domingo, 27 de noviembre de 2022

¿He menospreciado tu llamado? - Parte 2

 


¿He menospreciado tu llamado? - Parte 2

“Y Jacob respondió: Véndeme en este día tu primogenitura.” Génesis 25:31

Si bien es cierto que lo que hizo Jacob para conseguir la bendición que le correspondía al primogénito, no fue la correcta, podemos analizar con su ejemplo lo que es apreciar, tener en alta estima, la bendición de Dios. Jacob conocía cuán importante era recibir esto de Dios, por eso decidió buscar incansablemente la bendición de su padre Isaac; pero esto que sucedió era algo que el Señor ya conocía, pues aún desde antes de que Jacob y Esaú nacieran, se le había revelado a Rebeca cómo su hijo mayor sería el que serviría al menor (Génesis 25:23).

De Jacob podemos aprender a valorar aquello que los demás no hacen y, siguiendo nuestro ejemplo de la misión que Dios nos encomendó, diremos: mientras que alguien menosprecia su llamado y no le ve importancia o valor a compartir de la obra de Cristo, personas como tú o como yo sí lo hacemos, vemos su valor; por eso, no desmayamos ni nos cansamos en predicar las buenas nuevas de Jesús, antes bien, decimos como Isaías, con gran anhelo y fuerza: «Señor heme aquí, envíame a mí»; este es un grito que sale de nuestro corazón diciendo: «yo quiero ser tu instrumento», ¿nadie más quiere ir? ¡yo sí quiero Señor! y como hizo Jacob, no te soltaré hasta que me bendigas (Génesis 32:26), es decir, no dejaré de persistir en pedirte que me envíes a mí.

Hermanos, sigamos el ejemplo de Jacob en cuanto a su persistencia y tenacidad, valoremos nuestro llamado y digámosle al Señor: «yo acepto con gusto la misión que me has encomendado».  Oración.

«Padre, aquí estoy disponible en todo momento para ti; acepto tu llamado con gusto y me dispongo para ir y predicar tu palabra, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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sábado, 26 de noviembre de 2022

¿He menospreciado tu llamado? - Parte 1

 


¿He menospreciado tu llamado? - Parte 1

“Entonces dijo Esaú: He aquí yo me voy a morir; ¿para qué, pues, me servirá la primogenitura?… Entonces Jacob dio a Esaú pan y del guisado de las lentejas; y él comió y bebió, y se levantó y se fue. Así menospreció Esaú la primogenitura.” Génesis 25:32,34

Qué tremendo ver cómo Esaú menosprecia su primogenitura, por un plato de lentejas, que para nada se compara en valor con lo que heredaría; esto nos lleva a reflexionar, ¿Cuántas veces hemos menospreciado, como Esaú, lo que Dios nos ha obsequiado?, quizás en algún momento lo hemos hecho, pero ¿por qué razón?, ¿por ignorancia, pues no conocemos qué es lo que se nos ha dado?, o quizás ¿porque no vemos el valor de lo que se nos entregó?

Enfoquemos este pasaje, en especial a la misión trascendental que Dios nos ha encomendado, predicar las buenas nuevas; es una misión que trae consigo una gran responsabilidad, pero también una recompensa; responsabilidad, porque depende de nosotros que el evangelio del reino sea predicado en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones (Mateo 24:14), ya que como dice la palabra: “¿Cómo, pues, invocarán a aquel en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique?” Romanos 10:14; pero también hablamos de recompensa, pues claramente la más importante, es la salvación de las personas a quienes les hemos compartido. Aunque conocemos lo vital de esta misión, su gran valor y relevancia, hemos preferido en muchas ocasiones hacerlo a un lado, por ir como Esaú, detrás de algo sin importancia; nos hemos dejado llevar por los afanes del mundo y la obtención de algunas cosas materiales que se ven apetitosas delante de nuestros ojos (como a Esaú le pareció el guisado de su hermano), y al dejarnos deslumbrar hemos perdido el norte, olvidando uno de los propósitos de nuestro existir: ser luz para las naciones, a fin de llevar la salvación de Cristo hasta los confines de la tierra (Hechos 13:47)

En este día preguntémonos: ¿seguiremos el ejemplo de Esaú y menospreciaremos la gran responsabilidad que Dios nos ha dado?   Oración.

