Conversión
“Respondió Jesús: De cierto, de cierto te digo, que el que no
naciere de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es
nacido de la carne, carne es; y lo que es nacido del Espíritu, espíritu es. No
te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo”, Juan 3:5-7
La conversión es una experiencia extraordinaria que te lleva
a estar convencido y a ser consciente de la presencia de Dios en tu vida, pero
que debe consumarse con el nuevo nacimiento, como Jesús le dijo a Nicodemo
cuando éste vino a consultarlo de noche: “Respondió Jesús y le dijo: De cierto,
de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de
Dios.” (Juan 3:3)
Esta experiencia extraordinaria no necesariamente se trata de
un milagro o una señal sorprendente, sino que se trata básicamente de un
encuentro personal e íntimo con el Cristo vivo. Tal vez no lo miramos con
nuestros ojos físicos sino con los ojos de la fe, pero no es una fe ciega sino
que él revela una paz como ninguna otra, un gozo profundo y una esperanza
inquebrantable cuando escuchamos su palabra y recibimos su amor. De esto se
trata “nacer del agua y del Espíritu”, el agua de su palabra y por el Espíritu
Santo, esto lo reafirma el apóstol Pedro por revelación del Espíritu: “siendo
renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de
Dios que vive y permanece para siempre.” y en el versículo inmediatamente
anterior confirma el actuar del Espíritu: “Habiendo purificado vuestras almas
por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no
fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro” (1 Pedro 1:22).
La verdadera conversión entonces es nacer de nuevo, un
nacimiento espiritual que nos hace una nueva creación e hijos de Dios por medio
de la fe en Jesús (Juan 1:12-13).
Si tú hoy quieres nacer de nuevo debes escuchar la Palabra de
Dios, creer en lo que dice acerca de la muerte y resurrección de Cristo por ti
y aceptar el regalo de salvación que Cristo te da. Para confirmar que cumplirá
su promesa él colocará como garantía de salvación a su Santo Espíritu, tal como
dice en su Palabra: “En él también vosotros, habiendo oído la palabra de
verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa,” (Efesios 1:13) Oración.
«Padre soy testigo de la presencia real de Cristo en mi vida,
de que lo enviaste por amor, para mi salvación y que ahora habita en mí por
medio de tu Espíritu y anhelo que otros nazcan de nuevo al anunciar el
evangelio de salvación y que escuchando crean para tener vida eterna como yo
ahora la tengo. Gracias Padre. En el nombre de Jesús y con la unción de tu
Espíritu Santo. Amén