No practiquemos los tres caminos equivocados
“Pero estos blasfeman de cuantas cosas no conocen; y en las
que por naturaleza conocen, se corrompen como animales irracionales. ¡Ay de
ellos! porque han seguido el camino de Caín, y se lanzaron por lucro en el error
de Balaam, y perecieron en la contradicción de Coré”, Judas 1:10-11
“¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun,
el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que
también intercede por nosotros.” Romanos 8:34
Por la fe accedemos a la justicia de Cristo, para que ésta
nos sea imputada a nosotros, es decir cuando ponemos nuestra fe en Cristo, Dios
atribuye la perfecta justicia de Cristo a nosotros para que lleguemos a ser
justificados ante Él, como dice: «Al que no conoció pecado, por nosotros lo
hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él» (2
Corintios 5:21).
Sin embargo nos olvidamos de esto, y queremos armar nuestra
propia religión llamada “a mi manera”, con buenas intenciones, exigiendo a
otros un alto desempeño y perfecto comportamiento, pero lejos de hacer la
voluntad de Dios revelada en las sagradas escrituras.
Caemos entonces en tres errores, el primero querer acercarnos
a Dios con nuestro esfuerzo; cuando la única manera es por medio de la preciosa
sangre del Cordero. Al respecto nos dice el libro de Hebreos 10:19-22: “Así
que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la
sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del
velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios,
acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura”.
El segundo error es hacer como Balaam, pretender que se puede
condenar a otros sabiendo que es Dios el que perdona y justifica a los que por
medio de la fe en Jesús se acercan a él, como nos enseña Romanos 3:26: “con la
mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y
el que justifica al que es de la fe de Jesús”, Dios hace justicia e impone las
sanciones inexcusables de su ley en la cruz, entonces Dios es justo y el que
justifica al pecador que cree.
Y por último, la rebelión de Coré nos muestra que no debemos
levantarnos o rebelarnos contra las autoridades puestas por Dios, cayendo en
orgullo y en una contradictoria pretensión de servir a Dios de manera
equivocada, por esto la iglesia es un cuerpo vivo donde Dios nos ha puesto para
ser edificados mutuamente (Efesios 4:16) y también respecto a nuestros pastores
y líderes nos enseña: “Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos
de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la
Escritura dice: No pondrás bozal al buey que trilla; y: Digno es el obrero de
su salario.” (1 Timoteo 5:17-18) Oración.
«Padre, tú me has dado el único camino que es Cristo, a
través de Él, vengo a ti para ofrecerte alabanza, no teniendo mi propia
justicia, sino por la fe en tu Hijo amado hacer tu voluntad y ser de aquellos
de quien digas “buen siervo fiel”. En Cristo Jesús, amén.