«Padre, yo no he menospreciado la misión que me has encomendado, entiendo su importancia, pero no sólo quiero entenderlo sino también practicarlo. Espíritu Santo usa mi vida como instrumento para llevar el mensaje del evangelio hasta el fin del mundo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 24 de noviembre de 2022

Tu rostro buscaré

 

Tu rostro buscaré


«Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová» Salmos 27:8.

Qué precioso es ver todo lo que el Señor ha inspirado, los mejores poemas, cánticos, entre otros; y en este pasaje en especial, podemos ver a David siendo inspirado por Dios, para recitar uno de los Salmos más bellos que hablan de la necesidad, en el corazón del creyente, de buscar al Señor; necesidad que surge en nosotros debido a la restauración que hizo Jesucristo en nuestra relación con el Padre.

Recordemos que en Génesis se nos revela cómo el hombre al desobedecer a Dios y darle acceso al pecado tuvo grandes consecuencias, entre ellas, que el espíritu de todo ser humano muriera; espíritu que es tan necesario en nuestras vidas, ya que es el que nos permite relacionarnos con Dios; al suceder esto vemos cómo la relación entre Dios y el ser humano se rompe, y cómo afecta aun hasta nuestro anhelo de buscarle (Romanos 3:11b, Salmos 14:2-3). Pero hoy, podemos decir a Dios ¡Gracias!, porque Él mismo fue quien tomó la iniciativa y nos dijo: “Heme aquí” (Isaías 65:1), y envió a su Hijo Jesucristo para que por su obra redentora, en la cual hemos creído, Dios nos diera un espíritu nuevo para volver a relacionarnos con Él, ser sensibles a Su voz y entender el anhelo que tanto, nuestra alma y nuestra carne, tienen de buscarle (Ezequiel 36:26, Salmos 63:1b).

Hermanos, busquemos a Dios de todo corazón, siendo conscientes de que cuando lo hacemos lo hallamos, pues Él lo prometió. En oración, digámosle hoy: ¡Señor, todo mi ser te anhela! por eso en todo momento tu rostro buscaré.  Oración.

«Padre, que nunca se aparte de mi corazón el anhelo de buscarte. Te lo pido en el nombre de Jesús, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 23 de noviembre de 2022

Dulce refugio- Parte 2

 


Dulce refugio- Parte 2

«Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí, y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado.» Éxodo 33:21-22

Moisés también pudo experimentar, al igual que Elías, lo que significa refugiarse o esconderse en la Roca; en su caso, no está escondido en la hendidura de la peña por desánimo, sino porque le ha hecho una petición a Dios, que le permita ver Su gloria; Dios le ha dicho que para que esto suceda Moisés debe estar refugiado en la Roca, por eso le vemos en ese lugar confiando en que recibirá lo que el Señor le prometió, y a la expectativa de lo que a continuación verá. ¡Wow!, ¡Qué privilegio!, ¿ver la gloria de Dios? Sí, Moisés pudo ver a Dios de espaldas.

