domingo, 2 de marzo de 2025

Gratitud

 


Gratitud

“Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley? Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente. Este es el primero y grande mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas”, Mateo 22:36-40

Debemos dar gracias a Dios por todo lo que nos ha dado; la gratitud exalta el favor de Dios en contraposición al individualismo egocéntrico que promueve la exaltación de los propios logros o esfuerzos humanos. No es que sea malo esforzarse, ser diligente y disciplinado, la equivocación está en no reconocer dos aspectos importantes de la verdad de Dios que están condensados en Mateo 22:36-40, acerca de amar a Dios y el amar a nuestro prójimo.

Amar a Dios, no es un sentimiento religioso sino el acto mismo de obediencia a su Palabra y como consecuencia, la apertura de nuestro corazón a recibir su provisión de amor, misericordia y gracia a través de Jesús que lo llena todo, pues Dios ha sido realmente el que nos da la vida, la salud, las oportunidades; su paz, su amor, su protección, entre otras cosas.

Amar a Dios, es recibir a Cristo y demostrar con nuestra fe que: «Si me amáis, guardaréis mis mandamientos» (Juan 14:15). En el contexto de este versículo, estos mandamientos comprenden todo el alcance de la revelación de Cristo. El certero significado del pasaje es que la obediencia a los mandamientos de Cristo es una muestra y una prueba de nuestro amor por Él.

Después de que Jesús hace la afirmación «Si me amáis, guardad mis mandamientos» (Juan 14:15), nos da la promesa del Espíritu: «Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre» (Juan 14:16). Jesús sabe que para cumplir sus mandamientos en este mundo caído necesitamos de una fuente divina de poder, que es la presencia del Espíritu Santo que vive en nosotros.

Así que este primer aspecto de amar a Dios, se trata de nuestra dependencia absoluta a su soberanía, cultivando nuestra relación con Dios en total gratitud. Amarlo es confiar plenamente en él, confiar plenamente nos debe llevar a obedecerlo, obedecerlo nos lleva a ser bendecidos y a ser bendición para nuestro prójimo. Para poder amar a nuestro prójimo debemos obedecer a Dios porque este también es un mandamiento de amor: “Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.” (Juan 13:34). En pocas palabras, Él nos dio para dar, Él nos da su amor abundante, para darlo a nuestro prójimo. Esta es la mayor gratitud hacia Dios, que demos de lo que Él nos ha dado.

Entonces, a esforzarse, ser diligente y disciplinado pero en total dependencia y obediencia a Dios. Pedimos su fuerza para amar cada día al prójimo, pedimos su amor para perdonarlo y levantarlo, necesitamos su poder, el de su Espíritu para mantenernos en comunión a pesar de las diferencias.  Oración inicial

«Te decimos gracias Señor, y queremos mostrar nuestra gratitud llevando el evangelio a quienes no lo conocen, y amando a nuestro prójimo tal como tú nos amaste en la cruz. Que tú Espíritu nos lleve a vivir tal y como tú viviste. En el nombre de Jesús, amén