sábado, 27 de abril de 2024
Regocijémonos en el Señor siempre
Regocijémonos en el Señor siempre“Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos! Vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres. El Señor está cerca”. Filipenses 4:4-5
“Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. Despertando el carcelero, y viendo abiertas las puertas de la cárcel, sacó la espada y se iba a matar, pensando que los presos habían huido. Mas Pablo clamó a gran voz, diciendo: No te hagas ningún mal, pues todos estamos aquí. Él entonces, pidiendo luz, se precipitó adentro, y temblando, se postró a los pies de Pablo y de Silas; y sacándolos, les dijo: Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo? Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa”. Hechos 16:25-31
La palabra regocijarse viene del griego “jaíro”, que significa estar alegre, calmadamente bien, gozoso. Tenemos un mandato que cumplir, además es un verbo imperativo, lo que quiere decir que debemos hacerlo, aunque no estemos pasando por el mejor momento. Parece una contradicción manifestar gozo en tiempos de prueba, pero la lógica nuestra no es la de Dios. El gozo es un fruto del Espíritu Santo, y si permanecemos llenos y controlados por Él, pase lo que pase a nuestro alrededor no debemos perder nuestra alegría.
Dios manifiesta su gloria y poder a través de nuestras situaciones difíciles; Pablo nunca nos va a decir que hagamos algo que él no haya experimentado bajo las mismas circunstancias. Pablo y Silas habían comenzado la iglesia en Filipos, fueron arrestados, azotados, los metieron en la celda más segura y además en un cepo. Más ellos no se quejaron, no maldijeron, sino que comenzaron a cantar alabanzas a Dios, entonces sobrevino un gran terremoto que sacudió los cimientos de la cárcel y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron. ¡Dios obra poderosamente en medio de las alabanzas de su pueblo!
Él hace cosas tremendas cuando decidimos regocijarnos en Él. Recordemos 2 crónicas 20:21-22 “Y habido consejo con el pueblo, puso a algunos que cantasen y alabasen a Jehová, vestidos de ornamentos sagrados, mientras salía la gente armada, y que dijesen: Glorificad a Jehová, porque su misericordia es para siempre. Y cuando comenzaron a entonar cantos de alabanza, Jehová puso contra los hijos de Amón, de Moab y del monte de Seir, las emboscadas de ellos mismos que venían contra Judá, y se mataron los unos a los otros”. Mientras el pueblo cantaba, el Señor tendió una trampa al enemigo y lo destruyó, haciendo que cada uno se volviera contra su compañero en el campo de batalla.
La alabanza tiene poder, por eso si estamos atravesando momentos difíciles, hagamos como Pablo o el pueblo de Israel, regocijémonos en el Señor. Permitamos que el Espíritu Santo afirme nuestros corazones y nuestros pensamientos en su Palabra y creamos que Él puede cambiar una situación difícil en una gran bendición. El carcelero recibió la salvación junto con toda su familia, y el pueblo de Israel fue liberado de sus grandes enemigos por la mano de Dios.
Junto con el regocijo Pablo también nos pide ser amables: “vuestra gentileza sea conocida de todos los hombres”. Esa manifestación de amabilidad, es una cualidad del carácter de Cristo que debe ser reconocida por otros en nosotros. Una variante de gentileza se traduce como “ternura”, en referencia a Cristo, 2 Corintios 10:1a dice “Yo Pablo os ruego por la mansedumbre y ternura de Cristo”; esta palabra tiene el sentido de paciencia y también el de comprensión para con la situación de los demás y misericordia al juzgarlos. En consecuencia, aunque los otros no siempre sean correctos con nosotros, les mostraremos amabilidad.
Este pasaje nos recuerda que el Señor está cerca, hoy con más ímpetu debemos manifestar el carácter de Cristo para ganar más personas para el reino de los cielos; que una de esas características sea estar gozosos siempre, pensemos cuántas cosas cambiarían si decidimos regocijarnos en medio de nuestros problemas. Oración.l
«Señor Jesús, este año mi meta es que tu carácter sea formado en mí, con el poder y la gracia de tu Santo Espíritu. Hoy me enseñas que el gozo nada tiene que ver con las cosas materiales, ni con las circunstancias externas; porque la felicidad no depende de cosas, ni de lugares, sino de estar en ti Señor. Eres mi gozo, mi fortaleza y mi cántico, has sido mi salvación, por eso me regocijo en ti. No permitas que alguna situación me arrebate el gozo que me has dado. Amén.
viernes, 26 de abril de 2024
Un fuego en mi corazón
Un fuego en
mi corazón
“Y también
todos los que quieren vivir piadosamente en Cristo Jesús padecerán
persecución”. 2 Timoteo 3:12
“Me
sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y me venciste;
cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces
hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová
me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré más de él,
ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi corazón como un fuego
ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no pude”. Jeremías 20:7-9
Si queremos
seguir y servir a Cristo, entonces nuestra vida debe ser como la que Él
llevaba. Debemos prepararnos para ser perseguidos, pues ser cristianos es nadar
contra la corriente de este mundo, de sus filosofías y huecas sutilezas. Nunca
ha sido fácil servir a Dios. En el pasaje de hoy vemos el testimonio del
profeta Jeremías. Los que le rodeaban nunca quisieron escuchar las advertencias
de Dios contra la apostasía; lo golpearon, lo colocaron en un cepo, fue
ridiculizado y se burlaron de él. Quiso desistir, pero no pudo hacerlo ya que
las palabras de Dios eran como fuego en su corazón, llegó a decir: “no me
acordaré más de él, ni hablaré más en su nombre; no obstante, había en mi
corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo, y no
pude”. A veces como Jeremías puede ser tentador renunciar a proclamar la
Palabra de Dios, porque resulta muy doloroso, cuando sufrimos por causa de
ella.
Pero el amor
de Dios nos atrae con lazos de amor y no podemos escapar de Él, su Espíritu
Santo mora en nosotros y jamás nos dejará; ya somos suyos y no podremos huir,
recordemos Salmos 139:7 “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu
presencia?”; nuestra vida está anclada en Cristo y así como Jeremías podemos
exclamar: “Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; más fuerte fuiste que yo, y
me venciste”.
El apóstol
Pablo nos recuerda todo lo que tuvo que padecer por causa del evangelio en 2
Corintios 11:24-28 dice: “De los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes
menos uno. Tres veces he sido azotado con varas; una vez apedreado; tres veces
he padecido naufragio; una noche y un día he estado como náufrago en alta mar;
en caminos muchas veces; en peligros de ríos, peligros de ladrones, peligros de
los de mi nación, peligros de los gentiles, peligros en la ciudad, peligros en
el desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos; en trabajo y
fatiga, en muchos desvelos, en hambre y sed, en muchos ayunos, en frío y en
desnudez; y además de otras cosas, lo que sobre mí se agolpa cada día, la
preocupación por todas las iglesias”. Su compromiso e inquietud por la obra de
Dios fue más fuerte que su padecimiento. Por eso, al estar preparando a Timoteo
para asumir el apostolado le dice: “Y también todos los que quieren vivir
piadosamente en Cristo Jesús padecerán persecución”.
Pablo
claramente expresa: “Y también todos los que quieren vivir piadosamente en
Cristo”, si es nuestro deseo voluntario colaborar con Jesús en la extensión de
su reino en esta tierra, debemos estar dispuestos a padecer persecución. Es
tomar una decisión frente al llamado que el Señor nos hace, calcular el costo
de seguirlo y renunciar a todo lo que nos impida hacerlo.
Cuando
empuñamos el arado como discípulos de Cristo tenemos que entender que no será
una tarea fácil, la razón por la cual es necesario esperar persecuciones es
porque se acerca el fin y la brecha entre la luz y las tinieblas será cada vez
más ancha, pero tenemos la certeza de que Jesús está a nuestro lado y el
Espíritu Santo nos alienta para que el fuego de Dios arda tan poderosamente
dentro de nosotros que tengamos que seguir hablando de Él. 1. Oración.
