sábado, 4 de diciembre de 2010

LAS DOS NATURALEZAS DEL CREYENTE



LAS DOS NATURALEZAS DEL CREYENTE

El Señor Jesucristo dijo: "Os es necesario nacer de nuevo" (Jn 3:7), y quisiera referirme a este tan importante asunto, y a las dos naturalezas en el creyente, y a qué se debe que el creyente peque. La Biblia nos da la explicación. Es una bendición para nosotros saber que Dios no sólo ha perdonado nuestros pecados, sino que también nos ha traído a una nueva posición delante de Él. La Escritura nos explica lo que Él ha hecho en relación con aquella vieja naturaleza pecaminosa que todos recibimos por nuestro nacimiento natural, y cómo Él nos ha dado una nueva naturaleza con nuevos deseos, a fin de que podamos caminar delante de Él en santa libertad.

Hay mucho en el tercer capítulo de Juan acerca de la necesidad de este nuevo nacimiento. Hoy día hay muchos que consideran el nuevo nacimiento como una especie de cambio que tiene lugar en la vida de uno, lo que ellos llaman una experiencia cristiana cuando uno cambia su manera de vivir. Pero cuando la Biblia habla del nuevo nacimiento es debido a que Dios verdaderamente da una nueva vida al que cree en el Señor Jesús. No se trata de un mejoramiento de la vieja, sino una de nueva —nacida de lo alto. Esto es lo que el Señor estaba exponiéndole a Nicodemo. El nuevo nacimiento es tener una nueva vida proviniente de Dios, y veremos también que la vida que Dios da es la vida de Cristo. Y la da al que cree. Naturalmente, el resultado será un cambio, debido a que la nueva vida quiere agradar a Dios.

Nicodemo acudió al Señor con el pensamiento de que recibiría alguna enseñanza. Y desde luego el Señor Jesús es y era un maestro maravilloso, pero lo que el pecador necesita primero de todo es recibir nueva vida, y así el Señor le contestó: "De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios". El hombre tenía enseñanza bajo la ley, por cuanto "la ley a la verdad es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno" (Romanos 7:12). Todos estos preceptos dados al hombre en el Antiguo Testamento provenían de Dios. Pero no daban una nueva vida, porque la Escritura dice: "si la ley dada pudiera vivificar, la justicia fuera verdaderamente por la ley" (Gálatas 3:21). Otro versículo dice: "¡Quién diera que tuviesen tal corazón, que me temiesen y guardasen todos los días todos mis mandamientos" (Deuteronomio 5:29). Esto es, la ley pide al hombre algo que él no tiene ni deseos ni poder de llevar a cabo. Necesita una nueva vida. ¿Por qué entonces dio Dios la ley? Bien, si se le pregunta a mucha gente se podrá ver que no creen lo que Dios dice acerca de nosotros, y le fue preciso mostrarnos la realidad.

Dios dice: "Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso" (Jeremías 17:9). El apóstol Pablo dijo: "Yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien" (Romanos 7:18). En nuestro estado natural no hay nada para Dios. Nuestros corazones están en enemistad contra Dios, como la Biblia dice: "Por cuanto los designios de la carne son enemistad contra Dios; porque no se sujetan a la ley de Dios, ni tampoco pueden" (Romanos 8:7).

¿Qué era lo que demostraba la ley, y por qué fue escrita en tablas de piedra? El hombre tiene un corazón de piedra, y Dios sabía que no podría vivir en conformidad a los mandamientos, pero el hombre pensaba que sí podía. Si yo tengo un hijo, y hay una pesada maleta que él cree que puede llevar, ¿cómo puedo demostrarle que no puede? Dándole una oportunidad para que lo intente. Israel pensaba que podría cumplir las demandas de Dios, porque dijeron: "Todo lo que Jehová ha dicho, haremos" (Éxodo 19:8). Pero fracasaron miserablemente, como ha sucedido con todos nosotros.

