte santo. Selah” (vs 4)

– ¿Cómo puede ser que un hombre culpable duerma tranquilo con todo un pueblo y su hijo siguiéndole para aniquilarlo? “Yo me acosté y dormí, y desperté, porque Jehová me sustentaba. No temeré a diez millares de gente, Que pusieren sitio contra mí. (vs 5 y 6)

La respuesta a estas preguntas está en el siguiente versículo: “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra Jehová” (2 samuel 12:13a). David no se excusó, no se justificó, se declaró culpable y se arrepintió. Natan le dice: “También Jehová ha remitido tu pecado; no morirás” (2 samuel 12:13b). David también acepta el regalo del perdón y la misericordia de Dios, acepta las graves consecuencias de su pecado y sigue adelante con su relación con Dios.

Dios nunca rechaza un corazón humilde que reconoce sus pecados y acepta su perdón. Sin duda somos culpables, pero la sangre de Cristo nos redime, nos limpia y nos justifica delante de nuestro Padre.  Oración.

«Padre de la gloria dame un corazón que dependa totalmente de tu misericordia, ayúdame a reconocer mis culpas y permíteme seguir adelante de tu mano por medio de Jesús. Amén.

lunes, 29 de enero de 2024

¿Quiénes somos los hombres?

 


¿Quiénes somos los hombres?

“Digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites?” Salmo 8:4

Este salmo es una solemne meditación sobre la gloria y la grandeza de Dios, pero también sobre la absoluta pobreza espiritual del hombre y su necesidad de salvación y perdón por medio de Jesucristo. Para entender ¿quién es el hombre? David empieza este salmo recurriendo al único referente válido, estable y verdadero: Dios a través de su gloria, David dice “¡Oh Jehová, Señor nuestro, ¡cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos; De la boca de los niños y de los que maman, fundaste la fortaleza, a causa de tus enemigos, para hacer callar al enemigo y al vengativo. Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre, para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que lo visites” (Salmo 8:1-4)

Cuando el hombre destruye el concepto de Dios, destruye su verdadera imagen, destruye su verdadero propósito (su honra), por lo tanto David reconoce por medio de la creación quién es Dios, le agradece y se goza en su relación con Él. David sabe quién es él, porque sabe quién es Dios, tiene un referente válido. El mundo actual ha perdido el referente de Dios, por eso no sabe para dónde va ni cuál es su propósito.

David continúa, después de reconocer la grandeza de Dios y la bajeza del hombre, nos habla proféticamente de la única puerta que a pesar de la divergencia existente, conecta el camino de Dios con el del hombre: Jesucristo. “Le has hecho poco menor que los ángeles, y lo coronaste de gloria y de honra. Le hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies: Ovejas y bueyes, todo ello, y asimismo las bestias del campo, Las aves de los cielos y los peces del mar; Todo cuanto pasa por los senderos del mar.” Salmo 8: 5-8. Jesús fue coronado de la gloria de Dios porque era Dios mismo, y de la honra del hombre porque se hizo como nosotros para enseñarnos el camino al Padre.

Reconocer la grandeza de Dios y nuestra bajeza, nos pone en el lugar correcto para reconocer nuestra necesidad de salvación y perdón por medio de Jesucristo. Los que hemos experimentado su amor y conocemos a nuestro Creador, como David podemos proclamar “!Oh Jehová, Señor nuestro, Cuán grande es tu nombre en toda la tierra!” (Salmo 8:9). ¡Somos quien Dios dice que somos!    Oración.

«Padre de la gloria, Jesucristo es mi única verdad, permíteme conocer íntimamente a tu Hijo, porque solo así sabré quién soy realmente. Amén.

domingo, 28 de enero de 2024

El Dios de mi justicia

 

El Dios de mi justicia


“Respóndeme cuando clamo, oh Dios de mi justicia. Cuando estaba en angustia, tú me hiciste ensanchar; Ten misericordia de mí, y oye mi oración”, Salmo 4:1

Todos quieren que Dios responda, pero sólo responderá el “Dios de mi justicia”.

¿A qué se refiere el salmista con esta expresión? Recordemos el significado bíblico de justicia. Justicia no es un concepto, ni un logro personal, es una persona: “Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él” (2 Corintios 5:21) por lo tanto entendemos que Jesucristo es nuestra justicia. Y como veníamos diciendo, en situaciones adversas, todos, incluso los que deliberadamente despreciaron a Dios, los que se burlaban de los creyentes, resulta que claman a un Dios que quisieron tener lejos toda la vida. Pero Dios solo responderá a través de una puerta llamada Jesuscristo, la puerta de la justicia. Dios nunca responderá con base a nuestras justicias dado que somos completamente incapaces como seres humanos de presentar la más mínima justicia que Dios exige, como está escrito: “No hay justo, ni aun uno; No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.” (Romanos 3:10-12).