«Señor
enséñame a escucharte cuidadosamente y a no desalentarme por la oposición que
hay en contra de ti en este mundo, gracias porque tu Palabra es como un fuego
en mi corazón que no puedo contener, ayúdame a anunciar tu mensaje con amor y
con poder. En el nombre de Jesús, amén.
jueves, 25 de abril de 2024
Dios de refugio, fortaleza y liberación
Dios de refugio, fortaleza y liberación“Dijo: Jehová es mi roca y mi fortaleza, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y el fuerte de mi salvación, mi alto refugio; Salvador mío; de violencia me libraste”. 2 Samuel 22:2-3
“Porque ¿quién es Dios, sino sólo Jehová? ¿Y qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; Quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas; Quien adiestra mis manos para la batalla, de manera que se doble el arco de bronce con mis brazos. Me diste asimismo el escudo de tu salvación, y tu benignidad me ha engrandecido. Tú ensanchaste mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado”. 2 Samuel 22:32-37
Dios de refugio, fortaleza y liberación, es una triple declaración que el rey David hace en este cántico y es su expresión personal de cómo siente la presencia del Señor en su vida: “mi roca, mi fortaleza y mi libertador”. La roca o fortaleza era un lugar de protección en las batallas, es la palabra hebrea “mesuda”, muy parecida a la palabra mesad que significa “cumbre”; una cumbre era una fortaleza natural en el tiempo de David; las ciudades localizadas a una gran altura eran difíciles de penetrar. La palabra libertador se deriva del verbo “palát”, que significa libertar, escapar o salvar; verbo usado de preferencia en los salmos y como referencia a la liberación que Dios da. Para David, Dios no es una abstracción, ni un concepto, sino un Ser que actúa en su vida, estaba seguro de su relación personal con Dios, usaba el pronombre “mí” para referirse a Él: “mi peña, mi escudo, mi liberación, mi baluarte, mi refugio y mi salvador”.
Recordemos que todos estos nombres dados a Dios indican la protección y refugio que le daba a David en momentos de batalla o cuando era perseguido injustamente por Saúl. Baluarte es en hebreo “misgab”, que significa altura o torre alta, y se deriva del verbo “sagab”: “estar en un lugar alto”; la torre alta era parte del muro que protegía a las ciudades. El lugar alto que podemos buscar en momentos de angustia es la presencia de Dios, ahí estaremos seguros. La palabra refugio es traducción de “menusah”, que significa “huida” o “escape”; es una referencia a Dios como lugar de protección o escape de las amenazas del enemigo.
Por último, la palabra liberación es derivada del verbo “yasha”; usado muchísimas veces en el Antiguo Testamento, significa estar libre. El poder de la liberación de nuestro Salvador está a nuestro alcance, nos salva de la violencia, nos libra de nuestros enemigos (la carne, el mundo y Satanás), es el escudo y la roca de nuestra salvación.
Tenemos no solo un Dios Omnipotente, que todo lo puede, sino un Dios Omnisciente, persona que lo sabe todo, que siente y consuela a sus hijos. La vida está llena de temores, angustias y desesperación, por eso no podemos vivir sin el amparo de Él. También es Omnipresente, porque está en todo tiempo y lugar cuidándonos y mirándonos. La vida sin Dios nunca será completa y feliz. Todos estamos expuestos a persecución, engaño, envidia de otros, humillación, crisis, muerte, etc.; y en todo esto, podemos encontrar consuelo en el Señor que nos oye cuando lo invocamos, así como lo decía David.
Animémonos entonces, recordando esta promesa: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”, Filipenses 4:13. Recordemos que la fuente de nuestra fortaleza está dentro de nosotros mismos, por eso cada situación que estamos atravesando la podemos sobrellevar en Cristo. Él nos da por medio del Espíritu Santo las fuerzas para ser más resistentes, es una seguridad que brota de la fe en Cristo, de Él viene la fortaleza. Pensemos: ¿En qué áreas necesitamos hoy la fuerza, el refugio o la liberación de Dios? Oración.
«Amado Dios, gracias por darme la fuerza para enfrentar cada situación. A pesar de mis esfuerzos nada puedo hacer por mi cuenta, a veces mis emociones, el estrés por las circunstancias y los afanes diarios se apoderan de mi y olvido que tú tienes el control; que tú eres mi refugio y mi libertador. Lléname de tu fuerza y de tu paz, guíame un día a la vez. En el nombre de Jesús, amén.
miércoles, 24 de abril de 2024
Solo Dios puede llenar el vacío espiritual
Solo Dios puede llenar el vacío espiritual“Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”. Jeremías 31:25
“En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado”. Juan 7:37-39
El síntoma más obvio de un alma que no tiene a Dios es un gran vacío interior. Por lo general la mayoría de las personas se sienten insatisfechos con su vida y tratan de buscar llenar sus necesidades y deseos con cosas mundanas y pasajeras que a la postre nunca los van a satisfacer. El Señor hoy en su Palabra nos dice: “Porque satisfaré al alma cansada, y saciaré a toda alma entristecida”, Jeremías 31:25; la palabra hebrea para satisfacer es “ravá” que significa saciar la sed, llenar algo que está vacío; y la palabra saciar en hebreo es “malé” que significa llenar, abastecer, completar, desbordar. Él nos asegura que puede satisfacer y saciar nuestra alma, llenar ese vacío de nuestro ser y asegurarnos una vida abundante en la tierra.
Jesús lo dijo de la siguiente manera en Juan 10:10b “yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. El único que tiene la capacidad de llenar nuestro vacío, de saciar nuestra sed y aún desbordar en llenura y plenitud en nuestro interior, es el Señor Jesucristo y lo hace por medio de su Santo Espíritu.
Dios nos promete un amor eterno: “Jehová se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia”, (Jeremías 31:3). Nuestra mayor satisfacción y lo que más produce felicidad es sentirnos amados y aceptados; por la gracia de Dios, todos los que hemos creído en Jesús, hemos recibido su amor en nuestros corazones y es un amor eterno desde la eternidad hasta la eternidad, es un amor inagotable, invariable, que nos da seguridad porque “Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos”, (Hebreos 13:8)
A esto, sigue una promesa preciosa que no se cumplirá plenamente sino en la Sión celestial y dice así: “Y vendrán con gritos de gozo en lo alto de Sion, y correrán al bien de Jehová, al pan, al vino, al aceite, y al ganado de las ovejas y de las vacas; y su alma será como huerto de riego, y nunca más tendrán dolor. Entonces la virgen se alegrará en la danza, los jóvenes y los viejos juntamente; y cambiaré su lloro en gozo, y los consolaré, y los alegraré de su dolor. Y el alma del sacerdote satisfaré con abundancia, y mi pueblo será saciado de mi bien, dice Jehová”. Jeremías 31:12-14. Esta promesa no es sólo para el pueblo de Israel sino para la iglesia de Cristo, donde todos vamos a ser saciados de la bondad amorosa de Dios, nuestra alma será como “huerto de riego” y no desearemos más para ser felices. Debemos poner nuestra esperanza en la herencia eterna; cuando miremos nuestro futuro no debemos temer, ni desmayar ante las aflicciones temporales en esta tierra.
El deseo de satisfacer nuestra alma entonces, no solo es para el presente, sino para ese futuro glorioso que Dios nos dará; esto debe estimularnos a mantenernos cerca de Dios, a arrepentirnos si le hemos fallado, a pedirle al Señor que doblegue nuestra voluntad a la de Él, para vivir esa vida en abundancia que nos promete. Recordemos que Dios tiene reservada su misericordia a todos los que le buscan con sinceridad.
Pidamos al Señor que su Palabra abunde en nuestros corazones y que el Espíritu Santo se derrame con poder, como ríos de agua viva en nuestro interior. Oración.
«Amado Dios, solo tú puedes satisfacer mi alma anhelante, llenar mi vacío espiritual con la presencia de tu Santo Espíritu para que, como ríos de agua viva pueda calmar mi sed espiritual, que nada, ni nadie en este mundo puede saciar. Que tu amor derramado en mi corazón se desborde para llevarlo a otros. Señor recuérdame que tú estás conmigo, refresca mi alma y dame descanso. En el nombre de Jesús, amén.
martes, 23 de abril de 2024
Llamados a ser santos
Llamados a ser santos
“Así dijo
Jehová: No se alabe el sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el
valiente, ni el rico se alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se
hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová, que hago
misericordia, juicio y justicia en la tierra; porque estas cosas quiero, dice
Jehová”. Jeremías 9:23-24
“Y el uno al
otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda
la tierra está llena de su gloria”. Isaías 6:3
Blaise
Pascal decía: “Pero hay quienes no pueden admirar más que las grandezas
carnales como si no las hubiera espirituales. Y otros que no admiran más que
las espirituales como si no las hubiera infinitamente más elevadas en
sabiduría”.
Para él,
había tres niveles de grandeza: la grandeza física superficial que se encuentra
en las riquezas, la fuerza y la belleza. La grandeza más alta es la de los
genios, la ciencia y el arte. Y un tercer tipo de grandeza que está en el orden
de la santidad; llegando a la conclusión que la grandeza de una persona no
radica en que sea fuerte o débil, rica o pobre, inteligente o analfabeta,
porque la grandeza está en un plano diferente e infinitamente superior, en lo
espiritual, y lo llama “orden de santidad”.
