domingo, 5 de enero de 2025

La promesa del Padre cumplida

 


La promesa del Padre cumplida

“Y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. Y también sobre los siervos y sobre las siervas derramaré mi Espíritu en aquellos días”. Joel 2:28-29

Joel profetiza del derramamiento del Espíritu Santo de Dios, afirmando que en los postreros días caerá sobre los creyentes el regalo del Espíritu Santo. Es una profecía que se cumplió en Pentecostés y sigue cumpliéndose en la vida de cada persona que recibe al Señor Jesucristo como Señor y Salvador.

El Espíritu Santo vino para quedarse con nosotros. Es un regalo que todo el mundo debería anhelar. Sin embargo, muchos cristianos no tienen claridad de quién es el Espíritu Santo y le dan una posición dentro de la Trinidad como la tercera persona y olvidan que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo son uno, ninguno es más importante que el otro porque todos son un solo Dios.

Muchos desconocen su infinito y divino poder y su rol para cada uno de nosotros como cristianos. Lo primero que tenemos que entender es que el Espíritu Santo es Dios mismo, (Hechos 5:3-4). Que Él es la promesa de Dios para todo creyente, vendrá sobre todos sin distinción, sin edad, sin género, sin posición social, esa es una promesa que se sigue cumpliendo. Fue prometido para todos y su llegada fue un nuevo tiempo de poder y gracia sobre nosotros. Hechos 2:39 dice “Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare”.

Aprender que el Espíritu Santo habita en nosotros y nos transforma, nos da esperanza, (1 Corintios 3:16). No solo está presente en el mundo, sino que también habita dentro de cada creyente. Eso es importante que lo tengamos en cuenta porque nuestra vida tiene que ser llena por Él para que nos guíe, direccione y controle; ayudándonos a vivir conforme a la voluntad de Dios y dándonos la fuerza para que podamos salir adelante.

El Espíritu Santo también nos enseña y nos guía a la verdad, (Juan 16:13). Y debemos recordar también que el Espíritu Santo nos da poder para testificar, (Hechos 1:8). La venida del Espíritu Santo empodera al creyente, dándonos palabras para hablarles a otros. Nos capacita, nos da dones y nos fortalece.

Demos gracias al Señor, porque no nos ha dejado solos, sino que nos ha equipado sobrenaturalmente con la presencia de su Espíritu, para que podamos vivir la vida victoriosa y abundante que Jesús ofrece, pidamos cada día su llenura.   Oración.

«Padre glorioso, gracias por el regalo maravilloso de tu Espíritu. Hoy quiero Espíritu Santo creer, reconocer que eres mi Dios y que habitas en mí. Eres el sello de mi salvación y te pertenezco, eres mi Consolador, mi ayudador, el amado de mi alma, la fuente de la cual proviene mi aliento. Te alabo y anhelo que me inundes, lléname de tu poder, capacítame para ir y llevar las buenas nuevas, guíame a la verdad, dame sabiduría y revelación e intercede por mí con gemidos indecibles. Sé que estás trabajando en mi entera santificación, produce tu fruto en mí, amén.