lunes, 18 de noviembre de 2019

En la casa del Señor


En la casa del Señor
“Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.”, 2 Corintios 5:1
“Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados.”, Isaías 57:15
En el antiguo testamento, el templo era el lugar más sublime y respetado por el pueblo de Israel, toda su cultura, tradiciones y comercio giraban en torno a él. Los salmos muestran la necesidad de permanecer en la casa del Señor para contemplar su hermosura, para meditar (reflexionar en su Palabra) en su templo (Salmos 27:4), y de vivir para siempre en sus moradas (Salmos 23:6).
En el Nuevo Testamento, el que cree en Jesucristo se constituye en morada de Dios, su Espíritu viene a morar en el quebrantado y humilde de espíritu (lo que denota arrepentimiento) y nos da vida eterna.
Haciendo un paralelismo con el antiguo testamento, nuestro anhelo debe ser estar en la casa del Señor continuamente, es decir en su presencia como un estado permanente más que como un lugar físico.
Aunque hay un lugar donde nos reunimos para alabar al Señor y formarnos en su Palabra (Salmos 133:1), en el cual estamos llamados a congregarnos como hermanos en la fe de Cristo (Hebreos 10:25), el llamado de hoy es a estar conscientes que su presencia permanece en nosotros para guiarnos, para darnos la fuerza que debe quitar todo temor y toda inseguridad, así como a fortalecer nuestra relación con Dios, porque nos demuestra que es continua.
Si Él permanece en nosotros y nosotros en Él, en obediencia, somos bendecidos en todos nuestros asuntos (Juan 15:7), podemos entonces decir que ciertamente la bondad y el amor inagotable del Señor nos seguirán todos los días de nuestra vida, y en la casa del Señor viviremos por siempre (Salmos 23:6). Oración.
Señor, gracias por habitar en mi corazón, por darme vida eterna, guíame a estar consciente de tu presencia en mi vida y por lo tanto a tener una relación ininterrumpida contigo mi Dios, gracias por amarme tanto y permanecer en mí por la fe en Cristo. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

domingo, 17 de noviembre de 2019

Depresión y ansiedad


Depresión y ansiedad
“Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.”, Filipenses 4:6-7
Los trastornos de ansiedad y la depresión son hoy en día catalogados como enfermedades en aumento, casi como epidemias, que inciden directamente en la salud física de quienes los padecen. Millones de personas sufren los efectos de estos trastornos que están catalogados y son estudiados por diversas organizaciones en el mundo, por la alta incidencia en la productividad y calidad de vida de las personas (DSM-5 Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales)
Las personas que sufren de depresión, por ejemplo, pueden expresar llanto en cualquier momento, nada les causa alegría, no quieren salir de casa, sólo desean estar durmiendo, no quieren hablar con nadie, lo que al final conduce a un mayor grado de depresión.
Por esto, necesitan ayuda pronta, como dice Proverbios 12:25 “La congoja en el corazón del hombre lo abate; más la buena palabra lo alegra.” Y esta buena palabra es sin duda, la Palabra de Dios, que no sólo alegra el corazón, sino que da una solución eficaz para sanar la depresión, la ansiedad y la angustia de la vida.
Cristo nos enseñó a confiar en Dios en estos momentos, explicándonos que de nada sirve preocuparse, o llenarse de ansiedad, pues Dios tiene cuidado de nosotros y nos provee para todas nuestras necesidades, incluso para las más comunes como el alimento y el vestido, así como lo hace con las aves del cielo, en mayor prioridad lo hace con nosotros. No nos afanemos, por tanto, por las cosas materiales, o por las cosas temporales de la vida, Dios sabe lo que necesitamos y está dispuesto a proveernos, pero nuestra prioridad debe ser el reino de Dios y su justicia, para que lo demás sea añadido (Mateo 6:25-34), es decir: tener una relación directa, continua con Dios, en obediencia y amor. Es lo más importante para nosotros y esto nos ayudará a controlar o sanar la depresión y la ansiedad.
Así mismo, cuando alguna dificultad nos quiere llevar a la ansiedad o a la depresión, debemos recordar que podemos llevar todo en oración a Dios, por medio de la fe en Cristo, y La Paz de Dios cuidará nuestra mente y corazón, entonces así experimentaremos esa paz que supera todo lo que podemos entender. Oración.
Señor, necesito de ti, que llenes mi vida, que tomes el control de mis pensamientos y que mi corazón lo llenes de tu paz, quita toda ansiedad pues por nada voy a estar deprimido al tenerte a ti Jesús; eres mi mayor consuelo, mi mayor alegría, gozo y paz para mi vida. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

