sábado, 12 de junio de 2021

Un corazón endurecido

 

Un corazón endurecido


“porque todos le veían, y se turbaron. Pero en seguida habló con ellos, y les dijo: ¡Tened ánimo; yo soy, ¡no temáis! Y subió a ellos en la barca, y se calmó el viento; y ellos se asombraron en gran manera, y se maravillaban. Porque aún no habían entendido lo de los panes, por cuanto estaban endurecidos sus corazones.” Marcos 6:50-52

Jesús había alimentado a 5000 hombres, con cinco panes y dos peces, y había andado sobre el mar, pero aun así, sus discípulos temían y desconfiaban, su corazón estaba endurecido, a pesar de mirar el gran poder de Cristo, no entendían la magnitud de lo que había pasado ni quién era el que había demostrado tal poder.

Para Dios no hay nada imposible, pero nosotros muchas veces lo dudamos, así como sus discípulos, si nuestro corazón está endurecido no comprendemos el gran poder de Dios, y no percibimos sus maravillas.

Y la raíz de un corazón endurecido tiene que ver con la confianza que tenemos en Dios o en quien la colocamos, si es en el hombre, o en nuestra propia fuerza o capacidad, no veremos cuando venga el bien o la bendición, porque nuestra atención está cautivada por lo que podamos hacer nosotros o por lo que esperamos de otros, no tenemos la expectativa ni la perspectiva en Dios, como dice Jeremías 17:5-6 “Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová. Será como la retama en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada”. Como consecuencia de persistir en no confiar en Dios, nuestro corazón se endurece y no entendemos su propósito para nuestra vida y tampoco podemos andar en él.

Pero si nuestra confianza está puesta en Dios, nuestra mirada en Jesús, en lo que él es, lo que él hace en nuestra vida y en su provisión, seremos tal como dice Jeremías 17: 7-8 “Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto.”, no solo veremos la bendición sino que estaremos en la capacidad de tomarla, de disfrutarla y así bendecir a otros.

Puedes no solo maravillarte de lo que hace Dios, sino también disfrutar de su amor, su protección y de su provisión, si abandonas la autosuficiencia y dejas de tener esperanza en otro ser humano para que te ofrezca algo o te ayude, pues solo en el Señor debe estar puesta nuestra confianza. Entonces, ¿En quién confías, en el Dios que calma las tormentas, en tu propia fuerza o en la fuerza de otro ser humano?   Oración.

«Padre, ayúdame para que mi corazón esté siempre confiado en ti, para que no se endurezca y se vuelva insensible a tu llamado, permíteme estar atento a la guía de tu Santo Espíritu por medio de tu Palabra, que me llevan a toda bendición y a ser luz para los demás. En el nombre de Jesús. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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viernes, 11 de junio de 2021

¿Cómo deleitarnos en el Señor?

 

¿Cómo deleitarnos en el Señor?


“Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón.”, Salmo 37:4

“Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos.”, Sofonías 3:17

Deleitarme en el Señor se trata de saber que en medio de circunstancias externas no favorables, mi atención, esperanza y recompensa están en Dios, en todo lo que Él tiene para mí y en su propósito para mi vida.

Me deleito en algo no solo porque me gusta o me hace sentir bien, sino porque tengo la seguridad de que lo que vendrá será lo mejor que me pueda pasar, entonces deleitarse no se trata de estar feliz pensando equivocadamente que el Señor satisfará todos mis caprichos, sino porque lo que Él me dará es más alto, sublime y mucho mejor, que aquello que espero o puedo desear, “Antes bien, como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman” (1 Corintios 2:9).