Ahora bien, lo que el Señor nos muestra aquí en Juan 3 es que debe haber una obra de Dios en el alma. Ya se ha llevado a cabo una obra de Dios por nosotros en la cruz del Calvario, pero se tiene que llevar a cabo una obra dentro de nosotros por cuanto el corazón natural del hombre nunca responderá a las demandas de Dios. El Señor le dice a Nicodemo que tiene que nacer de nuevo— que debe nacer de arriba. Tiene que recibir una nueva vida, y Dios emplea Su preciosa Palabra aplicada por el Espíritu de Dios para llevar esto a cabo. Se hace muy claro en 1 P 1:22, 23: "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, ... siendo renacidos ... por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre". Antes éramos pecadores que teníamos sólo una naturaleza caída de pecado, pero cuando Dios introduce Su Palabra en el alma mediante el poder del Espíritu de Dios, somos renacidos, recibiendo una nueva vida de Dios. Es por esto que ahora deseamos cosas diferentes.

viernes, 3 de diciembre de 2010

Las ofrendas


Las ofrendas



El dar tiene muy poco que ver con lo que una persona tiene (2 Col 8:1-5). Pablo dice en 2 Corintios 9:6: “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente y el que siembre generosamente, generosamente segará”. Jesús dijo: “Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida y rebosando darán en vuestro regazo”. (Lc. 6:38). Dios quiere que usted sepa que puede confiar en Él con su dinero.

¿Cuán bien administra usted las posesiones de Dios?

Usted tiene que darse cuenta de que las cosas que posee no le pertenecen. Cuando usted se las confía a Dios, se hace libre. Entonces todo lo que usted tiene que hacer es administrar esas posesiones. Si usted tiene algo que alguien lo necesita más que usted, déselo. Ese es el espíritu de Hechos 2:44-45: “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno”.

Algunas personas no dan nada. Otras solo dan cantidades simbólicas. Ellos son los que ponen un par de dólares cada semana en el plato de la ofrenda. Por lo general los que dan tan poco es porque están gastando todo su dinero en posesiones terrenales. Eso es triste. Oro por ellos. Quiero que las personas den generosamente a fin de que puedan experimentar las bendiciones de Dios. Cuando el rey David quiso comprar una era con el fin de edificar un altar al Señor, el propietario se la ofreció gratis a David. A lo que él contestó: “No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada” (2 S. 24:24). Él quería ofrecerle a Dios una ofrenda valiosa, no algo simbólico.

¿Cuán dedicado está usted a dar? Un hombre me habló acerca de una iglesia que es la mitad de tamaño de la nuestra, no obstante, ellos ofrendad al Señor el doble de lo que nosotros recogemos. Él me preguntó:

- ¿Cómo es eso?
Yo respondí:
- No lo sé. Si están ofrendando por motivos equivocados o lo están haciendo de forma legalista, sus ofrendas no tienen valor. Pero si están dando generosamente de todo corazón, eso es una gran bendición.

No sé cuál es la respuesta para esa situación, pero sí sé una cosa: Muchos miembros en nuestra iglesia no están haciendo lo que debieran hacer cada semana. Primera Corintios 16:2 dice: “Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo, según haya prosperado”.

El dar es una función de la iglesia. Tenemos que ofrendar no solo para sostener nuestra iglesia, sino para el avance del reino de Dios. Las iglesias no están para amasar fortunas. Debemos ser buenos mayordomos del dinero que Dios nos da para nuestro propio uso y dedicar el resto a alcanzar con el evangelio de Cristo a los que no lo conocen.

jueves, 2 de diciembre de 2010

El Dios de paz


El Dios de paz

El Dios de paz estará con vosotros.

Filipenses 4:9

El apóstol Pablo a menudo se refirió al Señor como el Dios de paz. En Romanos dij "Y el Dios de paz sea con todos vosotros" (15:33). En 2 Corintios escribió: "El Dios de paz y de amor estará con vosotros" (13:11). Y a los creyentes tesalónicos les dij "El mismo Señor de paz os dé siempre paz en toda manera" (2 Ts. 3:16).

El versículo de hoy subraya el hecho de que el carácter de Dios es de paz. Él es el origen y el dador de la paz. Cuando nuestras actitudes, nuestros pensamientos y nuestra conducta están en armonía con Dios, la paz de Dios y el Dios de paz nos protegerán. Su paz da consuelo, tranquilidad, quietud y confianza en medio de cualquier prueba que pueda afrontar. La medida de la madurez espiritual

En esto me gozo, y me gozaré aún.

Filipenses 1:18

Puede medirse la madurez espiritual de un creyente por lo que puede quitarle el gozo. El gozo es un fruto de una vida guiada por el Espíritu (Gá. 5:22). Debemos regocijarnos siempre (Fil. 4:4; 1 Ts. 5:16). En todas las circunstancias el Espíritu Santo produce gozo, de modo que no debe haber ningún momento en el que no estemos regocijándonos de alguna manera.

El cambio, la confusión, las pruebas, los ataques, los deseos insatisfechos, el conflicto y las relaciones tirantes pueden quitarnos el equilibrio y despojarnos del gozo si no tenemos cuidado. Entonces hemos de llorar como el salmista: "Vuélveme el gozo de tu salvación" (Sal. 51:12).

