EL PRIMER MANDAMIENTO
“No tendrás dioses ajenos delante de mí.”, Éxodo 20:3
Significa que Dios debe ocupar el primer lugar en nuestro
corazón, no la pareja, ni el trabajo, ni ninguna otra cosa creada. Es decir,
todo lo demás es también importante pero la prioridad es Dios. Jesús explicó
este mandamiento diciendo que debemos amar a Dios con toda nuestra mente, alma
y corazón (Mateo 22:37-40). Esto quiere decir que, si permitimos que otra cosa
ocupe el lugar de Dios, habrá un vacío inevitable y un desorden en nuestro
interior, será como tratar de construir una casa al revés o sin cimientos, todo
se caerá (Mateo 7:24). No podemos colocar por ejemplo a nuestra pareja o
cónyuge como un dios, es decir darle todo nuestro tiempo, pensamiento, voluntad
e intenciones. Primero es Dios, luego confiando en Dios por medio de
Jesucristo, Él nos ayudará a que todas las demás cosas tengan su justa medida y
orden.
Pero también se define el verdadero amor, nadie puede amar a
otra persona sino se llena del amor de Dios primero, porque no se puede dar de
lo que no se tiene, si es así, aquello que llamamos “amor” solo serían
sentimientos y emociones desbordadas, si no se tiene a Cristo en el corazón.
Que nuestra prioridad sea entonces llenarnos del amor de
Dios, conocerlo y obedecerlo (oye estas palabras, y las pone en práctica), para
que nuestros sentimientos estén bajo su control, que nuestra prioridad sea Dios
antes que los hombres o cualquier otra cosa. Oración.
"Padre, que mi prioridad seas tú, estar en tu presencia
y conocerte, para que tu luz se refleje en mí en todas las cosas. Ayúdame a
organizar las prioridades de mi vida y a ser sabio y entendido de cuál es tu
voluntad. Amén.