Podemos específicamente deleitarnos en las siguientes cosas:

En su Palabra: así como Jesús nos dijo en Juan 15:11: “Estas cosas os he hablado, para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido.” y también dice el Salmo “Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras.” (Salmos 119:16). Nos deleitamos en la presencia de Dios cuando la encontramos en la intimidad de la oración, “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre. (Salmo 16:11), también en hacer su voluntad siguiendo el plan de Dios para nuestra vida que está revelado en la Escritura, “El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón.” (Salmo 40:8), en la provisión y providencia de Dios en nuestra vida, “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan 16:24)

Así que me deleito en su Palabra, en la presencia de Dios, en hacer su voluntad y en su generosa providencia, esto me llena de su amor, que lo llena todo y completa mi gozo. Pero hay un resultado maravilloso de deleitarnos en el Señor y es que trae también gozo a Dios, porque lo que hacemos le agrada; al tener una vida aprobada por Dios, hay deleite para nosotros y regocijo para Dios. Como un padre que se alegra por los buenos frutos y obediencia de sus hijos, así mismo nuestro Padre Celestial se goza porque hacemos su voluntad identificados con Jesús. Nuestro deleite en Cristo agrada a Dios. Así que no perdamos oportunidad para deleitarnos en el Señor.  Oración.

«Me deleito mi Señor en tu presencia, en obedecer tu Palabra gracias al amor puesto en mi corazón, guía mi camino para que todas mis acciones te glorifiquen y te agraden, quiero ser un siervo aprobado, un hijo obediente del cual sientas regocijo, por medio de la fe en Cristo Jesús. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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jueves, 10 de junio de 2021

Cristo está vivo

 

Cristo está vivo


“Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No os toca a vosotros saber los tiempos o las sazones, que el Padre puso en su sola potestad; pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.”, Hechos 1:6-11

El Señor Jesús antes de ascender a los cielos dio pruebas de su resurrección a muchos de nuestros hermanos del primer siglo, lo hizo para que afianzaran su fe y siguieran anunciando las buenas nuevas, aceptaron este desafío en un tiempo donde muchos negaban este hecho. Muchos aún niegan el realismo de la resurrección corporal de Cristo y rechazan la declaración de San Lucas cuando afirmó que Jesús estaba vivo y fue visto por un gran número de personas. Lastimosamente, para muchos Jesús está muerto y la única imagen que observan es su cuerpo clavado en la cruz.

Sin embargo, Cristo está vivo y sigue cambiando y transformando las vidas de todos los que depositan su fe en Él. El diablo sabe eso y por eso levanta argumentos para atacar la estructura de la doctrina cristiana y en estos últimos tiempos la apostasía ha llegado a muchos corazones.

Nuestra vida y testimonio es otra prueba indubitable de que Cristo es un Dios vivo que puede hacer grandes cosas en este mundo incrédulo. Dichosos los que creen en Él sin haberlo visto, los que lo sentimos y lo dejamos vivir en nosotros a través de su Santo Espíritu. Como dice Romanos 8:11” Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros”. Cada creyente renovado es un testimonio del Dios vivo.  Oración.

Gracias Jesús porque resucitaste, con esto nos has dado una prueba indudable para nuestra fe, eres el Dios Vivo que merece todo honor y gloria por los siglos, por eso no debemos temer, pues tú estás por encima de la muerte. Gracias por darnos la esperanza de la resurrección. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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miércoles, 9 de junio de 2021

Confía en el Señor y deléitate en él

 

Confía en el Señor y deléitate en él


“Confía en Jehová, y haz el bien; y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón.” Salmos 37:3-4

Uno de los grandes problemas de los seres humanos, es que por falta de confianza en Dios, hacemos las cosas en nuestra fuerza y terminamos sufriendo las consecuencias. Hacemos un negocio pensando que saldrá bien y hasta decimos “con la ayuda de Dios”, pero no lo hemos consultado, no sabemos lo que Él dice acerca de ese asunto en su Palabra, o no hemos orado ni mucho menos esperado su respuesta.

Tampoco hemos consultado a alguien de la iglesia, maduro espiritualmente, sino que al final ha sido nuestra “voluntad” o en muchas ocasiones nuestro capricho. Con esto demostramos que no confiamos y que no esperamos en su providencia.