Jesús dij "En el mundo tendréis aflicción" (Jn. 16:33), y el apóstol Jacobo dij "Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas" (Stg. 1:2). Dios tiene su propósito en nuestras aflicciones, pero nunca nos quita nuestro gozo. A fin de mantener nuestro gozo debemos asumir la perspectiva de Dios respecto a nuestras pruebas. Cuando nos rendimos a la obra de su Espíritu en nuestra vida, no nos agobiarán nuestras dificultades

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Pregunta: "¿Qué es el crecimiento espiritual?"



Pregunta: "¿Qué es el crecimiento espiritual?"

Respuesta: El crecimiento espiritual es el proceso de volverse más y más como Jesucristo. Cuando ponemos nuestra fe en Jesús, el Espíritu Santo comienza el proceso de hacernos más como Jesús, conformándonos a Su imagen. El crecimiento espiritual quizá está mejor descrito en 2 Pedro 1:3-8, donde se nos dice que mediante el poder de Dios: “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro señor Jesucristo.”

En Gálatas 5:19-23 encontramos dos listas. En Gálatas 5:19.21 están enlistados los “hechos de la carne” Estas son cosas con las cuales se identificaban nuestras vidas antes de confiar en Cristo para salvación. Los hechos de la carne son las actividades que debemos confesar, arrepentirnos y con la ayuda de Dios, vencerlas. Mientras experimentamos el crecimiento espiritual, los “hechos de la carne” serán cada vez menos y menos evidentes en nuestras vidas. La segunda lista es “el fruto del espíritu” (Gálatas 5:22-23). Esto es por lo que nuestras vidas deben ser identificadas, ahora que hemos experimentado la salvación en Jesucristo. El crecimiento espiritual se identifica por el evidente crecimiento del fruto del Espíritu en la vida del creyente.

Cuando tiene lugar la transformación de la salvación, se inicia el crecimiento espiritual. El Espíritu Santo mora en nosotros (Juan 14:16-17). Somos nuevas criaturas en Cristo (2 Corintios 5:17). La antigua naturaleza es reemplazada con una nueva (Romanos capítulos 6-7) El crecimiento espiritual es un proceso de toda la vida que ocurre mientras estudiamos y aplicamos la Palabra de Dios (2 Timoteo 3:16-17), y andamos en el Espíritu (Gálatas 5:16-26). Al buscar el crecimiento espiritual, podemos orar a Dios, pidiéndole sabiduría en las áreas que Él desea que crezcamos espiritualmente. Podemos pedirle que nos ayude a aumentar nuestra fe y conocimiento de Él. Dios desea nuestro crecimiento espiritual. Dios nos ha dado todo lo que necesitamos para experimentar este crecimiento espiritual. Con la ayuda del Espíritu Santo, podremos vencer más y mas el pecado, avanzando con firmeza para llegar a parecernos cada vez más a nuestro Salvador, el Señor Jesucristo.

