Escogidos
“No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a
vosotros, y os he puesto para que vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto
permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé”.
Juan 15:16
“Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador
tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú”.
Isaías 43:1
Qué privilegio tan grande es saber que Jesús nos escogió por
su gracia entre millares de personas, pensó en nosotros, nos llamó por nuestro
nombre y nos redimió.
El propósito de estos versículos es animarnos a entrar con
confianza en la misión que Jesús nos encomendó. Él fue el que tomó la
iniciativa de escogernos, su propósito al elegirnos no solo es para derramar
todo su amor en nosotros, sino que seamos canales para llevar su amor a otros,
por eso quiere que demos un fruto que permanezca. Esa elección y producción de
fruto nos habilitará para pedir eficazmente.
A menudo suponemos que fuimos nosotros los que tomamos la
iniciativa en nuestra conversión y también en nuestro llamado, Jesús aclara que
no es así, dice: “yo os elegí a vosotros, y os he puesto”, o sea que nos eligió
en primer lugar para amarnos y para que lo sigamos; y segundo para hacernos sus
discípulos y embajadores de su mensaje en esta tierra.
El término “os he puesto” viene del verbo griego “tídsemi”
que tiene algunos significados como: encargar, constituir, destinar, servir.
Nos apartó para una misión, puso nuestra vida a favor de otros. Este verbo
también se traduce como “constituyó”. Pablo entendió para qué fue puesto en
esta tierra, en Hechos 13:47 dice: “Porque así nos ha mandado el Señor,
diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, a fin de que seas para
salvación hasta lo último de la tierra”.
El verbo “vayáis” sugiere salir para realizar una misión y es
de llevar fruto, refiriéndose a la conversión de personas salvadas para la
eternidad. La obediencia en ir y llevar el mensaje de salvación nos da la base
para pedir con la confianza de que el Padre oirá y contestará nuestras
oraciones. Y mucho más cuando estamos clamando por las almas perdidas, en
humildad y obediencia al Dios que es Soberano y Omnipotente, que quiere que
todos sean salvos y lleguen al arrepentimiento.
Dios nos dio un trabajo, un propósito, una responsabilidad de
buscar a las personas en el nombre de Jesús para que se reconcilien con Él. La
iglesia es entonces la embajada celestial, somos la representación del cielo
aquí en la tierra, para traer a los ciudadanos perdidos de regreso a los brazos
del Padre Celestial. Oración.
«Gracias amado Padre por haber enviado a tu Hijo a morir en
una cruz para darme salvación, gracias Jesús por llamarme por mi nombre y
escogerme para llevar las buenas nuevas al mundo. Qué gran privilegio de ser un
instrumento de amor y bendición para muchas personas que necesitan conocerte y
entender que solo en ti hay salvación y vida eterna. En el nombre de Jesús,
amén.