sábado, 16 de noviembre de 2019

Dios usa nuestras vidas


Dios usa nuestras vidas

«Acab dio a Jezabel la nueva de todo lo que Elías había hecho, y de cómo había matado a espada a todos los profetas. Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero, diciendo: Así me hagan los dioses, y aun me añadan, si mañana a estas horas yo no he puesto tu persona como la de uno de ellos. Viendo, pues, el peligro, se levantó y se fue para salvar su vida, y vino a Beerseba, que está en Judá, y dejó allí a su criado. Y él se fue por el desierto un día de camino, y vino y se sentó debajo de un enebro; y deseando morirse, dijo: Basta ya, oh Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres»
Dios usó a Elías en el monte Carmelo para hacer descender fuego desde el cielo sobre los profetas de Baal. Y sin embargo se desplomó bajo las amenazas de Jezabel. Como fugitivo, huyendo de la reina, y deseando morirse. En el momento en que desvió su atención de Dios al enemigo, se vio desbordado. Entonces el Señor le volvió a hablar, aunque esta vez no lo hizo de forma espectacular, sino con “un silbo apacible y delicado”, llevándole a un lugar apartado para que descansara y pasara tiempo con Él. Cuando la nación volvió a ver a Elías después de este episodio, éste ya se había fortalecido espiritualmente.
Entonces, responde a la pregunta: “¿Has desviado tu atención, de Dios a “las cosas que tienes que hacer”? Si es así, necesitas tiempo a solas con Dios. Cuando Él te llame para que te apartes a descansar, hazlo inmediatamente
Hay dos peligros que le siguen a todo triunfo: Primero, pasar demasiado tiempo escuchando los elogios del mundo. Segundo, dar por hecho que tienes todo lo necesario para triunfar en tus propias fuerzas. Si haces una de esas dos cosas, te desconectas de Dios, la fuente de toda fortaleza. David exclamo: “El Señor es la fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?”. Sólo puedes ser audaz y valeroso si tu fe está cimentada en Dios.
Además, Dios envió a Eliseo para que asistiera a Elías; Él también puede enviar a la persona adecuada para ayudarte a ti. Él sabe lo que necesitas para volver a levantarte y seguir adelante.  Oración.
Padre Amado, te ruego que mis pensamientos sean cautivados por ti, que mi atención se centre en tu Palabra para que mi fe se fortalezca, y mi confianza esté cimentada en tu ley. Quiero servirte con toda firmeza, integridad y santidad. Te amo Señor. Amen.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

viernes, 15 de noviembre de 2019


Acceso gratuito
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.”, Hebreos 4:16
Tenemos acceso gratuito a Dios, con toda confianza tenemos la libertad y acceso a Él, gracias a la fe en Jesucristo (Efesios 3:12).
Antes no podíamos acceder porque había un muro, una cortina que nos separaba de Dios (Hebreos 10:20), nuestro pecado nos distanciaba del gozo del Altísimo, pero Jesús ofreciendo su cuerpo como sacrificio nos abrió un camino nuevo y vivo: Él mismo en nosotros.
Así que recorramos este camino nuevo, yendo cada día a la presencia de Dios para recibir misericordia, hallar gracia y el socorro que necesitamos al enfrentar todas las vicisitudes de la vida. Entender y aceptar que ya no estamos solos es una gran realidad que debe sacarnos del temor, de la esclavitud del pecado y de una vida sin propósito alguno.
or esto el Señor Jesús declaró: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (Juan 14:6). Este camino que abrió con su sangre nadie puede ni debe cobrar o pagar por él, porque es Cristo mismo, que vive y actúa en cada uno de los que creemos en Él (Colosenses 1:26), quien nos otorga la capacidad, la voluntad y la fuerza para permanecer y agradar al Padre, porque no podríamos por nuestros medios atravesar el velo, ni recorrer el camino hacia el Padre.
Ya que tenemos acceso gratuito al lugar santísimo, ¿hemos de estar entonces preocupados o angustiados por algo? ¿Nos dejaremos vencer por algo, o que alguna circunstancia nos haga vivir en derrota? Por supuesto que no.  Oración.
Tu gracia, Señor, es todo lo que necesito, no sólo me sostienes en tiempo de prueba o dificultad, sino que me llenas de alegría, de nuevas fuerzas, por tanto, no debo estar en derrota si puedo ir libremente a tus brazos de victoria y amor. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

