Los engañadores y los engañados
“Porque vendrán muchos
en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”, Mateo 24:5
“Porque se levantarán falsos Cristas, y falsos profetas, y
harán grandes señales y prodigios, de tal manera que engañarán, si fuere
posible, aun a los escogidos” Mateo 24:24
“El ladrón no viene sino para hurtar y matar y destruir; yo
he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”, Juan 10:10
Vivimos en un momento de la historia en que se cumple
perfectamente la escritura: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno
malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo
amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20).
Se tuerce la verdad a conveniencia de las ideologías; muchos
“sinceramente” engañados, llevan a otros a su propia destrucción y vemos el
ataque directo a la familia, a la propiedad privada, a la libertad de
expresión, a la libertad de crear empresa, entre otros.
El aborto, la ideología de género y tantas causas deshumanas
que se disfrazan de “tolerancia”, “unión” y “paz”, pero que al no tener los
principios de Dios, el regente moral supremo, terminan destruyendo la vida de
los hombres, mujeres, familias y naciones enteras.
La humanidad ha caído en el engaño de la serpiente: serán
como Dios, ustedes decidirán qué es lo bueno y qué es lo malo, serán sus
propios dioses; pero lo que sucedió es que al ser esclavo de sí mismo, el
hombre se convirtió en esclavo del maligno, el enemigo de nuestra alma que solo
quiere destruir todo lo que Dios creó en amor, para llevarlos al odio y a su
propia autodestrucción. (Génesis 3:5)
Pero en Juan 10:10 está el contraste y la diferencia que
Cristo quiere que sepamos: el dios de este mundo solo quiere robarnos, matarnos
y destruirnos, y lo hace engañando, usando nuestra carnalidad, lo que conocemos
como “nuestro propio yo”, pero Cristo ha venido para darnos su vida, la vida
increada. Él se dio a sí mismo, para que ahora, por medio de la fe en él, obtengamos
nuestra verdadera vida, verdadera paz, amor real. Si nos negamos a nosotros
mismos y tomamos la vida de Cristo, él crecerá en nosotros para disfrutar de
vida, paz y amor verdadero.
Es momento de reflexionar profundamente en nuestra condición,
de escuchar atentamente el único mensaje que tiene el poder para liberarnos,
porque habla del verdadero libertador de nuestras almas: el mensaje del
evangelio de gracia y verdad de Jesucristo y recibirlo hoy como nuestro Señor y
Salvador. (1 Corintios 15:3-6) Oración.
«Padre, abre mis ojos a tu verdad, a Cristo, para conocerle y
que el poder de su resurrección actúe en mí, liberándome del pecado y del
maligno para ahora, en esta nueva vida, dar fruto y tener vida plena, no
viviendo en el engaño del maligno, sino en tu amor, amén.
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