lunes, 30 de noviembre de 2020

Recibir la Palabra de Dios

 

Recibir la Palabra de Dios

“Por lo cual también nosotros si


n cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.” 1 Tesalonicenses 2:13

La Palabra de Dios es especial, es totalmente diferente a las palabras comunes y corrientes que escuchamos en la cultura actual. Pero esta Palabra de vida es totalmente experimental, es decir, quien escucha un mensaje de la Biblia debe estar dispuesto a experimentar en su propia vida, lo que dice, para que pueda comprobar que tal como dice es realizado.

Si solamente se escucha el mensaje y no hay una disposición de hacer lo que Dios dice, no se tendrá un crecimiento que lleve a una experiencia plena de salvación, por eso, debemos desearla con ansías (1 Pedro 2:2-3).

De esto se trata el hecho de recibir su Palabra, que además de guardarla en nuestra mente, debemos tenerla presente en nuestro corazón, para usarla en el momento preciso que la necesitemos. Por eso nos enseña la escritura, que en el nacimiento de la iglesia primitiva: “Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas” (Hechos 2:41).

Cuando recibimos su Palabra, recibimos a Cristo mismo, y muchos cuando Él vino lo rechazaron, pero los que lo aceptamos somos hechos nuevas criaturas y somos aceptados como hijos de Dios (Juan 1:1,12-13).

Ahora, día a día, recibimos su Palabra para nuestra limpieza y edificación, para que siempre crezcamos en el conocimiento de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable (1 Pedro 2:9). Ese conocimiento experimental nos lleva a dar fruto, a ser siervos preparados para hacer la voluntad del Padre y para ser instrumentos honrosos y dignos, preparados para toda buena obra (2 Timoteo 2.19–21).

¿Has tomado hoy con ansías tu porción de la Palabra de Dios?   Oración.

«Padre, anhelo tu Palabra, porque sé que con ella tú me has hecho renacer para una nueva esperanza y edificar mi vida, construyendo en mí un hijo que hace tu voluntad y que va creciendo conforme a la imagen de tu hijo Jesucristo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

¡Hasta lo último de la tierra! Usa tus redes sociales para ese propósito.