domingo, 14 de septiembre de 2025

Guiados en el camino eterno

 


Guiados en el camino eterno

“Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; Pruébame y conoce mis pensamientos; Y ve si hay en mí camino de perversidad, Y guíame en el camino eterno.” Salmos 139:23-24

“Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” Juan 14:6

Hay días en los que, por diferentes circunstancias, estamos tentados a caminar por camino de perversidad, quizá algún disgusto, desacuerdo, inconformidad o injusticia presentada con las personas que convivimos, o tal vez con nuestros familiares o amigos, pues es por medio de nuestras relaciones interpersonales que nuestras emociones, pensamientos, sentimientos y reacciones se pueden ver fácilmente alteradas. Sin duda, al ser estas personas de algún modo tan importantes para nosotros, nos resulta difícil no conmovernos, disgustarnos, entristecernos o alterarnos y de esta manera buscar responder o resolver según nuestra propia sabiduría nos dicte o lo que nuestra alma dictamine.

Sin embargo, Jesús siempre está a la puerta de nuestro corazón llamando, su Santo Espíritu que en nosotros mora nos susurra al oído recordándonos que ese camino es perverso y que solo trae destrucción, muerte y división (Romanos 8:6). Pero no solo ello, el Espíritu Santo no solo está para avisarnos o advertirnos, sino que su poder que en nosotros actúa nos da la fuerza y la decisión para acercarnos ante el trono de la gracia de Dios (Efesios 1:19-20, 3:16). Y entonces allí, con nuestra alma derramada ante el Señor, y con una actitud de total rendición, conforme dice el Salmo de hoy, le entregamos a Él nuestro corazón y pensamientos, sabiendo y reconociendo que Él es el único que nos puede sacar de tal camino de perversidad y guiarnos en el camino eterno.

Hermanos, el camino eterno es Jesucristo (Juan 14:6), y cuando estamos ante el trono de la gracia de Dios, nuestros pies y todo nuestro ser es encaminado hacia Él, logrando así que nuestra vida se conecte con Su vida, y entonces así en completa unión y comunión con su Santo Espíritu, andar en Él, es decir, en amor, santidad, misericordia, humildad, paciencia y benignidad (Colosenses 2:6, Gálatas 5:16, Colosenses 3:12-14).   Oración.

«Padre misericordioso, gracias por tener compasión de mí en mis momentos de debilidad y tentación, gracias por tu Espíritu puesto en mí para revelarme, guiarme y fortalecerme en Jesucristo, en Él te doy todo el honor y la gloria por sacarme del camino de perversidad y guiarme en el camino eterno, amén.