 

Con este relato quizá pensaremos: «Daría todo por estar ahí y experimentar lo mismo»; pero, un momento, hemos olvidado algo importante, ¡Nosotros también lo hemos hecho! pues hemos visto a Dios porque Jesús lo declaró: «El que me ha visto a mí, ha visto al Padre;» (Juan 14:9) ¡Qué maravilloso!, ¿lo hemos visto? ¡Claro que sí! Pero ¿cómo?, las Escrituras nos revelan que cuando conocimos a Jesús, conocimos también al Padre, y desde ese momento en el que le conocemos, le hemos visto (Juan 14:7)

 

Lo anterior debe llevarnos a meditar en que las veces que hemos estado en nuestro refugio, que ya sabemos no es un lugar, sino una persona, Jesucristo, hemos podido ver la gloria de Dios, su poder, su bondad, así como lo hizo Moisés, pero también hemos experimentado lo que es hablar con Dios (cuando oramos), y escucharlo cuando leemos su palabra y nos es revelada por el Espíritu Santo.

 

Qué privilegio saber que ese refugio en el cual se escondieron personajes como Elías, Moisés y muchos otros, está disponible también para nosotros, así que disfrutemos de ese privilegio y descansemos en Jesús, pues sólo en Él encontramos: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.   Oración.

«Padre, gracias porque por medio de tu palabra conozco que tú Hijo Jesús es el dulce refugio en el cual mi vida descansa. amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 22 de noviembre de 2022

Dulce refugio Parte 1

 

Dulce refugio Parte 1


“Y allí se metió en una cueva, donde pasó la noche. Y vino a él palabra de Jehová, el cual le dijo: ¿Qué haces aquí, Elías?” 1 Reyes 19:9.

¿Alguna vez has estado tan cansado, desanimado o abrumado ante alguna situación, a tal punto, de no tener ánimo de continuar? Quizás lo hemos experimentado, y si es así, entenderemos un poco lo que vivió Elías; pues ante una situación difícil quizás hemos buscado, como él, refugio en el cual escondernos; uno que esté lejos del ruido, de la gente, y hasta de la situación, que, por el momento, no queremos enfrentar.

Lo maravilloso de este pasaje es ver cómo Dios, de manera tan hermosa, decide entrar a aquella cueva en la cual está Elías para hablarle y preguntar: “¿qué haces en este lugar?”; y esto trae a nuestra memoria lo que dice el profeta Jeremías “¿Se ocultará alguno, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? (Jeremías 23: 24a), claro que no, de su presencia no nos podemos ocultar pues Dios lo llena todo, incluso esa cueva en la que se ocultó Elías; lo que nos indica que así como Dios estuvo en aquel lugar con Elías, de igual forma, ha estado y estará con nosotros en todo momento, pues como lo prometió no nos ha dejado solos ya que ha puesto en nosotros a su Espíritu Santo. A través de este ejemplo no solo nos revela su amor y compañía, sino cómo es Él, quien en todo momento nos anima, alienta, esfuerza, ayuda y sustenta (Isaías 41:10).

Tal vez hoy estamos refugiándonos en una habitación oscura, pero lo que el Señor quiere enseñarnos a través de este devocional es que lo hagamos en la Roca, ya que si analizamos, Elías lo hizo, pues toda cueva está hecha de roca, Roca que representa a nuestro Señor Jesús que es la roca inconmovible en la cual podemos encontrar paz y tranquilidad. Hermanos, refugiémonos en Jesús.  Oración.

«Padre, quiero en todo momento refugiarme en tus brazos, pues solo en ellos encuentro paz. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 21 de noviembre de 2022

Cuarto de guerra - Parte 3

 

Cuarto de guerra - Parte 3

“Él respondió y dijo: Escrito está:” Mateo 4:4a

Cuán identificados podemos sentirnos con esta batalla de Jesús, pues ¿Cuántas


veces el enemigo también nos ha lanzado dardos de fuego en medio de ella? Muchas, la gran diferencia es que en ocasiones no hemos reaccionado como lo hizo el Señor, ya sea por desconocimiento de la palabra o por desobediencia, lo que nos ha llevado en esos momentos a actuar bajo nuestros propios razonamientos, y no con sabiduría.