El Señor a
través del profeta Jeremías nos lleva a pensar en lo mismo, cuando vemos este
mundo con tanto pecado y dolor, encontramos mucho vacío en el interior del ser
humano y son necios todos aquellos que se glorían en cosas temporales y
superficiales como el conocimiento, salud, fuerza, riqueza o en cualquier cosa
que los deja bajo el dominio del pecado y lejos de nuestro Creador. Fuimos
diseñados para depender de Él, por eso anhela que nos gloriemos más en
conocerlo y entenderlo para que conozcamos su voluntad; El Señor quiere que le
demos más importancia a cultivar lo espiritual y crezcamos en santidad; porque
Dios es un Dios santo, y si creemos en su Hijo Jesucristo nos da su poder
santificador por medio de su Espíritu.
Estamos
llamados a ser santos, 1 Corintios 1:2 “a la iglesia de Dios que está en
Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos con todos
los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor
de ellos y nuestro”. Cuando ponemos nuestra confianza en Jesús y lo recibimos
en nuestro corazón, recibimos el don del Espíritu Santo, quien nos capacita
para vivir una vida santa, que agrade a Dios.
Sólo Dios es
perfectamente santo, nosotros nunca alcanzaremos la perfección en esta vida,
pero podemos caminar en santidad como respuesta a la santidad de Dios y esto es
solo posible por la gracia de Dios, por medio del don de su Espíritu. La
Santidad nos conduce a una entrega completa de todo nuestro ser al Señor, como
dice Romanos 12:1 “así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios,
que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios,
que es vuestro culto racional”.
Cuando Dios
nos llama a ser santos, nos está diciendo que seamos completamente suyos,
quiere que nos demos voluntariamente a Él, 1 Corintios 6:19-20 “¿O ignoráis que
vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual
tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por
precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los
cuales son de Dios” Oración.
«Gracias
Padre celestial porque al creer en tu Hijo Jesucristo, enviaste a tu Espíritu
Santo a morar en mí, ahora soy templo tuyo y anhelo por tu gracia, me ayudes a
caminar en santidad, a no llenarme de vanagloria por las cosas temporales y
superficiales de este mundo. Quiero conocerte y entenderte para hacer tu
voluntad para glorificarte con todo mi ser: espíritu, alma y cuerpo, en el
nombre de Jesús, amén.
lunes, 22 de abril de 2024
El día del Señor está cercano
El día del Señor está cercano
“Porque
cercano está el día de Jehová sobre todas las naciones; como tú hiciste se hará
contigo; tu recompensa volverá sobre tu cabeza. De la manera que vosotros
bebisteis en mi santo monte, beberán continuamente todas las naciones; beberán,
y engullirán, y serán como si no hubieran sido. Más en el monte de Sion habrá
un remanente que se salve; y será santo, y la casa de Jacob recuperará sus
posesiones”. Abdías 1:15-17
Estamos
viviendo en un mundo lleno de injusticias, aproximadamente 49.6 millones de
personas viven en condiciones de esclavitud moderna, esto incluye: trabajos
forzados, matrimonios forzados, trata de personas, tráfico de niños, tráfico de
órganos y actividades delictivas. Hoy hay más gente en esclavitud que en los
350 años de tráfico de esclavos. Este libro de Abdías promete que un día este
mundo será liberado de toda injusticia, cuando el reino de los cielos venga en
su plenitud.
¿Qué sabemos
de Abdías? realmente muy poco, su nombre significa “uno que sirve y adora a
Jehová”, su libro es el más corto del Antiguo Testamento, este profeta fue
usado por Dios para advertir la caída de uno de los enemigos de Israel, la
nación de Edom, descendientes de Esaú, que siempre han vivido en rivalidad con
Israel, por el conflicto que se originó entre los dos hermanos (Esaú y Jacob);
han tenido una larga historia de guerras y problemas hasta el día de hoy.
El orgullo
fue lo que hizo caer a Edom como lo dice Abdías 1:3 “La soberbia de tu corazón
te ha engañado, tú que moras en las hendiduras de las peñas, en tu altísima
morada; que dices en tu corazón: ¿Quién me derribará a tierra?”.
También el
profeta nos cuenta que cuando Jerusalén cayó en el 586 a.C. ante Babilonia, los
edomitas no hicieron nada para ayudar a sus hermanos, por el contrario, vieron
esto como una oportunidad de saciar su sed de venganza contra Judá, así lo dice
Abdías 1:12: “Pues no debiste tú haber estado mirando en el día de tu hermano,
en el día de su infortunio; no debiste haberte alegrado de los hijos de Judá en
el día en que se perdieron, ni debiste haberte jactado en el día de la
angustia”. La retribución es una realidad, Dios es justo y castigará las
injusticias hacia los demás. Abdías advierte del inminente castigo de Edom y
confirma a Judá la constante protección de Dios, su futura victoria y su
restauración.
Nunca ha
cesado esa hostilidad contra Israel, son muchas las naciones llenas de soberbia
que quieren ver destruido al pueblo de Dios y a su ciudad sagrada, Jerusalén.
Abdías nos habla a nosotros de la gran liberación que tendrá lugar en el día
del Señor, Abdías 1:21 “Y subirán salvadores al monte de Sion para juzgar al
monte de Esaú; y el reino será de Jehová”. El remanente de los salvados
gobernará justa y rectamente honrando el reino de Dios.
Con la
Segunda Venida de Jesús, el reino de Dios irrumpirá en la historia y
administrará su justicia en esta tierra; en aquel día todas las profecías de
Abdías y otros profetas tendrán pleno cumplimiento y todos seremos liberados de
toda injusticia. Un tiempo de juicio y divina justicia llegará para todas las
naciones, es una predicción que alcanza nuestros días.
Como
enseñanza podemos decir que las relaciones difíciles entre las personas, son el
resultado inevitable de la soberbia que nos impide descubrir nuestros errores y
crea barreras que se interponen en la reconciliación. Este es el costo del
orgullo. El Señor nos exhorta a arrepentirnos y a buscar reconciliación con
aquellos con los que hemos roto relaciones y vivir una vida de perdón y
misericordia.
Recordemos
que en su soberanía Dios utiliza las circunstancias para llevar a cabo sus
propósitos, el Señor toma el futuro para realizar su plan y obrará en favor de
su pueblo. Por medio de Jesucristo, Dios pone de manifiesto su poderío y
dominio sobre toda la humanidad. Oración.
«Señor
Jesús, gracias porque un día tu justicia vendrá para todos cuando regreses en
tu Segunda Venida y veremos tu reino establecido en toda su plenitud. Mientras
llega este día ayúdame a ser un instrumento de tu justicia, llevando tu Palabra
a todo lugar y tendiendo mi mano a los que viven en injusticia. En el nombre de
Jesús, amén.
domingo, 21 de abril de 2024
La gracia triunfa sobre el juicio
La gracia triunfa sobre el juicio
“Entonces
los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y
poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el
acto mismo de adulterio. Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres.
Tú, pues, ¿qué dices? Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero
Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo. Y como
insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: El que de vosotros esté sin
pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella. E inclinándose de nuevo
hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. Pero ellos, al oír esto, acusados
por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los
postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. Enderezándose
Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los
que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús
le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más”. Juan 8: 3-11
Los fariseos
y escribas frustrados porque no tenían nada en contra de Jesús para acusarlo y
así poder juzgarlo, le llevan a una mujer sorprendida en adulterio. Según la
ley, ellos decían que Moisés los mandó a apedrear a los adúlteros, miremos
Deuteronomio 22:22: “Si fuere sorprendido alguno acostado con una mujer casada
con marido, ambos morirán, el hombre que se acostó con la mujer, y la mujer
también; así quitarás el mal de Israel”. La pregunta es ¿por qué sólo llevaron
a la mujer para enjuiciarla?
El caso es
que era una trampa; esperaban confundir a Jesús con respecto a la respuesta que
diera a su pregunta: “tú pues, ¿qué dices?”; si Él decía apedréenla, lo
acusarían de matarla, porque no era juez y si la defendía lo tacharían de
condescendiente con la inmoralidad sexual. La verdad es que eran unos
hipócritas astutos tentando al Señor, y aunque los escuchó y le insistían
preguntándole, se agacho a escribir con su dedo en la arena, aparentemente
ignorándolos.
