¡Jesucristo ha venido en carne!
“Y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en
carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros
habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo. Hijitos, vosotros sois
de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el
que está en el mundo. Ellos son del mundo; por eso hablan del mundo, y el mundo
los oye. Nosotros somos de Dios; el que conoce a Dios, nos oye; el que no es de
Dios, no nos oye. En esto conocemos el espíritu de verdad y el espíritu de
error.” 1 Juan 4:3-6
“en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de
los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria
de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” 2 Corintios 4:4
¿Qué significa que Jesucristo ha venido en carne? La
respuesta clara la tenemos tal como lo explica Filipenses acerca de Jesús “el
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres” (Filipenses 2:6-7). Siendo en forma de Dios y ser
igual a Dios son dos expresiones contundentes acerca de la divinidad de Jesús,
pero también refleja la naturaleza de la trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo
en una perfecta unidad y una relación eterna de amor, donde el verbo,
Jesucristo, es enviado por el Padre para nuestra salvación, (Juan 3:16); es
contundente también el Apóstol Juan en escribir por inspiración o revelación
del Espíritu “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo
era Dios” (Juan 1:1). La expresión “el Verbo era Dios” despeja toda duda de la
naturaleza de Jesús y de la misión que tiene. Jesús no era solamente un
profeta, aunque fue el mayor profeta de todos, Jesús no era un ser creado por
Dios o una criatura de Dios, aunque Dios le preparó un cuerpo para su misión
(Hebreos 10:5), sino que Jesús es Dios mismo con nosotros y vino a cumplir la
misión de pagar por nuestros pecados y resucitar para nuestra justificación (Romanos
4:23-25)
Cuando reconocemos de corazón que Jesús es el Señor, estamos
reconociendo que Él es “Dios con nosotros” (Isaías 7:14) y por la fe en Él, al
escuchar y aceptar el evangelio de nuestra salvación, es ahora “Dios en
nosotros” pues Él envía a su Espíritu a habitar en nuestro corazón (Efesios
1:13).
Hermanos, el espíritu del anticristo es el que actúa en todos
aquellos que niegan esta verdad acerca de que Jesucristo vino en carne;
aprovechemos toda oportunidad para explicar la verdad con toda mansedumbre,
esperando que Dios les conceda el arrepentimiento a los que se oponen, para que
sean liberados del lazo del maligno que los tiene cautivos (2 Timoteo 2:25-26). Oración.
«Padre, cuánto me amaste para enviar a Jesús en forma de
siervo, semejante a mí, el cual fue tentando en todo, pero sin pecado, para
mostrarme y ser el único camino que conduce a ti, ahora por medio de la fe en
Jesús soy liberado de toda esclavitud del pecado y de Satanás que me mantenía
cautivo viviendo a mi manera; renuncio al maligno y a ser esclavo de mis
propios deseos, ahora soy esclavo de Cristo y esta es ¡la verdadera libertad!,
en el nombre de Jesús. Amen.
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