Citemos un ejemplo, cuando nos vemos enfrentados a una batalla, pero de discusión, ¿cómo reaccionamos? Hemos visto cómo en algunos momentos hemos actuado bajo los impulsos de la ira y la soberbia, lo que claramente nos ha conducido a dar de regreso una respuesta soez, entre otras cosas; pero ¿qué pasaría si en todo momento siguiéramos el ejemplo de Jesús? Si lo hiciéramos, saldríamos invictos de esas batallas, pues echaríamos mano a lo que hemos aprendido de la palabra de Dios y entonces lo aplicaríamos en nuestras vidas, ¿cómo? Dejando la ira y desechando el enojo (Salmos 37:8ª), quitando toda palabra áspera de nuestra boca y poniendo a cambio blandas respuestas, pues éstas quitan la ira (Proverbios 15:1), pero sobre todo no daríamos lugar al diablo, pues al igual que Jesús, le diríamos: “escrito está” y de acuerdo a eso voy a obrar.

Jesús nos ha dado ejemplo de cuán necesario es apoyarnos en esos momentos, en la oración y en su palabra, pues estas son armaduras necesarias para proteger a todo soldado que va a enfrentar una batalla (Efesios 6:14-18)

Reflexionemos, ¿cuánto tiempo le estamos dedicando a la oración y a la lectura de la palabra?, ¿una vez al día, a la semana, al mes?, ¿será que este tiempo es suficiente para estar enteramente preparados y así poder enfrentar toda batalla? Hoy decidamos seguir el ejemplo de Jesús, quien nos enseña cuán necesario es buscar a Dios, sin cesar; aferrémonos a su palabra y actuemos con la ayuda del Espíritu Santo de acuerdo a lo que hemos aprendido, entonces veremos la victoria, como lo hizo Jesús.  Oración.

«Padre, gracias por enseñarme, a través de tu palabra, la forma en la que puedo hacer práctica tu verdad, amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 20 de noviembre de 2022

Cuarto de guerra- Parte 2

 


Cuarto de guerra- Parte 2

“Levantándose muy de mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y allí oraba.” Marcos 1:35

En el devocional anterior pusimos como referencia a Moisés para demostrar cómo las batallas que tenemos se deben enfrentar de la mano de Dios, y si Moisés fue un ejemplo para nosotros, Jesucristo es uno mayor, pues si hay alguien que puede decirnos cómo vencer en las batallas, ese es el Señor.

Jesús nos revela el primer paso para ganar toda batalla, la oración. El Señor dedicó su vida a la oración, por eso no era raro verle muy de mañana buscando lugares desiertos y apartados para entrar en intimidad con su Padre, para Él la oración era vital, por eso no le importaba dedicar días y noches enteras a esto, pues sabía que para enfrentar cada día de su vida necesitaba la dirección de su Padre, por ello puedes verle antes de dar inicio a cosas importantes, como su Ministerio, apartarse para tener tiempos de ayuno y oración.

El Señor también enfrentó batallas, y puedes ver una de ellas en el desierto, pues ha sido llevado por el Espíritu Santo a ese lugar para enfrentarse a Satanás ¿quién ganará? El enemigo muestra sus armas, la mentira, entonces lo puedes ver durante tres ocasiones tergiversar la palabra de Dios para que Jesús caiga ante la tentación; pero en ese momento, Jesús también presenta las suyas, la palabra de Dios, pues el Señor, utilizando correctamente lo que de su Padre ha conocido, se dispone a responderle a Satanás con la verdad, apagando así todos esos dardos de fuego (Mateo 4:4, 7, 10).

Como podemos ver, la oración debe estar acompañada de la lectura de la palabra, pues ¿cómo saldremos invictos de una batalla, si oramos, pero no conocemos lo que Dios dice? Pero, además ¿cómo aplicaremos lo que conocemos de Dios, si no oramos y pedimos dirección?   Oración.

«Padre, gracias te doy porque por medio de la oración puedo comunicarme contigo, pero también gracias por tu palabra, porque por medio de ella puedo escucharte. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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