Revístanse del nuevo hombre
“y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia
y santidad de la verdad.”, Efesios 4:24
“y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que
lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno,”, Colosenses 3:10
El Señor nos llama y nos revela, por su palabra, a cada uno
de los creyentes a colocarnos el ropaje de la nueva naturaleza; esto es algo
que se hace de manera espiritual pero de forma muy práctica, pues lo que
creemos o aquello con lo que nos identificamos, influencia radicalmente nuestra
vida.
Es muy importante a qué creencia de vida nos aferramos, mucho
más si tenemos en cuenta que creer en lo que dice la palabra viva de Dios, es
algo transformador. Nos impulsa a pensar diferente y a tomar decisiones
radicales, en contravía de nuestra naturaleza pecaminosa, y en contra de la
corriente del mundo. (Juan 6:63).
Esto significa que, por la fe en la palabra de Dios, somos
nacidos de nuevo, como dice 1 Pedro 1:23 “siendo renacidos, no de simiente corruptible,
sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para
siempre”
Por esto Jesús le decía al religioso Nicodemo: “tienes que
nacer de nuevo”, pero él no podía entender en su mente carnal, heredada de
Adán; y Jesús le insistía que era un nacimiento espiritual, que solo podía
ocurrir si Nicodemo colocaba su fe en el Hijo de Dios, por eso le dice “Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16)
Ahora que hemos aceptado a Cristo y hemos nacido de nuevo,
enfrentamos una lucha diaria que implica despojarnos del viejo hombre, que está
corrompido y tomar esta nueva naturaleza; por esto nos dice “vestíos”, pues es
algo que ya tenemos y que debemos mantener a diario.
Por lo anterior, el llamado de la Palabra de Dios es a que:
“Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en
lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, sino vestíos del Señor
Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne”, (Romanos 13:13-14).
Hermanos ya tenemos libertad, pero no para meter las manos en
la candela y quemarnos, sino para vivir en la guía del Espíritu y por su poder
que actúa poderosamente en nosotros, hacer morir las obras de la carne: “porque
si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis.”, (Romanos 8:13)
Oración.
«Padre, por el evangelio tengo la buena noticia de que mi
vieja naturaleza, mi viejo hombre, fue crucificado juntamente con Cristo y que
he sido resucitado juntamente con Cristo para vida nueva, ya no vivo yo, estoy
en Jesús. Amén.