Finalmente
se enderezó y les dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en
arrojar la piedra contra ella”, en otras palabras: “aquel cuya conciencia le
absuelva de cualquier pecado, arroje la primera piedra…” Fueron sorprendidos
por su inteligencia, ahora el objeto de acusación se volvió hacia ellos y Jesús
se inclinó nuevamente a escribir en tierra, era evidente que estaba dándole a
los acusadores una oportunidad para irse sin que Él los viera y evitar así su
vergüenza. Jesús hizo que fueran redargüidos en su conciencia, y fueron
saliendo uno tras otro. La trampa para Jesús se volvió en su contra, quedaron
expuestos ellos mismos a la vergüenza pública, lo que querían hacer con la
mujer.
Es muy fácil
caer en la tentación de juzgar a otros, antes de mirarnos a nosotros mismos,
como nos recuerda Lucas 6:41 ¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu
hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?”
Jesús tiene
todo el derecho de juzgar porque es Dios, sin embargo, Jesús restaura la vida
de esa mujer cuando le dice: “¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te
condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno;
vete, y no peques más”. ¡Qué ternura y gracia inimitables!, con ese acto de
amor inagotable esa mujer fue traída a la convicción de pecado, a la admiración
por el que la liberó de él y a ese llamamiento a empezar una vida nueva.
Este es un
momento para pensar un poco antes de lanzar una piedra contra alguien,
deberíamos reconocer nuestras propias faltas y mirar a aquellos que están
perdidos en el mundo con más compasión y misericordia. Santiago 2:13 dice:
“Porque juicio sin misericordia se hará con aquel que no hiciere misericordia;
y la misericordia triunfa sobre el juicio”.
El Señor no
nos dejó un mensaje en la arena, lo hizo en la cruz, no lo escribió con su dedo
sino con su sangre preciosa que derramó por cada uno de nosotros para
declararnos “justos”. Esa es la gracia triunfando sobre el juicio. Alguna vez
nos hemos preguntado ¿cómo reacciona Jesús frente a nuestro pecado?, sé qué
cómo con esa mujer, nos diría: “tampoco yo te condeno, vete y no vuelvas a pecar”
Oración.
«Amado
Jesús, tu gracia me envuelve de manera incontenible ante tu inagotable amor. Al
leer tu Palabra y ver tu misericordia sobre mi vida, te doy gracias, porque
derramaste tu preciosa sangre en una cruz para darme perdón de pecados,
libertad y una nueva vida. Lléname de tu Santo Espíritu para abundar en gracia,
en misericordia y compasión por los demás, porque no soy quién para juzgar a
otros. En el nombre de Jesús, amén.
sábado, 20 de abril de 2024
Preparando a otros para la obra
Preparando a
otros para la obra
“Llamó
entonces David a Salomón su hijo, y le mandó que edificase casa a Jehová Dios
de Israel. Y dijo David a Salomón: Hijo mío, en mi corazón tuve el edificar
templo al nombre de Jehová mi Dios. Mas vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
Tú has derramado mucha sangre, y has hecho grandes guerras; no edificarás casa
a mi nombre, porque has derramado mucha sangre en la tierra delante de mí. He
aquí te nacerá un hijo, el cual será varón de paz, porque yo le daré paz de
todos sus enemigos en derredor; por tanto, su nombre será Salomón, y yo daré
paz y reposo sobre Israel en sus días. Él edificará casa a mi nombre, y él me
será a mí por hijo, y yo le seré por padre; y afirmaré el trono de su reino
sobre Israel para siempre. Ahora pues, hijo mío, Jehová esté contigo, y seas
prosperado, y edifiques casa a Jehová tu Dios, como él ha dicho de ti”. 1
Crónicas 22:6-11
Qué bueno es
edificar la vida de otras personas y volverlas discípulos de Cristo. Estamos
llamados a hacerlo, como dice Mateo 28:19 “Por tanto, id, y haced discípulos a
todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del
Espíritu Santo”. Es necesario, porque otros tendrán que continuar la obra que
nosotros hemos empezado, por eso, nunca debemos sentirnos desanimados cuando
otras personas tienen el privilegio de hacer algo dentro del ministerio que
nosotros hemos hecho ya; por el contrario, siempre doy gracias a Dios por mis
mentores espirituales, por el que plantó la semilla del evangelio en mí, pero
también el que la regó con perseverancia, los que me enseñaron la Palabra de
Dios, me exhortaron y corrigieron, porque gracias a ellos, Dios me ha dado el
crecimiento para colaborar con Él en la expansión del evangelio, donde quiera
que he ido.
Debemos
sentirnos privilegiados de poder dejar un legado, lo digo porque, como pastor y
siervo de Dios, es una honra ver como no solamente dentro del ministerio donde
el Señor me ha colocado, están siguiendo los pasos de Jesús, con sus
habilidades y dones sirviendo donde Dios los ha puesto. No debemos ser
egoístas, entre más envejecemos debemos recordar que Jesús nos ha dado la orden
de hacer discípulos, y es una gran bendición ver replicadas sus enseñanzas en
otros.
David fue un
ejemplo de esto, cuando oró por su hijo y por todos aquellos que iban a
ayudarle a edificar el Templo para Dios, los animó diciéndoles en 1 Crónicas
22:19 “Poned, pues, ahora vuestros corazones y vuestros ánimos en buscar a
Jehová vuestro Dios; y levantaos, y edificad el santuario de Jehová Dios, para
traer el arca del pacto de Jehová, y los utensilios consagrados a Dios, a la
casa edificada al nombre de Jehová”.
Hay que
animar y bendecir los esfuerzos de aquellos que nos sucederán en el ministerio
para que Dios les de sabiduría, mantengan la visión dada por la revelación de
su Palabra, sigan entusiasmados en amar y servir al Señor, para que todo lo que
hagan sea prosperado y El Señor será fiel en honrarlos.
Jesús sabía
que su ministerio era corto, pues venía a cumplir la misión de entregar su vida
por nosotros; por eso su mayor esfuerzo fue ganando, edificando y enviando a
aquellos para que continuaran la extensión de su reino hasta lo último de la
tierra; un día les dijo: “De cierto, de cierto os digo, que, si el grano de
trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho
fruto. El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo,
para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere,
allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”,
Juan 12:24-26
Ese legado
de Jesús nos alcanzó a nosotros, recibimos perdón, salvación y vida eterna, por
lo que ellos hicieron para el Señor. Hoy te animo a servir a Dios, sabiendo que
ningún trabajo para Él es en vano. Toma tu arado y no desistas; y recuerda que
uno es el que siembra, otro el que riega, pero Dios es el que da el
crecimiento. El Señor del universo nos tiene para grandes cosas. ¡Anímate a
hacer discípulos, son tu legado!
Oración.
«Amado
Padre, en el nombre de Jesús oro por todos aquellos que han sido escogidos,
edificados y formados dentro de la congregación donde nos has puesto; anímalos
a coger el arado y seguir sembrando la semilla del evangelio, a seguir
regándola con la edificación y discipulado, para que puedan ser enviados a
extender el reino de los cielos donde tú quieres; dales amor, sabiduría,
prudencia, fuerza y valentía para cumplir con tu llamado. Amén.
viernes, 19 de abril de 2024
Atentos a la Verdad
Atentos a la Verdad
“Zarpando,
pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a
Neápolis; y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de
Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. Y un día
de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la
oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. Entonces
una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que
adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que
estuviese atenta a lo que Pablo decía. Y cuando fue bautizada, y su familia,
nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi
casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos”. Hechos 16:11-15
Esta es una
de las mujeres que aparecen en la Biblia de las que poco se sabe. Pero lo que
se conoce de ella, es que provenía de una región que producía bronce, latón,
telas de púrpura. La Palabra dice que ella negociaba con esas telas y se
presume que era una mujer acomodada económicamente, pero también que era una
mujer que buscaba de Dios. En este caso Pablo estaba predicando el evangelio a
unas mujeres que se reunían a orar a las orillas de un río. Aquí podemos ver un
corazón dispuesto a escuchar la Palabra de Dios y a adorar a Dios. Lo
importante aquí es que no interesa el lugar, Dios está buscando personas que le
adoren, como la mujer samaritana, veamos Juan 4:21 “Jesús le dijo: Mujer,
créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre”.
