jueves, 19 de octubre de 2023

De lo genuino a lo falso

 

De lo genuino a lo falso


“Al quinto año del rey Roboam subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén, y tomó los tesoros de la casa de Jehová, y los tesoros de la casa real, y lo saqueó todo; también se llevó todos los escudos de oro que Salomón había hecho. Y en lugar de ellos hizo el rey Roboam escudos de bronce, y los dio a los capitanes de los de la guardia, quienes custodiaban la puerta de la casa real. Cuando el rey entraba en la casa de Jehová, los de la guardia los llevaban; y los ponían en la cámara de los de la guardia” 1 Reyes 14:25-28

Así como pasó en el reinado de Roboam, hijo de Salomón, el pecado en nuestras vidas hace que ese tesoro escondido, que es Cristo, se opaque y no brille como debería. El pecado deja al descubierto nuestra miseria humana, nos empobrece y nos debilita.

Miremos un poco la vida de Roboam: reinó después de su padre y no tuvo un corazón perfecto para Dios; su idolatría e inmoralidad fueron más importantes que Dios, llevando al pueblo al pecado y a alejarse paulatinamente del Señor; esto causó su ruina espiritual y material, pues fueron saqueados por Sisac rey de Egipto. Como no quedaba oro, Roboam mandó a reemplazar los escudos de oro, robados por Sisac, por copias de bronce; aquí se muestra el declive del reinado de la casa de David.

Lo genuino y valioso fue cambiado por lo aparente y de menor valor. Quizá, esto es una de las artimañas que usa Satanás para corromper los valores verdaderos del cristianismo y reemplazarlos por el sistema de antivalores de este mundo, para que la gente siga contenta y satisfecha con lo que está haciendo. Entendamos que el peor error que podemos cometer es retirar a Dios de nuestras vidas, pues hace que todo lo demás se vuelva inútil o se derrumbe por causa de nuestro pecado.

Las filosofías e ideologías actuales han reemplazado la misericordia divina por la tolerancia humana; el creacionismo bíblico, por la evolución científica; el amor verdadero, por el sexo libre; y a Jesús, por el sincretismo religioso. La iglesia ha olvidado que el mensaje de salvación más importante para la humanidad es que Jesús, el Hijo de Dios, vino a este mundo para morir por nuestros pecados y salvarnos de la condenación eterna; sin embargo, se ha reemplazado por doctrinas de prosperidad y realización personal, basados en el esfuerzo humano, quitándole toda la gloria a Jesús; quien murió en la cruz, quien fue nuestro sustituto perfecto por nuestra iniquidad y quien al morir nos dio salvación, perdón de pecados y vida eterna.

Cristo es irremplazable. No podemos reemplazar el gozo de la salvación por los placeres de este mundo; no podemos reemplazar la santidad y la palabra de Dios por nuestras propias reglas y conductas, las cuales nos llevan a la perdición; no podemos reemplazar su presencia y nuestra comunión diaria por prácticas religiosas, culturales y de rito.

Dios nos pide un corazón sincero delante de Él y una vida cristiana transparente, como dice Hebreos 10:22 “acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”. Un corazón donde resplandezca Cristo, nuestro tesoro en vasos de barro, como lo expresa 2 Corintios 4:6-7: “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”.

Es agradable saber que el evangelio brilla en nuestros corazones. Así como la luz fue al principio de la creación, también, en la nueva creación, la luz del Espíritu iluminó nuestra alma cuando recibimos a Jesús en nuestro corazón; el tesoro de luz y gracia del evangelio, que es Cristo, está puesto en vasos de barro. Por eso, hoy más que nunca el mundo necesita cristianos auténticos, genuinos, que prediquen la verdad y no permitan que la mentira, el pecado y los antivalores de este mundo opaquen el resplandor de la gloria de Cristo en sus vidas.   Oración.

«Amado Jesús quiero ser un verdadero siervo tuyo; por eso, permite que tu luz resplandezca a través de mi vida, con palabras sinceras, acciones correctas, con un corazón puro y una mente renovada; que nada de este mundo reemplace tu presencia gloriosa en mi vida, eres mi más preciado tesoro, me escogiste para propagar a otros tu luz, porque eres la única manifestación verdadera y completa del resplandor y gloria de Dios Padre, amén.   Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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