En el Salmo 37:4, la exhortación para ‘deleitarte en el Señor’, se traduce de la palabra hebrea «anag», que significa ‘ser suave o flexible’, es decir, que denota que alguien que se deleita en el Señor, se deja moldear por Él, se extiende en los brazos del Señor con absoluta confianza. Por eso, no tiene que ver con nuestras emociones, sino con nuestra voluntad, de depositar nuestra esperanza y confianza total en lo que Dios es y en lo que Él hará.

Por esta razón, el Salmo de hoy nos invita a confiar en Dios, pero con un detalle muy poderoso, deleitándonos a sí mismos en Él, lo que también significa que en la presencia de Dios experimentamos plenitud de gozo, como se confirma en el Salmo 16:11 “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre.”, es decir, si confiamos plenamente en Él, nos deleitamos en su presencia, aún en medio de las dificultades, pero también lo tenemos en cuenta en todas nuestras decisiones, es decir, en todo tiempo.

¿Te dejas moldear por el Señor? Entonces con toda seguridad te deleitas en Él, ¿consultas a Dios antes de tomar cualquier decisión por pequeña que sea?, con certeza, te estás deleitando en el Señor. ¿Aceptas la prueba como parte de tu crecimiento y perseveras en su Palabra a pesar de las dificultades? Esto es evidencia de que Dios está formando el carácter de Cristo en ti y que has aceptado que el Alfarero te moldee con su amor. Si no te deleitas en el Señor, es momento de confiar plenamente en Él, e ir de rodillas, extendiendo tus brazos y como consecuencia, todo lo que pidas será concedido porque pides de acuerdo a su voluntad.

Confianza, dependencia y permanencia en Dios, es nuestro verdadero deleite.   Oración.

«Señor, en tu presencia encuentro la plenitud y la llenura que no encuentro en el mundo, por eso me deleito en ti, a pesar de las dificultades, sé que cada situación es para mí edificación y que al final, tu gloria se manifestará en mi vida, la obra que haces en mi será vista por otros, para que se acerquen a ti y juntos nos deleitemos en tu presencia, con alabanza y agradecimiento, por tu gran amor. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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martes, 8 de junio de 2021

Como a vaso frágil

 

Como a vaso frágil


“Vosotros, maridos, igualmente, vivid con ellas sabiamente, dando honor a la mujer como a vaso más frágil, y como a coherederas de la gracia de la vida, para que vuestras oraciones no tengan estorbo.”, 1 Pedro 3:7

Nos han enseñado a los hombres que somos la cabeza del hogar y a tener autoridad, pero no debemos ser autoritarios, no debemos ser duros con las mujeres ni con nuestra familia, ni impositivos, sino tratar a todos con amor y ternura.

Nuestro compromiso es santificar a nuestra esposa, hermanos y/o a quienes tengamos a cargo, con la Palabra de Dios; porque la responsabilidad Bíblica de todo varón es ser el pastor de su familia, enseñando con diligencia la Palabra de Dios a sus hijos y a su cónyuge, con amor. Si hemos de corregir que sea “suavecito y al oído”, esto es, con ternura, con paciencia y amabilidad, porque como nos enseña la Palabra de Dios, el amor no se irrita fácilmente, no guarda rencor. (1 Corintios 13).

Pidamos a Dios que nos llene de todo su amor, tratemos a quienes tenemos bajo autoridad con cariño y suavidad, con todo respeto y a las mujeres como a vaso más frágil, porque participan por igual del regalo de la nueva vida que Dios nos ha dado por la fe en Cristo, así nuestras oraciones no tendrán estorbo. Entonces seremos verdaderos protectores y proveedores de nuestro hogar. Oración.

Señor, ayúdame a ejercer con sabiduría y amor el rol que has dispuesto para mí, sabiendo que de todo tendré que dar cuenta, ayúdame a ser administrador fiel del amor que estoy llamado a compartir. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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lunes, 7 de junio de 2021

¿Tienes al hijo de Dios en tu corazón?

 

¿Tienes al hijo de Dios en tu corazón?