jueves, 14 de noviembre de 2019

La confianza en Dios


La confianza en Dios

“Hazme oír por la mañana tu misericordia, porque en ti he confiado; hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma.”, Salmos 143:8
Todos hemos tenido momentos de angustia o duda, en donde no vemos el camino a seguir y desconfiamos del porvenir, pero es en este instante que debemos recordar que podemos confiar plenamente en Dios. Confiar en Él nos trae nuevamente a la verdad, a la realidad del reino de Dios, nos coloca en un piso firme, donde podemos decir: “Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré.” (Salmo 91:2).
Se trata entonces, de recordar y de poner en acción la confianza en Dios, no como un método de autoayuda, pues Dios es fiel, sino que en varias ocasiones se nos olvida que Él está con nosotros siempre, somos nosotros los que nos alejamos y tomamos decisiones sin contar con su ayuda y tratamos de “resolver” con nuestra fuerza. Podemos creerle a Dios y confiar cuando Él dice “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13:5), pues Dios bendice a quienes confían en Él y están atentos a su Palabra (Proverbios 16:20).
La escritura dice en 1 Juan 5:14 “Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye” y si no oye, podemos confiar en que tenemos lo que le pedimos; pero también nos instruye a pedir con fe, sin dudar (Santiago 1:6), pues esta duda denota una falta de confianza en Dios.
Si hay alguna necesidad, Dios suplirá todo lo que necesitemos, conforme a las gloriosas riquezas que nos ha dado por medio de Cristo Jesús (Filipenses 4:19). Por lo tanto, mantengámonos confiados en Él, haciendo lo que agrada a Dios, demostrando con acciones que verdaderamente confiamos en sus promesas. Esto hará prosperar nuestro camino, será nuestro deleite y en consecuencia: Él nos concederá los deseos de nuestro corazón (Salmos 37:3-4) conforme a su voluntad. Oración.
Señor, sé que puedo confiar en ti, descansar en tus promesas y esperar atentamente tu ayuda. Quita toda desconfianza de mi corazón, porque será mi firmeza y mi triunfo el confiar plenamente en ti, aun en tiempos de sequía. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

miércoles, 13 de noviembre de 2019

Una raíz de amargura. Parte 2


Una raíz de amargura. Parte 2
“Examinaos a vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos que estéis reprobados?”, 2 Corintios 13:5
“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”, Salmos 139:23-24
Una raíz de amargura no se ve a simple vista, así como la raíz de las plantas que está cubierta, nosotros en muchas ocasiones disfrazamos o no admitimos que hay enojo en nuestro corazón, o que hemos guardado rencor, temor o desilusión por algún conflicto que hayamos tenido.
Por ejemplo, cuando una persona ha caído en la amargura, si alguien le hace un reclamo o le pide explicaciones, empieza a buscar en la otra persona los defectos, para tapar sus propias faltas y justificar su amargura.
Por esto debemos examinarnos en la presencia de Dios, ya que la oración es la medicina eficaz para que Dios quite toda raíz de amargura, pero esta medicina debe ser tomada diariamente y con toda diligencia, colocando toda ansiedad, preocupación, temor o dolor en manos de Dios, porque Él cuida de nosotros (1 Pedro 5:7).
Hermanos, aunque Dios sabe todo de nosotros y conoce nuestro corazón, es su voluntad que le hagamos conocer todo lo que nos inquieta y que Él nos examine en lo más profundo de nuestro interior, para ver si hay alguna raíz de amargura o perversidad, si hay algo en lo que lo estemos ofendiendo, para que Él nos muestre y coloque en nosotros el pensar correcto, el sentir adecuado y el camino íntegro que debemos seguir.  Oración.
Señor, te pido que examines en lo más profundo de mi ser y que quites toda raíz de amargura si no he perdonado verdaderamente a alguien, o si no estoy haciendo lo que te agrada, guíame por el camino recto y sáname de toda herida emocional y espiritual que haya en mí. Amén. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.

martes, 12 de noviembre de 2019

Cuida tus enojos


Cuida tus enojos
 “La cordura del hombre detiene su furor, Y su honra es pasar por alto su ofensa”
Todos nos enojamos por diversos motivos.
Hay ira que nos lleva a hacerles bien a otros, como cuando nos enojamos al ver alguna injusticia. Por ejemplo, la ira justa de Jesús llevó a la purificación del templo (Juan 2:13-20). Comerciantes se habían apoderado del templo reservado para la adoración y la ocupaban para vender animales para el sacrificio. El Señor Jesús los echó y restauró el lugar a su uso original.
La ira también puede desencadenar una serie de circunstancias negativas que rápidamente se van fuera de control. Decimos palabras que lastiman a otros. Por tanto, necesitamos ayuda con el enojo y debemos evitar la compañía de aquellos que influyen negativamente y convertirnos en personas crónicamente enojadas. La Biblia dice: “No te entremetas con el iracundo, ni te acompañes con el hombre de enojos, no sea que aprendas sus maneras, Y tomes lazo para tu alma”.
Evalúa tus propias actitudes y palabras. Santiago nos dice: Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse; porque la ira del hombre no obra la justicia de Dios.
Podemos experimentar la ira sin dejar que se convierta en pecado o permitir que traiga consecuencias negativas. La Biblia dice: Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. Tratar con la ira el mismo día en que surge sirve como elemento prudente tanto para evitar los resultados adversos que nuestra ira puede causar como para poner freno a la actividad del diablo en nuestra vida.
Siga las instrucciones de Dios, use los principios bíblicos para vencer el enojo dañino en su vida. La blanda respuesta quita la ira; más la palabra áspera hace subir la ira. Oración.
Amado Padre, gracias por tu amor, por tu misericordia por tu fidelidad y por la provisión diaria en mi vida. Hoy coloco en tu altar todo lo que produce ira en mí, aleja toda mala palabra con la cual pueda hacer daño a los demás, que de mí solo salgan palabras sabias, anhelo ser como dice tu palabra pronto para oír, tardo para hablar, tardo para airarse. Amen. Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.