Cuando
escuchamos la Palabra de Dios esta produce fe, y cuando hay fe podemos abrir el
corazón a Dios, Romanos 10:17 “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios”. El corazón de Lidia fue abierto por el Señor para que
estuviese atenta a lo que Pablo decía, lo que demuestra que la inclinación del
corazón hacia la verdad no se origina en la voluntad del hombre. La primera
disposición de inclinarse hacia el evangelio es una obra de gracia. Lidia no
sólo abrió su corazón a Jesús, sino las puertas de su casa, fue generosa y
compartió con alegría lo que tenía. Pablo vio en Lidia la gracia de Dios y
desde ese momento en que el evangelio fue predicado con tanta sencillez, se
empezaron a cosechar las primicias de Europa para Cristo. Lidia usó también sus
recursos para ayudar a fundar la iglesia de Filipos, ella no solo entendió la
gracia de Dios, sino que la puso en práctica.
¿Estamos
como Lidia atentos a la verdad? Esta mujer, no solo estuvo dispuesta a escuchar
el mensaje, sino que lo llevó a su hogar, trajo la luz de Cristo a su casa, y
fueron bautizados ella y su familia. Luego ayudó a extender el reino de los
cielos en esa región. Eso es lo que debemos hacer cuando conocemos a Jesús,
debemos llevar primeramente el evangelio a nuestra familia y luego al lugar
donde Dios nos quiera llevar.
¡Qué hermosa
fe y qué generosidad!, Lidia estuvo dispuesta a atender las necesidades de
estos misioneros Pablo y sus acompañantes, con hospitalidad; algo que muchos
hemos olvidado en estos tiempos. Qué bueno es poder ayudar a otros y más a los
hermanos en la fe. Recordemos lo que dice Romanos 12:13 “compartiendo para las
necesidades de los santos; practicando la hospitalidad” y Hebreos 13:2 “No os
olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron
ángeles”.
Pidamos al
Señor que disponga el corazón de nuestra familia y de los que nos rodean para
que escuchen el evangelio. Solo el Señor puede abrir sus corazones para que lo
reciban y crean en su Palabra. Oración.
«Señor, dame
un corazón como el de Lidia, que anhele adorarte y escuchar tu voz cada día,
quiero ser un reflejo de tu gracia, quiero entrar a tu presencia y darte
gracias por la persona que un día me compartió el mensaje de salvación,
escucharla me llevó a tener fe y a abrir las puertas de mi corazón a ti. Oro
por los misioneros en el mundo para que sean revestidos de tu verdad, amor y
gracia para alcanzar a los perdidos. En el nombre de Jesús, amén.
jueves, 18 de abril de 2024
Glorifiquemos a Dios con nuestra vida
Glorifiquemos a Dios con nuestra vida
Porque
habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y
en vuestro espíritu, los cuales son de Dios. 1 Corintios 6:20
“Señor,
digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas
las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas”. Apocalipsis 4:11
Debemos dar
gloria a Dios en cada momento y con cada aspecto de nuestra vida, fuimos
creados para darle gloria y honra, y fuimos comprados por el precio de la
sangre preciosa de Cristo para glorificarlo con nuestro cuerpo y nuestro
espíritu los cuales le pertenecen a Dios. A veces pensamos que solo debemos
glorificar a Dios cuando nos congregamos, o cantamos en nuestra iglesia, pero
la verdad es que somos templo del Espíritu Santo y estamos llamados a darle
gloria a Dios con nuestra vida, nuestra manera de pensar, de hablar y de
comportarnos.
Fuimos
creados para su gloria así lo dice Isaías 43:7 “todos los llamados de mi
nombre; para gloria mía los he creado, los formé y los hice”. Nuestro valor y
motivos para enorgullecernos no está en nuestras posesiones, o títulos, o en
nuestro círculo de amigos o en nuestros logros, son en la gracia infinita de
Dios, pues todas las bendiciones provienen de Dios y es por su amor y cuidado
que Él se glorifica en nuestras vidas. Sin Cristo no somos nadie. Todo lo que
somos y tenemos es por la grandeza, poder y habilidad de nuestro Dios, por eso,
las oportunidades que se nos presentan son para darle la gloria a Dios.
Preguntémonos
¿cómo podemos glorificar a Dios hoy? Meditando en su Palabra, reflexionando en
su poder, tomando decisiones sabias que nos acerquen a Él, alabando a Jesús y
agradeciéndole por su fidelidad. Si hay algo que nos impida acercarnos a Dios,
seamos sinceros con Él y pidámosle que nos muestre qué debemos dejar o cambiar.
Recordemos
lo que Pablo le decía a los Corintios para que llevaran una vida limpia y santa
que glorificara a Dios: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas
convienen; todas las cosas me son lícitas, más yo no me dejaré dominar de
ninguna”, 1 Corintios 6:12. El Señor nos ha dado la capacidad por medio del
Espíritu Santo para discernir lo justo y correcto para nuestra vida, escuchemos
su voz que nos guía cada día para hacerlo.
Pensemos en
lo grande y poderoso que es Dios con nosotros y mientras lo hacemos
reflexionemos sobre lo que vamos a hacer o los pasos que vamos a seguir para
glorificarlo hoy. “Circuncidad, pues, el prepucio de vuestro corazón, y no
endurezcáis más vuestra cerviz. Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y
Señor de señores, Dios grande, poderoso y temible, que no hace acepción de
personas, ni toma cohecho”, Deuteronomio 10:16-17
Es tiempo de
cambiar para que toda nuestra vida sea un acto de adoración a Él, y recuerda
que no estamos solos porque tenemos al Espíritu Santo en nosotros “Y a Aquel
que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en
la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos.
Amén.”
“Glorificad,
pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios” Oración.
«Amado Dios,
tú eres santo y digno de toda alabanza y adoración. Me creaste para alabarte,
muéstrame cómo adorarte con todo mi ser; quiero hacerlo con cada pensamiento,
palabra, intención y acción, quiero ser un sacrificio vivo y santo agradable a
ti, por eso, deja que toda mi vida te honre y te traiga gloria. En el nombre de
Jesús, amén.
miércoles, 17 de abril de 2024
Visión espiritual
Visión
espiritual
“Él le dijo:
No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están
con ellos. Y oró Eliseo, y dijo: Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para
que vea. Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el
monte estaba lleno de gente de a caballo, y de carros de fuego alrededor de
Eliseo”. 2 Reyes 6:16-17
“librándote
de tu pueblo, y de los gentiles, a quienes ahora te envío, para que abras sus
ojos, para que se conviertan de las tinieblas a la luz, y de la potestad de
Satanás a Dios; para que reciban, por la fe que es en mí, perdón de pecados y
herencia entre los santificados”. Hechos 26:17-18
La lección
que Eliseo le enseñó a su siervo Giezi fue que para creer lo imposible, primero
debería ver lo invisible. La oración es la clave para discernir las
estratagemas del adversario y también la clave para superar nuestros miedos.
Muchas cosas pueden estar impidiendo que tengamos una clara visión espiritual,
el miedo, la desesperación, el orgullo, la obstinación, la incredulidad pueden
traernos ceguera espiritual. Eliseo oró: “Te ruego, oh Jehová, que abras sus
ojos para que vea”; para que Giezi pudiera ver con los ojos de la fe la guardia
invisible de ángeles que los estaba rodeando y defendiendo. Los ojos de la fe
ven la realidad de la presencia y protección divinas que quitan todo temor,
toda incertidumbre, la fe revela que Dios hace más por nosotros de lo que nos
podemos dar cuenta.
Cuando nos
enfrentemos a cosas que sean infranqueables, recordemos que los recursos
espirituales están ahí aun cuando no podamos verlos, miremos a través de los
ojos de la fe, para que veamos a Dios obrando en nuestra vida. A veces el
problema es nuestra pobre visión espiritual y no el poder de Dios. Eliseo
personifica la confianza que nace de una fe genuina cuando dependemos de Dios y
de su infinito poder. Como dice Pablo en Romanos 8:31 “¿Qué, pues, diremos a
esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”. Cuando Dios está de
nuestro lado, nada ni nadie podrá permanecer en nuestra contra.
Pablo
recibió un mandato de Jesús en su conversión, había sido escogido para abrir
los ojos a los gentiles para que se convirtieran de las tinieblas a la luz,
pero para poder hacerlo primero tenía que abrir sus propios ojos, no solo los
físicos que habían quedado temporalmente ciegos por la visión del resplandor de
Jesús resucitado, sino también sus ojos espirituales que, a pesar del mucho
conocimiento de las Escrituras, todavía permanecían en oscuridad espiritual,
por su orgullo e incredulidad.
