sean auténticos”
“Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los
siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras,
que tienes nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las
otras cosas que están para morir; porque no he hallado tus obras perfectas
delante de Dios. Acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y guárdalo, y
arrepiéntete. Pues si no velas, vendré sobre ti como ladrón, y no sabrás a qué
hora vendré sobre ti. Pero tienes unas pocas personas en Sardis que no han
manchado sus vestiduras; y andarán conmigo en vestiduras blancas, porque son
dignas. El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su
nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y
delante de sus ángeles”. Apocalipsis 3:1-5
El Señor hoy, a través de las palabras de la iglesia de
Sardis, quiere hacernos una invitación a oír la voz del Espíritu Santo; Jesús
nos llama a la santidad, y ésta es opuesta a la hipocresía, significa ser
auténtico, honesto y sincero.
Esta iglesia tenía la reputación de estar muy viva, pero en
realidad era una iglesia muerta, se había vuelto laxa. Jesús la llama a
arrepentirse y dice: “acuérdate, pues, de lo que has recibido y oído; y
guárdalo, y arrepiéntete”.
Habían escuchado el evangelio y habían recibido al Espíritu
Santo, pero se habían vuelto autocomplacientes, habían caído en hipocresía y
falta de autenticidad. Sólo unos pocos habían permanecido en integridad y Jesús
los llama “dignos” porque no se habían contaminado y les promete que andarán
con Él vestidos de blanco, que jamás borrará su nombre del libro de la vida,
sino que reconocerá su nombre delante de su Padre y de sus ángeles.
El Señor se presenta a esta iglesia como “El que tiene los
siete espíritus de Dios», esta expresión describe los infinitos recursos
espirituales del Señor que son los que esta iglesia necesita para volver a la
vida; lo que nos recuerda que no podemos mantener nuestra vida espiritual por
nosotros mismos, necesitamos del poder que viene del Espíritu Santo. Las siete
estrellas hacen referencia a los mensajeros de las iglesias o líderes
espirituales que también están en las manos de Cristo y que deben ser
instrumentos de bendición.
El Señor exhorta a la iglesia, de hecho, hace la condenación
más severa que hemos escuchado hasta ahora: “estás muerto”. Quizás, sus cultos
eran ordenados y concurridos, la música sonaba con ánimo, tenían un buen número
de programas, e incluso sus líderes ocupaban buenas posiciones en la vida
social de Sardis. Pero esto no sirve de nada si falta lo más importante, la
vida del Espíritu.
Ellos eran un perfecto ejemplo de un cristianismo «inofensivo».
Se habían acomodado al mundo y no tenían que pagar ningún precio por su fe en
Jesucristo. Es la iglesia que nadie perseguía.
Pensemos en algunos posibles síntomas de una iglesia
moribunda: está satisfecha y descansa en los logros del pasado, está más
preocupada de las formas que de la realidad espiritual, está más preocupada por
solucionar problemas sociales que atender las necesidades espirituales de las
personas, está más atenta a lo que los hombres dicen que lo que Dios dice,
pierde la convicción de que cada palabra de la Biblia es la Palabra de Dios, le
falta la llenura del Espíritu Santo.
Esta reflexión es para que despertemos y seamos vigilantes,
no descuidemos nuestra vida espiritual.
Oración.
«Mi amado Señor Jesús, hoy me llamas a ser auténtico, a vivir
mi vida espiritual con honestidad y verdad, me haces una invitación a tener una
comunión íntima y personal contigo y a andar en el Espíritu, para que todo lo
que haga sea controlado y dirigido por ti, aviva en mi corazón el fuego de tu
Espíritu. En el nombre de Jesús, amén.