viernes, 19 de marzo de 2021

Restaura tu relación con Dios

 


Restaura tu relación con Dios

«Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado» Salmo 32:5

«Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad» 1 Juan 1:9

Es maravilloso recibir libertad después de estar en prisión, y hemos sido liberados de la ley del pecado y de la muerte, quienes hemos creído en la obra de Jesús en la cruz. Si aún a pesar de esta gran verdad estamos atados al pecado, apresurémonos hacia Jesucristo con arrepentimiento y en Él encontraremos el perdón.

Colosenses 3:5-9 dice: «Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; […] Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos». Esto de despojarnos o de hacer morir en nosotros parece algo fácil, pero siempre terminamos haciendo lo contrario y por consiguiente alejándonos de Dios. Cuando esto suceda, reconoce tu debilidad, confiesa tu pecado y vuelve al Camino que es Jesucristo.

Reconocer y confesar nuestros pecados restaura la comunión con Dios. Confesar el pecado significa apresurarse a ir al Padre a través de Jesucristo y apartarse de todo mal. No debemos negar, ni encubrir, ni ocultar el pecado, pues Dios lo ve todo.

Ahora, si nos sentimos no merecedores del perdón y la gracia divina, recordemos la parábola descrita en Lucas 15, el hijo pródigo, quien cambió el amparo de un padre benigno para ir a caer bajo un patrón despiadado y cruel, donde no podía ni siquiera comer la comida de los cerdos los cuales cuidaba. Este hijo, «volviendo en sí», recapacita sobre su mal proceder y sabiendo que en casa de su padre hay abundancia y bienestar, regresó sucio y maloliente a su hogar. Esperaba recibir un trato como un criado más, pero su padre le recibió con sus brazos abiertos, le expresó su amor, le puso ropas nuevas, un anillo en su dedo, calzado a sus pies y el mejor banquete para celebrar su regreso.

Esto nos muestra el gran amor de Dios, Él quiere restaurar la comunión cuando hemos fallado y es necesario arrepentimiento y confesión, pues el perdón de los pecados presentes, pasados y futuros fue un asunto consumado en el Gólgota hace más de dos mil años; ahí, todos los pecados fueron perdonados.  Oración.

«Amado Dios, jamás quiero ocultar mi pecado, ni encubrirlo, porque delante de ti nada está oculto. Tampoco quiero culpar a otros por mis faltas, pues soy responsable de lo que hago; hoy reconozco mi maldad y confieso ante ti mi debilidad, ayúdame Señor. Te agradezco Padre, porque tu Hijo Jesús cargó con todos mis pecados para darme el perdón. Me apropio de esta bendición y que sea restaurada mi relación contigo. Amén.  Difundiendo el mensaje de Jesucristo.

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