Satanás el
dios de este siglo, ciega el entendimiento de las personas para engañarlas, así
dice 2 Corintios 4:4 “en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento
de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la
gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios”. Pero Dios es el que ilumina y
abre nuestros ojos espirituales para darnos una visión clara de su soberanía y
de su poder y así, vencer cualquier impedimento que tengamos. El Espíritu Santo
nos quiere hablar y nos quiere usar para establecer su reino aquí, porque cada
uno de nosotros tiene el potencial de ser usados por Dios, por eso, así como
Eliseo pidamos que el Señor abra los ojos de la iglesia, de esta generación,
para que entendamos el propósito por el cual nos ha escogido y hablemos sin
temor, sin avergonzarnos del evangelio.
Que la
Palabra de Dios nos de la sabiduría para no ser conquistados por Babilonia, por
las ideologías de este mundo, que están dañando el corazón de muchos y los han
puesto a dudar de la realidad de Dios. Por eso, no permitamos que ninguna
potestad de las tinieblas impida que la Palabra de Dios sea implantada en
nuestros corazones y si recibimos la visión espiritual por el Espíritu Santo,
nada podrá detenernos para hacer la voluntad de Dios. Oración.
«Señor
derrama en esta mañana espíritu de revelación, conocimiento y sabiduría sobre
mi vida para que pueda entender tu Palabra, saber tus misterios, poder caminar
con tu Espíritu Santo, comprender tu amor inagotable. Quiero inclinarme delante
de ti y reconocer que a veces he ignorado tu Palabra y me he alejado de tu
dirección queriendo hacer las cosas en mis propias fuerzas. Quiero que abras
mis ojos a tu visión e igualmente quiero abrir los ojos de aquellos que andan
en tinieblas para que se conviertan a la luz de tu evangelio. En Cristo Jesús,
amén.
martes, 16 de abril de 2024
Dios está contigo
Dios está contigo
Antes bien,
como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón
de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman. Pero Dios nos
las reveló a nosotros por el Espíritu; porque el Espíritu todo lo escudriña,
aun lo profundo de Dios. Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del
hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció
las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no hemos recibido el
espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo
que Dios nos ha concedido”. 1 corintios 2:9-12
Empecemos
esta reflexión recordando la promesa cumplida en Jesucristo: Mateo 1:23 “He
aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Emanuel,
que traducido es: Dios con nosotros”.
El Dios que
creó el universo está con nosotros, Juan 1:3 “Todas las cosas por él fueron
hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho”. Es una verdad que no
podemos tomar a la ligera. Es una promesa maravillosa para experimentar a Dios
con nosotros por medio de su Espíritu Santo.
El Espíritu
de Dios se unió a nuestro espíritu en el momento de nuestra conversión, 1
Corintios 6:17 dice: “pero el que se une al Señor, un espíritu es con él”; y
Romanos 8:9 nos asevera: “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el
Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene
el Espíritu de Cristo, no es de él”.
Sólo podemos
entender las verdades espirituales con la ayuda del Espíritu Santo, porque Él
nos da la sabiduría para discernirlas, es por gracia que entendemos lo que se
nos ha concedido,1 Corintios 2:12. Por lo tanto, es un privilegio saber que el
Espíritu Santo vive en nosotros, que el Señor está muy cerca porque está en
nuestro corazón, es una razón para cederle el control total de cada área de
nuestra vida y nos llene de su plenitud y de su fruto.
Dios está
dentro de nosotros de una manera real, es la promesa que Jesús dijo: “que no
nos dejaría huérfanos, sino que estaría en nosotros por medio de su Espíritu”,
y lo cumplió. Además, el Espíritu nos guía a toda la verdad, nos enseña y no da
discernimiento para entender la sabiduría secreta de Dios: “antes bien, como
está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de
hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.
El Espíritu
Santo, en primer lugar, conoce lo que ningún ser humano podría conocer, la
mente y los pensamientos de Dios. Él todo lo examina aun las profundidades de
Dios. En segundo lugar, el Espíritu Santo revela, no se guarda el conocimiento
de Dios, sino que lo da a aquellos en quien mora, por eso, dice que “no hemos
recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que procede de Dios, para que
entendamos lo que por su gracia se nos ha concedido”.
En tercer
lugar, el Espíritu Santo inspira a cada creyente para transmitir el evangelio a
los demás, como decía Pablo en 1 Corintios 2:4 “y ni mi palabra ni mi
predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con
demostración del Espíritu y de poder”. No enseñamos ni predicamos con palabras
humanas sino con las que enseña el Espíritu, de modo que expresemos verdades
espirituales. Y en cuarto lugar el Espíritu Santo ilumina, podemos comprender
la mente del Señor porque tenemos la mente de Cristo 1 Corintios 2:16 y así,
entender su plan y sus propósitos para cada uno de nosotros.
Hermanos, lo
más maravilloso que le puede pasar al ser humano es recibir al Espíritu Santo. Oración.
«Señor,
gracias por la asombrosa verdad de que tu Espíritu Santo mora en mí, para
enseñarme la sabiduría divina, para revelar, inspirar e iluminar mi vida con
las verdades espirituales. Tú, me conoces perfectamente, sabes todo lo que hay
en mi interior, ayúdame a ser cada día más como tú, santo y puro y a glorificar
tu nombre con todo lo que haga, diga y piense, en el nombre de Jesús, amén.
lunes, 15 de abril de 2024
El Dios todo suficiente
El Dios todo suficiente
“El que
habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. Diré yo a
Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. Él te
librará del lazo del cazador, de la peste destructora. Con sus plumas te
cubrirá, y debajo de sus alas estarás seguro; escudo y adarga es su verdad. No
temerás el terror nocturno, ni saeta que vuele de día, ni pestilencia que ande
en oscuridad, ni mortandad que en medio del día destruya”. Salmo 91:1-6
“Por cuanto
en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por cuanto
ha conocido mi nombre. Me invocará, y yo le responderé; con él estaré yo en la
angustia; lo libraré y le glorificaré. Lo saciaré de larga vida, y le mostraré
mi salvación”. Salmos 91: 14-16
La confianza
en Dios es lo opuesto al miedo, por eso, quién permanece al abrigo del
Altísimo, y se acoge bajo la sombra del Omnipotente puede sentirse seguro.
Omnipotente,
es un atributo y un nombre de Dios que viene del hebreo, “shadday” y se traduce
como “el Todopoderoso”, este nombre figura cerca de 50 veces en el Antiguo
Testamento y fue el nombre con que los patriarcas conocieron a Dios,
refiriéndose a Él como el Dios poderoso, inconquistable, grande y fuerte.
Todos estos
adjetivos nos muestran la sempiterna naturaleza de nuestro Padre Dios en la
cual podemos confiar. “Shadday” está compuesto de la partícula “shed” (quién o
cual) y “day” (suficiente), por lo tanto, Shadday es el “Dios todo-suficiente”,
eternamente capaz de ser todo lo que nosotros necesitamos.
El salmista
aquí manifiesta su total confianza en el Señor en tiempos de peligro y desafío
frente a los poderes del maligno. Enfatiza una profunda comunión íntima y
personal con Dios cuando le dice al Señor: “Tú eres mi refugio, mi fortaleza,
el Dios en quién confío”, Salmos 91:2. La respuesta a todos nuestros temores es
una relación estrecha con Dios.
Debemos
apropiarnos de todas las promesas de este salmo y encontraremos refugio y
protección en Dios en todo tiempo, contra toda tentación y ataque de Satanás,
Salmos 91:11-12 nos dice que Dios envía ángeles para cuidar de nosotros.
En la última
porción del salmo 91:14-16, Dios mismo habla recalcando su promesa de
protección personal. De nuevo prioriza nuestra relación personal con Él: “Por
cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; le pondré en alto, por
cuanto ha conocido mi nombre”. Esta promesa incluye liberación, ponernos en
alto por encima de las circunstancias, la respuesta a nuestras oraciones, su
Presencia en tiempos de angustia, ver su gloria en nuestra vida, saciarnos de
larga vida y mostrarnos su salvación.
Es el mismo
llamado de Jesús a que permanezcamos en una relación estrecha con Él, Juan 15:5
“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste
lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”.
Moisés fue
protegido por la mano de Dios mientras le mostraba su gloria para que no
muriera, veamos Éxodo 33:21-22 “Y dijo aún Jehová: He aquí un lugar junto a mí,
y tú estarás sobre la peña; y cuando pase mi gloria, yo te pondré en una
hendidura de la peña, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado”. Ahora
Jesús es la roca en la cual podemos refugiarnos y contemplar la gloria de Dios,
porque derribó toda barrera que nos separaba del Padre.
