viernes, 5 de junio de 2020

Confío porque soy hijo de Dios.


Confío porque soy hijo de Dios.
“Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios”. Mateo 27:43
“En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron”. Salmo 9:10
“Entonces Nabucodonosor dijo: Bendito sea el Dios de ellos, de Sadrac, Mesac y Abed-nego, que envió su ángel y libró a sus siervos que confiaron en él, y que no cumplieron el edicto del rey, y entregaron sus cuerpos antes que servir y adorar a otro dios que su Dios”. Daniel 3:28
“Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios”, estas palabras tan injuriosas se las dijeron a Jesús en su crucifixión, fue una ofensa contra su dignidad, honor y credibilidad, especialmente cuando se hizo tan injustamente. Los judíos no admitían que Jesús se hubiese proclamado como hijo de Dios, esto era un insulto a sus creencias, pues ellos sólo veían a Dios como Dios, no como un Padre, pero Jesús vino a revelarnos a un Dios Padre, que está al alcance nuestro, al que podemos llamar “Abba Padre”, en el que debemos depositar toda nuestra confianza.
Cuántas veces estas mismas palabras nos las han dicho las personas que tenemos cerca cuando nos hemos proclamado hijos de Dios y quizás estamos pasando por momentos difíciles, o estamos viviendo alguna enfermedad, pérdida o injusticia humana. No alcanzan a entender por qué confiamos en Él.
Confiar parece algo simple pero no es así, es dejar el control y dependencia de nuestra vida a Dios, esperando sólo en Él, que implica cederle el gobierno total de nuestro ser, esperando un resultado desconocido a nuestra situación. ¿Estamos dispuestos arrojarnos en los brazos de nuestro Padre celestial, con la plena certeza de que nos sostendrá y no nos dejará caer?
Esto hace que recordemos el pasaje de Daniel 3 cuando sus amigos Sadrac, Mesac y Abeb-nego, decidieron obedecer a Dios antes que al rey y no se inclinaron ante su estatua como lo demandaba el edicto y fueron lanzados en el horno de fuego para ser castigados, prefirieron confiar en el poder de Dios antes que servir a otro dios. Esa confianza hizo que el Señor los librará, salieran ilesos y además que el rey Nabucodonosor reverenciara a Dios. Se cumplió en ellos lo que dice Isaías 43:2 “Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti”.
Los momentos que estamos viviendo requieren actos de confianza en Dios, elijamos confiar en cada paso que demos en el único que puede líbranos, nuestro amado Padre, así como Jesús lo hizo y fue exaltado hasta lo sumo.  Oración.
«Padre celestial, gracias por enviar a tu hijo Jesucristo a morir por mí y con este acto abrirme el camino para entrar en tu presencia santa y confiar en que me ayudarás cuando esté pasando por el fuego de dificultades y problemas que me da la vida. Gracias por hacerme tu hijo, por poder refugiarme en tus amorosos brazos, donde me proteges y me cuidas. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.
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