jueves, 9 de marzo de 2017

Génesis 12.1-20        Avanzar por fe

La fe puede adormecerse cuando estamos concentrados en nuestra comodidad antes que en el plan de Dios. Abraham no cayó en esta trampa. Cambió lo familiar por lo desconocido, y recibió muchas bendiciones.

Vivir por fe es lo correcto cuando Dios nos llame a avanzar. Su llamamiento puede llegarnos a cualquier edad y en cualquier situación. Abraham tenía 75 años cuando inició su viaje. David era un joven pastor de ovejas cuando fue ungido para ser rey (1 S 16.11-13). Pablo tuvo su encuentro con el Señor cuando se dirigía a arrestar a cristianos en Damasco. Después de su conversión, se convirtió en el mensajero del Señor a los gentiles (Hch 9.1-6; 22.21).

Obedecer al Señor incluirá también tiempos de prueba. Abraham, como todos nosotros, tuvo éxitos y fracasos. El llamamiento inicial a dejar su país fue recibido con una fuerte convicción y con acción inmediata. Como resultado, recibió una promesa de gran bendición para él y sus descendientes. Pero su reacción ante la hambruna fue muy diferente: un viaje a Egipto, mentir sobre su relación con Sara y la reprimenda de Faraón. La manera en que respondemos a las órdenes de Dios es importante. Podemos recibir bendiciones o terminar lamentando nuestras acciones.


Dejarse guiar por Dios puede ser incómodo. Las personas pueden cuestionar nuestros motivos, o disentir de nuestras decisiones. Y es posible que nosotros mismos no queramos hacer lo que Él pide. Pero la fe nos mantendrá avanzando en la obediencia. Nos ayudará a mantener el rumbo, y a experimentar las bendiciones que se encuentran en una relación con Cristo.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Génesis 15.6 Vivir por fe

Génesis 15.6    Vivir por fe

Abraham es uno de los personajes del Antiguo Testamento que más ha impactado mi vida espiritual. Por medio de su ejemplo veo la necesidad de vivir por fe.

La separación es a menudo parte de nuestro desarrollo espiritual. Antes de que podamos encargarnos de algo nuevo, el Señor puede pedirnos que dejemos algo que tenemos. En Génesis 12.1-3, Dios le dice a Abraham que emprenda un viaje que implicaba dejar su país, su pueblo y el hogar de su padre. La obediencia significaba decir adiós a las personas y a las cosas importantes para él. Los únicos parientes que viajaron con Abraham fueron su esposa y su sobrino; atrás quedaba la vida que había conocido en su tierra. Pero este varón de Dios no dudó; su gran fe le permitió decir que sí.

Avanzar en medio de la incertidumbre puede ser otro aspecto de la obediencia al Señor. A Abraham se le dijo que viajara sin saber su destino. Trate de imaginar lo que sería decirle a sus amigos que usted se está marchando a un lugar lejano, pero que no tiene idea de a dónde se dirige. Esta falta de detalles no detuvo a Abraham. Su confianza inquebrantable en su Padre celestial le permitió responder de todo corazón al llamamiento divino. A pesar de la falta de detalles específicos, Abraham estuvo preparado espiritualmente para decirle sí a Dios cuando Él le llamó.


Obedecer a Dios requiere vivir por fe, lo cual significa: confiar en la guía del Espíritu Santo (Jn 16.13) cuando no vemos cómo encajan todas las piezas; creer que Dios obra siempre para nuestro bien (Ro 8.28) y para su gloria; y desear agradar a nuestro Padre celestial. ¿Estará usted listo para cuando Él le llame? 

martes, 7 de marzo de 2017

Nehemías 6.15, 16

Nehemías 6.15, 16
Las distracciones tienen el potencial para desviarnos de nuestro objetivo. Los chismes. Las críticas. La presión económica. Los problemas de salud. Los conflictos. Los deseos. La admiración de los demás. Cualquiera de estas cosas puede hacer que nos alejemos del plan perfecto de Dios. Pero la Biblia nos da un modelo a imitar (Neh 4.1–6.16). Nehemías nos enseña el valor de:

El propósito claro. Nehemías temía al Señor, y se aplicó conscientemente a hacer el trabajo que Dios le había asignado. No tenía una mente dividida. Al fijar nuestra atención únicamente en el plan de Dios, nuestra mente se mantendrá fija en el objetivo, sin importar las dificultades.

La obediencia. El Señor quiere mostrarnos su favor; su bendición estará siempre con nosotros si somos obedientes a Él. Esta conciencia debe darnos confianza en los tiempos difíciles, como sucedió con Nehemías.