martes, 30 de noviembre de 2010

Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Mt 22, 34-40


1. “MAESTRO, ¿CUÁL ES EL MANDAMIENTO MÁS GRANDE DE LA LEY?” “Cuando los fariseos se enteraron de que Jesús había hecho callar a los saduceos, se reunieron con él, y uno de ellos, que era doctor de la Ley, le preguntó para ponerlo a prueba: “Maestro, ¿cuál es el mandamiento más grande de la Ley?”. Jesús le respondió con el mandamiento tomado del Deuteronomio: “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu” y les asegura que: “este es el más grande y el primer mandamiento.” Y luego tomado de Levíticos 19,18 les amplía: “El segundo es semejante al primero: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos eran mandamientos conocidos, pero muy tenidos en menos como los más importantes. Aquí se busca conocer el pensamiento de Jesús, sobre un mandamiento de la ley, seguramente éste estaba en las habituales discusiones del ambiente rabínico, porque sabemos que era común de aquel tiempo discutir sobre la importancia de los preceptos. Sucedía que de todos los mandatos, una buena parte se consideraban como positivos y otros negativos, como del mismo modo se calificaban en graves y otros en leves. En este ambiente surge la pregunta que se le va a hacer a Jesús. Los fariseos se caracterizaban por su rigor y austeridad en el cumplimiento de la letra de la ley y en la atención a los aspectos externos de los preceptos religiosos y los saduceos eran ciertas personas, que pertenecían a la aristocracia sacerdotal judía que negaban la inmortalidad del alma, aquí en este Evangelio, el fariseo quiere probar la opinión de Jesús, con habilidad y astucia para conseguir algo con oscuros propósitos y así comprometerlo, en otras palabras, mediante una treta, busca perjudicar a Jesús. 2. UN SOLO MANDAMIENTO “EL AMOR” Y PARA TODOS LOS EFECTOS LA NOVEDAD ESTÁ EN UBICARLOS EN PRIMER LUGAR Jesús, les declara que “De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas”, y lo que hace con esto, al relacionar esto dos preceptos, los transforma en uno solo, y nos enseña que la voluntad del Padre, se concentra en el doble precepto del amor a Dios y al prójimo. Entonces la novedad es que no es necesario ya para nosotros discernir cuáles cual es el mas grande de los mandamientos, porque nos quedamos con uno solo “el amor” y para todos los efectos la novedad está en ubicarlos en primer lugar, es así como el Señor insistirá en situar el precepto del amor a Dios sobre todas las cosas, en su lugar primero, absoluto y excepcional, “Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todo tu espíritu”. Y luego va a insistir y situar en su propio lugar otro mandamiento descuidado por el judaísmo y pospuesto a otros preceptos menores, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Jesús da este
segundo mandamiento sin que el doctor de la Ley se lo haya preguntado. ¿A qué se debe esta insistencia y la proclamación de su excelencia? Moralmente, quizás a los judíos les sonaba bien esto como un valor moral, en este caso para Jesús es un mandato y se los anuncia con las palabras del Levítico: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 19:18). Pero en su mismo contexto se ve que este prójimo de un judío es sólo otro judío, y a lo más el “peregrino” que morase con ellos. Los samaritanos, los publícanos y las gentes de mala vida no eran para ellos prójimo; los samaritanos y los publícanos eran positivamente odiados (Eclo 50:27.28). Entonces, Jesús sitúa este precepto en el puesto que le corresponde, y lo reglamenta en función de Dios. Por eso se da aquí a este mandamiento dos características. Por una parte saca el concepto de prójimo de los estrechos límites judíos para darle la universalidad de lo “humano”; es la doctrina de Jesús. Por otra parte, El pone y destaca la gravedad e importancia del mismo, al ponerlo, por encima de todas las insignificancias y pequeñeces del amor de Dios, porque no hay otro mandamiento mayor que éstos. Precisamente el precepto del amor al prójimo es “semejante” al mandamiento del amor a Dios. “La semejanza está en la caridad, que no va al prójimo sino por amor de Dios.” Pero lo que aquí también se urge es la gran obligación semejante al primero, la práctica del amor al “prójimo” El amor a Díos, y el amor al prójimo, sumados las dos recopilan y sintetizan toda la Ley, de estos preceptos las leyes restantes cobran mucho sentido. 3. “AMARÁS”, Y CON TODO EL CORAZÓN Este es nuestro deber, “Amarás”, y con todo el corazón, sin ninguna restricción y con todo lo que te da la vida, con toda el alma, esto con el primer principio de nuestra vida, lo mas importante, la parte espiritual e inmortal, capaz de entender, querer y sentir, y que, junto con el cuerpo, constituye su esencia humana, con toda la mente, con la capacidad intelectual humana, con el pensamiento, mas allá de toda imaginación y voluntad. Esto es amar con todo lo que hemos recibido de Dios, por tanto con todo lo que podemos acercarnos a Dios y estar con El. Así es como Jesús, nos exige un amor total, El no aceptas un amor parcial o limitado, y lo mismo nos enseña y nos exige, la entrega y el amor, tanto a Dios como al prójimo. Eso quizás fue sorprendente para el fariseo, Jesús puso al mismo nivel los dos mandamientos, y así lo aclara el evangelio cuando diciendo “De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas". Para nosotros, cristianos, seguidores de Jesús, debemos ser absolutamente contrarios a cualquier sentimiento acentuado de hostilidad, antipatía, rechazo y odio a los hombres, sin embargo es algo con lo que convivimos a diario, esta a la vista de cualquiera en la familia, en la amistad, con los vecinos, con los que piensan diferente, entre los políticos, entre las naciones y pueblos. Esto es los que nos enseña Jesús, el hombre es imagen de Dios, y si tu amas a tu prójimo, amas a Dios, y si amas a Dios, lo amas en también en el prójimo. Estos preceptos son nuestros fundamentos de la vida cristiana, ambos basados en el amor, y por amor a Dios y al prójimo, juntos el mandamiento más grande de la Ley Jesús, con estas palabras, nos ha dado a toda la Humanidad otra de esas lecciones trascendentales. Es la lección de la caridad cristiana volcándose en la fraternidad de todos los seres humanos. El Señor les Bendiga

lunes, 29 de noviembre de 2010

La palabra profética


La palabra profética

Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones.