En los
momentos de mayor oscuridad, siempre nos esconderá en el hueco de la peña para
protegernos y liberarnos. Dios resucitó a Jesús de entre los muertos y al
hacerlo nos liberó del miedo a la muerte y al futuro, precisamente por esto es
que debemos estar dispuestos a dejar nuestra seguridad completamente en sus
manos.
Queda claro,
que aquellos que amamos al Señor, seremos rescatados de las tribulaciones y el
Señor estará con nosotros en medio de las dificultades, esto es lo que marca la
diferencia cuando confiamos en Jesús y reconocemos su poderoso nombre. Oración.
«Señor,
gracias por estar conmigo en los momentos de angustia, eres mi refugio y
fortaleza, bajo tus alas me siento seguro. En ti confío porque eres el
Todopoderoso, el Dios todo suficiente, no hay nada que sea difícil para ti,
eres quién me llena de esperanza hacia el futuro y quita todo temor de mi
corazón. Tomo tus promesas y descanso en tu verdad, porque tu Palabra es luz en
medio de las tormentas de mi vida. Gracias por cuidarme y fortalecerme en mi
peregrinar por este mundo, en el nombre de Jesús, amén.
domingo, 14 de abril de 2024
La suprema revelación de Dios
La suprema revelación de Dios
Dios,
habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres
por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien
constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo; el cual,
siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien
sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la
purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra
de la Majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto
heredó más excelente nombre que ellos. Hebreos 1:1-4
Solo
Jesucristo trae a los hombres la Revelación completa de Dios y sólo a través de
Él podemos llegar a su misma presencia. El autor de Hebreos, muestra la
superioridad de Jesucristo sobre el Antiguo Pacto. Los judíos dividían todo el
tiempo en dos edades: la presente, y la por venir. Entre ambas colocaban el Día
del Señor. La edad presente era totalmente mala; la edad por venir iba a ser la
edad de oro de Dios, esa edad de oro amaneció con Jesucristo. Con Jesús, Dios
ha entrado a la humanidad, la eternidad ha invadido el tiempo y ya nada puede
ser como antes. La incomparable gloria de la persona y obra de Cristo muestra
su supremacía sobre los profetas, los ángeles, Moisés (cap.3), Josué (cap.4),
Aarón (cap.4 -7) y todo el ritual del judaísmo (cap.7-10).
En Cristo no
hay distinción entre judío y gentil, como dice Colosenses 3:11 “donde no hay
griego ni judío, circuncisión ni incircuncisión, bárbaro ni escita, siervo ni
libre, sino que Cristo es el todo, y en todos”. Por eso, aunque esta epístola
fue escrita para los judíos cristianos, sus enseñanzas y amonestaciones
prácticas también son para nosotros los creyentes gentiles. Dios no puede
revelar más de lo que nuestra mente puede comprender, por eso cada profeta, de
su propia experiencia de la vida y de su experiencia con el pueblo de Israel,
había captado y expresado un fragmento de la verdad de Dios. Pero en el caso de
Jesús era diferente: Él no era un fragmento de la verdad, ni siquiera el más
nuevo, sino la Verdad total. Él mismo lo expresó en Juan 14:6 “Jesús le dijo:
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí”.
En Jesús,
Dios no muestra solo un aspecto de su carácter, sino la totalidad de su ser.
Jesús es la clave para transformar nuestra vida, para comprender la Biblia,
para conocer el carácter de Dios, por eso si queremos conocer a Dios, debemos
mirar a Jesús. Él dijo: “El que me ha visto a mí ha visto al Padre”, Juan
14:9b.
Jesús es
único y es todo lo que necesitamos, esta epístola nos dice todo sobre quién es
Jesús, y cómo Él es mejor y mayor que ningún otro ser, enseñanza o sistema
religioso. Es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él
es, recordemos Hebreos 1:3 “el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la
imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra
de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio
de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas”.
Muchos hoy
todavía no aceptan esta verdad y argumentan que Jesús fue un simple maestro,
profeta y algunos que un ángel, sin embargo, la Escritura afirma que es
superior a los ángeles y su nombre supera la excelencia, “cuanto heredó más
excelente nombre que ellos”, hebreos 1:4.
Hoy unámonos
en una adoración por aquel que el Padre exalta como Dios y Rey, veamos hebreos
1:8 “Mas del Hijo dice: Tu trono, oh Dios, por el siglo del siglo; cetro de
equidad es el cetro de tu reino” Oración.
«Padre,
gracias por tu amado Hijo Jesús, es todo lo que necesito para llegar a ti,
porque es el único camino, la única verdad y la única vida que me lleva a tu
Presencia. Puedo conocerte y comprender quién eres Tú, por medio de Él. Gracias
porque a través de Jesús transformaste mi vida y por su perfecto sacrificio
ahora soy perdonado, justificado y santificado delante de ti, Amén.
sábado, 13 de abril de 2024
Más líbranos del mal
Más líbranos
del mal
“Y no nos
metas en tentación, más líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder,
y la gloria, por todos los siglos. Amén.”. Mateo 6:13
Esta
petición es la última de la oración modelo que Jesús enseñó. “más líbranos del
mal” y qué acertado es pedir siempre esto, porque como dice 1 Juan 5:19
“sabemos que somos de Dios, y el mundo entero está bajo el maligno”. Vivimos en
un mundo caído lleno de pecado, corrupción y violencia, por eso, necesitamos
constantemente la protección sobrenatural de Dios, y entender que nuestra lucha
es espiritual, pues el maligno y sus potestades gobiernan este mundo. Efesios
6: 12-13 dice: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra
principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de
este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. Por
tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo,
y habiendo acabado todo, estar firmes”.
Las
peticiones sexta y séptima unidas por la conjunción “más”, implica que un
pensamiento sigue naturalmente al otro: “Y no nos metas en tentación, más
líbranos del mal”. Ese mal se refiere al enemigo de nuestras almas: Satanás,
fuente de toda maldad.
El apóstol
Pablo también pidió a Dios que lo librara de toda obra mala cuando se acercaba
el final de su vida, usó una expresión de tranquila seguridad; veamos 2 Timoteo
4:18 “Y el Señor me librará de toda obra mala, y me preservará para su reino
celestial. A él sea gloria por los siglos de los siglos. Amén”. Esa oración
también la podemos hacer nosotros para librarnos de todo mal, de cualquier
clase, no sólo del pecado, sino de todos los efectos que trae.
“Líbranos
del mal” expresa nuestro reconocimiento del poder soberano de Dios sobre todas
las fuerzas en el mundo. Se refiere a todo lo que podría inducirnos a pecar y
ofender a Dios. Esta oración termina con una doxología: “porque tuyo es el
reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén”. Es una expresión
de adoración al reconocer la magnificencia de Dios tanto en el cielo como en la
tierra.
Debemos ver
un orden en las peticiones de esta oración modelo, las primeras tres tienen que
ver con Dios y con su gloria, y las siguientes cuatro tocan nuestras
preocupaciones temporales y espirituales. Empezamos dando a Dios el lugar
supremo que le corresponde y después nos volvemos a nosotros reconociendo
nuestra vulnerabilidad, nuestro pecado y necesidad ante un Dios Santo. Hay
cuatro necesidades esenciales como seres humanos: primero el pan que
necesitamos para vivir, segundo, el perdón para poder acercarnos a su
presencia, tercero, la ayuda en medio de la tentación y cuarto, ser librados
del mal y preservados. En estas peticiones se nos enseña a depositar el pasado,
el presente y el futuro ante el trono de gracia del Señor.
Esta oración
no se limita solo a presentarle a Dios la totalidad de nuestro ser, sino que es
una oración que trae la totalidad de Dios a nuestras vidas. Porque cuando
pedimos pan, nos dirigimos a Dios Padre Creador y Sustentador de la vida;
cuando pedimos perdón nos dirigimos a Dios Hijo Jesucristo, nuestro Redentor y
Salvador y cuando pedimos que nos libre de la tentación y del mal, nos
dirigimos a Dios Espíritu Santo, el Consolador, iluminador, guía y guardián de
nuestras almas. Es decir, nos dirigimos a Dios en toda su plenitud.
Este breve
estudio sobre el Padre Nuestro, debe llevarnos entonces a orar como le agrada a
Dios, en lo secreto, con entendimiento, sinceridad y sin vanas repeticiones,
mostrando nuestra confianza, reverencia, sometimiento, dependencia, perdón,
humildad y adoración. Oración.