“El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna, y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios.”, 1 Juan 5:12-13

“El que me rechaza, y no recibe mis palabras, tiene quien le juzgue; la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero”, Juan 12:48

Las cosas que están escritas en la Biblia, son para que al leerlas, las creamos, y si decimos que hemos creído, las obedezcamos. Por eso nos enseña Juan 1:12-13, que los hijos verdaderos de Dios son los que reciben y creen en Jesús, pero, ¿qué es lo que debemos recibir de parte de Jesús?

Lo que debemos recibir es su Palabra, porque lo que allí está escrito nos da fe, nos da certeza, desarrolla convicción, pero además es porque la palabra de Cristo es espíritu y es verdad, sus palabras nos transforman, nos limpian, y recrean en nosotros un nuevo corazón que puede obedecer a Dios y agradarle en todo. También, cuando obedecemos su Palabra, el Padre y Cristo harán morada en nosotros y se manifestarán en nuestra vida. (Juan 14:21,23)

Pero si no estudiamos la Biblia, si no recibimos su Palabra, no nos engañemos, no tenemos a Cristo. Solo somos adeptos, nos gusta medio escuchar el mensaje de Dios, y nos agrada, pero estamos más pendientes de las ocupaciones diarias, de los afanes de la vida y no dedicamos tiempo de calidad a su Palabra, ni siquiera el día que dedicamos a congregarnos. Tal vez sea duro este mensaje, pero es urgente: si no has recibido su Palabra, no tienes a Cristo y si no tienes a Cristo, no tienes la vida eterna. ¿Harás algo al respecto?

Primero, inicia una relación con Cristo, saca tiempo para conocerle, como en cualquier relación, el tiempo que dediquemos, determina la calidad de la relación. Inicia dedicando una hora en la semana para que alguien te enseñe la Palabra, alguien que esté lleno del Espíritu, que haya nacido de nuevo, y estudia la Biblia mejor que cualquier otro estudio o labor que pudieras tener. Allí se te explicará cada principio que Dios ha dejado para comunicarte con Él de manera correcta y para que tu vida sea transformada y bendecida. Luego tu deber por amor es compartirla y enseñarla a otros.

¿Estás dispuesto? Aquí estamos tus hermanos, dispuestos a enseñarte. Dios te bendiga.   Oración.

«Padre, hoy quiero recibir tu Palabra, por eso lléname de tu amor para escudriñarla, obedecerla y compartirla a otros. Que mi vida sea transformada por tu Palabra de verdad y sea llena de tu Espíritu para obedecerla por amor. Que mi obediencia sea la respuesta a tan grande amor depositado en mi corazón. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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domingo, 6 de junio de 2021

CRECIENDO EN EL ESPÍRITU SANTO

 

CRECIENDO EN EL ESPÍRITU SANTO


“Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, y el hermano Timoteo, a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos, a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos, de la cual ya habéis oído por la palabra verdadera del evangelio, que ha llegado hasta vosotros, así como a todo el mundo, y lleva fruto y crece también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad, como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros, quien también nos ha declarado vuestro amor en el Espíritu.”, Colosenses 1:1-8

La predicación del evangelio que va acompañada del testimonio de los creyentes, por la obra del Espíritu Santo, se convierte en semilla para la extensión del reino. Una iglesia o un creyente que crece en su conocimiento de Dios y se fortalece en el Espíritu, resiste cualquier situación y da mucho fruto.

Esto se resume en las palabras del Señor Jesús cuando dijo: “Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá. Mi Padre es glorificado cuando ustedes dan fruto y muestran así que son mis discípulos” (Juan 15:7-8).

No desechemos el privilegio de caminar tomados de la mano de Dios y mantenernos unidos a nuestro Señor Jesucristo. Escuchemos el llamado del evangelio y busquemos dar fruto en toda buena obra por su glorioso poder.  Oración.

"Padre Dios Todopoderoso, te agradecemos grandemente por habernos liberado de nuestro pecado y traernos a la luz. Confiamos plenamente en tu amor y tu fidelidad. Queremos ser útiles conforme a los dones que nos has dado para servir a los demás de acuerdo a tu mandato. Bendito y alabado seas en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y en la unción de tu Santo Espíritu. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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