La única manera de acceder a la presencia de Dios es recibiendo su justicia como un regalo que no merecemos, un regalo de amor llamado Jesús “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16) y para recibir realmente a Jesucristo necesitamos vernos como realmente somos: Unos pobres y miserables pecadores, mendigos de su misericordia y hambrientos de perdón porque somos culpables, no somos inocentes. Cuando nos dejemos de ver como unas víctimas y reconozcamos nuestras culpas delante de Dios, entonces podremos clamar por la misericordia de Dios y nos será dada. Él escuchará nuestra oración.

Los salmos nos enseñan cómo tener una correcta relación de intimidad con Cristo, una relación honesta, sin maquillarnos de una piedad que no tenemos. Aprendamos a presentarnos delante de Dios tal y como somos y Dios siempre nos responderá.  Oración.

«Padre de la gloria mi única necesidad en este mundo es Jesucristo, su justicia me hace libre y me permite estar delante de ti, líbrame del orgullo de creer que merezco alguna cosa, porque nada merezco, por favor respóndeme cuando a ti clamo, ten misericordia de mí y oye mi oración. Amén.

sábado, 27 de enero de 2024

Esto es discipulado

 

Esto es discipulado


“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén”. Mateo 28:19-20

Jesus dijo “vayan” y hagan discípulos.

¿Cómo hizo discípulos Jesús?

¿Cómo hizo discípulos Pablo?

¿Cómo hicieron discípulos los apóstoles?

¿Se quedaron acaso en los templos? ¿formaron grupos cerrados de alabanza? ¿Se dedicaron a construir grandes edificios? ¿llenaron sus agendas de diversos eventos?

La respuesta a todas estas preguntas es no. Jesus, Pablo y los apóstoles “fueron” a donde el Espíritu de Dios los enviara, sin equipaje y muchas veces sin dinero. Solo con lo que tenían: un corazón dispuesto y la palabra de Dios escrita en su corazón. No llenaron templos, sino corazones y antes de ser maestros, pastores o grandes evangelistas fueron amigos: amigos de pecadores, publicanos, viudas, huérfanos y enfermos. Renunciaron a su comodidad y complacencia por un sueño mucho mayor: llevar el reino de Dios hasta el último lugar de la tierra.

Si nos dedicáramos a hacer discípulos a la manera de Cristo, tendríamos menos estrés, ansiedad, deudas, compromisos o reuniones y mucha más libertad y tiempo para las únicas tres cosas que en verdad hacen la diferencia en el discipulado: AMAR, ENSEÑAR Y SERVIR.

AMAR: nuestra relación de amor con Dios será la pauta con la que amemos a nuestros hermanos. “El hombre que tiene amigos ha de mostrarse amigo; Y amigo hay más unido que un hermano.” Proverbios 18:24

ENSEÑAR: la palabra de Dios es la verdad y lo único que puede alumbrar, liberar y sanar a la humanidad. “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres”. Juan 8: 32

SERVIR: “En todo os he enseñado que, trabajando así, se debe ayudar a los necesitados, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: Más bienaventurado es dar que recibir.” (Hechos 20:35). Hacer lo que hacemos con amor, compasión y diligencia no solo beneficia a los otros, sino que alivia nuestro propio corazón.  Oración.

«Señor ayúdame a salir de mi propia comodidad, permíteme ir por aquellos por quien tú moriste. Enséñame a amar, enseñar y servir haciendo discípulos de Cristo. Amén.

miércoles, 24 de enero de 2024

Poder bajo control

 


Poder bajo control

“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga.” Mateo 11: 28-30

Hoy reflexionaremos acerca de la mansedumbre.

¿Qué es? En términos muy generales podemos catalogarla como “poder bajo control” un ejemplo de esto son los caballos pura sangre que con alrededor de 900 kg de puro músculo y un gran cerebro se rehúsan a usar su fuerza bruta con tal de sujetarse a las directrices de su jinete. En la vida cristiana somos mansos cuando teniendo el poder, dado por Dios, de decidir nuestro propio camino, decidimos someternos a nuestro Creador y obedecer su palabra. Dice la palabra que la mansedumbre hace parte del fruto del Espíritu Santo, es un regalo gratuito que recibimos cuando creemos en Cristo y que nos permite caminar bajo su dirección siempre y cuando nos dispongamos a hacerlo.

¿Qué no es? La mansedumbre no es debilidad, al contrario, y como vimos es puro poder que viene dado de lo alto. Poder controlar un carácter carnal y mundano como el de todos los humanos, renunciar a tener siempre la razón y abandonarse en las manos de Dios. No es algo que desarrollemos por nosotros mismos, es la obra del Espíritu de Dios que se desarrolla en una relación íntima de amor con Cristo.

¿Qué reciben los mansos? Nada más ni nada menos que una herencia completa de paz y felicidad, como está escrito: “Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad” (Mateo 5:5). Cuando lo sometemos todo a Dios y no dependemos de las circunstancias terrenales, nos convertimos en los dueños de la tierra. Las preocupaciones por el futuro, las culpas del pasado y las frustraciones del presente simplemente desaparecen.