«Padre
nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre, enséñame a buscar
primero tu reino y tu justicia y todas las demás cosas me serán añadidas, dame
el sustento y consuelo necesarios para vivir el presente, a perdonar a otros
porque quiero que tú me perdones. Enséñame a odiar y aborrecer el pecado
mientras espero en tu misericordia y a estar preparado para resistir al
tentador y líbrame de todo mal, amén.
viernes, 12 de abril de 2024
Y no nos metas en tentación
Y no nos
metas en tentación
“Y no nos
metas en tentación, más líbranos del mal”. Mateo 6: 13a
“Velad y
orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto,
pero la carne es débil”. Mateo 26:41
“No os ha
sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os
dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar. 1 corintios
10:13
La oración
modelo de Jesús nos enseña que debemos orar para no caer en tentación, quien
busca sinceramente el perdón de sus pecados se esfuerza por no volver a pecar.
Sin embargo, somos conscientes que tenemos una lucha espiritual en nuestro
interior, una batalla entre la naturaleza de pecado y el Espíritu de Dios que
mora en nosotros. Pablo lo expresa de esta manera en Romanos 7: 18-20: “Y yo sé
que, en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien
está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal
que no quiero, eso hago. Y si hago lo que no quiero, ya no lo hago yo, sino el
pecado que mora en mí”.
El mismo
Señor Jesucristo instó a sus discípulos a “velar y orar” para no entrar en
tentación. Reconozcamos que nuestra carne es débil, aunque nuestro espíritu
esté dispuesto, como lo dice Mateo 26:41. Ciertamente si Pedro hubiera orado
cuando Jesús se lo pidió en Getsemaní, se habría fortalecido para no caer en la
tentación que hizo que lo negara tres veces. La oración nos lleva a no ser
inducidos, ni arrastrados por nuestra propia voluntad a la tentación. La
palabra empleada “no nos metas”, es una súplica por apoyo al estar bajo la
tentación, para que el Señor nos de la salida. Veamos 1 Corintios 10:13 “No os
ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no
os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también
juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar”.
Algunas
circunstancias de nuestra vida, siempre pondrán a prueba nuestra fe, tenemos
que reconocer que nuestra naturaleza humana es vulnerable y esta petición es
una expresión humilde de nuestra desconfianza en nosotros mismos, necesitamos
orar para no ceder a la tentación que nos presentan los tres enemigos del
cristiano: la carne, el mundo y Satanás. Jesús no está sugiriendo que Dios nos
guía hacia la tentación. Simplemente está pidiendo que seamos librados del
enemigo de nuestras almas y sus engaños. Todos enfrentamos tentaciones, algunas
veces es tan sutil que inclusive no sabemos qué nos está pasando, por eso
siempre debemos estar alertas, la palabra “velar” implica esto.
Velad y
orad, son imperativos en tiempo presente que denotan acción continua. El que
vela y ora en forma continua descubre que aun cuando la carne es débil, el
espíritu y la voluntad se imponen con fuerza y le asegura la firmeza cuando se
enfrenta a pruebas y le ayudan a permanecer estable moralmente ante las
tentaciones.
Recordemos
que no estamos solos en esta lucha espiritual, tenemos al Espíritu Santo, con
su poder santificador, que nos redarguye de pecado, justicia y juicio, para que
no caigamos y nos recuerda nuestra nueva vida en Cristo. Pablo nos dice en
Romanos 7:24-25 “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que, yo mismo con la
mente sirvo a la ley de Dios, más con la carne a la ley del pecado”. Cuando uno
dirige su vida mediante la unión con Cristo, ya no lo hace por obediencia a un
código de ley escrita que de hecho despierta el deseo de pecar, sino por la
lealtad a Jesucristo en lo íntimo del espíritu y del corazón por el amor hacia
Él. Oración.
«Amado
Padre, permíteme permanecer en ti y en tu Palabra para que mi vida espiritual
se fortalezca interiormente y pueda siempre estar alerta ante las tentaciones
que enfrento a diario, en mi carne, en el mundo y frente a los engaños de
Satanás. Quiero guardar de tal manera tu Palabra en mi corazón, para no pecar
contra ti, lléname de tu Santo Espíritu porque sé que no es en mis fuerzas que
podré resistir la tentación, sino con el poder santificador de tu Presencia. En
el nombre de Jesús, amén.
jueves, 11 de abril de 2024
Y perdónanos nuestras deudas
Y perdónanos nuestras deudas
“Y
perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores”. Mateo 6:12
“Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9
Como un
deudor en manos de un acreedor, así es el pecador en manos de Dios. Queremos
que el Señor perdone nuestros pecados, pero debemos estar dispuestos a perdonar
a los que nos ofenden. Jesús quiere que nos reconciliemos con otros con
prontitud, a fin de que no perdamos bendiciones por la falta de perdón. Esta
advertencia aparece en repetidas ocasiones en sus enseñanzas. En la oración
modelo el Señor nos muestra enfáticamente reconocer nuestro pecado, porque esto
nos lleva a pedir perdón para ser limpiados.
Cuando
oramos: “y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a
nuestros deudores”, hace referencia a las ofensas hechas y a las ofensas
recibidas; para que, así como Él nos perdona, podamos nosotros perdonar a
otros. Si hemos recibido el perdón divino por la sangre preciosa de Jesús
derramada en la cruz, debemos tener un espíritu perdonador para con nuestros
semejantes. Como lo dice Marcos 11: 25-26 “Y cuando estéis orando, perdonad, si
tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los
cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis,
tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”. La
actitud de Dios hacia nosotros en cuanto al perdón será exactamente como sea
nuestra actitud hacia los demás.
Cuando
perdonamos, Dios ve su propia imagen reflejada en nosotros; así que pedirle a
Dios lo que nosotros no damos a los demás, sería contradictorio. El Señor hace
énfasis en esto, porque Él sabe que el perdón libera nuestras almas.
Confesar con
los labios es también reconocer las ofensas que hemos cometido contra otros, no
tengamos temor de hacerlo, porque Dios es fiel y es justo, porque no solo su
misericordia, sino su justicia, están expuestas en la redención del que se
arrepiente. Cuando Él nos perdona los pecados y nos limpia de toda maldad
cumple los propósitos de su eterna fidelidad y justicia. Al limpiarnos nos
purifica de nuestra inmundicia, de modo que seamos libres de la presencia del
pecado por el Espíritu de la santificación que mora en nosotros, veamos hebreos
9:14 “¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se
ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras
muertas para que sirváis al Dios vivo?
La confesión
tiene el propósito de liberarnos para disfrutar de una íntima comunión con
nuestro Padre. Esto debería darnos tranquilidad de conciencia, pero a veces
muchos cristianos no entienden esto y se sienten culpables confesando sus
pecados una y otra vez, otros piensan que, si mueren con pecados no perdonados
pierden la salvación; no comprenden que el Señor con su sacrificio expiatorio
perdonó todos nuestros pecados pasados, presentes y futuros.
No
necesitamos confesar los pecados del pasado otra vez y no debemos temer que Él
nos deseche si nuestra vida no está perfectamente limpia. Eso no indica, que no
debamos confesar continuamente nuestros pecados, para que podamos disfrutar al
máximo de nuestra comunión con Él. La genuina confesión debe llevarnos a la
decisión de no seguir pecando. Por eso también debemos orar para derrotar
cualquier tentación que nos lleve a fallarle al Señor.
Una pregunta
que podríamos estar haciéndonos es: ¿si Dios nos ha perdonado por la muerte de
Cristo, por qué debemos confesarnos? Porque al admitir nuestro error y recibir
el perdón de Cristo, acordamos con Dios que somos pecadores y deseamos
abandonar esa condición; nos aseguramos de no ocultarle nada a Él y en
consecuencia a nosotros mismos, teniendo una relación sincera con Él y con los
demás; reconocemos nuestra vulnerabilidad y nuestra tendencia a pecar, pero
también nuestra dependencia de su poder por medio del Espíritu Santo para
vencer el pecado y vivir una vida plena en Cristo. Oración.
«Amado
Jesús, gracias por tu sacrificio expiatorio por el cual quitaste el pecado del
mundo; por llevar en tu cuerpo mis pecados pasados, presentes y futuros y por
darme el perdón de todos ellos. Quiero vivir en santidad, por eso lléname de tu
Santo Espíritu para recibir tu poder para vencer la tentación y llevar una vida
limpia, disfrutando así de la plenitud de tu presencia cada día. Ayúdame a
tener un espíritu perdonador, para poder perdonar a los que me ofenden, en el
nombre de Jesús, amén.