sábado, 2 de julio de 2022

Por eso te aman los que te conocen

 


Por eso te aman los que te conocen

“Su paladar, dulcísimo, y todo él codiciable. Tal es mi amado, tal es mi amigo, oh doncellas de Jerusalén”, Cantares 5:16.

El Cantar de los cantares de Salomón es una colección de poemas líricos de una belleza incalculable, un cántico nupcial de amor verdadero entre un hombre (un pastorcillo) y una mujer (la sulamita) que se han entregado mutuamente en matrimonio y que logran estar juntos después de superar muchos obstáculos.

Al final del capítulo 5 y después de una ferviente declaración de amor al pastorcillo por parte de su esposa, las damas de la corte (las doncellas de Jerusalem) le preguntan a la sulamita «¿Qué es tu amado más que otro amado,?» A lo que ella sin dilación responde quién es su esposo describiéndolo de la cabeza a los pies. La mujer no solo lo conoce muy bien, sino como vemos en el vs 16, lo admira, lo desea y lo respeta, este hombre es su amado y también es su amigo (alguien supremamente cercano y leal).

Este libro que es considerado como ‘El poema más sublime’ (por su traducción del original hebreo), representa el amor entre Cristo (el pastorcillo) y la iglesia (la sulamita) y aunque hay muchas enseñanzas que se podrían sacar de este maravilloso cantar, una de las más importantes es que no se puede amar a quien no se conoce.

Conocer a Cristo implica conocer su historia: su vida, sus enseñanzas, su muerte, su resurrección. La Biblia es el principal testimonio de Dios y de su Hijo, es su palabra y la forma que Él escogió para revelarse así mismo. Quienes conocen a Cristo íntimamente y forjan una amistad con Él, le aman, le desean y serían capaces de dar todo por Él.    Oración.

«Oh Señor Jesús, si tan solo te conociera como quieres ser conocido, si te pudiera ver más allá de lo que ven mis ojos o escuchar más allá de lo que escucho de ti que has hecho por otros. Si en verdad pudiera experimentar en mi caminar diario lo profundo, lo alto y lo ancho de tu amor, todo de ti me sería codiciable, tus palabras más dulces que la miel y tus mandamientos mejor que todos mis caminos. Concédeme el privilegio de tu amistad y la dulzura de tu compañía. Amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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