sábado, 28 de diciembre de 2024

¡Jesucristo ha venido en carne!

 


¡Jesucristo ha venido en carne!

“Y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de error.” 1 Juan 4:3-6

“en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” 2 Corintios 4:4

¿Qué significa que Jesucristo ha venido en carne? La respuesta clara la tenemos tal como lo explica Filipenses acerca de Jesús “el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2:6-7). Siendo en forma de Dios y ser igual a Dios son dos expresiones contundentes acerca de la divinidad de Jesús, pero también refleja la naturaleza de la trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo en una perfecta unidad y una relación eterna de amor, donde el verbo, Jesucristo, es enviado por el Padre para nuestra salvación, (Juan 3:16); es contundente también el Apóstol Juan en escribir por inspiración o revelación del Espíritu “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” (Juan 1:1). La expresión “el Verbo era Dios” despeja toda duda de la naturaleza de Jesús y de la misión que tiene. Jesús no era solamente un profeta, aunque fue el mayor profeta de todos, Jesús no era un ser creado por Dios o una criatura de Dios, aunque Dios le preparó un cuerpo para su misión (Hebreos 10:5), sino que Jesús es Dios mismo con nosotros y vino a cumplir la misión de pagar por nuestros pecados y resucitar para nuestra justificación (Romanos 4:23-25)

Cuando reconocemos de corazón que Jesús es el Señor, estamos reconociendo que Él es “Dios con nosotros” (Isaías 7:14) y por la fe en Él, al escuchar y aceptar el evangelio de nuestra salvación, es ahora “Dios en nosotros” pues Él envía a su Espíritu a habitar en nuestro corazón (Efesios 1:13).

Hermanos, el espíritu del anticristo es el que actúa en todos aquellos que niegan esta verdad acerca de que Jesucristo vino en carne; aprovechemos toda oportunidad para explicar la verdad con toda mansedumbre, esperando que Dios les conceda el arrepentimiento a los que se oponen, para que sean liberados del lazo del maligno que los tiene cautivos (2 Timoteo 2:25-26).   Oración.

«Padre, cuánto me amaste para enviar a Jesús en forma de siervo, semejante a mí, el cual fue tentando en todo, pero sin pecado, para mostrarme y ser el único camino que conduce a ti, ahora por medio de la fe en Jesús soy liberado de toda esclavitud del pecado y de Satanás que me mantenía cautivo viviendo a mi manera; renuncio al maligno y a ser esclavo de mis propios deseos, ahora soy esclavo de Cristo y esta es ¡la verdadera libertad!, en el nombre de Jesús. Amen.

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