2 Pedro 1:19

Los creyentes de Filipos tenían los libros del Antiguo Testamento, pero todavía no se había completado todo el Nuevo Testamento cuando Pablo les escribió su carta. Como pueden haber tenido acceso solamente a una cantidad mínima de la revelación escrita en el Nuevo Testamento, los creyentes acudían a los apóstoles como su fuente de la verdad hasta que se pusieron juntos todos los libros del Nuevo Testamento. De modo que la norma de la fe y de la conducta cristiana estaba incluida en la enseñanza y en el ejemplo de los apóstoles.

Por eso el día de Pentecostés tres mil creyentes "perseveraban en la doctrina de los apóstoles" (Hch. 2:42). Por eso Pablo les dijo a los creyentes corintios: "Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo" (1 Co. 11:1). Pero usted tiene una ventaja que ellos no tuvieron; usted tiene toda la revelación de Dios a su disposición. Así que no deje de aprovecharla. El ejercicio hace maestro al novicio

Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced.

Filipenses 4:9

En el versículo de hoy, el apóstol Pablo subraya que los creyentes de Filipos necesitaban practicar lo que aprendieron, recibieron, oyeron y vieron en su vida.

En primer lugar, aprendieron de su instrucción personal, que incluía la predicación, la enseñanza y la disciplina (cp. Hch. 20:20). Él presentaba las verdades del Antiguo Testamento y el significado de la revelación del Nuevo Testamento, explicando cómo se aplicaban a la vida de ellos.

Además, lo que recibieron de Pablo era la revelación directa de Dios. La Biblia pone en claro que Pablo recibió directa revelación del Señor y luego la dio a conocer a los creyentes (cp. 1 Co. 11:2; 15:1-3; 1 Ts. 4:1).

De otras fuentes también oyeron acerca del carácter, de la manera de vivir y de la predicación de Pablo. Estaban conscientes de su impecable reputación.

Y lo que vieron los creyentes de Filipos en Pablo sabían que era cierto por experiencia propia.

Al igual que la de Pablo, su vida debe ser digna de imitación por los demás creyentes. Así que "sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos" (Stg. 1:22).

domingo, 28 de noviembre de 2010

Detención de la carne


Detención de la carne

¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra.

Salmo 119:9

La conducta santa que produce estabilidad espiritual depende de la obediencia a la norma divina de la Palabra de Dios. La Palabra es la que cultiva las actitudes, los pensamientos y la conducta que evitará que usted sea aplastado por las pruebas y las tentaciones.

A fin de comprender la relación entre las actitudes, los pensamientos y la conducta, considere esta analogía. Si un policía ve a alguien que está a punto de violar la ley, lo detendrá. De igual manera, las actitudes y los pensamientos santos producidos por la Palabra actúan como policías para detener la carne antes que cometa un delito contra la norma de la Palabra de Dios. Pero si no están de guardia, no pueden detener la carne, y la carne está en libertad para violar la ley de Dios.

La analogía enseña que las actitudes y los pensamientos rectos deben preceder a los hábitos rectos. Pablo comprendía que solamente las armas espirituales ayudarán en nuestra lucha contra la carne (2 Co. 10:4). Al usar las armas apropiadas, usted puede llevar "cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo" (v. 5). Deje esos malos hábitos

El efecto de la justicia será paz; y la labor de la justicia, reposo y seguridad para siempre.

Isaías 32:17

La conducta limpia produce paz y estabilidad espiritual, pero la conducta pecaminosa produce inestabilidad. Eso es así no solo en el reino milenario, donde un día Cristo gobernará la tierra con justicia, como lo indica el versículo de hoy, sino también en la vida del creyente. Jacobo el hermano de Jesús dij "La sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica... Y el fruto de justicia se siembra en paz para aquellos que hacen la paz" (Stg. 3:17-18).

Contentamiento, consuelo, calma, quietud y tranquilidad acompañan a la conducta cristiana, que se basa en la Palabra de Dios. Hacer lo bueno no es solamente la manera de vencer lo malo (Ro. 12:21), sino también la práctica que se espera de todo creyente. Al cultivar buenos hábitos gracias al poder de Dios, disminuirán sus malos hábitos, y su vida será más estable.