Jesús es nuestro mayor ejemplo de mansedumbre, Dios mismo hecho hombre con todo el poder y autoridad para destruir a sus enemigos, decidió morir en una cruz por amor a ellos y por nosotros. Aprendamos de Él y hallaremos descanso para nuestra alma, porque su autoridad (yugo) es fácil de llevar y su carga liviana.  Oración

«Padre de la gloria cuánto anhelo ser mansa y humilde de corazón como Cristo lo fue, obra en mi vida este don maravilloso que aliviana mis cargas y me da descanso en las dificultades de esta vida. Amén

lunes, 22 de enero de 2024

Nos tiene en sus manos

 


Nos tiene en sus manos

“Palabra de Jehová que vino a Jeremías, diciendo: Levántate y vete a casa del alfarero, y allí te haré oír mis palabras. Y descendí a casa del alfarero, y he aquí que él trabajaba sobre la rueda. Y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en su mano; y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. Entonces vino a mí palabra de Jehová, diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel? dice Jehová. He aquí que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano, oh casa de Israel.” Jeremías 18:1-7

El profeta Jeremías fue enviado a casa del alfarero con la misión de observar cómo trabajaba con el barro, probablemente esperando encontrar las vasijas perfectas que usualmente estaba acostumbrado a ver en las tiendas de aquel entonces, sin embargo se encontró con una realidad diferente: cuando el puñado de barro que había resuelto formar el alfarero resultaba demasiado duro, o era demasiado pequeño o tenía alguna piedra y se echaba a perder en su mano, volvía a tomar otro puñado y a hacer otra vasija, según le parecía mejor hacerla. Entonces vino palabra de Dios diciendo: ¿No podré yo hacer de vosotros como este alfarero, oh casa de Israel?. La respuesta es: claro que sí, Todos nosotros como creyentes somos como el barro en las manos del alfarero, lo cual es una maravillosa y esperanzadora noticia en varios sentidos:

1. Dios tiene completo control y autoridad sobre nuestras vidas.

2. Dios es nuestro perfecto creador, por lo tanto, nos conoce y sabe lo que nos conviene o necesitamos.

3. Nadie en las manos de Dios se echa a perder, de ser necesario Dios hará todas las cosas nuevas.

4. Dios es un Dios de nuevas oportunidades.

5. Dios nos ama y tiene un buen plan para nuestra vida.

El proceso de ser una buena y hermosa vasija de barro puede ser largo y a veces hasta doloroso, sin embargo, las promesas de Dios y su provisión para nuestras vidas en momentos de dificultad son permanentes y están disponibles en el momento que lo necesitemos. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. Entonces me invocaréis, y vendréis y orareis a mí, y yo os oiré” (Jeremías 29:11-12)   Oración.

«Padre celestial soy como barro en tus manos, fórmame o transfórmame en la persona que tú quieres que yo sea. En ti confío. Amén

domingo, 21 de enero de 2024

Necesitamos a Dios

 

Necesitamos a Dios


«Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas. No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová, y apártate del mal;», Proverbios 3:5-7

El Señor nos invita a ser humildes y a reconocer nuestras propias limitaciones, por eso debemos tenerle en cuenta para tomar decisiones, no seamos autosuficientes pensando que todo lo podemos hacer solos, el secreto para que nos vaya bien en cualquier cosa que emprendamos es depender como unos niños pequeños del amor, misericordia y provisión de nuestro Padre Celestial. Como está escrito: “Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.” (Mateo 18: 2-4 ).

Una de las principales características de los niños es que necesitan continuamente depender de la dirección de sus padres para sobrevivir. Su falta de experiencia y conocimiento de los peligros de la vida obliga a sus padres a velar por su seguridad por lo menos durante su infancia y adolescencia, tarea que no es nada fácil, los niños aunque son indefensos, también son intrépidos e impulsivos, piensan muchas veces que saben lo que hacen, sin embargo el amor de unos buenos padres los hace recapacitar y les obliga de alguna manera a sujetarse a sus directrices. Pues bien todos nosotros desde la perspectiva espiritual, estamos en pañales, necesitamos del cuidado amoroso y dirección perfecta del mejor Padre que podemos tener, nuestro creador y el que conoce mejor que nadie nuestro corazón. Humillarse como un niño delante de Dios, significa DEPENDER por completo de Él, reconocerlo en todos nuestros caminos y apartarnos del mal.

La palabra de Dios es nuestra guía más segura y nuestra fuente de sabiduría: “Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia. Engrandécela, y ella te engrandecerá; Ella te honrará, cuando tú la hayas abrazado. Adorno de gracia dará a tu cabeza; Corona de hermosura te entregará.” (Proverbios 4:7 -9)    Oración.

«Padre Celestial te necesito, soy como un niño que requiere completamente de tu dirección y cuidado, enséñame a ser humilde y reconocerte en todos mis caminos, escojo el camino de la obediencia antes de apoyarme en mi propio consejo. Amén.