miércoles, 6 de octubre de 2021

¿A quién buscamos agradar?

 


¿A quién buscamos agradar?

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres; sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor servís. Mas el que hace injusticia, recibirá la injusticia que hiciere, porque no hay acepción de personas.” Colosenses 3:23-25

“Pues, ¿busco ahora el favor de los hombres, o el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los hombres, no sería siervo de Cristo.” Gálatas 1:10

Ocurre frecuentemente que muchas decisiones que tomamos y muchas cosas que hacemos fueron empujadas por voluntad de otras personas. Por agradar o tal vez para evitar controversias, hicimos algo que realmente no era lo que debíamos hacer.

Tampoco se trata de seguir los impulsos de nuestro corazón, pues el principio bíblico por excelencia dicta que “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).

Entonces, si no debemos hacer las cosas para agradar a los demás ni guiados por los impulsos de nuestro corazón ¿Cómo debemos hacer? La respuesta que debe cambiar nuestro pensamiento respecto a este asunto, es que nuestras decisiones y todo lo que hagamos debe ser el resultado de una relación con Dios, de su dirección por medio de su Palabra y de su favor.

Es decir, buscamos hacer su voluntad “no sirviendo al ojo, como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón haciendo la voluntad de Dios” (Efesios 6:6).

Cuando agradamos a Dios, entonces por efecto, su amor actúa en nosotros hacia los demás. Si amamos al prójimo entonces cumplimos la ley del amor.

Hermanos, este debe ser nuestro sentir y nuestro pensar, que luego se refleje en nuestro actuar, que, si a Cristo servimos y al Señor buscamos agradar, todo lo demás toma sentido, propósito y verdadera paz.  Oración.

«Padre, así como Cristo no buscó agradarse a sí mismo, sino a ti, haciendo tu voluntad y ejecutando la obra que le encomendaste, quiero ahora como hijo tuyo, por la fe en tu Hijo, obedecerte y buscar agradarte en todo lo que sienta, piense y haga, por amor a tu nombre, Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.