La responsabilidad. El rey quería informes de seguimiento de lo que Nehemías estaba haciendo. Un día estaremos ante Jesús, nuestro Rey, y daremos cuenta de cómo usamos nuestros recursos y dones (1 Co 3.12-15).

La perseverancia en nuestra vida de oración. Cuando los israelitas eran ridiculizados, no podían hacer nada para detener las burlas de sus oponentes. Por eso, Nehemías oraba, y el pueblo recibía fuerzas para continuar. Cuando el complot se agravó, Nehemías y sus compañeros de trabajo clamaron a Dios, quien no solo dio discernimiento a su pueblo, sino que también frustró los planes de los enemigos.


Nehemías acabó el ambicioso proyecto en solo 52 días. Cuando seguimos su ejemplo, Dios puede hacer grandes cosas en y a través de nosotros.

domingo, 5 de marzo de 2017

Proverbios 16:

El corazón del hombre piensa su camino;
Mas Jehová endereza sus pasos.
Proverbios 16.9

A nadie le gusta esperar, pues esperar nos demuestra que no llevamos las riendas de nuestra vida. Alguien o algo es quien está al mando. Aunque es posible que no podamos identificar la causa inmediata de la espera —como sucede con un semáforo o una larga fila para pagar— el Único que en el fondo controla nuestra espera es el Señor. Puesto que Él es soberano, sobre todo, en el cielo y en la Tierra, aun nuestro tiempo y nuestra agenda están en sus manos.

Esto significa que en cada espera estamos, en realidad, esperando a Dios de una forma u otra. Es posible que usted haya pensado que la expresión “esperar en el Señor” se aplica solo a quienes buscan dirección de Él o respuesta a una oración. Pero puede significar mucho más cuando recordamos que Él tiene control de todas nuestras circunstancias.

Aprender a esperar es de vital importancia, porque hasta que aprendamos a hacerlo nunca seremos capaces de andar en obediencia a Dios, tener una vida de oración auténtica, o experimentar la paz del descansar en la dulce soberanía de Él. Tenemos que aprender a confiar en su sabiduría, no solo en los acontecimientos importantes de nuestra vida, sino también en los triviales que nos causan malestar e impaciencia. Si somos sensibles a la dirección de Dios, cada espera tiene una lección.


La próxima vez que usted enfrente una espera indeseada, recuerde que Dios quiere enseñarle paciencia e incrementar su fe. El Señor está más interesado en desarrollar en nosotros un carácter santo, que en permitir que la agenda que tenemos se cumpla conforme a nuestros planes.

sábado, 4 de marzo de 2017

Isaías 41:10-13

10 No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios que te esfuerzo; siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.
11 He aquí que todos los que se enojan contra ti serán avergonzados y confundidos; serán como nada y perecerán los que contienden contigo.
12 Buscarás a los que tienen contienda contigo, y no los hallarás; serán como nada, y como cosa que no es, aquellos que te hacen la guerra.
13 Porque yo Jehová soy tu Dios, quien te sostiene de tu mano derecha, y te dice: No temas, yo te ayudo.

Isaías 41.10-13

Isaías 41.10-13

Un creyente es cautivo del temor si decide serlo. Algunas personas organizan su vida (o al menos partes de ella) evitando ideas o situaciones que les producen ansiedad. Pero los cristianos no debemos vivir en esa esclavitud, porque la confianza en Dios es la clave para estar libres de ataduras.

En algún momento u otro, la inquietud entra en la vida de todo creyente, pero ella no debe quedarse allí mucho tiempo. Para enfrentar nuestro temor y vencerlo, necesitamos primero reconocer su presencia. Si ignoramos la ansiedad o tratamos de esquivarla es posible que nos apartemos de la voluntad de Dios.

Tras haber reconocido que sentimos temor, lo siguiente que debemos hacer es identificar la naturaleza de ese temor. A veces nos sentimos ansiosos sin saber exactamente por qué, pero el Espíritu Santo puede indicar lo que nos mantiene cautivos.

El tercer paso es iniciar el proceso de derrota del temor en nuestra vida. Y no hay mejor herramienta para romper las cadenas, que la “espada del Espíritu”: la Biblia (Ef 6.17). La Palabra de Dios habla a nuestros temores individuales. Utilice una concordancia para encontrar ayuda práctica y específica. O, para un aliento más general, busque Isaías 41.10. Esta es una promesa muy importante y, por eso, un versículo útil para memorizar.


Cuando me siento ansioso, voy a Isaías 41.10, y le digo a Dios: “Esto es lo que dijiste, y lo creo porque nunca mientes. Así que confiaré en Ti, Señor, para que intervengas en esta situación”. Confiar en Dios es la única manera de ser libre del temor.